A todos aquellos que preguntáis:
Primero
Gracias por el interés y por haber leído la serie. Es genial poder compartir algo así con todos vosotros.
La segunda temporada
Ayer mismo acabé de escribirla. Tengo que relearla y también leerme otra vez la primera temporada para ver que todo cuadra y que es lógico. Después llevarla al Registro... Esto llevará un tiempo, así que habrá un parón, como pasa con todas las temporadas de las series XD Calculo que un par de meses, pero avisaré como hice con la primera, unos 15 días antes del estreno.
Lo que está por venir...
Siento que he ido aprendiendo a escribir con todo este proceso y creo que lo iréis notando con la segunda. Evidentemente sigo sin ser escritor, pero se hace lo que se puede XD
Los capítulos serán un poquito más largos. Al principio me limitaba y por eso quizás quedaban un poco escuetos. No quería que resultara pesado de leer. Pero visto que a veces resulta demasiado corto, en los nuevos episodios me he dado un poco más de libertad.
Lo bonito de las series
Sé que se van planteando muchos interrogantes, pero todos tendrán respuesta tarde o temprano. Yo no planteo un problema que luego más tarde le encontraré una solución: NO. Si planteo una cuestión es porque sé el desenlace de antemano. Así que: PACIENCIA :)
Eso es lo bonito de las series en mi opinión, el querer saber más, la curiosidad que nos impulsa a seguir leyendo, el hacernos pensar en teorías de lo que pueda pasar, el ir conociendo a los personajes poco a poco e incluso encariñarse con ellos.
Preguntas
Podéis comentar o preguntar lo que queráis sobre lo que ya ha pasado, pero no os voy a adelantar nada de lo que va a pasar. ¡Si no no tendría gracia! XDD
¡Hasta pronto!
miércoles, 9 de marzo de 2011
Lo que está por venir...
martes, 8 de marzo de 2011
1x10 RENOVACIÓN (Segunda parte)
En la calle, Pascual, que le acababan de echar de su propia casa, andaba desorientado mirando a todas partes y todo lo veía deformado y borroso, cuando de repente se topó con Ulises.
ULISES: Hola, Pascual —le dijo un poco decepcionado por las últimas veces que lo había dejado tirado.
PASCUAL: ¿Qué pasa, tete? Pero bueno, qué mazao te estás poniendo —le decía aturdido tocándole los brazos que se le estaban poniendo muy musculosos.
ULISES: ¿Se puede saber qué te has hecho que vas tan ciego?
PASCUAL: Yo no me he hecho nada —balbuceaba, porque le costaba hablar—. Los que me han hecho son la zorra de Ofelia, que me ha echado del piso y la otra mosquita muerta de Ada. ¡Ja! Parece tonta. No te fíes de ella. Conmigo se lió un día. ¿Te lo puedes creer? ¡Se me echó encima!
ULISES: ¿Pero qué dices? ¡Qué asco! —dijo con repugnancia— ¿Cómo dejaste que una chirla te pusiera las manos encima? ¿Eres tonto?
PASCUAL: Mira, tete. Que te pete el blas a ti también —le respondió con indiferencia—. No eres quién para juzgarme. Esfúmate.
Ulises se quedó perplejo por la contestación y cuando se estaba yendo apareció Efrén que venía corriendo hacia Pascual.
EFRÉN: ¡Eh, tú! —chilló desde lejos señalándolo—. Sí, sí. Tú, Pascual. ¡Eres un hijo de puta! — se acercó a él, le agarró por la camiseta y le pegó un puñetazo en la cara—. ¿Cómo fuiste capaz de arruinar mi carrera futbolística y no sentir remordimientos?
Ulises los separó, ya que era más fuerte que Efrén, y se puso en el medio y Ada llegó corriendo también a lo lejos.
ADA: ¡Déjalo! ¡Por favor, Efrén! —dijo exhausta poniéndose a llorar de histeria.
EFRÉN: ¡¿Cómo pudiste?! —le gritó en la cara mientras Ulises se interponía para que no le pegase otra vez—. ¡No te quiero volver a ver por mi pub en tu puta vida! ¿Me oyes? ¡Nunca!
ADA: ¡Ya está bien, por favor te lo pido, Efrén! ¡Vámonos! Míralo… si está acabado —dijo llorando de pena y mirándolo con compasión.
Y se fueron, pero Efrén seguía mirando fijamente a Pascual.
ULISES: ¿Se puede saber a qué venía todo este número? ¿Cómo que arruinaste su carrera? —le dijo a un desvalido Pascual, que se sentó en el suelo de la calle.
PASCUAL: Nunca lo sabremos… Yo le puse GHB en su cubata para que se lo pasara de puta madre aquella noche y luego tuvimos un accidente de coche. ¿Quién dice que sea culpa mía?
ULISES: ¿Cómo tuviste el valor? —hace una pausa para dejarle contestar, pero sigue hablando—. Usas a la gente a tu antojo y luego la desechas. Como estabas haciendo conmigo antes de que llegara Efrén. Cuando me necesitas, guay, pero cuando no, que nos “pete el blas”, ¿no? ¿Pues sabes lo que te digo? Que te pete a ti. Déjame en paz y no me reclutes para ninguna de tus misiones al barrio de la droga, porque no pienso volver contigo para que luego me dejes tirado por ahí. ¡Vas a pasar la noche más importante del año solo!
Ulises se fue indignado comiéndose las pocas uñas que le quedaban y dejó a Pascual en el suelo tirado, que se quedó riendo altivamente.
PASCUAL: ¡Vete! ¡Yo no necesito a nadie! ¡Soy el tito Pascu!
Mientras tanto, Osi y Zac llegaban al barrio de Tirso y acercándose a su casa empezaron a escuchar gritos, ya que los padres de Tirso acababan de llegar a su casa encontrándose con David atado y amordazado en la habitación y Tirso, que seguía muy nervioso, los miraba con respeto y a la vez con vergüenza. Zac y Osi se escondieron al oír esta actividad sospechosa y desde fuera de la casa se escuchaba la conversación entre ellos.
—¿Pero en qué cojones estabas pensando? —le reprocha uno de ellos y se oye el ruido de una bofetada en la cara—. ¡Eres un inútil! Bastantes problemas tenemos nosotros ya para que ahora juegues a “soy secuestrador”.
TIRSO: Yo… es que…
—¡Es que nada! No hay excusa para meternos en este lío —le regaña el otro padre—. ¿Y ahora qué hacemos con él? —señala a David, que estaba muy nervioso también y confundido por la situación.
Osi y Zac no daban crédito a lo que estaban oyendo y se retiraron un poco de la casa para no ser descubiertos, pero inoportunamente Zac pisó una rama que había sobre el césped del jardín, haciendo algo de ruido, así que se fueron corriendo. Pero uno de los padres de Tirso se apresuró para mirar por la ventana y los vio.
ZAC: Mierda, mierda, mierda. ¿Por qué? ¿Tú piensas que el que tiene secuestrado es David? Por Asir, todo me pasa a mí. Primero Benja, luego David —empezó a perder la calma.
OSI: Mira, Zac. Sea lo que sea lo que hemos oído, es un delito secuestrar a alguien —intentó sosegarlo—. Sea o no David… Tenemos que llamar a la policía. Llama tú y quédate aquí. Yo voy a ver qué está pasando —se armó de valor para poner la situación bajo control, ya que Zac estaba fuera de sí.
Y el padre de Tirso que los estaba observando escondido desde la ventana los vio cogiendo el teléfono para llamar y no quiso arriesgarse.
—Vámonos —le ordenó al otro padre.
—¿Pero qué dices tú ahora? —le contestó sorprendido.
—Nos han descubierto. Vámonos, ¡ya! Coge al chico.
Abrieron corriendo la puerta de donde se escuchaban siempre los ruidos extraños y sacaron a rastras a Benjamín, que lo tenían atado y tenía un aspecto muy desmejorado. David lo vio y estaba atónito de ver lo cambiado que estaba, después de tanto tiempo. Él lo recordaba inocente y bonachón y en su cara vio reflejado todo aquello por lo que habría tenido que estar pasando durante meses. Benjamín también lo vio y en su mirada se iluminó un ápice de esperanza, pero siguió forcejeando por escaparse, sin éxito. Los padres de Tirso lo sacaron de la casa por la puerta de atrás, lo metieron en el coche y se fueron corriendo ante la perpleja mirada de Tirso, que vio como era abandonado sin ningún remordimiento. Al principio quedó paralizado por no saber qué hacer, pero se fue enfadando consigo mismo, con sus padres y con todo el mundo por lo que estaba pasando, fue a la cocina y cogió un cuchillo.
Osi que estaba fuera de la casa y vio como los padres se iban en el coche, miró por otra ventana y vio a Tirso con el cuchillo, por lo que decidió entrar en la casa antes de que ocurriera ninguna desgracia.
OSI: ¡Tirso! ¿Te llamas Tirso, verdad?
TIRSO: ¿Tú quién eres? —se giró él asombrado de que hubiera alguien en la casa y le señaló con el cuchillo.
OSI: Tranquilízate. Suelta ese cuchillo. Tú no quieres hacer daño a nadie, seguro que no.
David, que estaba viendo la posibilidad de ser rescatado se puso a chillar con la mordaza puesta y a moverse todo lo que podía, porque estaba atado. Estaba tan angustiado que se puso a llorar histéricamente. Tirso se quedó un poco pensativo al oír las palabras de Osi como si estuviera ponderando la posibilidad de hacerle caso, pero al momento cambió la expresión.
TIRSO: Vete de aquí. Esto no es asunto tuyo —dijo fríamente y le propinó un golpe a David en la nuca con el mango del cuchillo para que se callara, dejándolo inconsciente.
OSI: De acuerdo, Tirso. Esto es lo que va a pasar —intentó hacerle entrar en razón—. La policía está de camino. No vas a conseguir nada haciendo daño a nadie.
TIRSO: ¿La policía? —dijo sobresaltado y puso el cuchillo en el cuello de David amenazante—. De policía, nada o lo mato —amenazó muy seriamente.
Osi se empezó a poner muy ansioso porque veía que la situación se le escapaba de las manos. Le brotaban las lágrimas por las mejillas de impotencia y extendió la mano en señal de paz, para que le diera el cuchillo, pero Tirso seguía sin hacerle caso. Osi volvió a extender la mano y en esta ocasión el cuchillo salió disparado y descontrolado de la mano de Tirso hacia la mano de Osi, cortándole a éste y cayendo al suelo.
Tirso quedó anonadado, no más de lo que estaba Osi, cuando en ese momento se oyó cómo llegaba un coche a la parte trasera de la casa y la voz de uno de los padres de Tirso que lo llamaba. Tirso salió corriendo sin pensárselo dos veces y escapó con sus padres y Osi seguía estupefacto y se arrodilló en el suelo.
Al cabo de unos minutos llegó Zac con la policía y David seguía inconsciente y Osi en el suelo, con la mano ensangrentada. Él explicó que forcejeó con el secuestrador para quitarle el cuchillo y por eso se cortó, pero que finalmente escapó por la puerta trasera. Zac se puso a desatar a David y éste comenzó a recuperar el sentido.
ZAC: ¡Santa Ast! Estás bien —le decía abrazándolo, mientras David seguía un poco aturdido.
Le besó en los labios y lo volvió a abrazar con ansia y con alivio de no haberlo perdido. Pero conforme lo abrazaba, recordaba muchos de los malos momentos que habían vivido últimamente, por lo que su rostro de felicidad tornó a uno de duda.
En ese instante se encendieron unos altavoces que había instalados por toda la ciudad, haciendo el típico ruido de interferencias. Se oía tremendamente alto, como si fuese un anuncio importante. Y se empezó a escuchar el siguiente mensaje por toda la ciudad: “Atención, aviso importante, queda una hora para la renovación. Prepárense, gracias”.
—Es que, chicos, vaya momento habéis elegido para jugar a los secuestradores —dijo el policía en tono burlón—. En dos días, venid a la comisaría y seguimos con todo este asunto. ¡Todo el mundo a sus casas! ¡Rápido!
Y todos se fueron apresurados a sus casas. Zac con David, cogiéndole de la mano, ya que éste se encontraba un poco indispuesto y en shock por todo lo ocurrido. Y Osi se fue con ellos a ver a Ada. Cuando llegaron allí, Osi se metió en la habitación de Ada y la vio que ya estaba acostada.
ADA: Pero, ¿qué haces aquí? —dijo ella sorprendida, pero feliz de que estuviese allí.
OSI: Quería pasar este momento tan especial contigo.
Se tumbó en la cama, le acarició la cara, le apartó el pelo tiernamente y la besó.
Efrén llegó a su casa con Ofelia, que se les había hecho tarde y allí estaba en el portal la portera, que no se perdía ni una.
—¡Pero bueno! ¡Qué horas son estas de llegar! Tú fíjate.
OFELIA: Váyase usted también, ¡que se le va a hacer tarde! —alentó amablemente.
Ella se metió corriendo en la portería asintiendo y Efrén miró a Ofelia mientras subían en el ascensor.
EFRÉN: ¿Has pensado lo que te dije? Sabes que me haría mucha ilusión que fueses mi matriz.
OFELIA: Mira, chiquitín… Creo que tener hijos es un asunto muy serio. Lo tengo que pensar más todavía, ¿vale?
Y Efrén quedó decepcionado, pero se metieron en casa y se acostaron deprisa cada uno en su cama.
Pascual, que se había quedado traspuesto en un callejón, se miró el reloj y se dio cuenta que eran casi las 12 de la noche. Se levantó como pudo y dio una vuelta sobre sí mismo sin saber a dónde ir. Se encendió lo que le quedaba de un porro y se volvió a sentar en el suelo, conforme estaba antes. Se acurrucó, se cogió las rodillas y se puso a llorar apenado de tener que pasar esa noche solo y en la calle.
A continuación se volvieron a encender los altavoces de megafonía por todas partes, oyéndose el siguiente mensaje bien alto y claro: “Atención, comienzan las 24 horas de sueño, comienza la Renovación. Que descansen y que sueñen con Asir.”
CONTINUARÁ…
lunes, 7 de marzo de 2011
1x10 RENOVACIÓN (Primera parte)
Priviuslí, en El mundo al revés: Pascual ha estado desfasando todo el curso, primero poniéndole drogas a Efrén en su cubata (lo que Ada vio y no contó a nadie) y co-causando un accidente de coche que dejó secuelas en todos sus amigos y uno de ellos (Benjamín) desapareció, hasta tener relaciones promiscuas sin protección y coger alguna venérea. Además, hace meses que no paga el piso donde vive con Efrén, Ofelia y Ulises.
Uli, un poco freak, heterófobo y algo extraño por cargar demasiadas cosas en su vida, quizá, decidió hacerse un cambio de imagen y se apuntó a un gimnasio. Además Pascual le ayudó a introducirse en el mundillo de las drogas y él aceptó porque es casi su único amigo, pero éste lo usa a su antojo.
Efrén se quedó ciego temporalmente a raíz del accidente y decidió reorganizar su vida, ya que tuvo que dejar de ser futbolista. Retomó su carrera de ADE, tiene un pub de éxito (el Inframundo) y le acaba de proponer a su mejor amiga Ofe que sea su matriz, para engendrar a su hijo.
Osi, un chico muy religioso y muy protegido por sus madres ultraconservadoras, parece sentirse atraído por Ada. La última vez que se vieron se liaron, pero él se fue corriendo con remordimientos porque ser heterosexual no está bien.
Zac perdió algo de memoria después del accidente, lo cual aprovechó David para hacerle creer que estaban juntos. Después de meses saliendo, la relación no funciona porque David fuma (y eso no le gusta a Zac) y tiene una extraña relación con su amigo Tirso, al cual un día siguió Luis hasta su casa para averiguar cosas sobre él. Zac está frustrado porque intentó buscar a su amigo Benjamín, el que desapareció el día del accidente, pero no encontró nada, así que lo dio por desaparecido. Menos mal que Efrén siempre está ahí para consolarlo, y para recordarle la química que hay entre ambos.
Ah, Tirso ha dejado inconsciente a David de un golpe y se lo ha llevado a su casa porque está obsesionado con él.
Y aquí comienza el capítulo final de temporada de El mundo al revés.
PRIMERA PARTE
Día 27 de junio. Ada estaba en casa de Efrén tomándose un café y charlando con él tranquilamente.
ADA: Ais, necesitaba un café o no aguanto hasta las 12. ¿Tú qué vas a hacer esta noche, Ef? ¿Algo especial?
EFRÉN: No, no creo. Como mis padres nunca vienen, estaré yo solo, como siempre.
En ese momento entraba Pascual adormecido por la puerta, con barba de muchos días, el pelo sucio, la ropa sucia, olor a porro...
ADA: Vaya, Pascual, pareces un vagabundo. Anda dúchate, que quiero hablar contigo.
PASCUAL: Mira, teta. Estoy harto de que me digas lo que tengo o lo que no tengo que hacer —replicó pasota sin motivo alguno—. ¡No eres mi madre! ¡Que te den por el coño! No espera, que eso te gustaría.
ADA: ¿Pero qué pasa contigo? —dijo ella sorprendida de su reacción, pero no enfadada.
PASCUAL: Que a ver si te enteras de que nadie controla mi vida. Yo soy libre. Hago lo que me sale del nabo.
ADA: Bueno, paso de hablar contigo ahora mismo porque no sé lo que te has fumado o algo peor —dijo ella intentando dejar pasar el tema, mientras Efrén permanecía callado observando la conversación.
PASCUAL: Que no quiero hablar contigo ni ahora ni luego. ¡Déjame en paz!
Y de oír tantos gritos salió Ofelia de su habitación, que permanecía allí recluida por no estar con Ada en el salón, ya que no podía con ella.
OFELIA: Hombre, chiquitín —dijo con una alegría convenida—. A ti te quería ver yo. Éste es el tercer mes que no pagas el piso —y se puso muy seria de repente.
PASCUAL: Ya, teta, pero es que…
OFELIA: ¡Ni teta, ni pene! Me debes todavía un mes y el último mes que pagaste pagó Ada en tu nombre. ¿Y en vez de darle las gracias coges y le gritas y la mandas a la mierda? Te estás equivocando con todo el mundo Pascual. Te estás equivocando de todas, todas.
PASCUAL: ¡La que te equivocas eres tú! —gritó desquiciado—. ¡No sabéis quién soy! ¡Nadie me conoce!
ADA: A lo mejor es que no te dejas conocer, Pascual —dijo ella apaciguando.
PASCUAL: ¡Dejadme en paz todos! No quiero saber nada…
OFELIA: La que no quiero saber nada de ti soy yo —sentenció ella con tono firme sin dejarle acabar la frase, aunque con su aguda voz era difícil—. Ya no vives aquí. Es sencillo: no pagas y encima no nos respetas a ninguno, así que no puedes seguir viviendo aquí. Recoge tus cosas y vete, si es que tienes algo en ese asco de habitación…
Pascual los miró a todos amenazante, sin mucho control de lo que estaba haciendo o diciendo por el efecto de a saber qué droga, se dirigió hacia la puerta y se fue. En la habitación quedó una tensión irrespirable. Ofelia se volvió a meter en su cuarto y Ada se quedó mirando a Efrén.
ADA: Es una pena que haya acabado así. Antes él no era así…
EFRÉN: No creo que se pueda hacer mucho más por él. Tú has intentado ayudarlo muchas veces y no quiere la ayuda de nadie. Fíjate, si es que él ni siquiera se ha interesado nunca por ti. Ni cuando estabas en el hospital… —se puso a reflexionar—. ¡Maldito accidente de mierda! Si no fuera por ese accidente ahora sería jugador de primera y sería millonario.
ADA: Efrén… —le miró a la cara insegura de lo que iba a decir—. Creo que hay algo que deberías de saber…
Al mismo tiempo, Tirso mantenía a David en su casa atado de pies y manos a una silla, aprovechando que sus padres llevaban días sin aparecer por allí. Le había puesto una mordaza que sólo le quitaba para darle de comer. Parecía nervioso todo el tiempo, con su exagerado tic en el ojo. A veces incluso guiñando ambos. A esa hora del día, Tirso le traía la comida a David en una bandeja.
TIRSO: Te voy a quitar la mordaza. Pero sabes las normas. No puedes gritar.
David asintió con la cabeza ansioso por probar un bocado y él le quitó la mordaza.
DAVID: Tirso, por favor. ¿Qué estás haciendo? ¿Cuál es tu plan? ¿Me vas a matar? ¡Éramos amigos!
TIRSO: No hables —le ordenó poniéndole un dedo en la boca y hablándole despacito—. Tú no eras mi amigo. Yo era tu amigo —recalcó él—. Nunca te he importado una mierda. Sólo he sido tu perrito faldero.
Y un ruido brusco como de un objeto macizo cayendo al suelo se oyó en una habitación cercana, interrumpiendo la conversación. Un ruido que David ya había escuchado antes durante esos tres días que llevaba secuestrado.
DAVID: Hay otra persona aquí, ¿me equivoco?
TIRSO: Pfff, qué listo eres, señor perfecto. El señor listo y el señor perfecto lo sabe todo —se puso a imitarlo irónicamente—. Y en la habitación de al lado tenemos a —se puso ahora a imitar a una azafata de televisión—. ¡Un tal Benjamín! Es lo único que he podido oír de boca de mis padres. ¿Te puedes creer que no me dicen nada? ¿Se piensan que yo estoy tonto? ¿Qué no podía darme cuenta de que tienen meses a una persona ahí encerrada? Pues te digo una cosa. Si ellos pueden, yo también. Estoy harto de tus preguntas —le dijo poniéndole la mordaza otra vez—. Hoy te quedas sin comida, por pesado.
Y David forcejeó con la cabeza para evitar que se la pusiera y porque además se moría de hambre, pero nada pudo hacer. Se quedó llorando de impotencia solo en el cuarto y Tirso se fue con la bandeja de comida que había preparado.
Mientras tanto, Osi estaba en la cocina de su casa esperando a que sus madres acabasen de hacer la comida, dándole vueltas a lo que pasó hace unos días con Ada. Se estaba carcomiendo por dentro de lo que sentía, pero en su casa le habían enseñado que eso no estaba bien.
—¿Qué te pasa, hijo? Te noto raro desde hace unos días —le dijo su madre Soledad mientras seguía cocinando.
OSI: No sé, mamá. Me noto distinto. Creo que tengo pensamientos impuros —dijo en voz baja muy avergonzado.
—Ay, hijo. Es normal que a tu edad tengas inquietudes con los chicos —le quitó ella hierro al asunto—. Y no está mal que te relaciones con ellos. Si es por eso no pasa nada.
Osi siguió callado incómodamente.
—¡Vamos, anímate! Que estamos celebrando la muerte de Suty. ¡Hay que estar alegre! ¡Es un día de celebración!
OSI: Mamá, no creo que sea algo relacionado con los chicos. Creo que es con las chicas.
Y Soledad que estaba colocando los platos en la mesa dejó caer uno al suelo sin querer.
—Vamos a tranquilizarnos —se dijo ella a sí misma—. ¿De qué estamos hablando exactamente? — y Epifanía se puso de pie con expresión más seria.
OSI: Yo creo que… no sé. Bueno sí sé —se armó de valor y siguió con decisión—. Soy heterosexual.
Soledad se cogió su colgante que llevaba siempre al cuello con forma de mano blanca y tocándolo con ojos de incredulidad se puso a rezar desconsoladamente, mientras que Epifanía se le acercó a Osi muy seriamente con cara de decepción.
—Eres la vergüenza de esta honrada familia. Ya no eres mi hijo. Vete de aquí. No te quiero volver a ver en la vida —le dijo contenida de rabia y con mucho desprecio, pero con lágrimas en los ojos.
Osi quedó estupefacto ante tal reacción. Buscaba la mirada de su otra madre, pero no paraba de rezar. Así que se fue de casa apresurado con lo puesto. No sabía a dónde ir. Después pensó en el motivo de que toda esa situación ocurriese y se fue hacia casa de Ada para contarle lo que le había pasado, pero cuando llegó allí Ada no estaba. En su lugar encontró a Zac que lloraba sin parar y parecía por sus pintas que llevase días sin salir de casa.
OSI: Hola, veo que es mal momento, pero, ¿está Ada?
ZAC: No, no está —dijo de mala gana sonándose la nariz.
OSI: Uy, pues perdona… Sé que igual me meto donde no me llaman, pero ¿te puedo preguntar qué te pasa? —quiso empatizar con él porque lo vio muy triste.
ZAC: David me ha abandonado —dijo melodramáticamente—. Se fue con Tirso hace días y no ha vuelto ni siquiera a recoger sus cosas. Seguro que estaban liados y por eso no me contaba nada. No me lo puedo creer. Primero pierdo a Benjamín y ahora David. Soy un desgraciado.
Se oyó el ruido de la puerta de la casa y Zac levantó la vista con esperanza para ver quién venía, pero era Luis que llegaba en ese momento.
LUIS: Holaaa —dijo en general—. Hola —se le acercó a Osi con ojos golosos, pero luego vio que Zac tenía los ojos hinchados de tanto llorar—. ¿Pero tú aún sigues así? ¡Que te ha dejado, cari! No vayas de víctima, que tampoco lo querías tanto. Todos los días discutiendo…
ZAC: Es que no puedo evitarlo —seguía llorando—. Es todo muy raro, Luis. ¿Por qué no ha venido a por sus cosas? Sabes la de toneladas que tiene de ropa ahí y lo que le gusta a él. Es muy raro que David vaya tres días con la misma ropa sólo por no verme.
LUIS: Nena, ahora que lo dices es verdad —se paró un momento a reflexionar—. ¿Has probado a buscarlo en casa de Tirso?
ZAC: No tengo ni idea de dónde vive el personaje ese —dijo con desprecio.
LUIS: Yo sí. El otro día lo seguí hasta su casa y vaya casa más rara. Algo sospechoso oí que fíjate, mari, me echó corriendo. Yo te digo dónde está, pero paso de ir. Paso de dramas en mi vida.
OSI: Yo te puedo acompañar si quieres —le dijo él solidariamente, aunque un poco egoístamente porque no tenía a dónde ir.
ZAC: Venga va, acompáñame por favor. No creo que pueda ir yo solo a ninguna parte —se quejó intentando dar pena y sonándose la nariz entre lágrimas.
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