Priviuslí, en El mundo al revés: Pascual ha estado desfasando todo el curso, primero poniéndole drogas a Efrén en su cubata (lo que Ada vio y no contó a nadie) y co-causando un accidente de coche que dejó secuelas en todos sus amigos y uno de ellos (Benjamín) desapareció, hasta tener relaciones promiscuas sin protección y coger alguna venérea. Además, hace meses que no paga el piso donde vive con Efrén, Ofelia y Ulises.
Uli, un poco freak, heterófobo y algo extraño por cargar demasiadas cosas en su vida, quizá, decidió hacerse un cambio de imagen y se apuntó a un gimnasio. Además Pascual le ayudó a introducirse en el mundillo de las drogas y él aceptó porque es casi su único amigo, pero éste lo usa a su antojo.
Efrén se quedó ciego temporalmente a raíz del accidente y decidió reorganizar su vida, ya que tuvo que dejar de ser futbolista. Retomó su carrera de ADE, tiene un pub de éxito (el Inframundo) y le acaba de proponer a su mejor amiga Ofe que sea su matriz, para engendrar a su hijo.
Osi, un chico muy religioso y muy protegido por sus madres ultraconservadoras, parece sentirse atraído por Ada. La última vez que se vieron se liaron, pero él se fue corriendo con remordimientos porque ser heterosexual no está bien.
Zac perdió algo de memoria después del accidente, lo cual aprovechó David para hacerle creer que estaban juntos. Después de meses saliendo, la relación no funciona porque David fuma (y eso no le gusta a Zac) y tiene una extraña relación con su amigo Tirso, al cual un día siguió Luis hasta su casa para averiguar cosas sobre él. Zac está frustrado porque intentó buscar a su amigo Benjamín, el que desapareció el día del accidente, pero no encontró nada, así que lo dio por desaparecido. Menos mal que Efrén siempre está ahí para consolarlo, y para recordarle la química que hay entre ambos.
Ah, Tirso ha dejado inconsciente a David de un golpe y se lo ha llevado a su casa porque está obsesionado con él.
Y aquí comienza el capítulo final de temporada de El mundo al revés.
PRIMERA PARTE
Día 27 de junio. Ada estaba en casa de Efrén tomándose un café y charlando con él tranquilamente.
ADA: Ais, necesitaba un café o no aguanto hasta las 12. ¿Tú qué vas a hacer esta noche, Ef? ¿Algo especial?
EFRÉN: No, no creo. Como mis padres nunca vienen, estaré yo solo, como siempre.
En ese momento entraba Pascual adormecido por la puerta, con barba de muchos días, el pelo sucio, la ropa sucia, olor a porro...
ADA: Vaya, Pascual, pareces un vagabundo. Anda dúchate, que quiero hablar contigo.
PASCUAL: Mira, teta. Estoy harto de que me digas lo que tengo o lo que no tengo que hacer —replicó pasota sin motivo alguno—. ¡No eres mi madre! ¡Que te den por el coño! No espera, que eso te gustaría.
ADA: ¿Pero qué pasa contigo? —dijo ella sorprendida de su reacción, pero no enfadada.
PASCUAL: Que a ver si te enteras de que nadie controla mi vida. Yo soy libre. Hago lo que me sale del nabo.
ADA: Bueno, paso de hablar contigo ahora mismo porque no sé lo que te has fumado o algo peor —dijo ella intentando dejar pasar el tema, mientras Efrén permanecía callado observando la conversación.
PASCUAL: Que no quiero hablar contigo ni ahora ni luego. ¡Déjame en paz!
Y de oír tantos gritos salió Ofelia de su habitación, que permanecía allí recluida por no estar con Ada en el salón, ya que no podía con ella.
OFELIA: Hombre, chiquitín —dijo con una alegría convenida—. A ti te quería ver yo. Éste es el tercer mes que no pagas el piso —y se puso muy seria de repente.
PASCUAL: Ya, teta, pero es que…
OFELIA: ¡Ni teta, ni pene! Me debes todavía un mes y el último mes que pagaste pagó Ada en tu nombre. ¿Y en vez de darle las gracias coges y le gritas y la mandas a la mierda? Te estás equivocando con todo el mundo Pascual. Te estás equivocando de todas, todas.
PASCUAL: ¡La que te equivocas eres tú! —gritó desquiciado—. ¡No sabéis quién soy! ¡Nadie me conoce!
ADA: A lo mejor es que no te dejas conocer, Pascual —dijo ella apaciguando.
PASCUAL: ¡Dejadme en paz todos! No quiero saber nada…
OFELIA: La que no quiero saber nada de ti soy yo —sentenció ella con tono firme sin dejarle acabar la frase, aunque con su aguda voz era difícil—. Ya no vives aquí. Es sencillo: no pagas y encima no nos respetas a ninguno, así que no puedes seguir viviendo aquí. Recoge tus cosas y vete, si es que tienes algo en ese asco de habitación…
Pascual los miró a todos amenazante, sin mucho control de lo que estaba haciendo o diciendo por el efecto de a saber qué droga, se dirigió hacia la puerta y se fue. En la habitación quedó una tensión irrespirable. Ofelia se volvió a meter en su cuarto y Ada se quedó mirando a Efrén.
ADA: Es una pena que haya acabado así. Antes él no era así…
EFRÉN: No creo que se pueda hacer mucho más por él. Tú has intentado ayudarlo muchas veces y no quiere la ayuda de nadie. Fíjate, si es que él ni siquiera se ha interesado nunca por ti. Ni cuando estabas en el hospital… —se puso a reflexionar—. ¡Maldito accidente de mierda! Si no fuera por ese accidente ahora sería jugador de primera y sería millonario.
ADA: Efrén… —le miró a la cara insegura de lo que iba a decir—. Creo que hay algo que deberías de saber…
Al mismo tiempo, Tirso mantenía a David en su casa atado de pies y manos a una silla, aprovechando que sus padres llevaban días sin aparecer por allí. Le había puesto una mordaza que sólo le quitaba para darle de comer. Parecía nervioso todo el tiempo, con su exagerado tic en el ojo. A veces incluso guiñando ambos. A esa hora del día, Tirso le traía la comida a David en una bandeja.
TIRSO: Te voy a quitar la mordaza. Pero sabes las normas. No puedes gritar.
David asintió con la cabeza ansioso por probar un bocado y él le quitó la mordaza.
DAVID: Tirso, por favor. ¿Qué estás haciendo? ¿Cuál es tu plan? ¿Me vas a matar? ¡Éramos amigos!
TIRSO: No hables —le ordenó poniéndole un dedo en la boca y hablándole despacito—. Tú no eras mi amigo. Yo era tu amigo —recalcó él—. Nunca te he importado una mierda. Sólo he sido tu perrito faldero.
Y un ruido brusco como de un objeto macizo cayendo al suelo se oyó en una habitación cercana, interrumpiendo la conversación. Un ruido que David ya había escuchado antes durante esos tres días que llevaba secuestrado.
DAVID: Hay otra persona aquí, ¿me equivoco?
TIRSO: Pfff, qué listo eres, señor perfecto. El señor listo y el señor perfecto lo sabe todo —se puso a imitarlo irónicamente—. Y en la habitación de al lado tenemos a —se puso ahora a imitar a una azafata de televisión—. ¡Un tal Benjamín! Es lo único que he podido oír de boca de mis padres. ¿Te puedes creer que no me dicen nada? ¿Se piensan que yo estoy tonto? ¿Qué no podía darme cuenta de que tienen meses a una persona ahí encerrada? Pues te digo una cosa. Si ellos pueden, yo también. Estoy harto de tus preguntas —le dijo poniéndole la mordaza otra vez—. Hoy te quedas sin comida, por pesado.
Y David forcejeó con la cabeza para evitar que se la pusiera y porque además se moría de hambre, pero nada pudo hacer. Se quedó llorando de impotencia solo en el cuarto y Tirso se fue con la bandeja de comida que había preparado.
Mientras tanto, Osi estaba en la cocina de su casa esperando a que sus madres acabasen de hacer la comida, dándole vueltas a lo que pasó hace unos días con Ada. Se estaba carcomiendo por dentro de lo que sentía, pero en su casa le habían enseñado que eso no estaba bien.
—¿Qué te pasa, hijo? Te noto raro desde hace unos días —le dijo su madre Soledad mientras seguía cocinando.
OSI: No sé, mamá. Me noto distinto. Creo que tengo pensamientos impuros —dijo en voz baja muy avergonzado.
—Ay, hijo. Es normal que a tu edad tengas inquietudes con los chicos —le quitó ella hierro al asunto—. Y no está mal que te relaciones con ellos. Si es por eso no pasa nada.
Osi siguió callado incómodamente.
—¡Vamos, anímate! Que estamos celebrando la muerte de Suty. ¡Hay que estar alegre! ¡Es un día de celebración!
OSI: Mamá, no creo que sea algo relacionado con los chicos. Creo que es con las chicas.
Y Soledad que estaba colocando los platos en la mesa dejó caer uno al suelo sin querer.
—Vamos a tranquilizarnos —se dijo ella a sí misma—. ¿De qué estamos hablando exactamente? — y Epifanía se puso de pie con expresión más seria.
OSI: Yo creo que… no sé. Bueno sí sé —se armó de valor y siguió con decisión—. Soy heterosexual.
Soledad se cogió su colgante que llevaba siempre al cuello con forma de mano blanca y tocándolo con ojos de incredulidad se puso a rezar desconsoladamente, mientras que Epifanía se le acercó a Osi muy seriamente con cara de decepción.
—Eres la vergüenza de esta honrada familia. Ya no eres mi hijo. Vete de aquí. No te quiero volver a ver en la vida —le dijo contenida de rabia y con mucho desprecio, pero con lágrimas en los ojos.
Osi quedó estupefacto ante tal reacción. Buscaba la mirada de su otra madre, pero no paraba de rezar. Así que se fue de casa apresurado con lo puesto. No sabía a dónde ir. Después pensó en el motivo de que toda esa situación ocurriese y se fue hacia casa de Ada para contarle lo que le había pasado, pero cuando llegó allí Ada no estaba. En su lugar encontró a Zac que lloraba sin parar y parecía por sus pintas que llevase días sin salir de casa.
OSI: Hola, veo que es mal momento, pero, ¿está Ada?
ZAC: No, no está —dijo de mala gana sonándose la nariz.
OSI: Uy, pues perdona… Sé que igual me meto donde no me llaman, pero ¿te puedo preguntar qué te pasa? —quiso empatizar con él porque lo vio muy triste.
ZAC: David me ha abandonado —dijo melodramáticamente—. Se fue con Tirso hace días y no ha vuelto ni siquiera a recoger sus cosas. Seguro que estaban liados y por eso no me contaba nada. No me lo puedo creer. Primero pierdo a Benjamín y ahora David. Soy un desgraciado.
Se oyó el ruido de la puerta de la casa y Zac levantó la vista con esperanza para ver quién venía, pero era Luis que llegaba en ese momento.
LUIS: Holaaa —dijo en general—. Hola —se le acercó a Osi con ojos golosos, pero luego vio que Zac tenía los ojos hinchados de tanto llorar—. ¿Pero tú aún sigues así? ¡Que te ha dejado, cari! No vayas de víctima, que tampoco lo querías tanto. Todos los días discutiendo…
ZAC: Es que no puedo evitarlo —seguía llorando—. Es todo muy raro, Luis. ¿Por qué no ha venido a por sus cosas? Sabes la de toneladas que tiene de ropa ahí y lo que le gusta a él. Es muy raro que David vaya tres días con la misma ropa sólo por no verme.
LUIS: Nena, ahora que lo dices es verdad —se paró un momento a reflexionar—. ¿Has probado a buscarlo en casa de Tirso?
ZAC: No tengo ni idea de dónde vive el personaje ese —dijo con desprecio.
LUIS: Yo sí. El otro día lo seguí hasta su casa y vaya casa más rara. Algo sospechoso oí que fíjate, mari, me echó corriendo. Yo te digo dónde está, pero paso de ir. Paso de dramas en mi vida.
OSI: Yo te puedo acompañar si quieres —le dijo él solidariamente, aunque un poco egoístamente porque no tenía a dónde ir.
ZAC: Venga va, acompáñame por favor. No creo que pueda ir yo solo a ninguna parte —se quejó intentando dar pena y sonándose la nariz entre lágrimas.
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