viernes, 28 de junio de 2013

5x11 EL FIN DEL MUNDO AL REVÉS

Priviuslí, en El mundo al revés: los DA tienen a Is después de atraparla en el metro de Madrid.




Era una mañana soleada aquel 27 de junio. El día previo a la Renovación era siempre un día en el que se celebraba la muerte de Suty, para después dormir veinticuatro horas en señal de duelo por la muerte de Ast y Asir. Nada de aquello tenía sentido ya para Osi después de aquel ajetreado año. Era todo una farsa para manipular a la población mundial mientras se les inducía un sueño para hacer más sencilla su conversión homosexual.

Benjamín conducía en silencio mientras Osi contemplaba el paisaje por la ventana. Reconocía el olor a pino y las copas de los árboles verde intenso. Sabía que ya estaban cerca. Solo quería llegar para contarle a Set que su hermana había sido secuestrada y que salieran de inmediato a rescatarla.

Fue la columna de humo lo que les hizo sospechar que algo no andaba bien.

BENJAMÍN: A veces hay incendios en la pinada. Es verano y es fácil que los haya. No tiene por qué ser nuestra central —trataba de mantener la calma.

Sin embargo, conforme más se acercaban, más parecía esclarecerse que el humo provenía del lugar donde se dirigían. Benjamín aceleró sutilmente, pero todo fue inútil al llegar y encontrarse los edificios en llamas. Un coche salía a toda velocidad y los ocupantes los miraron extrañados. Osi aún llevaba la gorra y las gafas para no ser reconocido durante el viaje, así que pasaron de largo. El segundo vehículo era el Mercedes de David y parecía seguir al primero, pero a este conductor sí que lo reconocieron. Con sus rastas pelirrojas echadas hacia atrás con una goma del pelo, Set tenía una expresión de revancha que nunca antes le había visto. A su lado iba Helios y otros ocupantes en el asiento de atrás. Cuando los vio a ellos frenó en seco derrapando y quedándose en dirección a su coche. Set bajó la ventanilla e indicó que los siguiera.

BENJAMÍN: ¡¿Y qué pasa con Nieve?!

SET: He soltado a tu yegua en la pinada, Benja. No podía hacer otra cosa.

Osi hizo contacto visual con Ada, que iba en el asiento trasero junto a David y Ulises. Set parecía extrañado de no ver a Is, pero no pudo pararse ni a pensar. Otros motores se oían arrancando desde dentro de las instalaciones incendiadas y Set salió tan deprisa derrapando las ruedas que Benjamín casi los pierde de vista.

Una vez llegados a un sitio más tranquilo bajaron del coche para hablar. Los Descendientes de Asir los habían encontrado y Set pensaba seguirlos para rescatar a los descendientes que se habían llevado, pero todo cambió al conocer la noticia del rapto de Is. Su plan comenzaba ese mismo día y tenían que llevarlo a cabo. Habían estado todo el año planeándolo. Y seguro que la encontraban allí.

SET: Con un poco de suerte, la llevarán al Consejo, para conectarla a las máquinas —dijo preocupado, pero sin desvelar el motivo.

BENJAMÍN: No hay tiempo que perder, pues —recargó su pistola.

Helios repuso munición también y Ada seguía abrazada a Osi, más recuperada de su virus estomacal. David se veía dispuesto a dar guerra con sus artes marciales, pero Ulises estaba destrozado por saber de su amiga Is.

SET: No te preocupes, la rescataremos —se le acercó y lo rodeó por los hombros, pero él se soltó despectivamente, lo cual no parecía algo nuevo para Set.

HELIOS: Ada y Uli, ¿estáis seguros de querer venir? Puede ser peligroso para vosotros. Mirad lo que le ha pasado a Is.

ADA: No tenemos a dónde ir. Los SS se han desperdigado. Y yo no quiero quedarme sentada esperando —Helios asintió y Ulises también.

Todos sabían que había llegado la hora de la verdad y se fueron hacia los coches.

SET: Un momento —se giraron todos para atenderle—. ¿Entendéis realmente lo que estamos a punto de hacer?

DAVID: ¿A qué te refieres?

SET: Vamos a parar las renovaciones. El mundo va a cambiar. Vosotros podríais cambiar. Os haríais heterosexuales seguramente...

HELIOS: Algunos de nosotros, puede —cogió de la mano a David—. Pero otros como vosotros, los descendientes, o Ada, que ya es hetero y resistente, no vais a cambiar.

ULISES: Y además —sorprendió al resto al tomar la palabra—, es como debe de ser. Es lo correcto. La gente vive engañada. Nosotros vivimos engañados... Yo no quiero ser algo que de verdad no soy ni sentirme atraído por alguien que no debería —miró de reojo a Set—. Y esta gente ya ha tenido bastante con controlar al mundo entero con sus mentiras.

El discurso de Uli no hizo más que avivar los ánimos.

SET: Así es —puso una sonrisa amarga—. Vamos a devolver al mundo su libre albedrío. Y a rescatar a Isis —le dio un apretón en el hombro a Benja y él asintió.

El viaje fue largo y con algunos contratiempos, ya que el camino era dificultoso y Set no había estado nunca en el Consejo de los DA, pero al atardecer ya se hallaban en la peligrosa carretera que bajaba la montaña hasta llegar al pequeño poblado donde se encontraba situado. Un conjunto de casas construidas hacía más de cincuenta años para la construcción de la presa hidráulica que dominaba el caudal del río, y que a cada curva que giraban y bajaban la ladera se hacía más grande e impresionante.

La carretera estaba en pésimo estado, ya que la localización era secreta y el lugar se creía abandonado. Se suponía de doble sentido, pero el desgaste del asfalto en los bordes y el crecimiento de la vegetación en los arcenes la había reducido a un estrecho carril. A su izquierda siempre tenían la montaña que iban descendiendo a una velocidad moderada, pero a su derecha solo había pequeños muros derrumbados y de forma más inconstante que presente. A cada curva que giraban se podían topar con otro vehículo de frente o incluso con patrullas de los DA. No sería complicado divisar a dos coches descendiendo la montaña con toda la seguridad que defendería el sitio.




NOÉ: ¿Estás diciendo que habéis matado a todos los que no están de nuestro lado?

—Sí —contestó Eliseo—. No queda prácticamente nadie de seguridad, pero por lo menos los científicos siguen poniendo en marcha la maquinaria. Todo va como previsto, con normalidad.

NOÉ: Menos mal. Esa puta de Epifanía no me coge el teléfono. La mandé a que me trajera a Osi para conectarlo a la maquinaria y se habrá fugado la muy hija de reproductores.

—Por lo menos tenemos a la hermana. Ya está en la sala de generación con los demás descendientes.

NOÉ: No creo que funcione con ella —interrumpió—. Solo él mostró sus poderes.

—¿Y qué le pasará, entonces?

NOÉ: Que no lo aguantará. Si no tiene el poder de manipulación mental, y yo diría al cien por cien que no lo tiene, el esfuerzo de su cerebro para llevar a cabo una tarea para el que no está preparado la matará lenta y dolorosamente.

Eliseo tragó saliva y se retiró al ver que Noé estaba ensimismado. La curiosidad lo llevó a la sala de generación, donde solo podía contemplar desde parte de las paredes acristaladas que daban a un pasillo. Una habitación de proporciones desmesuradas, redonda y tan blanca y aséptica que dolía a la vista. Al subir la vista, la gran antena potenciadora de la señal ayudaría a emitir las ondas que los repetidores dispersados por todo el mundo propagarían por el globo. Protegida de miradas curiosas, sus grandes proporciones no podían ser observadas por ninguna población cercana, al estar al otro lado de la colina y parcialmente rodeada de vegetación frondosa.

En la sala había cables por todas partes y la mayoría ascendía por las paredes. Pero lo que más llamaba la atención era la cantidad de personas que tenían atadas a las camillas de hospital y conectadas a un cableado que formaba una especie de casco en su cabeza. Había descendientes que tenían desde hacía años. Se podía apreciar por su malnutrición, al tenerlos todo el año en aquella sala recuperándose año tras año del esfuerzo de la Renovación. Los más antiguos estaban rapados y llevaban una bata de hospital nada más. Is era la única que no habían tenido tiempo de darle unas condiciones más asépticas, para disminuir el riesgo de contraer ninguna enfermedad por parte de los descendientes conectados, mermados de salud. Is yacía en una de las camas con una bata de hospital también, pero era fácil divisar a la única persona que aún conservaba pelo. Los otros descendientes que acababan de traer de las instalaciones de los Siervos resultaron nulos al conectarlos a la maquinaria y perecieron al instante. Is era la única que había aguantado. Cuando la conectaron al principio estaba sedada y no tuvo ningún efecto en ella, pero las horas habían pasado y el sufrimiento se hacía visible en su rostro.

NOÉ: ¿Qué haces aquí? —sorprendió a Eliseo con un susto que casi lo mata. Parecía mentira que un hombre tan imponente, con ese cráneo pelado y esas grandes dimensiones se empequeñeciera cada vez que le hablaba con esa autoridad.

—Na-a-a-ada.

NOÉ: ¿Habéis tomado medidas al menos tú y los que se han quedado para protegernos? No quiero que surja ningún contratiempo.




El túnel que atravesaba la presa estaba cerrado y necesitaban pasar al otro lado. Una verja metálica imposible de abrir, por mucho que Osi lo intentara y lo cansara al mismo tiempo al abusar de sus poderes, les impidió seguir con los coches. Y aunque la abriesen, una serie de escombros y piedras bloqueaban el camino. Decidieron dejar los vehículos y buscar una manera de atravesarla a pie.

La presa estaba en funcionamiento, pero prácticamente era todo automatizado. Siendo fin de semana, no había ningún trabajador a la vista tampoco. Después de sopesar los riesgos, el único modo de cruzarla era un bordillo que intermitentemente recorría la pared exterior de la presa que se proyectaba sobre el río. Al fondo el tremendo ruido del agua que caía a las turbinas era ensordecedor. Añadiendo que ya estaba anocheciendo y la visión era parca.

Ninguno se quiso quedar atrás, ya que era más peligroso separarse y podían ser encontrados por los DA. Y uno a uno fueron pasando por el bordillo por el que solo cabía un pie pegado a la inclinada pared. Con el cuerpo pegado y pasito a pasito iban avanzando lentamente en fila de uno.

SET: No miréis abajo —fue el comentario que hizo mirar a Uli.

La altura era mayor de un edificio de cuatro alturas y había que estar muy pendiente de no apoyar el pie en los huecos donde el bordillo estaba deteriorado.

La primera en pasar fue Ada, que se hallaba a mitad de camino. La siguió Helios y David. Detrás estaba Osi y finalmente Set y Ulises. David perdió el equilibrio durante unos eternos segundos en los que los demás cortaron la respiración, pero se agarró con fuerza a la pared a la que tenían que ir pegados.

ULISES: Yo me quedo aquí —declaró, quedándose parado al medio y aterrorizado.

SET: De eso nada. ¡Vamos!

ULISES: ¡No! ¡Me vuelvo para atrás! Os espero en el túnel.

Los demás se pararon para escucharlo.

SET: Me niego a dejarte aquí. ¡Vamos!

ULISES: ¿Por qué insistes tanto conmigo, Set? —le dijo en voz baja—. Yo no valgo la pena. Mi cerebro está hecho polvo y no causo más que problemas.

Set se puso serio y le tendió la mano imperativamente.

SET: Tú que vales la pena. La vales para mí. Vamos —le suplicó.

Uli seguía dudoso, pero siguió avanzando, y los demás también. Ada ya casi había llegado al otro extremo, pero Ulises aún seguía por la mitad. Se estaba haciendo muy largo. Volvió a mirar hacia abajo y al poner el siguiente pie, con la oscuridad no vio el agujero que había en su lugar. Set hizo el amago de intentar cogerlo, pero si se separaba de la pared se caería él también, y abajo le esperaba una muerte asegurada de una corriente mortal de agua. Ulises metió la pierna por el agujero y cayó, intentándose agarrar del borde por donde estaban pasando, pero no le dio tiempo. Lo último que vieron de él fue su cuerpo caer y perderse de vista, pero nada cayó al agua. Osi lo mantenía flotando en el aire. Set, que ni para una ocasión como aquella se había quitado sus sandalias de velcro, se giró con cuidado de que su abundante melena no lo desequilibrara, se agachó como pudo y le tendió la mano. Pero Ulises no llegaba a alcanzarla. Su cuerpo flotaba, pero tenía libertad de movimiento. Él estiraba el brazo pero no llegaba a coger su mano.

SET: ¡Intenta acercarlo un poco a mí, Osi! —gritó para hacerse oír con el ruido de la presa.

Osi apretó los ojos y el sudor le caía por la frente. Ulises se movía en el aire sin control alguno, a veces chocando contra la pared.

ADA: ¡Pesa mucho! —gritó desde la otra orilla—. Es una persona, Set. No es lo mismo lanzar que mantener en el aire.

OSI: No puedo controlarlo. ¡No sé qué pasa!

SET: Pasa que hoy es día 27 y tus poderes se incrementan. Pero tú puedes controlarlos —lo animaba—. Hemos trabajado duro para que lo hagas. ¡Tú puedes!

Osi se concentró y tensó los músculos de su cuerpo con todo el esfuerzo como si lo estuviese cogiendo físicamente, y lentamente el cuerpo de Ulises paró de dar tumbos y ascendió lo necesario para que Set lo cogiera de la mano. Osi dio el último empujón y Ulises puso sus dos pies en el bordillo.

SET: Ya te tengo —respiraron profundamente—. ¿Pensabas que te iba a dejar escapar? —le sonrió aún en aquellas circunstancias.

Osi se apoyó contra la pared como si le hubiera dado un vahído. Ada se puso las manos sobre la boca con miedo de chillar. Ya bastante se habían delatado con todo el ruido que estaban haciendo. Pero se temía que Osi cayese también por el esfuerzo que acababa de hacer.

DAVID: No te me caigas, Osezno —le puso la mano en la espalda para asegurarse que no se desplomaba.
OSI: Estoy bien —abrió los ojos, mareado—. Sigue andando.

David le hizo caso, pero sin perderlo de vista y Osi siguió avanzando por el bordillo, pegado con todo su cuerpo contra la pared de la presa. Todos llegaron al otro lado y Set tomó el liderazgo para llevarlos hasta el poblado.

Helios y Set eran los que mejor manejaban las armas, pero Ada había aprendido lo suficiente para defenderse y David tenía otra, aunque se defendía mejor con el cuerpo a cuerpo. Ulises tenía un arma propia también, pero prefería mantenerse al margen. Osi se valía con sus poderes. Para algo había estado entrenando tantos meses.

Tras atravesar los parajes fluviales llegaron al camino que llevaba al Consejo y lo siguieron cautelosamente con sus armas cargadas hasta llegar a la puerta. Osi sacó orgulloso las dos tarjetas que tanto le había costado conseguir y al ir a pasarlas se dieron cuenta que el lector estaba destrozado.

OSI: ¿Para esto tanto trabajo?

SET: Ssssh —le mandó callar y empujó la puerta. Pero algo la bloqueaba desde el otro lado—. No entiendo qué ha pasado aquí. No es que me queje, pero ya me parecía de extrañar que con todo el escándalo que hemos causado en la presa no nos hubieran encontrado ya.

HELIOS: Esto tiene pinta de un ataque externo —analizó la ranura de seguridad el expolicía.

SET: No lo sé, la verdad. Es raro. Hace tiempo que perdí el contacto con mi infiltrado. No sé qué le habrá pasado.

OSI: Aparta —les hizo un gesto para que retrocedieran y ellos acataron, con miedo de lo que pudiera pasar. Uli el que más. Ya había experimentado el descontrol de sus habilidades.

Osi levantó su brazo derecho y la puerta salió despedida hacia afuera, en vez de hacia dentro como esperaban, y todos se tiraron al suelo asustados. Al mismo tiempo, los trastos que había en la parte de dentro impidiendo el paso, muebles básicamente, explotaron de una manera inexplicable. Osi se miró la mano sin saber qué había pasado y Ada se la cogió, transmitiéndole la calma que necesitaba. Los demás se reincorporaron y entraron por el pasillo. El primer cuerpo que vieron sobre un charco seco de sangre fue el de una mujer. Lo que sí seguía funcionando era la megafonía, que los puso en modo defensivo cuando se puso en marcha.

“Atención, aviso importante, queda una hora para la Renovación. Prepárense, gracias”.

El anuncio los pilló desprevenidos. No se habían dado cuenta de que se había hecho tan tarde. Sin perder más tiempo se apresuraron a encontrar a Is.

SET: Según los planos que me dio mi contacto, la sala de generación se halla en este lado, seguidme.

Al abrir una puerta saltó una alarma que se oía muy alta por todas las instalaciones. Una luz anaranjada parpadeante teñía cada una de las salas, pero ellos siguieron avanzando.




Is recuperó el conocimiento coincidiendo con la voz de alarma que sorprendió a Noé y Eliseo. Gritó de tal manera que reflejaba el dolor por el que estaba pasando. Estaba sudorosa y demasiado pálida. Eliseo la miró compadeciéndola.

NOÉ: No pueden ser ellos. No hoy. No ahora que no tenemos casi defensas —apenas se le oía con todo el ruido que la alarma estaba causando.

—¡Es culpa tuya! —se reveló inesperadamente—. ¡Tú te has cargado a todos los de seguridad!

NOÉ: ¡¿Desde cuándo tienes tú voz o voto en mis decisiones?! —le dio una colleja y el corpulento hombre se encogió de hombros acobardado—. Quédate aquí con ella y asegúrate de que no se la llevan.

—Has llegado demasiado lejos, Noé —volvió a sublevarse—. Podíamos haber conseguido todo esto sin este baño de sangre. ¡Esto es una locura! ¿Qué necesidad tienes de matar a esta chica sabiendo que no tiene dones y que no va a servir para la generación de la señal?

Noé fue a darle otra colleja, pero Eliseo le cogió de la muñeca, sin soltarlo.

—Las cosas pueden hacerse de otra manera —le dijo con una valentía que nunca antes se había atrevido mientras la luz parpadeante los alumbraba durante unos tensos instantes.

NOÉ: Suéltame —la ira hablaba a través de sus dientes y Eliseo obedeció—. Y quédate aquí vigilando. Es una orden.

Noé abandonó la sala de generación sin quitarle ojo a Eliseo y sin un ápice de la confianza que puso en él desde el principio, pero no tenía alternativa.

Por una parte del pasillo desapareció Noé y por la otra aparecieron los amigos, vigilando no ser vistos. El alboroto de la alarma era suficiente para esconder cualquier ruido que hicieran al entrar, pero Eliseo los vio venir. Dudó un instante si echarse la mano a su pistola, pero eran siete contra uno y tenía las de perder. Corriendo y antes de que entraran en la sala, salió por una puerta trasera sin ser visto. Antes de cerrar la puerta Is emitió otro ensordecedor grito que camufló el portazo de salida.

Los pocos operarios que llevaban bata blanca levantaron las manos y se rindieron al verlos entrar armados. Osi y Benja se apresuraron a soltarla y quitarle todos los cables, pero un calambrazo los echó para atrás cuando los tocaron. Ella parecía semiconsciente, pero el sufrimiento era palpable. Mientras tanto, Ada se había puesto las manos sobre la boca para no vomitar, pero acabó haciéndolo. David había soltado su arma al suelo y Helios y Ulises miraban atónitos. La visión de toda aquella gente atada a camillas, con tan pobre estado de salud y sin pelo, les causó una amarga impresión. Set parecía más preparado para aquello que los demás y por si las moscas apuntaba a los científicos con su pistola.

Sin dudarlo un instante, todos intentaron liberar del cableado a los cientos de personas que yacían inertes, sin saber ni siquiera si estarían vivos. Sin embargo, una fuerte corriente sacudió a Helios y los demás se apartaron de nuevo. Era imposible. Todos miraban a Is preocupados.

SET: Es un sistema de protección. No los toquéis.

Set se apresuró a desconectar el funcionamiento del panel de control que mantenía el poder eléctrico, pero no tuvo suerte al intentarlo.

SET: ¿Cómo se desconecta? —le ordenó a uno de los rehenes, pero no obtuvo ninguna respuesta.

Set levantó la mano y una llamarada salió de ella hacia los paneles. Y aunque se chamuscaron, los descendientes seguían sufriendo. Is volvió a gritar. Osi no podía aguantarlo más y movió los cables de toda la sala con su mente. Al desprenderse de las paredes un rayo de electricidad cruzó peligrosamente la circular estancia y con fortuna no hirió a nadie. La alarma les recordaba que cada segundo era vital y tenían que interrumpir la señal antes de que comenzara la Renovación.

SET: Vamos afuera. Tengo una idea.

Benjamín sujetaba a Is, que palidecía por momentos y se quedó con ella mientras Osi seguía a su hermano por unos pasillos estrechos. Ada había tomado la delantera junto a Set y Helios. David y Ulises iban al medio.

Al llegar a una gran sala la alarma cesó y Ada se vio sorprendida por una mano que le agarró del brazo.

NOÉ: Vaya, vaya, vaya. A quién tenemos aquí. La tropa rescate y la asesina de mi novio —le puso una pistola en la sien, impidiendo que escapara con su brazo izquierdo. A su alrededor más hombres lo acompañaban.

Set era el que más cerca estaba de ella y al levantar la mano para atacarlo con fuego por la espalda, Noé le disparó tratando de alcanzarle en el corazón. Pero al moverse e intentar esquivarlo le dio en el brazo, derribándolo. Osi y Helios llegaban los últimos, pero David y Ulises ya habían arrojado sus armas y levantado las manos.

NOÉ: Ni se te ocurra abrir la boca o emplear uno de tus truquitos —se dirigió a Osi—. ¿Quieres comprobar si tu movimiento de mano es más rápido que mi dedo apretando el gatillo? —Osi mantuvo las manos pegadas al cuerpo, después de lo que casi le pasa a Set.

Noé soltó a Ada y se alejó, dejando que los miembros supervivientes de los DA que lo habían apoyado la apuntasen todos a la vez.

NOÉ: Bueno... Podrías intentar matarlos, pero ¿podríais con todos antes de que ellos le disparasen a ella?

OSI: Ya está bien, Noé —tomó la palabra al ver que Set se retorcía en el suelo—. ¿Qué es lo que quieres de ella? Si me quieres a mí, yo me intercambio por ella.

“Atención, comienzan las 24 horas de sueño, comienza la Renovación. Que descansen y que sueñen con Asir.”

Todos se quedaron paralizados al oír el alto y claro mensaje por megafonía y Osi se agachó cogiéndose la cabeza. Todos los muebles que decoraban la gran estancia empezaron a levitar y algunos parecían fuera de control. Varios chocaron brutalmente contra los hombres armados y Noé se apartó antes de que lo alcanzara. Pero sus defensores yacían en el suelo y él solo ante el peligro.

Osi se apretaba la cabeza fuerte sin poder controlarlo y los demás miraban alrededor para esquivar todos los objetos que volaban violentamente por los aires. El suelo tembló retumbando las paredes y haciendo caer todos los cuadros. Uno de ellos golpeó a David y Ulises, y una alfombra aplastó a Helios contra la pared. Benjamín llegaba en esos momentos atraído por todo el jaleo y se agachó cerca de la pared. Is lo seguía. Parecía que había logrado escapar al desactivarse la alarma. Is iba derecha hacia Ada, que seguía confusa en el centro de la estancia, esquivando objetos en el aire. Noé vio venir a Is y apuntó a Ada antes de que perdiera su oportunidad.

NOÉ: Esto es por mi novio Israel.

Osi, que estaba detrás de ellas, levantó su brazo derecho. Todos los objetos cayeron al suelo bruscamente. Todos menos uno, que quedó suspendido en el aire. Osi seguía con la mano levantada y paralizando la bala con su don dificultosamente y temblándole la mano. Las chicas estaban entre él y Noé.

Noé volvió a subir el arma para disparar, pero una llamarada le hizo soltarla. Set le lanzó otra desde el suelo y Noé soltó el arma al quemarse con el metal ardiendo. Al contemplarlos frente a él y al ver que sus hombres estaban inconscientes salió corriendo y escapó por una de las salidas. Benjamín lo siguió. Helios, Ulises y David trataban de levantarse bajo los escombros del desastre telequinético.

Mientras tanto, Osi seguía aguantando a duras penas la bala en el aire. Ya sudoroso, el proyectil apuntaba hacia él, pero con su hermana y novia de por medio. Ada tomó a Is del brazo y se apartaron de la trayectoria, pero Osi no pudo aguantar más. Una gota de sudor le cayó por la frente a la vez que bajó el brazo rendido. La bala siguió su curso y tan rápida como si acabara de ser disparada, lo alcanzó en el pecho.

La buena forma en la que se encontraba Benjamín le bastó para dar caza con facilidad a Noé antes de que alcanzara las escaleras. Lo tiró al suelo al borde de estas y forcejearon con el arma de Benjamín en su mano. Noé fue rápido y se la arrebató al ponerlo boca abajo. Pero Benja lo empujó y ambos cayeron por las escaleras hasta un descansillo. Como si no hubiera pasado nada pero con sangre que le empezaba a brotar de la frente, ellos seguían luchando cuerpo a cuerpo por el control del arma de fuego. Noé le propinó un rodillazo en la entrepierna y lo apartó de encima suyo. Al intentar incorporarse, Benjamín lo agarró por el tobillo y lo volvió a tirar al suelo, pero el dolor de sus partes era más intenso. Con otro codazo Noé consiguió librarse y se levantó. Siguió bajando las escaleras, pero al llegar a una puerta se la encontró cerrada. Benjamín se levantó más recuperado con su arma en la mano y bajó las escaleras lentamente.

BENJAMÍN: Estás acorralado. Ríndete —le apuntó—. Las renovaciones se van a acabar a partir de hoy. Tu cruzada ha acabado. Tendrás que adaptarte a un nuevo mundo —parecía disfrutar con ello.

NOÉ: Prefiero vivir mil veces esta edulcorada mentira que afrontar la cruda realidad —se quitaba la sangre que le caía por los ojos.

BENJAMÍN: ¡Pero cuando se paren las renovaciones, todo el mundo será hetero y tú no estarás solo! —bajó el arma para convencerlo.

NOÉ: Nunca renunciaré a lo que creo que es correcto y a lo que nuestro señor Asir creó con sus propias manos: un mundo como Dios manda... ¡Nunca me voy a rendir! —subió corriendo las escaleras hacia él.

El tiro retumbó en el hueco de las escaleras. Benja subió su arma de nuevo y le disparó a sangre fría en la frente, creando una nube roja que salió por detrás de su cabeza.

BENJAMÍN: Esto es por Efrén —se lo quitó de encima y lo dejó caer por las escaleras.

Él no articuló ni un músculo de su cara hasta que lo vio en el suelo. Una sonrisa fría y un sentimiento de añoranza afloraba en su rostro.

BENJAMÍN: Te dije que me vengaría, Zac. Te lo dije —le echó un último vistazo al cadáver sangriento de Noé y subió las escaleras.

En la gran sala parecía que había pasado un tornado. Todos los muebles estaban destrozados y amontonados en el suelo y los DA que acompañaban a Noé habían sido reducidos y maniatados. Set acababa de asegurarse que los capturados no darían más problemas. Se había puesto un vendaje en el brazo hecho a girones de ropa de los muertos y aunque le dolía, no parecía dar más problemas de momento. La bala había salido por el otro lado. Los amigos rodeaban a Osi en el suelo, que luchaba por mantener los ojos abiertos. Su polo verde que llevaba ese día se había empapado de rojo oscuro. Al toser, escupió sangre por la boca también. Sonreía al verlos a todos a su alrededor. Ada e Is estaban agachadas a su lado, Is haciendo presión sobre la herida que brotaba sangre aún apretando con trozos de ropa y sus manos. David, Helios y Ulises miraban de cerca.

ADA: No te puedes morir ahora. Te necesito —lloraba sin parar.

IS: Ya hemos pasado por esto antes, Osi. No nos puedes abandonar ahora. Nuestra historia no tiene por qué acabar como la de Ast y Asir. No hemos muerto. Tienes que aguantar —le cogía de la mano.

ADA: ¡Tienes que curarlo, Is! —la zarandeaba—. ¡Osi tiene que conocer a sus hijos!

DAVID: ¿De qué estás hablando? —dijo boquiabierto y Osi abrió los ojos como si lo hubiera escuchado.

ADA: ¿Lo has oído, Osiris? Estoy embarazada. Y por todo lo que estoy comiendo diría que son dos —soltó una risa entre sollozos.

Osi le cogió la mano con un último esfuerzo.

ADA: Y no les vamos a poner nombres egipcios como los vuestros —trataba de mantenerlo despierto—. Sabes que nosotros somos más de la antigua Grecia.

SET: ¡Cúralo, Is! ¡Tú puedes!

IS: ¡No llegaste a enseñarme, Set!

SET: Lo sé y lo siento mucho. Pero tienes que intentarlo.

Is percibió la última esperanza puesta en ella, pero ni con el mayor de sus esfuerzos logró activar la curación que en teoría se hallaba dentro de ella. Además, se encontraba muy débil por haber estado conectada a la maquinaria. La cabeza le falló a sus fuerzas y se desplomó en el pecho de su hermano.

Osi acabó por ceder a la fuerza de sus párpados y cerró los ojos también. Los últimos gritos de Ada se perdieron en el negror infinito de la nada.

Sin embargo, la oscuridad se tornó en brillante y desconcertante luz blanca. Una versión de su hermano Set, pero envejecida, lo observaba de frente, con una expresión de orgullo y felicidad.

—Ahora sí vas por el buen camino.

OSI: ¿Suty? —preguntó, incrédulo, al creer presenciar lo que él creyó toda su vida que era el dios demoníaco.

—No es tu hora para estar en el Supramundo.

Con un dedo le empujó la frente y Osi creyó estar cayendo en picado desde un rascacielos. Una bala salió lentamente de su cuerpo y retrocedió en el aire a cámara lenta. La luz se alejó y la oscuridad volvió a sus ojos, para pasar a la visión de Ada y una inconsciente Is cuando recuperó la vista.

Osi respiró profundamente al volver a la vida y Ada lo abrazó con fuerza. Pero Osi estaba preocupado por Is. Estaba a su lado tirada en el suelo y tenía las manos completamente blancas. Lo había curado. Lo había resucitado.

Al incorporarse, la bala que tenía sobre su pecho y que de alguna manera le había extraído su hermana cayó al suelo con un sonido metálico. Osi cogió en brazos a Is y la zarandeó.

OSI: No puedes morirte tú ahora. ¿Me oyes? Eres mi hermana y te quiero y te necesito.

La zarandeó y la zarandeó, pero no respondía.

OSI: ¡¿Me oyes?!

Ella abrió los ojos débilmente.

IS: Yo no voy a ninguna parte. Te dije que esta historia no tenía que acabar igual —dijo con un hilo de voz.

OSI: Arrocha.

Osi la abrazó y Benjamín apareció por la puerta y la abrazó también al verla tan débil.

ADA: ¿Sigues creyendo en Asir después de todo? —le preguntó a su novio, burlona.

OSI: Creo en Suty —respondió con una sonrisa, descolocando a los presentes.

Todos se echaron unas carcajadas hasta que David se desplomó sin previo aviso. Helios fue el siguiente.

ADA: ¿Qué pasa?

SET: Se han dormido. Nos estamos olvidando de algo muy importante: la Renovación ha comenzado y podemos caer en sopor en cualquier momento —miró a su hermano Osi y asintió—. No podemos dejar pasar otro año. No podemos dejar que paso. Vamos.

Osi se levantó más recuperado que incluso antes del disparo. Is le habría pasado parte de su fuerza en la curación. Por eso estaba tan debilitada. Set se puso en marcha y Osi lo siguió. Antes de salir de la sala Ulises se desplomó también. Set paró un instante, preocupado, pero siguió andando. No tenían tiempo que perder.

Al llegar fuera y ver la gran antena, no sabían ni cómo derribarla. Osi improvisó y empezó a partir los cables que la sostenían moviendo los brazos de un lado a otro. Set lanzó fuego a la base de metal que era su mayor soporte. Al poco tiempo lograron desestabilizar el gran artefacto, que emitió un sonido de apagado. A continuación se oyó un chirriante crujido y la antena se estrelló contra el suelo, como la enorme estructura de una Falla cuando se quema. Al volver a la gran estancia, Ulises estaba recuperando el conocimiento y Set se acercó a él y le dio un abrazo.

SET: Espero que no cambies después esto —le acariciaba el pelo—. Espero que por algún motivo seas un descendiente extraviado y sigas siendo homosexual. Yo te voy a cuidar, ya verás.

Ulises se liberó rápidamente.

ULISES: Yo espero que sí que cambie para no tener que sentirme atraído por alguien como tú —se tapó la boca al darse cuenta de lo que había dicho.

Set le cogió de la mano y esta vez Ulises no lo soltó.

David acariciaba a Helios para que se despertase, con la incertidumbre de no saber si seguiría amándole dentro de unos meses, o viceversa.

Is se sentía tranquila en los brazos de Benjamín, sabiendo que como descendiente de Asir lo más seguro sería que no cambiase su atracción hacia los hombres. Hacia su hombre. Su caballero de caballo blanco que por fin había encontrado. Pero, ¿y si cambiaba?

OSI: ¿Con que embarazada, eh?

ADA: No sabía si lo habrías oído —dijo, tímida—. ¿Saldrán con un lunar en la nariz tan bonito como el tuyo? —le tocó la punta de la nariz.

OSI: ¿Y encima dos? —sonrió orgullosamente.

ADA: No me extrañaría que fueran mellizos, lo llevas en la sangre. Y he engordado mucho en las últimas semanas —puso su cabeza sobre su pecho, pensativa—. ¿Qué haremos cuando todo cambie? ¿Qué haremos si por alguna de aquellas tú o yo cambiamos?

Osi la miró confiado como nunca antes había estado.

OSI: Sea lo que sea, lo afrontaremos juntos —le dio un tierno beso en los labios.

ADA: Bueno, por lo menos no es el fin del mundo.

OSI: No. Es el fin del mundo al revés.





FIN

lunes, 17 de junio de 2013

5x10 OSIRIS

Priviuslí, en El mundo al revés: el grupo de amigos se refugia en las instalaciones de los Seguidores de Suty mientras trazan un plan para derrocar a los Discípulos de Asir..




Ulises había salido a la puerta del complejo para despedirse de su amiga Is. Set lo seguía de cerca, pero Ulises lo evitaba a toda costa. Is lo vio y cogió de la mano a su amigo para hablar con él a solas, aunque Osi estaba a su lado y lo oyó todo.

IS: Basta ya de no quererte a ti mismo y de no pensar que te mereces la felicidad.

ULISES: ¿De qué estás hablando? —Is dirigió la mirada hacia Set sin que él los viera y Ulises sabía de lo que hablaba—. No lo pienso.

IS: No te das cuenta ni de que piensas eso. Y no sé por qué lo haces, la verdad. No es la primera vez que huyes del amor —Uli intentaba interrumpirla, pero ella seguía hablando—. Basta ya de excusas. La atracción está ahí. Llevo meses viéndola. Él se preocupa por ti. Déjale entrar.

Ulises torció el morro y le dio un abrazo para hacerla callar. Sin duda su hermana siempre dando en el clavo a la hora de dar consejos. Otro asunto era si Ulises lo seguiría o no. Y era ahora cuando le tocaba a él tratar de aconsejarle a Is que no fuese con ellos. Aunque sabía que poco efecto conseguiría.

OSI: Lo mismo que le dije a Ada cuando se empeñó en venir a por la tarjeta. No deberías de venir. No tienes manera de protegerte —Benjamín se apartó un poco manteniéndose al margen de la discusión familiar.

IS: Puedo intentar sanar si os pasa algo.

OSI: Eso no ha pasado ni siquiera una vez desde que empezaras a entrenar con Set.

IS: Eso es porque solo empezamos cuando tú te fuiste a casa de Noé. Ha estado todo este tiempo contigo, ¿esperas que me enseñe en un par de días? —no le dio la opción de contestar—. Además, no me pienso separar de Benjamín ahora que lo he conocido —lo abrazó y juntaron sus frentes cariñosamente.

Osi se alegraba inmensamente de que su hermana por fin hubiese encontrado el amor ideal, según sus propias palabras. Nunca antes se había sentido así ni él la recordaba tan feliz en los tres años que la conocía. Y Benjamín... Parecía mentira verlo con una mujer y que de verdad le gustase. Siempre que le habían hablado de él imaginaba que era homosexual, ya que él no tuvo la oportunidad de conocerlo aquella noche de su rapto en el pub Inframundo. Pero desde que su relación empezó al poco de llegar a la guarida de los SS, estaban de un empalagoso inaguantable. Al contrario que Ulises y Set. Desde que se conocieron la fricción entre ellos era palpable. Aparentemente una tensión sexual, pero Uli se empeñaba en negarlo. Set siempre le soltaba alguna que otra indirecta, pero Ulises apagaba el fuego por lo sano antes de que pudiese avivarse. No sabía si era porque aún le culpaba de haberlo separado de su madre Julia de pequeño o de haberla reclutado y que por lo tanto acabara muerta a manos de los DA aquel día que fue a dar comida a los fugitivos del Politécnico.

BENJAMÍN: ¡Venga, Osi! Ponte las gafas y la gorra y vámonos.

IS: Espera un momento —se acercó ella a maquillarle el lunar de la nariz, irreconocible con una peluca rubia y corta. Cuando los declararon fugitivos se hizo un par de trenzas como parte del disfraz de Caperucita, pero desde que se cortó el pelo siempre lo llevaba suelto. Su melena castaña ondulada le llegaba a la altura de los hombros. E incluso a veces se lo planchaba solo por cambiar. Pero la peluca rubio cenizo trataba de darle un aspecto totalmente diferente, con un corte más bien de señora de pueblo que va al templo todos los domingos. Unas gafas de sol, que ahora no llevaba puestas, completaban su camuflaje. Benjamín no necesitaba disfraz, ya que para empezar lo creían muerto, y además, no tenía a nadie que lo pudiera reconocer. Aún así, su aspecto corriente y moliente no llamaba la atención. Con su peinado en seco, su estatura corriente, aunque más bajo que él, y su más bien delgadez. Aunque según había visto un par de veces, lo que escondía debajo de la camiseta era fibra pura. No le extrañaba, con el entrenamiento tan duro que llevaba.

Sin discutir más, los tres cogieron otro de los coches de la flota de los Seguidores y se pusieron camino a Madrid. Necesitaban la tarjeta de Epifanía para entrar en las instalaciones de los Discípulos de Asir y tanto él como sus amigos creían firmemente en la causa de los SS. Lo suyo le había costado asimilarlo, pero Set tenía razón. Vivían en un mundo injustamente manipulado, donde la gente no tenía la verdadera opción de elegir con quién tiene una relación.

ADA: Ten mucho cuidado —salió a la verja del complejo para despedirlo.

OSI: No deberías de haber salido de la cama —la abrazó—. Estás malita.

Ada no se había encontrado muy bien desde que volvieron de casa de Noé. Se levantaba indispuesta por las mañanas, aunque luego comía como una lima el resto del día.

ADA: Sobreviviré —le dio un tierno beso en los labios. Siempre haciéndose la dura.

Era mejor que se quedase allí con Set, David, Helios y Ulises. Sobre todo este último. Habían pasado meses desde que llegaron a ca Set, pero después de volver a su medicación necesitaba rutina y nada de estrés para no empeorar su trastorno bipolar.

IS: Osi —le sorprendió por detrás—. ¿Puedo hablar un momento contigo a solas?

OSI: Sí, claro —se alejaron un poco de Benjamín, que ya estaba en el asiento trasero.

IS: Solo quería decirte que... Que me alegro mucho de haberte encontrado. Desde que murió mi madre adoptiva no me había sentido tan cómoda con alguien. Eres... mi familia —se empezó a emocionar.

Osi le acarició el pelo y la abrazó.

OSI: No quiero que hables así. Esto no es una despedida ni hoy va a pasar nada. Benja y yo te protegeremos.

IS: Nunca te lo había dicho, pero te quiero, Osi.

OSI: Yo también te quiero, Is —la abrazó fuerte.

El camino se hizo largo y lleno de carantoñas entre los enamorados.

IS: Completas tanto mi vida, Benja.

BENJAMÍN: Y tú la mía, Isis —el sonido de los besos era repugnante ahora que no tenía a su novia cerca para hacer lo mismo.

Sabían que tenían que dejar el coche a las afueras y coger el metro. Era menos arriesgado si cogían un tren con poca gente que correr el riesgo de que la policía les parase conduciendo. Los disfraces serían suficiente. Y ahora solo iban tres. No era como cuando huían los seis. El problema sería encontrar la tarjeta en casa de sus madres. Por lo menos conservaba la llave para entrar. Aunque la relación con sus madres se hubiera enfriado en los últimos años, nunca había caído en devolvérsela.

Is parecía nerviosa. Detrás de los cristales opacos de sus gafas se apreciaba en su cara la intranquilidad. Osi le dio un apretón en la mano que la hizo sentir más segura. A su otro lado estaba Benjamín, cogiéndola de la mano también. Por suerte y como habían planeado, aquella línea de metro era de las menos transitadas. Más peligroso podría ser cuando hicieran transbordo a la línea que pasaba por el centro.

BENJAMÍN: Tus madres tenían que vivir en plena Gran Vía.

IS: Qué esperabas, son unas señoronas —sonaba todavía resentida con su madre Soledad, con la que no hablaba desde que la confrontó intentando sonsacarle respuestas sobre su hermano Osi y su misteriosa separación cuando eran pequeños.

OSI: Sí, les pega mucho —sonrió. Un comentario así le hubiera sentado mal hace años, pero había aprendido a reírse con ellos. Son sus madres, pero su hermana y novia tenían razón en ese tipo de apuntes. No le aportaba nada sentirse ofendido.

La estación donde tenían que cambiar de tren estaba abarrotada y hasta con presencia policial.

BENJAMÍN: No los miréis ni pongáis cara de estreñidos —los tenía calados.

Ellos solo miraban al suelo y seguían avanzando. Osi echaba una ojeada curiosa alrededor de vez en cuando, pero prefería no hacerlo. Siempre le parecía ver a alguien mirándolos sospechosamente.

OSI: Ese señor con su marido nos están mirando raro. Y mira, van hacia la policía —su tono delataba el pánico.

Benjamín los cogió a ambos de las manos como a niños pequeños para retenerlos.

BENJAMÍN: No corráis. No os delatéis —decía en voz baja.

Osi miró al señor, y aunque le dio pena, un pequeño movimiento de ojos lo hizo tropezar y caer al suelo antes de que alcanzara al agente. Su marido lo ayudaba a levantarse mientras ellos se apresuraban hacia los túneles que comunicaban las líneas de metro. La sangre bombeaba tan fuerte por sus venas que notaba el flujo hasta en las sienes.

IS: ¿Por qué has hecho eso?

OSI: No quería correr el riesgo, ¿vale?

Aquel pasillo parecía interminable. Caminaban y caminaban y solo desembocaban en otras escaleras mecánicas. Unas subían y otras bajaban.

IS: Esto parece el viaje al fondo de la Tierra. ¿Seguro que es por aquí para hacer el transbordo?

Unos pasos apresurados se oían detrás suya. Se miraron entre ellos y aceleraron la marcha. Is se ajustaba su peluca. No se la había puesto demasiado bien.

BENJAMÍN: A lo mejor es solo gente que tiene prisa por coger el metro —susurraba para calmarlos—. No os pongáis a correr por nada del mundo o levantaremos sospechas.

Osi había empezado a sudar y las gafas de pasta se le resbalaban por la nariz. No paraba de subírselas con el dedo índice.

IS: Tres minutos para que pase el metro y el andén abarrotado —dijo con la boca entrecerrada cuando por fin llegaron al andén.

OSI: No te quejes, que en Valencia a veces pasan cada quince minutos.

BENJAMÍN: Haced el favor de tranquilizaos —ahora parecía él el que se estaba alterando—. Osi tiene sus propias defensas y yo tengo un arma.

IS: Te la he notado antes —dijo con una sonrisilla.

Osi los miraba incrédulo y queriendo pensar que estaban hablando realmente de una pistola.

La espera se hizo eterna. La abundante pero silenciosa multitud estaba cada uno a lo suyo. Personas, muchas, pero solas en su camino al trabajo. Unos leyendo un libro, otros con sus auriculares, otros comprobando el trayecto a seguir en el mapa del metro. La impersonalidad de la gran ciudad se respiraba en el mutismo de la estación. Ellos solo miraban al suelo para no ser reconocidos y preferían no entablar conversación. Ningún policía había aparecido, así que los pasos que oyeron serían de pasajeros apresurados.

El tren llegó y aún en el último vagón, menos agolpado de gente, notaban algunas miradas curiosas de los solitarios ciudadanos. Osi bajaba todavía más la cabeza, pero las gafas se le caían más. Benja le cogía la mano a Is, que no paraba de tocarse la peluca.

BENJAMÍN: Quietos, coño —dijo entre dientes y sonriendo a la vez. Lo estaban poniendo nervioso, se lo notaba.

Cuando al fin llegaron a la parada se esperaron los últimos a que pasaran todos los que llevaban prisa. Pero una mujer se quedó detrás suya. Iba leyendo un periódico, pero los miraba de reojo. Salieron del vagón con la mujer siguiéndoles y cuando esta se cruzó con los de seguridad en la puerta,  se quedó hablando con ellos. Fue cuando vieron que el periódico se le caía al suelo y en esa misma página estaban sus fotos como los fugitivos. Is y Osi empezaron a correr en un parpadear de ojos. Benjamín trató de cogerlos de la mano, pero no le dio tiempo.

BENJAMÍN: Separaos. Nos vemos allí —dijo en voz baja antes de que estuvieran demasiado lejos.

Cada uno se desvió por una salida a la calle diferente y Osi deceleró un poco para no llamar la atención. Tenía que mirar hacia atrás para ver si lo estaban siguiendo, pero no lo hacían. ¿Y si habían seguido a Is o a Benja? Ellos no podían mover cosas con la mente para protegerse.

Al subir las escaleras y salir a la calle, el bochorno urbano del tráfico junto al efecto isla de la ciudad le dio un bofetón. Con lo bien que se estaba con el aire acondicionado del metro. Vio al otro lado de la carretera el acceso por donde salió Is. Nadie la seguía, de momento, lo cual lo tranquilizó. Asintió al ver que lo miraba y ella asintió también. Los tres conocían la dirección. Sería mejor si fuesen por separado. Además, estaba cerca de allí.

Set tenía contactos en toda partes. Así como tenían una lista detallada de los movimientos de Noé cuando fueron a su casa, también les había proporcionado datos de cuándo podrían entra en la casa de sus madres y que ellas probablemente no estuvieran. Cerca de la dirección se encontró a Benja sentado en un banco. Con esa ropa tan adolescente le había parecido un niño. Su corazón palpitó al no ver a Is. Pero la puerta del portal se abrió y ella asomó la cabeza.

IS: Pasad. Una señora con su abrigo de pieles ha entrado antes y yo he cogido la puerta. Llevaba tanta laca que pensaba que me iba a asfixiar cuando ha pasado.

OSI: Is, tengo las llaves —las zarandeó en su cara y ella se avergonzó.

IS: Es igual, vamos —lo agarró de la camiseta y Benjamín pasó detrás.

La puerta de la casa tenía tres cerraduras, como las casas antiguas, y Osi abrió cada una de ellas con cuidado, intentando no hacer ruido.

IS: Osi, si una de tus madres está dentro te van a oír igual.

Osi le respondió sacándole la lengua, lo cual rompió un poco la tensión del momento.

OSI: No tiene por qué haber nadie —la puerta se abrió para dar paso a un lujoso recibidor de altos techos.

IS: Ahora entiendo por qué los nombres egipcios que tenemos —miró fascinada la decoración de la cultura del Nilo.

OSI: A Ada y a mí nos gusta más la griega.

BENJAMÍN: Ssssh, me ha parecido oír algo. —le tapó la boca y se quedaron quietos.

Inmóviles y mudos, al no escuchar nada empezaron a inspeccionar la casa.

BENJAMÍN: Osi, tú conoces la casa. Seguro que sabes algún sitio donde Epifanía pueda esconder la tarjeta. Sin ella no podremos destruir las antenas para acabar con las renovaciones. Is y yo vigilaremos que no venga nadie. Is, tú quédate en la puerta. Yo bajaré al portal, y si veo que alguna de tus madres llega tocaré el timbre. Ellas no saben quién soy y por lo tanto no me pueden reconocer.

Benja cerró la puerta e Is se quedó mirando por la mirilla.

Osi sabía que sus madres tenían una caja fuerte en su cuarto, pero de esta no sabían la combinación. Su sorpresa fue llegar y encontrársela abierta. Lo cual le hizo sospechar también. Rebuscando entre los papeles no le fue difícil encontrar la tarjeta, y más habiendo visto antes la misma que tenía Noé. ¿Por qué todo tan sencillo?

Piiiiiii.

El ruido del timbre le dio un vuelco al corazón. ¿Sería un aviso de Benja de que sus madres habían llegado o sería solo propaganda? Muchas veces era el cartero también. Is vino corriendo en su busca con unos ojos tan abiertos que podían alumbrar una cueva.

IS: ¡Salgamos de aquí!

OSI: Un momento —empezó a ordenar torpemente todo lo que había sacado de la caja fuerte—. No puedo dejar esto así o sabrán que hemos estado.

IS: ¡Eso da igual! ¡Lo van a descubrir de todas maneras! —lo agarró del brazo y tiró, pero ya era tarde. La puerta se estaba abriendo. Is se metió debajo de la cama, pero Osi se vio sorprendido por los rápidos pasos de Epifanía, que imaginaba que al oír el alboroto estaba acudiendo al cuarto apresurada.

—¡¿Dónde estás, mujer?! ¡Te dije que vendrían a por la tarjeta y que me avisases, no que les abrieras la caja!

Parecía gritar a la nada. Llevaba pantalones largos y manga larga para cubrir sus quemaduras, a pesar del insoportable calor madrileño en pleno mes de junio.

Soledad salió del baño de la habitación, donde había estado todo el rato, a dos pasos de ellos. Osi se giró a tiempo para ver cómo Epifanía la golpeaba y la tiraba al suelo. Su primer instinto fue acercarse a ayudarla, pero Epifanía sacó una pistola y lo apuntó.

—No muevas ni un dedo. Sé de lo que eres capaz.

OSI: Soy tu hijo —levantó las manos lentamente en señal de rendición—. ¿No me harías daño, verdad?

—Te digo lo mismo que le dije a tu madre en su día, Osi. Tienes una oportunidad. Si no estás con nosotros, estás contra nosotros —quitó el seguro del arma.

Él no sabía qué responder para que aquello no acabase en tragedia. Nunca se había sentido unido a su madre Epifanía, pero no sabía si sería capaz de matarlo por lo que ella creía el bien supremo. Todo por los Discípulos.

En esos momentos, Osi divisó movimiento en el suelo. Soledad se estaba incorporando. Epifanía se giró para ver qué pasaba e Is salió de debajo de la cama, la cogió de los pies y le hizo perder el equilibrio. Osi se encargó de alejar la pistola con su don, que fue a parar a los pies de Soledad. Epifanía cayó al suelo cerca de Soledad y esta, sin pensarlo dos veces, cogió el arma y le dio un golpe con la culata, dejándola inconsciente.

Soledad se levantó con un moratón en la cara, dejó caer el arma y se tocó nerviosa el colgante de la mano blanca. Todos guardaban silencio y se miraban los unos a los otros intranquilos, Is todavía desde el suelo, con su peluca cayéndosele. Soledad se tocaba el collar más agresivamente, llevándolo de un lado a otro, como si le molestara. Ellos la contemplaban mientras ella se lo quitó dándole un tirón y arrojándolo con desprecio. Aspiró profundamente como si se hubiera quitado un gran peso de encima y los miró a ambos.

—Marchaos, u os encontrarán.

Is se levantó dejando caer su peluca rubia y se quedó frente a su madre con el pelo alborotado. Se la quedó mirando con un conflicto de emociones. Soledad se le acercó, la contempló emocionada y le apartó un mechón de pelo de la cara.

—Hay tantas cosas que me gustaría decirte, mi niña —sollozó.

Is la abrazó y al mirar a Osi se unió al abrazo también.

—Iros ya —les mandó secándose las lágrimas antes de derramarlas. Y ellos no perdieron más tiempo.

Is se colocó de nuevo la peluca rápidamente mirándose en el espejo del lento ascensor de edificio antiguo. Más tarde fue cuando a Osi se le ocurrió qué pasaría cuando Epifanía se despertase. Esperaba que su madre Soledad estuviera bien. Pero ya estaban saliendo del portal y encontrándose con un preocupado Benjamín, al que le explicaron lo sucedido de camino.

Al volver al metro y mirar en las paredes, vieron las fotos de ellos que siempre había publicado en la tele.

IS: Ese cartel no estaba antes ahí —se volvió a ajustar la peluca, nerviosa.

Rápidamente entraron en el metro y se dirigieron al andén.

IS: ¿No sería mejor que volviésemos al coche de otra manera?

BENJAMÍN: No te preocupes, no nos tienen por qué reconocer de esta guisa —le dio la mano.

Osi vio a los agentes de seguridad mirándolos y sabía que sospechaban. Ya se habrían puesto en alerta antes y de ahí los carteles.

OSI: Vámonos de aquí. Salgamos —cogió de la mano a Is e intentó andar deprisa sin correr.

Pero Benja le estiraba por el otro lado.

BENJAMÍN: El metro ya está aquí —decía tratando de hacerse oír con el ruido del tren entrando en la estación.

Pero dos hombres vestidos de paisano ya estaban acercándose a ellos.

—Eh, vosotros. ¡Quietos!

Benja se metió al vagón, que ya estaba cerrando sus puertas, y Osi estiró de la mano de Is para irse hacia fuera, separándolos. Pero los hombres bloqueaban la salida. Osi saltó hacia la última puerta que se estaba cerrando y se pilló la mano con la que cogía a Is. Desde el otro lado del cristal vio a Is tratando de abrir la puerta y con los esfuerzos se le volvió a caer la peluca. El pitido de cierre de puertas sonó y Osi apretó sin cesar el botón desde dentro para abrirlas, pero el tren arrancó e Is se quedó detrás. En la distancia y sintiéndose impotente vio como aquellos hombres esposaban a su hermana. Aun dejando la estación pudo oírla gritar.

IS: ¿Eres de la policía secreta o qué? ¿Por qué no llevas uniforme?

Osi vio como el hombre reía sin contestarle.

OSI: ¿Por qué no he usado mis poderes para abrir las puertas? —pensó. A veces se olvidaba que los tenía.

Por detrás suyo alguien le tocó la espalda. A punto estuvo de lanzar medio vagón por los aires, pero Benja le cogió de la mano antes de que pasase.

BENJAMÍN: Yo soy el primero que lo sufre, Osi. Pero si volviésemos solo conseguirías que nos cogiesen a nosotros también.

OSI: ¡Yo tengo mis poderes! ¡Les puedo lanzar contra la pared o convencerles para que la suelten!

Benjamín miró aterrorizado alrededor, pero por suerte no había nadie más en el vagón.

BENJAMÍN: Tu poder de convicción no está tan desarrollado como tu telequinesia —le dijo en voz baja—. Y no eres invencible. Montarías un número y aparecerían más Discípulos o incluso policías —se interpuso en su camino para que no avanzase—. Vámonos a casa. Sé adónde la llevan.

Osi se tranquilizó y se sentaron. Él más intranquilo que el novio de Is, pero en su cara se reflejaba la evidente preocupación. Solo intentaba mantenerse entero.

BENJAMÍN: La traeremos de vuelta, no te preocupes.





La final de la serie será el VIERNES, 28 de junio de 2013 a las 21:00.