lunes, 2 de enero de 2012

3x11 CRUCERO (Segunda parte)

David empezó a levantarse de la silla muy decidido y Ada que estaba a su lado le dio un tirón de la mano y lo sentó, negando con la cabeza.

ADA: Si lo haces, te arrepentirás toda tu vida.

David se quedó pensativo y entró en razón. Después de que el cura declarase a los novios en matrimonio, todo el mundo empezó a aplaudir mientras él derramó una tímida lágrima de impotencia. Una señora que estaba detrás de él lo vio y le comentó a su amiga:

—Mira cómo se emociona este chiquito y cómo se alegra. Será muy buen amigo de ellos.

David lo oyó y se secó la cara con resignación, antes de que le viera alguien más.

Después de un convite de lujo, los recién casados abrieron el baile por primera vez como matrimonio. La felicidad irradiaba en ellos y todo el mundo aplaudió.

ZAC: ¡Soy tan feliz!

EFRÉN: Yo también, cariño.

ZAC: Ojalá hubiera estado aquí Benjamín. Después de aquella carta y luego el mensaje no he podido quitármelo de la cabeza.

Efrén se acordó del lío en el que se había metido por intentar averiguar dónde estaba y encima ni siquiera lo había conseguido. Recordó que quizá los terroristas lo estuviesen buscando, y echando un vistazo alrededor vio como el mismo camarero de antes lo miraba otra vez. Pero cuando se cruzaron sus miradas dejó de mirar.

ZAC: ¿Pasa algo? —dijo ojeando hacia donde miraba él— Te noto raro.

EFRÉN: No, no. Qué va —puso su sonrisa perfecta—. Todo está perfectamente —le dio un beso para tranquilizarlo.

Zac apoyó su cabeza sobre el hombro de Efrén y siguieron bailando.

EFRÉN: ¿Seguro que estabas de acuerdo con la idea del crucero, verdad? Sé que ha sido todo un poco precipitado, pero es que quería casarme contigo en cuanto antes —le dijo sonriente.

ZAC: Me parece genial. Me gusta que organices las cosas. Y estando contigo todo lo demás me da igual. Mientras no haya tormenta, claro. Si hay tormenta aquí en el barco me muero —se acordó en esos momentos de su brontofobia.

Ada estaba bailando con Osi, y al ser una pareja formada por un chico y una chica causaron un poco de revuelo entre los invitados más mayores.

ADA: ¿A quién se le ocurre hacer una boda en un barco? ¡Llevo el pelo fatal! Ayer fui a la pelu, pero claro, ha sido como si nada.

OSI: Anda, deja de quejarte y bésame.

Al darse un beso, a una anciana del sector asirista más conservador se le escapó un “Santa Ast”, pero a Ada le encantaba provocar. Cogió a Osi y lo siguió morreando, mirando de reojo a la señora, que los observaba horrorizada. Sin embargo, Ulises lo estaba observando algo avergonzado, pero lo cogió Is para bailar y no se pudo negar. A la mujer le dio un soponcio y cayó al suelo al ver que estaba rodeada de pecadores.

ULISES: La gente nos mira, Is —dijo encogido, sintiéndose el centro de muchas de las miradas de la sala.

IS: Bienvenido a la vida de un hetero. O bisexual, en mi caso. No puedes hacer el resto de cosas que hacen los demás sin ser observado y juzgado.

ULISES: Pues vaya putada.

IS: Lo es. Pero te acostumbras a que no te importe lo que piensen los demás.

ULISES: Bueno, aquí me tienes a mí, bailando con una mujer. Quién me lo iba a decir cuando hace un año me metía con la pobre Ada por ser hetero.

IS: Hay gente que odia por desconocimiento de las cosas en general. Igual te pasaba eso a ti.

ULISES: No lo sé. Puede ser... Me alegro de que entraras en mi vida. Sin ti no creo que hubiera superado esa fobia.

Is le sonrió y siguieron bailando juntos. Efrén y Zac se cruzaron con ellos y Zac les dedicó otra sonrisa, pero luego vio a David, que estaba en un rincón bebiendo él solo y se acercó para sacarlo a bailar. David se resistió un poco, pero al final pensó en ese acuerdo que tenía con Zac para intentar ser amigos después de su ruptura, y aunque le dolía que se hubiera casado con Efrén, tenía que aceptarlo.

ZAC: Me preocupa que bebas tanto, David —le decía mientras bailaban.

DAVID: Tú siempre preocupándote por todo el mundo, Zaqui-Zac.

ZAC: Cuánto tiempo sin que me llamaras así —se puso melancólico.

DAVID: Hacía tiempo que no hablábamos también.

ZAC: Bueno, pues me alegro de que hablemos. Y lo dicho, cuidado con el alcohol.

DAVID: ¡Calla, estoy genial! —dijo en su punto álgido de ebriedad donde todo es euforia, dándole una vuelta a Zac—. Sólo tengo que dejar pasar el tiempo. El tiempo cura las heridas.

Zac lo abrazó a la vez que seguían moviéndose un poco para bailar.

DAVID: Os deseo lo mejor a los dos. De verdad.

ZAC: Deberías de hablar con él —dijo refiriéndose a Efrén—. Él aún te aprecia muchísimo.

DAVID: No puedo, Zacarías —le confesó soltándose del abrazo y cogiéndole por los hombros—. Yo os deseo que os vaya muy bien, pero no puedo perdonarle. O por lo menos no de momento. No me apetece.

ZAC: Está bien. Lo comprendo —le cogió las manos para dejarle y volver a bailar con Efrén, que los observada con mirada curiosa.

David fue a coger su copa a donde la había dejado, pero al sentarse se le humedecieron los ojos y no quiso montar una escena ni ser objeto de compasión, así que se salió a fumar.

Ya llevaban horas bailando y estaba oscureciendo. David seguía bastante alcoholizado y fumando en cubierta. Apagó su cigarro y lo tiró al mar de manera inconsciente, aunque luego se arrepintió de haberlo hecho.

DAVID: Malditas parejitas —refunfuñaba en alto—. Todo el mundo bailando con su pareja.

—¿Con quién hablas?

David se giró y vio al agente de policía, que no lo veía desde que embarcó, y se ilusionó enormemente.

DAVID: ¡Hola! ¡¿Qué tal?! ¿Cómo va el crucero? —trató de disimular su embriaguez, pero su entusiasmo lo delataba.

—Che, pues muy bien, muy bien. He estado un poco mareado ayer y hoy. Nunca había viajado en barco. Bueno, en un barco así tan grande, me refiero.

DAVID: Ahá —asentía mirándolo lujurioso.

—¿Y tú qué tal la boda? ¿Seguís de celebración?

DAVID: Sí, bueno. Hasta esta noche. Después de cenar seguro que volvemos a la discoteca. Puedes venir si quieres —se atrevió a proponer gracias a esa ayuda extra del alcohol.

—No, gracias —se disculpó al empezar a notar que iba borracho—. No soy mucho de discotecas. Prefiero descansar.

David se encendió otro cigarro antes de entrar, ya que prefería estar allí evadiéndose antes que afrontar la unión que se celebraba en esa sala.

DAVID: Ay, pues es una pena —dijo echándole el humo a la cara y él se apartó asqueado.

—Mejor me voy y ya hablamos en otro momento.

David se quedó con cara de póker y se volvió a meter al baile cuando acabó de fumar. Justo en ese instante que entraba, vio cómo Ulises le rechazaba al médico del barco un cubata y se fue de su lado. David miró su copa y vio que hacía rato que estaba bebiéndose los hielos derretidos y se acercó a aprovecharse de la situación, despechado por el desplante del policía.

DAVID: No creo que consigas nada con él. Es muy tímido el pobre —le insinuó seguro de sí mismo y arrebatándole el cubata de la mano que le estaba ofreciendo a Uli antes—. Es para mí, ¿no?

—Eh… sí. Es para ti —sonrió viendo que al cerrársele una puerta se le abrió una ventana.

DAVID: ¿Sabes? Hay personas que no son tan complicadas —expresó con picardía en sus ojos.

Minutos después y cuando David se hubo terminado el cubata fueron a los aposentos del médico y se enrollaron encima de la cama de manera salvaje. David hacía mucho que no practicaba sexo y el alcohol incrementaba su deseo. Pero conforme lo besaba se iba notando más y más débil. Se empezó a sentir somnoliento y se le nubló la vista hasta que cayó rendido sobre el médico. Éste lo apartó y lo tumbó boca abajo, al comprobar que el somnífero que llevaba el cubata le había hecho efecto. Enseguida sacó material quirúrgico, le esterilizó la espalda con yodo, y con un bisturí empezó a hacer una incisión a la altura de los riñones.

Mientras tanto, Efrén salió un momento afuera para tomar el aire y en la penumbra vio una silueta que le observaba. Se fijó y comprobó que era el camarero que lo acechaba antes. Pero el chico, al percatarse que lo había visto, se fue. Efrén, que le pareció más que sospechoso y quería saber si los DA lo habían encontrado, se puso a seguirlo. Al ver que aceleraba el paso se puso a correr para no perderlo y se le echó encima.

EFRÉN: ¡¿Qué quieres de mí?! ¡¿Quién eres?!

—Na-na-da. No soy nadie, disculpa —se excusó asustado, estando ambos en el suelo.

EFRÉN: ¡¿Entonces qué mirabas?!

—¡Nada, nada! ¡Lo prometo! —Se levantó raudo y Efrén hizo lo mismo—. Sólo me habías parecido un chico muy guapo y por eso te miraba. No pensaba que estuvieras loco…

EFRÉN: Yo no estoy loco —dijo más calmado al constatar que no era quien pensaba y se recolocó las solapas de la chaqueta del traje, que estaban revueltas de la caída—. Pero ya soy un hombre casado, como habrás visto. Así que, mira a otros que estén solteros.

—Sí, sí, sí. Perdona, de verdad. No volverá a ocurrir —seguía disculpándose mientras se iba confuso por lo que acababa de pasar.

Efrén se dio cuenta de hasta qué punto le estaba obsesionando el tema y decidió empezar a relajarse y a disfrutar de su luna de miel, que ya había empezado. Además, él mismo se tranquilizaba pensando que si no le habían localizado ya, es que probablemente no lo hubieran visto. De lo contrario, seguro que estaría muerto.

Entretanto, en el camarote del médico, David ya tenía un corte profundo en la espalda y el que se lo estaba haciendo parecía que controlaba la operación, como si lo hubiera hecho muchas veces. Justo cuando empezó a introducir la mano para ir diseccionando el riñón que pretendía robarle a David, la puerta se abrió de una patada. Era el agente Villalba, que aunque no estaba de servicio entró con pistola en mano.

—¡Policía! ¡Manos arriba!

El médico subió las manos, pero seguía llevando el bisturí en la mano.

—Deje el arma en el suelo lentamente.

—¿Esto? Esto no es un arma, agente. Es un bisturí.

—¡Déjelo!

—De acuerdo, de acuerdo.

Empezó a bajar el brazo paulatinamente pero cuando llegaba al suelo se lo arrojó a las piernas al policía, provocando que disparara el arma sin querer hacia el techo. El ladrón de órganos aprovechó la confusión para propinarle un golpe con la puerta y escapar. Tenía una oportunidad. Al fin y al cabo estaban amarrados en el puerto de Marsella y podía desembarcar y huir.

—¡Que no escape! ¡Que no escape! —gritó desde el suelo mientras se incorporaba aturdido y su llamada fue escuchada por Osi, Luis y Jaime, que acudían al estar cerca y haber oído el disparo.

Luis se hizo el sueco, pero Osi y Jaime sintieron la necesidad de hacer el bien y fueron detrás del desconocido. Luis se acercó a donde provenían las voces y al ver a David tumbado en la cama con el riñón al descubierto y al agente de policía en el suelo, pegó un chillido que se oyó en todo el barco. Cuando se tranquilizó un poco, llamó de inmediato a Ada para que acudiera a socorrer a David. Ella sabría lo que hacer para arreglar aquello.

Por otro lado, Osi y Jaime perseguían al médico, que corría como Suty para llegar a cubierta y escapar. Como Osi estaba en buena forma, le sacó algo de ventaja a Jaime, que quedó un poco atrás. Llegando arriba y corriendo hacia el exterior, el ladrón de órganos se estaba acercando peligrosamente a la pasarela de salida del barco. Osi le estaba pisando los talones, pero no era suficiente para atraparlo. La impotencia le hizo dar un puñetazo al aire hacia abajo con ambas manos, en señal de rabia, y a la vez que hacía ese gesto el ladrón se tropezó y dio con sus rodillas en el suelo. Era como si hubiera accionado un enorme imán en el suelo y sus piernas fueran de metal. Sin embargo, tan rápida fue su reposición en la carrera como lenta la reacción de sorpresa de Osi, que al ver cómo se le escapaba delante de sus narices volvió a hacer el gesto malhumorado, esta vez con más fuerza, y el hombre cayó al suelo como si hubiera sido aplastado por la fuerza de la gravedad. Osi se acercó antes de que volviera a huir y se dirigió a él estando de espaldas.

OSI: No te muevas. La policía llega ahora mismo.

Y como si el poder de su voz fuera un arma, el individuo se quedó petrificado ni siquiera sin girarse para mirarlo.

A pocos metros se hallaba Jaime, que estaba escondido y lo había oído y presenciado todo totalmente anonadado. Cuando oyó llegar al agente Villalba corriendo, se puso a correr también y llegaron donde estaba Osi, que se tiró sobre el delincuente para disimular que lo había atrapado y a la vez expresaba satisfacción en su rostro. El agente esposó al ladrón de órganos y se fue a hablar con el capitán para que llamaran a las autoridades pertinentes.

En tanto que se producía la detención, Ada había estado usando el material quirúrgico que poseía el médico en su habitáculo y con la ayuda de Is, cerraron la incisión de David con éxito. Mientras lo hacía, Ada se volvió a sentir útil y se sintió capaz de hacer bien su trabajo. Se sentía viva por fin, después de muchos meses sin trabajar y después de muchos meses sintiendo un pesar que no se explicaba. Bueno sí lo hacía. Sabía en el fondo de su ser que sentía remordimientos por aquella persona que dejó morir. Pero cada vez que ese pensamiento afloraba a superficie, lo hundía con toda su voluntad de nuevo.

Cada vez estaba más cerca la media noche y Ada y Osi, que habían transportado al convaleciente David hasta su camarote, hablaban a los pies de su cama esperando a que recuperase la consciencia. Osi seguía feliz de haber atrapado al tipo que le hizo eso y los demás lo felicitaron. También se habían pasado a verle, pero en un espacio tan estrecho no podían estar todos. Es por ello que en ese momento sólo velaban por él sus dos amigos médicos.

ADA: Me he sentido muy bien salvando la vida de David. ¿Cómo podía dudar de si soy un buen médico? ¡Me encanta la Medicina! ¡Es mi pasión! Y haré lo que sea para volver al hospital. Es el mejor de Valencia y me gané mi plaza a pulso.

OSI: ¿Y qué piensas hacer al respecto? No es por desanimar, pero lo veo un poco difícil.

ADA: Tú me has dado la idea.

OSI: ¿Yo? Pero si no he dicho nada.

ADA: Si tú conseguiste un puesto en el hospital La Caridad yéndote a dar ayuda humanitaria, ¿por qué no voy a poder yo redimirme haciendo lo mismo? —trató de buscar una cura a su culpabilidad mediante una excusa que sonaba convenida para sí misma.

OSI: Bueno, no es el mismo caso. Pero si de verdad es lo que quieres, yo te apoyaré en la decisión que tomes —se alegró de ver que su novia iba a hacer algo indirectamente por la humanidad, aunque primariamente creía que era para recuperar su empleo.

ADA: Paso bastante de los Discípulos de Asir y su “labor” de aplastar las fes indígenas para imponer la suya, pero creo que me vendrá bien que se me caigan los anillos ayudando a la gente sin recibir dinero a cambio—le guiñó el ojo aludiendo a sus reproches de no querer rebajarse a hacer cualquier trabajo.

Osi se contentó con que Ada fuera dando pequeños pasos hasta que se encontraran en un punto intermedio. Pocas veces había cedido en algo y por lo menos en esta ocasión, parecía haber tomado la iniciativa.

OSI: Vaya, vaya, señora Ada Valero. ¡Estás irreconocible! Aunque todos sabemos por qué lo haces en el fondo, y no es para ayudar a los más necesitados…

ADA: ¿Sabes que te quiero? —le quiso hacer creer que era sólo por eso.

OSI: ¿Sabes que yo también? —le dijo besándola y sonriendo a la vez.

DAVID: Habría que verte a ti con tus tacones en aquellos países —balbuceó con dificultad.

David se despertó de su narcótico cóctel. Yacía en la cama y notaba tirantez en la zona lumbar, pero no sabía qué le pasaba y aún andaba algo desorientado.

ADA: ¡Pero bueno! ¿Desde cuándo llevas escuchándonos?

Osi lo abrazó al ver que hasta recuperándose de un incidente que casi le cuesta la vida seguía siendo el David de siempre.

DAVID: ¡Ay, cuidado! ¡El abrazo del Osezno! ¡Déjame respirar! —se quejaba con alegría al mismo tiempo.

OSI: Perdona. Es que estoy muy contento de que estés bien.

David se alegró de comprobar que de hecho sí tenía amigos y no estaba solo en el mundo. Aunque seguía desorientado y sin saber qué había pasado. Ada y Osi se lo explicaron todo.

DAVID: ¡Me cago en As…!

Osi lo miró seriamente antes de que blasfemara y él no acabó la frase.

DAVID: ¿Pero por qué coño me tiene que pasar algo malo en todas las Renovaciones? Hace dos años me secuestran, el año pasado lo del cortijo y éste, toma, ladrón de órganos —decía recuperando la fuerza en la voz.

ADA: No es nada en concreto, David. Es simplemente una desafortunada casualidad. A algunas personas les pasan muchas desgracias y otras tienen más suerte. La vida no es equitativa con todo el mundo como cuando se reparte una tarta de cumpleaños.

DAVID: Es que, joder. Mis madres en la cárcel por tráfico de drogas, mi nuevo inquilino me maltrata psicológicamente… Y después de que una loca se hiciera amiga mía, resulta que es una hetero en el armario y al final casi se suicida por mi culpa.

ADA: Todo eso no es culpa tuya… ¿Quieres que te diga algo bueno? —intentó animarlo—. El agente Villalba, ese chico tan guapo con el que te he visto hablar, es el que te ha rescatado. ¿Por qué vino directamente a tu camarote?

David se llevó por fin una alegría y su mente ya empezó a dar todo tipo de explicaciones de por qué aquel maravilloso hombre estaba allí en ese momento y lo agradecido que le estaba de que le salvara la vida.

En otro lado del barco, Jaime estaba en cubierta musitando si finalmente cumpliría la promesa que le hizo a Noé. Después de presenciar a Osi haciendo alarde de sus poderes, sabía que su obligación era informar a su ex marido. Cogió el móvil y lo miró atentamente mientras buscaba su nombre en la agenda para llamarlo, pero cuando lo tuvo en la pantalla apareció por detrás Luis.

LUIS: Holaaa. ¿A quién llamas?

Jaime lo miró a los ojos y fue incapaz de volver a mentirle, aunque sólo fuera una vez más. Así que le dijo que tenía que hablar con él y se fueron a su camarote para tener más privacidad. Después de contárselo todo ante el asombro de Luis, éste primero reaccionó dramáticamente, pero cuando hubo asimilado la información decidió apoyarle, ya que lo quería y apoyaba su causa. Estaba de acuerdo con las acciones que llevaban a cabo los Discípulos de Asir, sin embargo, se oponía naturalmente a lo que hacían los terroristas, la facción más agresiva e independiente surgida de esta secta.

JAIME: Me alegra que lo comprendas. Sabía que lo harías —le dijo dándole un abrazo y un beso, pero Luis se sentía inseguro.

LUIS: ¿Y ahora qué hacemos? ¿Tú crees que Noé te va a dejar tranquilo?

JAIME: No me fío de él. Las cosas se están poniendo muy feas y no sólo para mí —dejó caer algo que Luis no entendió—. Tengo un plan pensado desde hace tiempo que me gustaría compartir contigo…

Después de hablar, se reunieron todos los amigos en cubierta antes de retirarse a descansar para la Renovación y por megafonía se escuchaba ya el mensaje advirtiendo que quedaba una hora, en varios idiomas: “Atención, aviso importante, queda una hora para la Renovación. Prepárense, gracias”.

JAIME: ¡Caramba! ¡Qué buen día y que boda más bonita! Bueno, exceptuando lo de David…

A Efrén le dio un calambrazo en la cabeza cuando Jaime dijo “caramba”, pero no sabía dónde lo había escuchado antes.

LUIS: Caris, ¿habréis pasados todos a verlo, no? —preguntó refiriéndose a David.

—Sí —contestaron al unísono.

JAIME: Pues nosotros nos vamos ya al camarote. Que paséis una buena Renovación.

—Igualmente —contestaron todos excepto Ada, que no lo tragaba y sabía que ella tampoco le caía bien por ser hetero.

LUIS: Adiós, caris. Sabéis que os quiero —se despidió emotivamente y le dio un abrazo a su mejor amiga Ada.

ADA: No hace falta que seas tan melodramática, nena. Nos vemos pasado mañana.

Luis se alejó del grupo casi con lágrimas en los ojos y se miró con Jaime feliz de su decisión, conformes con el plan que tenían. Jaime lo abrazó por la espalda y se quedaron unos instantes contemplando el mar antes de meterse en sus aposentos. Osi y Ada hicieron lo mismo y tuvieron un momento acaramelado antes de irse. Uli e Is seguían a su bola hablando de sus cosas. Todos se retiraron a prepararse para la Renovación menos Efrén, que de repente reconoció el “caramba” de haberlo escuchado en casa de Noé. Pero Jaime y Luis se habían ido hace un rato, así que fue hacia su camarote porque no se podía acostar sin solucionar esa duda.

David continuaba tendido en su cama reposando y dándole vueltas a todo lo que le había pasado y por qué aquel apuesto policía habría ido a su rescate. Pero no tuvo que pensar más, porque se presentó en persona para comprobar cómo estaba y le pilló hablando consigo mismo.

DAVID: ¿Por qué todo lo malo me pasa a mí? ¡¿Qué he hecho para merecer esto?!

—¿Otra vez hablando solo?

DAVID: ¡Vaya, hola! —se emocionó al verlo—. Ya me han contado lo que pasó. Sólo puedo agradecerte que aún tenga mi riñón. Y quién sabe si no hubiera muerto también.

—Era mi deber. Las autoridades francesas ya se están encargando de ese delincuente. Se ve que tienen suficiente información para desarticular la banda en colaboración con las autoridades españolas. Sólo he venido para ver cómo estabas.

DAVID: Pues… todo lo bien que se puede estar después de que te hagan creer que has ligado, te droguen y te intenten robar un riñón —gimió un poco al moverse y notar que le tiraban los puntos.

—Ya veo. Así que estás bien.

DAVID: Sí, pero… tengo una pregunta que no me puedo quitar de la cabeza: ¿Por qué viniste a mi camarote directamente justo en ese momento?

—Pues fue un poco una corazonada. En mi comisaría de Valencia hablan mucho sobre esa banda de ladrones de órganos que trabaja en las inmediaciones del puerto. Y luego me pareció muy sospechosa la actitud del médico. Siempre intentando llevarse a alguien a su camarote. Cuando os vi pasar desde cubierta, os seguí, pero luego os perdí la pista. Así que tuve que averiguar dónde se alojaba el médico y por fin te encontré a tiempo.

DAVID: Vaya, así que no viniste por mí, sino que vino al rescate el agente Villalba —dijo decepcionado.

—¿Sabes? Mejor llámame por mi nombre. Agente Villalba suena muy formal. Me llamo Helios.

DAVID: ¿Helios? Qué nombre más bonito —se alegró David de la confianza adquirida para que le dijese su nombre. Aunque por otro lado, se le había venido a la cabeza la marca de mermelada del mismo nombre.

—Bueno, David. Que pases una buena Renovación y que tengas un buen viaje de vuelta a Valencia.

DAVID: Muchas gracias.

—Y na, que le busques el lado positivo a las cosas. No todos tenemos la vida que deseamos, pero hay que aprender a vivirla. Verás como si piensas en positivo las cosas te irán mejor a partir de ahora.

DAVID: Qué remedio me queda. Lo intentaré… Si no te importa me voy a encender un piti, que me estoy fumando encima. Quiero fumarme uno antes de la Renovación.

—Es tu camarote, puedes hacer lo que quieras —dijo algo molesto—. Aunque creo que no se puede…

DAVID: Es sólo uno, no pasa nada.

—Bueno me voy —se empezó a poner incómodo cuando encendió el cigarro—. Hasta luego.

DAVID: Hasta luego —sonrió David, pero se quedó un poco extrañado de la manera en la que se fue.

Mientras tanto, Jaime estaba con su equipaje en cubierta esperando a que saliera Luis con su maleta, y volvió a coger el móvil para llamar a Noé. Se lo había prometido y tenía que contarle lo que había visto. Buscó su nombre en la agenda y cuando lo tuvo en la pantalla no se atrevía a llamar. Estuvo mirándolo dudoso, pero al final se decidió: tiró el móvil al agua. Ya no lo iba a necesitar más y de esa manera sería imposible que Noé lo volviera a localizar. Luis llegó a su encuentro y ambos se bajaron del barco.

Efrén, que había ido a pedir explicaciones a Jaime, se cruzó con ellos sin verlos desembarcar. Lo único que vio cuando llegó a su camarote fue una nota de despedida:

“Queridos amigos.

Sabéis que os quiero con locura, pero también quiero mucho a mi novio Jaime y hemos decidido empezar una nueva vida juntos. En España no tengo trabajo y a Jaime las cosas no le van del todo bien, así que hemos decidido probar suerte en el extranjero. No os preocupéis por mí. Conozco a la perfección a Jaime y voy a estar bien.

Os deseo que todo os vaya bien de corazón y si podemos, estaremos en contacto. Siento lo de la nota, pero sabéis que me pongo muy sentimental con las despedidas.

Hasta siempre.”

Efrén se quedó muy apenado de que su amigo Luis se marchase, pero lo que peor le supo fue no poder averiguar si Jaime estuvo en la casa de Noé aquel día o fue una simple casualidad. ¿Se habría ido su amigo con un terrorista? Al probar a llamarlo al móvil no le daba señal, así que decidió volver a su habitáculo junto a Ada. Por lo menos le quedaba la tranquilidad de pensar que los terroristas no le habían reconocido.

Cuando se estaba acercando a su camarote vio al camarero que le había estado observando todo el día y Efrén se quedó pasmado.

EFRÉN: ¿Qué haces aquí, tío? —inquirió indignado—. Pensaba haberte dejado claro que no te acercaras a mí.

Él ni se inmutó y lo único que hizo fue darle un sobre e irse. Efrén abrió el sobre a toda prisa intrigado por lo que sería y leyó lo siguiente:

“Si vas a la policía o se lo cuentas a alguien, tu marido y tu hijo están muertos. Sabes a lo que me refiero. Disfruta de la Renovación. Puede ser tu última.

Ya sabes quién soy.”

A Efrén le dio un vuelco el corazón y toda esa confianza que se había estado creando se le derrumbó encima. Fue corriendo a mirar si el camarero seguía por allí, pero no había ni rastro de él. Efrén se resignó y se metió a su camarote muerto de miedo, pero conforme abrió la puerta fingió una enorme sonrisa para no alarmar a Zac.

La megafonía del barco se volvió a encender para el último aviso a los viajeros en varios idiomas: “Atención, comienzan las 24 horas de sueño, comienza la Renovación. Que descansen y que sueñen con Asir.” “Pay attention, please…”



CONTINUARÁ…

3 comentarios:

  1. Para una información más detallada sobre la serie, síguenos en Facebook:

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  2. Esta muy bien el blog, no lo conocía hasta ahora, me pasaré más a menudo a leerlo. Aprovecho para felicitarte el 2012, un saludo!!

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  3. Muchas gracias! Espero que no hayas leído solo este capítulo y hayas empezado desde el principio de la serie, si no te habrás hecho un lío jaja. Un saludo y feliz 2012 para ti también ;)

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