martes, 28 de junio de 2011

2x11 HETEROFOBIA (Segunda parte)

Sólo quedaban dos horas para la Renovación, para que empezara el 28 de junio. La tormenta ya estaba encima de ellos y se puso a llover a cántaros. Apenas se veía a varios metros por delante. Zac sólo quería llegar a la casa. Ulises se comía lo que ya eran muñones ante la perpleja mirada de Is. David conducía concentrado y entre Ada y Osi había cierta tensión por ese beso robado.

DAVID: ¡No os preocupéis! ¡La casa está cerca!

ADA: Eres idiota —le reprochó a Osi—. No sé para qué me has dado un beso. Casi lo has cabreado más.

OSI: Lo siento, Ada. Por una parte quería despistarlo, pero por otra pensé que a lo mejor era nuestra última noche y no quería morir sin besarte de nuevo.

IS: ¡Anda! ¿Que vosotros sois heteros? Yo soy bi —interrumpió inesperadamente la conversación—. Por llamarlo de alguna manera. Yo no me fijo en el sexo de una persona cuando me enamoro. Me enamoro de una persona.

ULISES: No me lo puedo creer. Con lo bien que me caía… —dijo para el cuello de su camisa y siguió comiéndose las uñas.

DAVID: ¡Ya hemos llegado! ¡Al fin! Tiene que ser ésta… Voy a abrir la verja.

Salió del coche e intentó darse prisa para no mojarse con toda el agua que caía, pero había varias llaves y como siempre pasa, era la última que probó. Después de abrirla y empaparse la ropa de agua, entró en el coche y se metieron hasta donde estaba la casa, dejando la verja abierta. Cogieron deprisa sus bártulos del maletero y entraron al recibidor. Cuando Zac fue a darle al interruptor de la luz, no se encendía.

ZAC: No hay luz. ¡No jodas que no hay luz!

DAVID: Ay, calla. Habrá que dar la luz. A saber dónde está el cuadro de luces…

La frase quedó interrumpida por el golpe que dio la puerta de la casa al abrirse de golpe como si alguien le hubiera dado una patada, y en la entrada, a apenas 5 metros de ellos, se vieron las siluetas bajo la intensa lluvia de los que habían intentado robarles el coche.

—¿Os pensabais que ibais a escapar tan fácilmente, fabricaniños? Pagaréis por vuestros pecados, malditos desviados.

Una luz cegadora iluminó la habitación en forma de relámpago y se oyó un trueno ensordecedor que sonó como si hubiera caído justo al lado. Tal fue el estruendo que los dejó petrificados a todos, incluso a los ladrones. Pero al momento reaccionaron y cada uno salió zumbando en una dirección: Zac pegó un salto, cogió a David de la mano y lo arrastró sin saberlo hasta el sótano; Osi e Is, que estaban más cerca corrieron hacia el corral; Uli se fue hacia el otro lado y Ada se quedó un poco parada incrédula de lo que estaba pasando.

ADA: ¡¿Por qué os separáis como en las películas de miedo?! ¡Y eso que yo soy la rubia!

Los hombres se pusieron a andar hacia ella y del corral entró un gato erizado y maullando que asustó a Ada, como no lo había hecho antes el trueno. Pegó un grito agudo de esos que sólo las mujeres saben dar y salió corriendo haciendo ruido con sus tacones allá por donde pisaba. Apenas veía a dónde iba, porque no había luz, pero fue metiéndose por pasillos, subió unas escaleras, vio un cuarto medio abierto, se metió y cerró la puerta.

ADA: Uff, ¡malditos gatos!

ULISES: ¡Pero qué coño haces! —se oyó exclamar en voz baja en alguna parte dentro de la oscura habitación como si estuviera masticando algo— ¡Esa puerta no tenía pomo! ¿Ahora cómo salimos de aquí?

ADA: ¿Ulises? ¿Qué estás comiendo? ¿Una pasti?

ULISES: Son mis uñas. Yo ya no me hago nada de eso. Y haz el favor de hablar más bajo que no nos oigan y quítate esos tacones, que raro será si no te han oído venir hasta aquí.

Ada se quitó los zapatos, se los puso en la mano y se acercó hacia donde oía su voz.

ULISES: Cuidado con la cama que me he chocado antes yo también.

Ella se arrimó a la pared y llegó hasta el rincón donde estaba sentado, poniéndose a su lado.

ADA: No me puedo creer que nos hayan seguido sólo porque piensen que somos heterosexuales. O eso daba la sensación…

ULISES: ¿De verdad piensas que nos han seguido sólo por eso?

ADA: No lo sé, Ulises. Hay gente tan obcecada en sus ideas que piensa que las personas que no hacen lo mismo que ellos, o la mayoría, está mal hecho —dijo con retintineo por los encontronazos que habían tenido anteriormente.

ULISES: A mí no me compares con esa chusma. ¿Yo no soy igual que ellos, verdad? Al lado de éstos mi odio hacia los desviados se queda corto.

La miró a ella, que se sacó el móvil y se alumbró la cara de odio que le estaba dedicando.

ULISES: Ya sé que no hay cobertura y que no podemos llamar a nadie.

La volvió a mirar y seguía con la misma cara.

ULISES: Ah, perdón por lo de desviados… No sé por qué pienso así, pero es como pienso. No te lo tomes como algo personal.

ADA: Deberías de tratar de ponerte en nuestro lugar y no sólo soltar esas perlas sin pensar en cómo te sentaría a ti vivir en un mundo en el que eres minoría. Y encima de costarte el doble de encontrar a alguien decente para compartir tu vida, tienes que soportar menosprecios como los tuyos casi a diario.

Ulises se quedó un poco reflexivo asimilando lo que le acababa de escuchar.

ULISES: No lo había visto nunca así. De verdad que lo siento. No tiene ningún sentido querer pegar a unas personas o asustar o lo que quiera que estén haciendo estos capullos, sólo porque sean reproductores…

Ada volvió a alumbrarse con el móvil su cara de desacuerdo.

ULISES: Perdón, heterosexuales. No es que me lo proponga, Ada, pero lo siento así. No creo que cambie de la noche a la mañana, pero te prometo que trabajaré en ello. No me gustaría ser como esas personas…

ADA: Me alegro que por lo menos lo intentes.

Acabando de decir esto, se oyeron sonidos de pasos sigilosos en el pasillo y ambos se miraron.

ULISES: Ada —dijo en voz muy baja.

ADA: Dime.

ULISES: Me estoy poniendo muy nervioso. Me noto muy acelerado…

La puerta se abrió de golpe y apareció uno de los hombres que le había dado un violento empujón para entrar.

—¿Te piensas que no he oído tu taconeo?

ADA: Aaaaaah —volvió a chillar agudamente de miedo.

El intransigente se adentró en la habitación y se tropezó con la cama, lo cual ellos aprovecharon para salir corriendo. El hombre salió detrás de ellos también y Ada le lanzó los zapatos que llevaba en la mano, dándole en el ojo con un tacón de uno de ellos. El ladrón se detuvo y ellos siguieron corriendo.

Dos pisos más abajo, en el sótano, David y Zac estaban escondidos debajo de una mesa cuando otro relámpago iluminó la habitación.

DAVID: ¿Te has dado cuenta que aquí abajo hay estanterías y estanterías llenas de comida? Y todo es pasta, arroz, conservas, latas… Parece un refugio nuclear.

ZAC: ¡David! —se dio cuenta de que había levantado mucho la voz y bajó el tono—. No estoy para pensar ahora mismo.

David se quedó pensando qué sentido tenía tener toda esa comida allí, pero al cabo del rato se percató de que al estar la casa a nombre de otra persona, la podrían haber usado sus madres si hubieran tenido que refugiarse un tiempo para esconderse de las autoridades. Lo cual ni les dio tiempo a intentar después de su detención, que les pilló por sorpresa.

ZAC: ¡Mierda, mierda y más mierda! ¡Vamos a morir todos! ¡Cojamos tu coche y larguémonos!

DAVID: Tranquilízate, Zacarías. Siempre te pones en lo peor en las malas situaciones. No podemos irnos y dejar al resto aquí tirados. Y estos hombres probablemente sólo quieran asustarnos —dijo frotándose los brazos porque estaba empezando a coger frío con la ropa mojada—. Si no, hubieran sacado las armas que llevaban y nos hubieran metido cuatro tiros…

ZAC: Lo siento, David. No es mi intención ponerme así. Pero entre esto y la tormenta… Anda, quítate eso y ponte mi chaqueta, que estás empapado.

DAVID: Muchas gracias, Zac. Perdóname tú a mí —decía mientras se cambiaba—. Nunca fui un novio ejemplar que digamos. Es normal que me dejases al final.

Zacarías se le quedó mirando y esbozó una media sonrisa al ver que por fin trataban el tema.

ZAC: No hay nada que perdonar. Yo me comporté como un capullo y soy yo el que debería de disculparse. Estaba muy preocupado con que te pasara lo mismo que a Benja o que te secuestrasen o algo.

DAVID: Me imagino que todavía te acuerdas de él.

ZAC: Nunca me voy a olvidar de él… Y lo peor de todo —le entró la risa floja—, es que casi ni hablaba con él en el Centro. Con la de veces que intentó venirse de fiesta con nosotros y yo pasaba de él.

DAVID: Pero al fin y al cabo, era tu única familia —le cogió de la mano.

ZAC: No hay mucho que podamos hacer, pero cuando desaparece una persona así, te quedas como… que algo no se ha cerrado. Que no se ha acabado del todo. Si lo encontrasen muerto, quizá me daría más paz que pensar que a saber dónde está el pobre y si sigue vivo. Esa sensación es la que me mata.

DAVID: Ay, Zaqui-zac. Esa sensibilidad tuya es una de las cosas que siempre me gustó. Lo sientes todo mucho, pero a veces demasiado. Tú fíjate, que para recuperarte hasta intenté dejar de fumar. Pero mira de lo que me ha servido…

ZAC: Tú no tienes que dejar de fumar si no quieres sólo para gustar a alguien, David. Lo que tienes que hacer es encontrar a alguien que te acepte como eres. Y lo harás, estoy seguro.

DAVID: Muchas gracias, Zacarías. A mí me gusta fumar. Ya no fumo tanto como antes, pero me apetece cuando me apetece y lo hago. Si algún día dejo de hacerlo tiene que ser porque yo quiera y me lo proponga.

ZAC: Y yo que me alegraría si lo hicieses.

DAVID: Ayyy, siempre igual.

Un estremecedor trueno sorprendió a ambos y se arrejuntaron. Sobre todo Zac, que se escondía detrás de David.

—Cucú. ¿Hay alguien ahí? —preguntó uno de los hombres bajando por las escaleras del sótano—. He oído voces. No seáis tímidos…

El ladrón se puso a andar entre las estanterías de comida palpando con las manos y David, que ya tenía la habitación más estudiada, salió de debajo de la mesa, cogió al hombre y le hizo una llave que había aprendido en artes marciales, derrumbando a éste. Después empujó la estantería tirándosela encima, cogió a Zac de la mano y lo intentó sacar de debajo de la mesa pero le dio un tirón porque estaba paralizado del terror. David tiró de él más fuerte y subieron por las escaleras.

Al otro lado de la casa, Osi e Is estaban agazapados en el heno viejo que había en el corral y ya llevaban un buen rato hablando de sus cosas.

IS: Tú insístele. Yo creo que le sigues gustando.

OSI: ¿Tú crees? La he visto un poco molesta por lo del beso.

IS: Hazme caso. Como mujer, esa es mi opinión.

Le animó ella que veía inapropiado coquetear con él, aunque le pareciera guapo, porque lo veía muy colgado de Ada. Pero de todas maneras, seguía notando cierta conexión de complicidad con él que no sabía ni explicar.

—¿Estáis ahí?

Se oyó una voz desde fuera. Ellos dejaron de hablar de inmediato.

ULISES: Somos nosotros, Ulises y Ada.

OSI: Santa Ast, qué susto nos has dado. Pasad.

ULISES: Venid vosotros, que me he encontrado con David y Zac en la entrada. ¡Estoy que me va a dar algo!

IS: Venga, vamos. Si nos juntamos todos podemos irnos en el coche. ¡Sólo queda una hora para la Renovación!

Cuando llegaron a la entrada y se juntaron todos, David estaba buscando las llaves del coche, vio el cuadro de luces en la pared y dio la luz. Justo delante de ellos aparecieron los dos ladrones bloqueando la puerta de salida y causándoles un gran sobresalto. Zac se tiró al suelo muerto de miedo y Ulises empezó a agitarse. Sentía como si fuera invencible y se envalentonó de repente. Cogió una madera y fue a golpearles, pero se apartaron y se chocó contra una mesita que había en el recibidor. Se precipitó contra el suelo y le cayó un pesado candelabro en la cabeza, haciéndole una brecha y saliéndole sangre. Is no se lo pensó dos veces y su instinto de enfermera le hizo ponerle las manos de inmediato para parar la hemorragia.

Los intransigentes reaccionaron pasivamente y siguieron amenazando.

—Un pervertido menos en el mundo. Ahora vais vosotros.

—Y esta vez sin trucos de karateca de por medio —dijo mirando a David sacando ambos las pistolas y apuntándoles.

Zac miró a David desde el suelo desmontando sus argumentos de que no iban a matarles e Is seguía presionando la herida, ahora con trapos.

IS: ¡Déjanos que nos vayamos! ¡No os hemos hecho nada y se va a desangrar!

—Tú cállate, fabricaniños.

OSI: Por qué no nos tranquilizamos todos —dijo Osi levantando las manos en señal de paz y mirándolos a los ojos.

Los ladrones seguían apuntando, pero parecía que querían escucharle.

OSI: Tranquilicémonos, eso es. Podéis bajar las armas —y diciendo esto, los hombres bajaron las armas y le escucharon—. Nosotros no os hemos hecho nada y no creo que haya nada de malo en la preferencia sexual de cada uno para que queráis hacernos daño.

—Sí, es cierto —contestaron a la vez.

OSI: ¿Por qué no os vais por donde habéis venido y nos olvidamos de todo esto?

Los intransigentes se guardaron el arma, salieron de la casa, se metieron en su coche y se fueron ante la atónita mirada del grupo de amigos. Sin exceptuar a Osi, que también parecía incrédulo de lo que acababa de ocurrir. Pero al instante reaccionaron al ver a Ulises en el suelo rodeado del charco de sangre.

IS: David, conduce tú y yo mientras contengo la hemorragia en el asiento de atrás. Ayudadme a meterlo en el coche.

Una vez situados Is y Ulises detrás, David se puso al volante para no perder tiempo. Zac no había salido de la casa porque seguía aterrorizado por la tormenta.

OSI: ¿Seguro que no hace falta que vayamos?

IS: No, vosotros pasad la Renovación aquí —dijo mirando a Osi y luego a Ada—. David lleva el mapa y en media hora seguro que llegamos a ese hospital. Llegaremos antes de la Renovación, no os preocupéis.

ZAC: Yo me voy corriendo a un cuarto y no salgo de allí hasta mañana —dijo yéndose deprisa del miedo que tenía.

ADA: Id con cuidado, que está lloviendo mucho.

Y se pusieron de camino para que atendieran en cuanto antes al accidentado Ulises.

DAVID: Lo siento, pero o me enciendo un cigarro después de todo lo que ha pasado, o me fumo encima.

IS: Haz lo que quieras, pero ten cuidado con la carretera.

David miraba por el retrovisor a un inconsciente Ulises y se empezó a preocupar.

DAVID: ¿Está muy grave?

IS: Ha perdido mucha sangre. No sabría qué decir. Pero la cosa no pinta bien…

DAVID: ¿Se va a…?

IS: No adelantemos nada. Tú conduce.

En el interior de la casa, Ada y Osi llevaron sus bártulos a una habitación y luego se sentaron en la cama y se miraron.

OSI: ¿Y ahora qué hacemos hasta la Renovación? Quedan tres cuartos de hora.

ADA: Podemos… simplemente hablar —le sonrió ella en señal de paz.

OSI: Me parece bien —le devolvió la sonrisa.

ADA: Qué pensarían en tu secta si te viesen con una mujer en la misma cama.

OSI: Que piensen lo que quieran. Yo ya no voy a volver más allí.

ADA: ¿Y qué me dices de lo que acaba de pasar? Les dices a unos hombres que nos querían matar que se fuesen y cogen y se van.

OSI: Debe de ser que soy muy persuasivo, pero me he quedado igual de sorprendido que tú. Habrán reflexionado con mis palabras…

Se tumbaron en la cama y antes de seguir hablando se quedaron mirándose unos segundos a los ojos.




A diez minutos de la Renovación, Pascual andaba desorientado por la calle, cuando se cruzó con un coche patrulla que lo identificó y se puso a perseguirlo. Luces azules y sonidos de sirenas se oían por toda la calle y Pascual se puso a correr.

ADA: ¡Entrégate!

Le pareció a ver a Ada en una esquina, pero siguió escapando.

ULISES: Ven, ven. Por aquí.

Le dijo un Ulises que se metiera por un callejón, y lo hizo, pero al momento ya no estaba allí.

EFRÉN: Aquí es un sitio perfecto para que acabes con tu vida.

PASCUAL: ¿Eh? ¿Efrén?

Al girarse desapareció y se sentó en un rincón oscuro, pero seguía oyendo las sirenas de la policía cada vez más cercanas.

LUIS: Eres un egoísta. Todo esto es lo que te mereces.

PASCUAL: ¡Dejadme en paz, por favor! ¡Yo sólo quiero que este dolor acabe! ¡No puedo con este sufrimiento! ¿Dónde estás, Farli? —se puso a llorar.

BENJAMÍN: Nadie te va a echar de menos. Puedes hacerlo —el Luis que acababa de ver se había transformado en el desaparecido Benjamín.

Pascual se sacó de un bolsillo la jeringuilla que había guardado del vagabundo que mató sin pretenderlo y por lo cual la policía le seguía, cogió la heroína que tenía y la preparó como pudo para inyectársela, porque nunca lo había hecho antes.

PASCUAL: Sólo quiero que esto pase. Sólo quiero que esto pase…

Decía inyectándosela y con los coches patrulla aparcados ya en la entrada al callejón. Pascual perdió el conocimiento y se le cayó la cabeza hacia el hombro, quedándosele una cara que expresaba paz interior.

—Ahora no podemos hacer nada —dijo el agente que llegó primero—. Vamos al coche o nos pillará despiertos. ¡Rápido!

De repente se encendieron los altavoces de megafonía de la ciudad, y se oyó el mensaje de todos los años: “Atención, comienzan las 24 horas de sueño, comienza la Renovación. Que descansen y que sueñen con Asir.”



CONTINUARÁ...

lunes, 27 de junio de 2011

2x11 HETEROFOBIA (Primera parte)

Priviuslí, en El mundo al revés: las madres de David fueron detenidas por tráfico de drogas y éste fue dejado por Zac hace meses y no han hablado apenas desde entonces. Ada ha llevado una vida de libertinaje últimamente y rechazó a Osi que le pidió que volvieran juntos. Uli ha tenido un año errático y con arranques de ira, y después de coquetear con las drogas y dejarlas, parece que sigue sin centrarse en su proyecto fin de carrera.

Pascual mata por accidente a un vagabundo que tiene el SIDA y con el que había tenido relaciones sin protección, y además, su gato Farli fue atropellado por la policía, que lo echan de su casa ocupa descubriendo el muerto allí. Últimamente ha tenido alucinaciones con los que eran sus amigos debido al crack.




Llegó el día 27 de junio. El calor empezaba a hacerse insoportable en la urbe y el grupo de amigos decidió pasar la Renovación juntos en una casa de campo apartada de la civilización.

David apagó el cigarro, se metió dentro del coche y Osi se sentó como copiloto, esperando a que los demás bajaran sus cosas.

DAVID: ¡Venga! ¡Daos prisa o se nos hará de noche por el camino! —les dijo a los demás por la ventanilla.

OSI: ¿Por qué no has cogido el Mercedes de tu otra madre?

DAVID: Porque en el mono-volumen éste cabemos los seis.

Mientras tanto, en una conversación paralela, Is y Ulises cargaban sus cosas en el coche.

ULISES: Me alegro que vengas, en serio. Ya aquel día que me trataste tan bien en el hospital me caíste muy bien.

IS: No es nada. Es mi trabajo —dijo ella sonriente—. Y fíjate la casualidad, que ahora somos compañeros de piso.

En el interior del coche…

OSI: Oye, gracias por invitar a Uli e Is.

DAVID: Ay, calla. De nada, hombre.

OSI: Últimamente con tanto cambio en el piso ya no hay tanta confianza y que mejor que renovarse juntos e irnos todos de viaje para unir lazos… ¿Te acuerdas cuando vimos a Is salir del Psiquiátrico Socol?

DAVID: La verdad que no me suelo acordar de las caras de las mujeres en sí. Ya veo que tú sí…

OSI: Bueno, deja ya de hacer comentarios sobre mi sexualidad. Ya te he dicho que lo de Nacho fue algo para experimentar y que soy hetero.

Y se callaron un momento al ver salir del portal a Zac junto a Ada, que había subido para ir al baño.

OSI: ¿No te importa que venga Zac?

DAVID: Quedaba muy feo invitaros a vosotros tres y que se quedara él solo en el piso. ¿No ves que no tiene familia? Pasaría la Renovación solo y tampoco creo que sea correcto… Además de que ha traído él la comida del Mercamona —le guiñó un ojo.

OSI: Vaya con el David 2.0. ¡Si hasta te preocupas por los demás! En cierto sentido…

DAVID: Calla, Osezno.

Osi puso cara de burla porque no le gustaba que le llamase así.

DAVID: ¿Y a ti no te molesta que venga Ada? Me ha contado que le pediste que volvierais juntos…

OSI: Es amiga tuya y de los demás. Tampoco sería correcto que no la invitases —le devolvió el guiño.

Y David trató de imitar la cara de burla que le había hecho antes.

Después de un par de horas de camino, los tripulantes se empezaron a impacientar.

OSI: Y esta casa a la que vamos, ¿se puede saber dónde está y de dónde la has sacado? Llevamos un buen rato conduciendo por carreteras secundarias que no salen ni en el GPS…


Flashback de David

DAVID: Buenos días agente… ¿Villalba? —dijo ruborizado al ver al joven y atractivo policía en comisaría.

—Sí, dígame.

DAVID: Venía a hacer una visita a las señoras De la Torre-Manzanares.

—Disculpe, pero las señoras De la Torre-Manzanares ya no se encuentran bajo nuestra jurisdicción. Esta misma mañana las han trasladado a prisión. Supongo que le podrá informar mejor su abogado de todos los detalles.

DAVID: De acuerdo —se quedó un poco decepcionado de no poder seguir hablando con él, porque lo del traslado ya lo sabía.

—Que tenga un buen día —sonrió diplomáticamente sin parecer excesivo, debido a la seriedad del caso de sus madres.

Días después y cuando pudo visitar a sus madres, David fue a la cárcel a verlas.

—De verdad que lo sentimos mucho, cariño. Se nos fue de las manos. Tu madre cogía los medicamentos del hospital y yo hacía el resto en el laboratorio…

DAVID: Prefiero no saber los detalles.

—Sólo queríamos lo mejor para ti. Que tuvieras dinero suficiente. No como nosotras, que crecimos siendo más pobres que las ratas.

DAVID: Nunca hubiera esperado algo así de vosotras. Pero llevo ya unos meses asimilándolo y yo tengo que seguir adelante con mi vida. Me tendré que poner a trabajar para poder vivir.

—Oh, hijo. No te tienes que preocupar por el dinero. Te hicimos una cuenta con el dinero que íbamos ganando de nuestro sueldo de trabajar. Tienes ahorros suficientes para poder vivir bien unos años. Aunque hemos cogido parte del dinero para poder pagar abogados, ya que nuestras otras cuentas están bloqueadas.

DAVID: Genial…

—Lo que deberías de hacer es alquilar nuestra casa. La pusimos a tu nombre.

—Nosotras vamos a pasar el resto de nuestras vidas aquí…

—Tiene un valor elevado en el mercado y si encuentras un inquilino con poder adquisitivo, puedes sacar mucho dinero. Supongo que tú querrás quedarte en tu piso, ¿no?

DAVID: Es una buena idea sacarle provecho a la casa.

—Ah y por último. Tenemos una casa de campo, pero está a nombre de otra persona. Lo hicimos por si esto pasaba. Déjame que te apunte la dirección y ten cuidado no te pierdas por el camino, que está muy difícil de encontrar…

—Es mejor que no le digas a nadie que es tuya. No te vayas a meter en más líos. Pero deberías de ir a echarle un vistazo a ver si hay humedades de lo que ha llovido últimamente. Hace tiempo que no vamos nosotras.

DAVID: De acuerdo… ¿Sabéis? He pasado por mucho este año. Pero no voy estar más hundido. A pesar de todo, vendré a veros cuando se me vaya esta decepción que no puedo evitar. Os tenía en un pedestal, pero todo el mundo comete errores, hasta los padres. No significa que esté de acuerdo con lo que habéis hecho, pero no voy a estar enfadado toda la vida por esto.

Y se dieron un abrazo de despedida.

Fin del flashback


ULISES: ¡¿Que dónde está la casa, David?!

DAVID: Es una casa de unos amigos de mis madres. Nos la han prestado para unos días. Y no te impacientes que ya estamos llegando.

Por otro lado ya se había entablado otra conversación.

OSI: Bueno, Ada. Con lo atea que tú eres me extraña que te importe la Renovación.

ADA: Me lo tomo como algo que hay que hacer. Y evidentemente prefiero pasar el día con mis amigos que con mis padres. Además, según los médicos más notables, es fisiológicamente necesario dormir 24 horas seguidas una vez al año.

OSI: Yo lo hago para celebrar la muerte de Suty y esta noche dormiré en señal de respeto a las muertes de Ast y Asir. Es todo.

ADA: ¿Y no será que piensas eso porque te lo dicen tus madres?

OSI: Pues para tu información me han prohibido este viaje, por estar tan aislado del mundo. Dicen que mejor estar rodeado de gente, pero creo que son un poco paranoicas.

IS: Vaya, me recuerda a mi madre, que en paz descanse.

OSI: Uy, lo siento mucho, Is.

IS: No pasa nada. Ocurrió hace un par de años. Pero volviendo al tema, ¿por qué te han dejado venir, entonces?

OSI: Bueno, al final les he dicho que no iba a venir y que me quedaba en casa…

Ada puso cara de incredulidad y se puso a mirar el paisaje por la ventana.

ZAC: Oye, ¿y cómo está Efrén con el pequeño Bruno? —trató de cambiar de tema para romper la tensión.

ADA: Ais, pues super bien —se giró ella entusiasmada—. Desde que se lo dio Ofe no se separa ni un momento de él. Es casi obsesivo. Por eso no ha querido venir.

ZAC: ¿Y Luis? Hace mucho que no lo veo…


Flashback de Ada

ADA: ¿Tú está seguro de irte de viaje con él así tan pronto? ¿No lleváis sólo tres meses?

LUIS: ¡Que sí, pesada! Yo confío en él y es lo que cuenta. Además, que son sólo un par de días.

Ada expresó su disconformidad y desconfianza mirando hacia otro lado, pero tenía que aceptar lo que su amigo decidiese.

ADA: No me hace ni pizca de gracia que sea heterófobo, pero es tu elección. Lo que no me gusta es que hayas cambiado tanto sólo por él. Ya no podemos decir que somos las rubias desde que te teñiste de tu color.

LUIS: Cari, nosotros siempre seremos las rubias.

ADA: Has dicho cari…

LUIS: Sí, bueno. Como ya te dije hace tiempo, a Jaime no le molesta la pluma y ya me he dado cuenta que no tengo por qué cambiar por él. Sigo siendo yo, pero me noto algo cambiado. Ya no me apetece ir tan llamativo. Siento que todo eso ya ha pasado.

ADA: Bueno, Luis. Si es así como te sientes, me alegro. Yo sólo quiero que seas tú mismo.

LUIS: ¡Yo siempre seré yo mismo! ¡No, venga!

Rieron los dos y se dieron un abrazo muy sentido de despedida.

Fin del flashback


ADA: Se ha ido con Jaime de vacaciones por la Renovación.

ULISES: ¿Y Pascual?

Todos miraron hacia otro lado y se hizo un silencio incómodo que nadie quiso responder, porque era evidente que ya no tenían relación alguna con él. Sólo el sonido lejano de un trueno en el horizonte logró volver a hacerles hablar.

ZAC: ¡Mierda, mierda, mierda! ¡¿No me jodas que esta noche va a haber tormenta y nosotros en una casucha en medio del campo?! ¡En la predicción del tiempo ponía que iba a estar despejado!

DAVID: Calla, es que tiene miedo a las tormentas —le susurró a Osi, pero evidentemente todos le oyeron.

ULISES: Se llama brontofobia.

ZAC: ¡No le pongas nombre que suena aún peor! Me hace parecer enfermo o algo.




Mientras tanto en Valencia ya se estaba poniendo el sol y Pascual salió de su refugio provisional, una vez derrumbada su casa, porque imaginaba que la policía lo estaría buscando. Iba mirando hacia todos los lados paranoicamente en busca de posibles luces azules u hombres uniformados y se escondía en las esquinas vigilando que no hubiera nadie.

En una bolsa llevaba el cadáver de su mascota Farli, que había vuelto a su casa ocupa a recogerlo, y el olor que desprendía ya era nauseabundo. Así que se dirigió hacia la zona de cruising para enterrarlo, donde sabía que estaría camuflado entre la maleza del bosque.

PASCUAL: Lo siento mucho, Farli. Tú no te merecías este final, pero tengo que enterrarte. Sé que te quieres quedar conmigo, pero ya no puedo llevarte más tiempo —se le pusieron los ojos llorosos.

—Todo es por tu culpa.

Le pareció oír un susurro de una voz siniestra. Se giró compulsivamente mirando hacia todas partes pero no veía a nadie. Intentó tranquilizarse fumando un poco de su pipa de crack, cavó un hoyo con sus manos y enterró a su más fiel compañero. A continuación se tiró al suelo a descansar del esfuerzo que había hecho, que aunque no era demasiado, debido a su deplorable estado de salud, cada vez le costaba más hacer pequeñas tareas. Y estando tumbado y relajado empezó a escuchar voces otra vez.

—En menudo lío te has metido tú solo…

PASCUAL: ¿Quién eres? ¡Sal de ahí! —exclamó asustado incorporándose.

Giró la cabeza y no había nadie y cuando volvió a mirar al frente ahí estaba. Le costó un poco reconocerlo porque sólo lo vio una vez y ya hacía más de un año, pero al momento supo quién era.

PASCUAL: ¿¿Benja??

BENJAMÍN: Tanto follar sin condón… un día te tenía que tocar. Nunca te han importado las consecuencias de tus actos y unas cosas te han llevado a otras…

PASCUAL: ¡Cállate! ¡Fue un accidente! Se cayó de la cama… Y además, puede que no me haya infectado.

BENJAMÍN: Sabes que tienes la culpa de todo. Tú me diste las drogas aquella noche. Por tu culpa ocurrió el accidente de coche de Efrén y por tu culpa me raptaron.

PASCUAL: ¡¡Déjame en paz!! ¡Eso no es verdad! ¡Tú no eres real! ¡Ni siquiera estás aquí!

BENJAMÍN: ¿Ah sí? ¿Y dónde estaré ahora? ¿Torturado y violado por unos locos? ¿O enterrado en un campo y descansando por fin en paz como Farli? O a lo mejor estoy metido en una red de prostitución en otro país, obligado a trabajar día y noche.

PASCUAL: ¡¡Que me dejes te he dicho!! ¡Vete! ¡Vete, no te quiero ver!

Pascual se tapó los oídos y se acurrucó en el suelo llorando y repitiéndose a sí mismo que aquello no era real.




Al mismo tiempo, a los demás amigos se les había hecho de noche conduciendo y aún no habían llegado a la casa. La tormenta que se avecinaba se oía más y más cerca y Zac estaba cada vez más nervioso. David, que iba al volante del lujoso monovolumen de sus madres, iba un poco perdido. Yendo por una recta encontraron un vehículo parado en medio de la carretera, con las luces puestas alumbrando a una persona que estaba tirada sobre el asfalto. Un hombre de mediana edad estaba de pie al lado del automóvil y parecía estar hablando por teléfono. El grupo de amigos paró el coche justo enfrente de ellos para ofrecer ayuda, en el caso de que hiciera falta, pero también porque les era imposible continuar, ya que además de estar bloqueando el camino no se podía ni esquivar, al haber grandes arbustos y rocas justo a los lados. Osi y Ada bajaron del coche rápidamente para ver si podían atender a la víctima, que aunque no tenían mucha práctica en el campo de la Medicina, la teoría la tenían fresca. Y David salió con un mapa para preguntar al hombre si conocía la ubicación de la casa. Is e Uli se quedaron dentro con Zac, que se negaba en rotundo a bajar.

DAVID: Buenas noches, caballero. ¿Se encuentran bien? ¿Necesitan ayuda médica?

—¡Hola! ¡Menos mal que os hemos encontrado! Hemos tenido un pequeño accidente aquí mi marido y yo y se ha hecho daño en la columna. Se ha tumbado ahí porque no se encontraba bien. He llamado hace un rato a una ambulancia, pero aquí en medio de la nada parece que les está costando encontrarnos.

Ada miraba su vehículo, que aunque parecía muy antiguo, no tenía ningún rasguño, y se empezó a cuestionar cómo habría ocurrido ese accidente. Pero de todas maneras empezó a reconocer a la víctima, que estaba consciente, con la ayuda de Osi.

DAVID: Disculpe, mientras mis amigos le echan un vistazo a su marido, ¿me puede decir si conoce esta casa o los alrededores? —le preguntó enseñándole el mapa.

—Esa casa… no la conozco, no. Pero mira, ve al pueblo que hay aquí al lado a preguntar, ahora cuando quite mi coche y pases. Tiras todo recto…

El hombre se empezó a alejar para señalar con las manos la dirección, aunque entre la oscuridad y la nubosidad no se veía nada. David le seguía, pero cuando se alejaron un poco, cambió el amable tono de voz de repente.

—Escúchame atentamente y no gesticules. Llevo una pistola en la chaqueta, ¿la ves?

David no pudo evitar poner cara de asustado, pero asintió con la cabeza.

—Cambia esa cara ahora mismo.

Y David trató de poner una expresión más neutra, aunque su cara seguía reflejando pánico.

—Buen chico. Ahora vas a volver a tu coche y les vas a decir a todos tus amigos que bajen. Invéntate una excusa. Y no les diga nada, que te estoy mirando y apuntando. Como vea una cara rara, disparo.

Él volvió hacia su monovolumen seguido del hombre y les indicó a sus amigos que bajasen para que les explicaran el camino, que él no se aclaraba, pero Zac tenía mucho miedo de la tormenta y no se sentía seguro si abandonaba el automóvil. En ese momento, unos rayos cayeron fugazmente en el horizonte.

ZAC: ¡Ni de coña! ¡No me necesitáis! Aprendeos vosotros el camino que yo me quedo aquí.

DAVID: ¡Qué bajes te he dicho!

ADA: ¿Qué está pasando ahí? —le dijo a Osi—. Voy a ver qué pasa.

—Tú quietecita ahí —se incorporó la víctima, se sacó otra pistola del bolsillo y Ada y Osi obedecieron.

David seguía intentando sacar a Zac del coche desde fuera, aunque Uli e Is seguían dentro también. Ulises miraba a David con extrañeza de por qué esa urgencia de querer que saliera Zacarías, sabiendo que tiene miedo a las tormentas y en un segundo cruzó su mirada con la de David. Miró hacia sus propias manos, que las tenía tapándose con su cuerpo del hombre que le amenazaba, e hizo un gesto de pistola con ellas, lo cual entendió rápidamente Uli, que estaba en el asiento de la ventanilla. Se puso a pensar y se le cambió la cara, pero David le sonrió con gesto de que disimulase.

—¡¿Qué está pasando?! ¡¿Por qué no bajan?!

Se acercó el hombre al coche y cuando estaba lo suficientemente cerca, Ulises abrió la puerta de golpe y le dio en las manos y estómago. La otra persona que estaba sentada en la carretera con Osi y Ada se iba a girar, pero Osi le dio un beso a Ada para atraer su atención, y además de conseguirlo, le horrorizó. No obstante, al oír al otro hombre caer al suelo se giró repentinamente.

—¡¿Pero qué?!

Ada aprovechó el momento de despiste para darle una patada en la mano de la pistola, que la alejó un par de metros, y después se levantó rápidamente y le propinó otra en la cara. Salieron corriendo hacia el coche, subieron todos y David arrancó a toda velocidad echando marcha atrás.

El hombre del portazo se levantó dolorido pero calmadamente, mientras que el otro se levantó, cogió el arma y cuando iba a disparar le dijo su compañero:

—¡Para! ¡No dispares o te cargarás el coche! Sé a dónde van.

—Y encima son unos putos reproductores —se guardó el arma en el pantalón—. El chico le ha dado un beso en la boca a la chica…

—Malditos pervertidos. Van a ver lo que es sufrir. Vamos a pasar un buen rato…



MAÑANA, martes 28 de junio a las 21:00 la segunda parte, que es el final de la temporada.

lunes, 20 de junio de 2011

2x10 OSI

Priviuslí, en El mundo al revés: hace casi un año, Osi confesó a sus madres su heterosexualidad, pero ante el disgusto de éstas, que lo echaron de casa, y después de estar un mes con Ada, reculó y ahora dice que es gay y está con Nacho, un chico compañero suyo en el pub Inframundo. Por aquellas épocas, Osi también ayudó a salvar a David del secuestro de Tirso, atrayendo un cuchillo hacia su mano.

Con el paso del tiempo y al volver a cambiar de acera Osi, las madres retomaron el contacto con él. Ellas pertenecen al grupo religioso de los Discípulos de Asir, donde antes iban con Osi a misa a escuchar los sermones de Noé, el cura de la congregación.

Pascual, que vive de ocupa en una casa abandonada, ha sido puesto en libertad después de hacer un pacto con la policía al delatar a las madres de David como traficantes de drogas. Va de un lado a otro con su gato Farli y últimamente ha tenido alucinaciones debido al crack que fuma.




Eran mediados del mes de junio en Valencia y ya se notaba como algunas noches se pegaban las sábanas del calor. Osi se despertaba en su habitación y en poco tiempo ya estaba listo para ir a hacer el examen del MIR. Se puso su polo y sus mocasines para ir arreglado, como siempre le gustaba ir a él, y además porque sabía que vería a Ada en el examen. Pero antes de irse se entretuvo con un asunto pendiente. Algo que había intentado algunas veces ya. Puso un bolígrafo encima de su escritorio, donde no había nada más, se alejó un poco y estiró su mano. Parecía concentrado en el bolígrafo. Se pasaba así unos segundos mirándolo y casi haciendo fuerza con la mano.

OSI: ¡Vamos maldito boli! ¡Ven a mí! ¡Hoy es un día importante!

Unos minutos después se cansó de intentarlo. El desánimo de todos sus intentos fallidos anteriores le quitaba la esperanza de volver a atraer un objeto como lo hizo aquel día con el cuchillo de Tirso.

OSI: ¿Estaré loco? ¿Y si lo tiró él y me hizo creer algo? ¿Y si había un imán detrás?

Después de darle vueltas al asunto durante un rato, fue a la cocina a desayunar y allí estaba Zac.

ZAC: ¡Buenos días! ¿Cómo lo llevas? ¿Estás nervioso?

OSI: Un poco sí.

ZAC: Bueno, pues que tengas mucha suerte.

OSI: Gracias, Zac.

ZAC: Por cierto, mañana viene la nueva. Este piso parece un hostal. Entra y sale la gente con una facilidad…

OSI: Sí. Echaré de menos a Ofe. Ella era la que se encargaba de todas las gestiones de la casa y de hablar con el dueño y eso. Si no fuera por la pedante esa de Sandra seguro que se hubiera quedado. ¡Más mala que Suty!

ZAC: Anda, no creo que sea para tanto. Ella estaba tensa con Efrén desde hacía tiempo y ya que le dio al bebé, ya no tenía motivos para estar aquí.

OSI: ¿Y tú hablas con David o ya nada de nada?

ZAC: Pues me he enterado de que él y Luis han hecho los exámenes finales y si todo va bien, habrán acabado la carrera ya. Bueno también me he enterado de que vuelve a fumar. Pobre… Con todo lo que le ha pasado últimamente me gustaría ayudarle, pero es como que no. Ya no tengo nada con él. Ni siquiera una amistad.

OSI: Es una pena, pero qué te voy a contar yo si tampoco me hablo con Ada.

ZAC: Bueno, cosas que pasan… ¿Esta noche sales para celebrar que ya eres libre de tanto estudiar?

OSI: He quedado un rato con Nacho, pero no volveré tarde porque mañana por la mañana vienen mis madres de Madrid.

ZAC: ¿No estuvo tu madre Soledad aquí hace un par de meses?

OSI: Sí, aquello fue raro. Fue una visita sorpresa porque según ella había venido a Valencia para tratar unos asuntos. Las madres y su lenguaje, ya sabes…

ZAC: Yo soy huérfano.

OSI: ¡Santa Ast! ¡Perdóname, por favor! Se me había olvidado.

ZAC: No pasa nada, no te preocupes. Oye, ¿y con Nacho qué tal vas? Nunca hablas de él.

OSI: Sí, bueno. Ahí está. No sé realmente ni lo que estamos haciendo… Ni lo que estoy haciendo yo con mi vida… Esta noche vamos a hablar de lo nuestro.




Al día siguiente, Osi se reunió con sus madres, que le habían insistido infinitamente que las acompañara a la misa de los domingos de la congregación de Valencia, que desde que se fueron no habían vuelto. Pero Osi hacía tiempo también que no iba al templo y con su lío mental en esos momentos, no era propenso a inclinarse por la religión.

—¡Hijo mío! ¡Cuánto tiempo! Ven aquí que te dé un abrazo  —dijo eufórica Epifanía—. Mira qué mancha tienes en la frente. Trae que te limpie —se chupó un dedo y le limpió la cara, a lo que Osi puso cara de desagrado.

—¿Qué tal fue el examen? Seguro que muy bien. Dame un beso, cariño —dijo Soledad más sosegada, porque ella hacía menos tiempo que no le veía.

OSI: Pues el examen bien. Estaba muy difícil, pero creo que ha salido bien. Ahora a esperar los resultados.

—Cuánto me alegro. Ahora ven que te peine, que no quiero causar mala impresión en la congregación. Que hace tiempo que no nos ven.

Soledad sacó un peine del bolso y una botellita de agua, que usó para mojar el peine y hacerle la raya a un lado a Osi. Pero Osi se rebeló y se apartó.

OSI: Vale, ya está. Déjame que así voy bien —se sentía presionado por el sobreprotector trato de sus madres, del que pensaba que se había librado por no verlas tan a menudo.

—Bueno, bueno. No te pongas así. Vámonos ya para el coche o llegaremos tarde —dijo Epifanía poniéndose a andar.

—Y cuéntanos, ¿qué tal con tu novio Nacho? Queremos conocerle.

OSI: Aaah… pues… bien. Muy bien. Estamos muy bien.

—Oh, cuánto me alegro de oír eso, hijo. ¡Es tu primer novio!

—Yo también me alegro mucho. Qué buenas noticias.

Se regocijaban las madres de Osi de que confirmara que era gay como Asir mandaba, como si todo aquel capítulo de su vida en el que les confesara que era heterosexual y le echaran de casa nunca hubiera ocurrido realmente.

Una vez llegaron a la congregación, les recibió entusiasmado el cura, Noé.

—¡Bienvenidos, familia Saavedra-Pinar! ¡Cuantísimo tiempo! Y además, al completo.

—Nosotros también estamos encantados de poder asistir a uno de sus apasionados discursos de nuevo —le dijo Soledad, tan disciplinaria como ella era siempre.

—Con Osi he intentado contactar por teléfono para que viniera algún domingo, pero no pude hacerme con él…

OSI: Sí, bueno. He estado muy ocupado con el MIR.

—Bueno, cojan asiento, que en seguida va a empezar el sermón.

Después de recibir afectuosamente a todos los miembros de su orden, Noé se situó en su atril para comenzar con su discurso. Osi notó que la gente hablaba por lo bajo, como si la congregación estuviese algo alterada en general. Además, también se veía menos multitud de lo que él recordaba desde su última vez.

“Queridos hermanos asiristas. Hoy vamos a hablar del día en que Ast curó a los leprosos de Kazir. Como todos sabemos, antes de la liberación que los divinos hermanos propagaban, los indecentes paganos de los Antiguos vivían en pecado. ¡Esos malditos procreadores! Perdón…

Como decía, la santa de Ast curó a los enfermos del pueblo de Kazir, pero les advirtió que debían de cambiar sus costumbres hacia unas más civilizadas para controlar racionalmente la reproducción. Y eso hicieron. Pasaron de su anterior repugnante estilo de vida a empezar a hacer vida en parejas homosexuales, como siempre habían querido en el fondo de sus corazones. Porque lo contrario, no es correcto.”

OSI: ¿Y si ellos sentían que era correcto? —interrumpió el discurso ante la atónita mirada de sus madres y el silencio expectante de todos los asistentes—. ¿Y si dos personas se sienten a gusto juntas y son de sexos opuestos? ¿Por qué no pueden hacer lo que quieran?

Noé, que ya parecía muy tajante con la misa que estaba dando, se vio completamente superado por la impertinente pregunta, perdiendo por completo la compostura ante el murmullo creciente de fondo.

—¡¡Porque está mal!! —golpeó con fuerza el atril— ¡Eso no es lo que Asir querría! ¿Es que no te han enseñado nada tus madres?

Todo el mundo miraba a la familia y las madres de Osi no podían sentirse más avergonzadas.

—Hijo mío, te lo ruego. Las preguntas, luego a nosotras y en privado. ¿Cómo osas interrumpir al cura en medio de misa? Y encima delante de la congregación entera.

OSI: Y si en la antigüedad no había inseminación artificial como ahora, ¿cómo se reproducían? ¿Es que nadie piensa en ello?

—¡Ni lo nombres, te ordeno! ¡No blasfemes más! ¡Eso lo hacían porque era estrictamente necesario, insolente! —respondió indignado Noé, dándole una patada al atril, que cayó delante de una familia que estaba en primera fila— ¡Ya está, lo habéis conseguido! He perdido los nervios como todos lleváis murmurando que iba a pasar desde que mis sermones son mucho más apasionados —gritaba descontrolado mirando a todos sus feligreses—. Me despido de todos vosotros, que no apreciáis mi labor aquí y mi incuestionable fe.

Noé se fue hacia su despacho y lo cerró de golpe entre un mar de habladurías. Osi se hallaba perplejo, no más que sus madres, que estaban horrorizadas de que su hijo hubiera desatado todo ese revuelo. Así que decidieron esperar fuera a que todo el mundo se marchara para poder hablar con el cura de lo sucedido, pero una vez salió de su despacho les aconsejó que sería mejor hablar al día siguiente, cuando estuviera más relajado.




Ya era de noche y Pascual había encontrado a un hombre con el que saciar su apetito sexual. Como aquel vivía en la calle, e incluso tenía peor aspecto que Pascual, decidieron ir a su casa ocupa, ya que colocados como iban no podían ir mucho más lejos de allí.

PASCUAL: ¿Quieres un poco? —le ofreció la pipa de crack a su invitado.

—No, no, no. Paso. ¿Tienes heroína?

PASCUAL: Joder, tete. Vas muy a tope. Tengo un poco porque la paso, pero nunca me he hecho.

—Anda tráela y tú fúmate esa mierda.

Él le dio la heroína que llevaba y el otro se puso a prepararla, se sacó una jeringuilla y la dejó preparada. El indigente se tumbó en la cama y se desnudó mientras Pascual fumaba de su pipa.

—Ven aquí, hombretón.

ULISES: Gracias por meterme en toda tu mierda de las drogas.

PASCUAL: ¿Ulises?

—¿Qué dices? ¿Con quién hablas?

PASCUAL: Me… me… Me habías parecido otra persona —empezó a reír nerviosamente.

—Eso es que estás colocado. Anda ven aquí.

ULISES: ¿Sabes que voy a acabar como tú? Pero qué más da. La culpa fue sólo mía.

Pascual agitó la cabeza pensando que aquella imagen desaparecería de su pordiosera cama, pero allí seguía viendo a Ulises. Miró hacia otro lado y vio a Farli acurrucado en un sofá viejo y sabía que aquello era real, pero no lo parecía.

ULISES: ¿No quieres follarme?

Pascual cerró los ojos y se pasó la mano por la cara incrédulo de lo que estaba viendo.

—¿Qué coño haces? —decía el vagabundo—. ¡Te he dicho que me folles!

LUIS: Que me folles, te he dicho. Fóllame a pelo, que me gusta más —dijo un rubio platino Luis que se le apareció en la cama—. ¿No era lo que querías? Pues aprovecha.

Ambos practicaron sexo sin protección, que fue algo dificultoso por su estado y por las alucinaciones que tenía continuamente, y al acabar se quedaron tumbados en la cama. Pascual se encendió un porro y su acompañante se inyectó la heroína preparada previamente.

—Ha estado de puta madre, campeón. Me encanta follar a pelo. Aunque tengo que decirte…

Paró un momento por el éxtasis del chute y empezó a carcajearse.

PASCUAL: ¿Qué tienes que decir?

—Que tengo el SIDA. ¡Sorpresa! —siguió riéndose.

PASCUAL: ¡¿Qué qué?! ¡¡Hijo de puta!!

Se giró hacia él y empezó a pegarle puñetazos como podía, porque del colocón apenas controlaba sus movimientos.

—Vamos, vamos. A ti te da igual. Te da igual tu vida y te da igual todo. Si no, no lo hubieras hecho sin condón conmigo.

PASCUAL: ¡Maldito hijo de puta!

Se enfureció más incluso tomando conciencia de lo que había pasado y le propinaba puñetazos con más fuerza, sacándolo incluso de la cama en un momento en que cayó al suelo y se dio un golpe en la cabeza con unos escombros que había por allí, ya que la casa estaba en ruinas. El hombre quedó inconsciente y un charco de sangre brotó de debajo de su cabeza.

Pascual no sabía qué hacer. Se echó las manos a la cabeza lamentándose de lo que había hecho y en ese instante tocaron a la puerta de la calle, una de las pocas estructuras que se mantenía en pie de la casa.

—¡Policía! ¡Abra la puerta!




A la misma hora, las madres de Osi fueron a hablar con el cura Noé, ya que no iban a esperarse hasta el día siguiente porque se iban temprano.

—Ya le hemos dado un escarmiento. Créame. No se volverá a repetir. Pero por favor, no deje usted la congregación. Nos sentimos muy culpables —decía Soledad cogiéndose su colgante en forma de mano blanca.

—La culpa no es suya. Esto iba a pasar tarde o temprano de todas maneras.

—Pero aunque se marche, seguirá proporcionando la protección que hasta ahora ha llevado a cabo para nuestro hijo, ¿no es cierto?

—Dudo mucho que nuestra hermandad siga dándoles esos servicios, y más sabiendo que es una oveja descarriada. Es imposible que sea lo que considerábamos. Ese chico, como ustedes sospechaban, tiene el mal dentro. Es heterosexual, seguro.

—¡No, no! Ahora tiene novio, se lo aseguro. Aquello fue una etapa, pero estamos seguras de que sigue el camino de Asir. ¿Dónde va usted a estar mejor que aquí, entre los suyos?

—¡Los míos cada vez son menos! ¿No ha visto la misa de hoy? La gente cada día tiene menos fe y cada día hay más depravados en el mundo. Dar un sermón no es suficiente. Hay que ir un paso más allá y yo voy a tomar cartas en el asunto. Aunque ello implique usar la violencia.

—No diga eso, Noé. Mire, para asegurarnos todos de que las condiciones de protección para nuestro hijo siguen siendo las mismas, este mes donaremos una cantidad especialmente más que generosa para los Discípulos.

—Eso no va a cambiar el hecho de que abandono esta congregación. Pero lo de las condiciones se podría mirar… ¿Cuánto de generosa sería esa donación?




Mientras tanto, en la casa ocupa de Pascual.

—¡Policía! ¡Abra la puerta o la echaremos abajo! Sabemos que está ahí. Le hemos avisado otros días ya para que abandonara la propiedad. Tiene que abandonarla ahora mismo. Mañana van a demolerla.

Pascual seguía paralizado y mirando anonadado al vagabundo que yacía en el suelo rodeado de sangre, como si de un momento a otro fuera a despertarse de la pesadilla que estaba teniendo. Se empezó a pegar él mismo en la cara con la mano abierta para ver si esa alucinación pasaba pero todo seguía igual. Pascual trató de cogerle el pulso al indigente, pero no notaba nada y la policía cada vez tocaba a la puerta más insistente y más amenazante.

Se giró y vio a Farli, que se estaba poniendo intranquilo con tanto barullo. Se giró y vio la jeringuilla con heroína que se había inyectado el muerto y pensó que de esa no iba a salir. Aún si le declararan inocente del homicidio, de detenerle otra vez por tráfico o posesión de drogas sería reincidente e imposible de evadir, ya que ya no tenía un as bajo la manga como la otra vez. Así que cogió la jeringuilla, que aún contenía droga, le puso la tapa y se la guardó.

—¡Vamos a tirar la puerta abajo! Aléjese de la puerta.

Empezaron a dar golpes en la puerta mientras Pascual cogía a Farli para escaparse por la ventana trasera, pero el gato estaba muy nervioso y no se dejaba coger.

PASCUAL: Farli, ven aquí. Por lo que más quieras. Lo eres todo para mí. Eres lo único bueno en mi vida —decía persiguiéndolo.

Pero se dio cuenta de que la policía estaba a punto de derribar la puerta y se fue con todo el dolor en el corazón sin Farli. En el instante justo que Pascual salía por la ventana con los ojos vidriosos entró la policía y Farli salió corriendo por la puerta frontal, cruzó la carretera asustado y un coche le cegó con los focos, atropellándolo.

Pascual oyó el ruido y escuchó los fuertes maullidos de su gato, pero él ya estaba corriendo para alejarse de la escena del crimen. Sus ojos llorosos derramaron lágrimas que le caían por toda la barba mientras no dejaba de correr en dirección contraria.




A la mañana siguiente las madres de Osi se volvían a Madrid. Pero antes de irse trataron de hacerle entrar en razón y que volviera a pedir perdón a Noé. Pero Osi ya estaba harto de tanto hacer lo que no quería hacer.

OSI: No, mamás. No voy a pedir perdón por hacer una pregunta o por decir lo que pienso. No he hecho daño a nadie ni creo que lo haya hecho faltando al respeto.

—Pero hijo…

OSI: No, mamá. Se acabó —dijo seriamente zanjando la cuestión—. Yo no pertenezco a ese sitio. Creo en Asir, pero no creo que la religión deba de ser tan tajante con las preferencias sexuales de cada uno. He intentado hacer lo que todo el mundo hace, lo que vosotras creéis correcto, pero yo no soy así. No quiero a Nacho y nunca lo he querido y no pretendía hacerle más daño, así que lo hemos dejado.

—Bueno, cariño… Nosotras no te podemos decir nada más. Es tu vida. Vívela como quieras.

Afrontaron ellas la verdad que no querían ver y pensaron que si se volvían a Madrid no tendrían que verlo con sus propios ojos y les dolería menos que su hijo estuviese viviendo una vida que para Asir sería pecado. Así que se fueron dolidas sin insistir más en lo que seguramente daban por causa perdida.

Osi sabía que no reaccionarían bien, pero por lo menos ya habían aceptado que él es quien es y no podían cambiarlo, y eso para él era todo un éxito. Feliz como estaba de su logro, la única persona que tenía en mente para compartirlo, que a pesar de todo lo ocurrido nunca había dejado de pensar en ella, era Ada. Así que se fue corriendo hacia su casa con una sonrisa en la boca que no se podía quitar de la emoción y tocó a su puerta, abriéndole ella.

ADA: ¿Qué haces tú aquí? —preguntó malhumorada y contrariada al mismo tiempo.

OSI: Ada, ¡ya no estoy con Nacho! Tenías razón en todo lo que dijiste aquel día en el Infra. Soy hetero y eso no lo puedo cambiar. Quiero que volvamos a intentarlo.

—¿Vienes ya, tía, o qué? —se oyó una voz tosca de hombre que venía de dentro de la casa.

OSI: Uy, ¿quién es ese?

ADA: Mira, Osi. Me parece muy bien lo que dices, pero yo no quiero volver a intentar nada. Tuviste tu oportunidad y me lo hiciste pasar muy mal. Ahora hago lo que me da la gana y no tengo ataduras. ¿Y sabes qué? Soy la mar de feliz. Gracias por dejarme. Fue una liberación. Adiós.

Y le cerró la puerta en la cara sin dejarle ni contestar. Osi se quedó destrozado porque él imaginaba un final feliz, pero se dio media vuelta y volvió a su casa.

Una vez allí, se acordó de que era el día en que llegaba la nueva compañera de piso y fue a su cuarto para abrir las ventanas y que se ventilara un poco, pero cuando abrió la puerta la encontró allí en sujetador, porque estaba cambiándose.

OSI: ¡Asir mío! Lo siento muchísimo —se tapó inmediatamente los ojos, pero seguía parado y poniéndose como un tomate.

IS: ¡Vaya, qué mal comienzo! —dijo ella avergonzada también y poniéndose una camiseta—. Espera que me ponga algo. Ya está, ya puedes mirar.

Cuando Osi la miró la recordó al instante por esos preciosos ojos verdes que vio salir del psiquiátrico un día que fue con David y se sintió todavía más abrumado.

IS: Yo soy Is, encantada.

OSI: Hoo… hoola. Yo soy Osi.

IS: Anda, vaya dos nombres tenemos. No soy la única en el club de los nombres raros —dijo ella tocándose el pelo.

OSI: Bueeeno, bueno. Yo me voy que tengo que hacer cosas —le dijo nervioso.

IS: De acuerdo. Nos vemos por aquí a partir de ahora. Pero una cosa…

OSI: Sí, dime.

IS: A la próxima toca a la puerta antes de entrar.

OSI: Sí, sí. Yo normalmente… Es que yo pensaba… Bueno que sí. Que lo haré. Y lo siento otra vez.

IS: Hasta luego, Osi…



Próximo episodio: lunes 27 de junio de 2011 a las 21:00.


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