En la calle, Pascual, que le acababan de echar de su propia casa, andaba desorientado mirando a todas partes y todo lo veía deformado y borroso, cuando de repente se topó con Ulises.
ULISES: Hola, Pascual —le dijo un poco decepcionado por las últimas veces que lo había dejado tirado.
PASCUAL: ¿Qué pasa, tete? Pero bueno, qué mazao te estás poniendo —le decía aturdido tocándole los brazos que se le estaban poniendo muy musculosos.
ULISES: ¿Se puede saber qué te has hecho que vas tan ciego?
PASCUAL: Yo no me he hecho nada —balbuceaba, porque le costaba hablar—. Los que me han hecho son la zorra de Ofelia, que me ha echado del piso y la otra mosquita muerta de Ada. ¡Ja! Parece tonta. No te fíes de ella. Conmigo se lió un día. ¿Te lo puedes creer? ¡Se me echó encima!
ULISES: ¿Pero qué dices? ¡Qué asco! —dijo con repugnancia— ¿Cómo dejaste que una chirla te pusiera las manos encima? ¿Eres tonto?
PASCUAL: Mira, tete. Que te pete el blas a ti también —le respondió con indiferencia—. No eres quién para juzgarme. Esfúmate.
Ulises se quedó perplejo por la contestación y cuando se estaba yendo apareció Efrén que venía corriendo hacia Pascual.
EFRÉN: ¡Eh, tú! —chilló desde lejos señalándolo—. Sí, sí. Tú, Pascual. ¡Eres un hijo de puta! — se acercó a él, le agarró por la camiseta y le pegó un puñetazo en la cara—. ¿Cómo fuiste capaz de arruinar mi carrera futbolística y no sentir remordimientos?
Ulises los separó, ya que era más fuerte que Efrén, y se puso en el medio y Ada llegó corriendo también a lo lejos.
ADA: ¡Déjalo! ¡Por favor, Efrén! —dijo exhausta poniéndose a llorar de histeria.
EFRÉN: ¡¿Cómo pudiste?! —le gritó en la cara mientras Ulises se interponía para que no le pegase otra vez—. ¡No te quiero volver a ver por mi pub en tu puta vida! ¿Me oyes? ¡Nunca!
ADA: ¡Ya está bien, por favor te lo pido, Efrén! ¡Vámonos! Míralo… si está acabado —dijo llorando de pena y mirándolo con compasión.
Y se fueron, pero Efrén seguía mirando fijamente a Pascual.
ULISES: ¿Se puede saber a qué venía todo este número? ¿Cómo que arruinaste su carrera? —le dijo a un desvalido Pascual, que se sentó en el suelo de la calle.
PASCUAL: Nunca lo sabremos… Yo le puse GHB en su cubata para que se lo pasara de puta madre aquella noche y luego tuvimos un accidente de coche. ¿Quién dice que sea culpa mía?
ULISES: ¿Cómo tuviste el valor? —hace una pausa para dejarle contestar, pero sigue hablando—. Usas a la gente a tu antojo y luego la desechas. Como estabas haciendo conmigo antes de que llegara Efrén. Cuando me necesitas, guay, pero cuando no, que nos “pete el blas”, ¿no? ¿Pues sabes lo que te digo? Que te pete a ti. Déjame en paz y no me reclutes para ninguna de tus misiones al barrio de la droga, porque no pienso volver contigo para que luego me dejes tirado por ahí. ¡Vas a pasar la noche más importante del año solo!
Ulises se fue indignado comiéndose las pocas uñas que le quedaban y dejó a Pascual en el suelo tirado, que se quedó riendo altivamente.
PASCUAL: ¡Vete! ¡Yo no necesito a nadie! ¡Soy el tito Pascu!
Mientras tanto, Osi y Zac llegaban al barrio de Tirso y acercándose a su casa empezaron a escuchar gritos, ya que los padres de Tirso acababan de llegar a su casa encontrándose con David atado y amordazado en la habitación y Tirso, que seguía muy nervioso, los miraba con respeto y a la vez con vergüenza. Zac y Osi se escondieron al oír esta actividad sospechosa y desde fuera de la casa se escuchaba la conversación entre ellos.
—¿Pero en qué cojones estabas pensando? —le reprocha uno de ellos y se oye el ruido de una bofetada en la cara—. ¡Eres un inútil! Bastantes problemas tenemos nosotros ya para que ahora juegues a “soy secuestrador”.
TIRSO: Yo… es que…
—¡Es que nada! No hay excusa para meternos en este lío —le regaña el otro padre—. ¿Y ahora qué hacemos con él? —señala a David, que estaba muy nervioso también y confundido por la situación.
Osi y Zac no daban crédito a lo que estaban oyendo y se retiraron un poco de la casa para no ser descubiertos, pero inoportunamente Zac pisó una rama que había sobre el césped del jardín, haciendo algo de ruido, así que se fueron corriendo. Pero uno de los padres de Tirso se apresuró para mirar por la ventana y los vio.
ZAC: Mierda, mierda, mierda. ¿Por qué? ¿Tú piensas que el que tiene secuestrado es David? Por Asir, todo me pasa a mí. Primero Benja, luego David —empezó a perder la calma.
OSI: Mira, Zac. Sea lo que sea lo que hemos oído, es un delito secuestrar a alguien —intentó sosegarlo—. Sea o no David… Tenemos que llamar a la policía. Llama tú y quédate aquí. Yo voy a ver qué está pasando —se armó de valor para poner la situación bajo control, ya que Zac estaba fuera de sí.
Y el padre de Tirso que los estaba observando escondido desde la ventana los vio cogiendo el teléfono para llamar y no quiso arriesgarse.
—Vámonos —le ordenó al otro padre.
—¿Pero qué dices tú ahora? —le contestó sorprendido.
—Nos han descubierto. Vámonos, ¡ya! Coge al chico.
Abrieron corriendo la puerta de donde se escuchaban siempre los ruidos extraños y sacaron a rastras a Benjamín, que lo tenían atado y tenía un aspecto muy desmejorado. David lo vio y estaba atónito de ver lo cambiado que estaba, después de tanto tiempo. Él lo recordaba inocente y bonachón y en su cara vio reflejado todo aquello por lo que habría tenido que estar pasando durante meses. Benjamín también lo vio y en su mirada se iluminó un ápice de esperanza, pero siguió forcejeando por escaparse, sin éxito. Los padres de Tirso lo sacaron de la casa por la puerta de atrás, lo metieron en el coche y se fueron corriendo ante la perpleja mirada de Tirso, que vio como era abandonado sin ningún remordimiento. Al principio quedó paralizado por no saber qué hacer, pero se fue enfadando consigo mismo, con sus padres y con todo el mundo por lo que estaba pasando, fue a la cocina y cogió un cuchillo.
Osi que estaba fuera de la casa y vio como los padres se iban en el coche, miró por otra ventana y vio a Tirso con el cuchillo, por lo que decidió entrar en la casa antes de que ocurriera ninguna desgracia.
OSI: ¡Tirso! ¿Te llamas Tirso, verdad?
TIRSO: ¿Tú quién eres? —se giró él asombrado de que hubiera alguien en la casa y le señaló con el cuchillo.
OSI: Tranquilízate. Suelta ese cuchillo. Tú no quieres hacer daño a nadie, seguro que no.
David, que estaba viendo la posibilidad de ser rescatado se puso a chillar con la mordaza puesta y a moverse todo lo que podía, porque estaba atado. Estaba tan angustiado que se puso a llorar histéricamente. Tirso se quedó un poco pensativo al oír las palabras de Osi como si estuviera ponderando la posibilidad de hacerle caso, pero al momento cambió la expresión.
TIRSO: Vete de aquí. Esto no es asunto tuyo —dijo fríamente y le propinó un golpe a David en la nuca con el mango del cuchillo para que se callara, dejándolo inconsciente.
OSI: De acuerdo, Tirso. Esto es lo que va a pasar —intentó hacerle entrar en razón—. La policía está de camino. No vas a conseguir nada haciendo daño a nadie.
TIRSO: ¿La policía? —dijo sobresaltado y puso el cuchillo en el cuello de David amenazante—. De policía, nada o lo mato —amenazó muy seriamente.
Osi se empezó a poner muy ansioso porque veía que la situación se le escapaba de las manos. Le brotaban las lágrimas por las mejillas de impotencia y extendió la mano en señal de paz, para que le diera el cuchillo, pero Tirso seguía sin hacerle caso. Osi volvió a extender la mano y en esta ocasión el cuchillo salió disparado y descontrolado de la mano de Tirso hacia la mano de Osi, cortándole a éste y cayendo al suelo.
Tirso quedó anonadado, no más de lo que estaba Osi, cuando en ese momento se oyó cómo llegaba un coche a la parte trasera de la casa y la voz de uno de los padres de Tirso que lo llamaba. Tirso salió corriendo sin pensárselo dos veces y escapó con sus padres y Osi seguía estupefacto y se arrodilló en el suelo.
Al cabo de unos minutos llegó Zac con la policía y David seguía inconsciente y Osi en el suelo, con la mano ensangrentada. Él explicó que forcejeó con el secuestrador para quitarle el cuchillo y por eso se cortó, pero que finalmente escapó por la puerta trasera. Zac se puso a desatar a David y éste comenzó a recuperar el sentido.
ZAC: ¡Santa Ast! Estás bien —le decía abrazándolo, mientras David seguía un poco aturdido.
Le besó en los labios y lo volvió a abrazar con ansia y con alivio de no haberlo perdido. Pero conforme lo abrazaba, recordaba muchos de los malos momentos que habían vivido últimamente, por lo que su rostro de felicidad tornó a uno de duda.
En ese instante se encendieron unos altavoces que había instalados por toda la ciudad, haciendo el típico ruido de interferencias. Se oía tremendamente alto, como si fuese un anuncio importante. Y se empezó a escuchar el siguiente mensaje por toda la ciudad: “Atención, aviso importante, queda una hora para la renovación. Prepárense, gracias”.
—Es que, chicos, vaya momento habéis elegido para jugar a los secuestradores —dijo el policía en tono burlón—. En dos días, venid a la comisaría y seguimos con todo este asunto. ¡Todo el mundo a sus casas! ¡Rápido!
Y todos se fueron apresurados a sus casas. Zac con David, cogiéndole de la mano, ya que éste se encontraba un poco indispuesto y en shock por todo lo ocurrido. Y Osi se fue con ellos a ver a Ada. Cuando llegaron allí, Osi se metió en la habitación de Ada y la vio que ya estaba acostada.
ADA: Pero, ¿qué haces aquí? —dijo ella sorprendida, pero feliz de que estuviese allí.
OSI: Quería pasar este momento tan especial contigo.
Se tumbó en la cama, le acarició la cara, le apartó el pelo tiernamente y la besó.
Efrén llegó a su casa con Ofelia, que se les había hecho tarde y allí estaba en el portal la portera, que no se perdía ni una.
—¡Pero bueno! ¡Qué horas son estas de llegar! Tú fíjate.
OFELIA: Váyase usted también, ¡que se le va a hacer tarde! —alentó amablemente.
Ella se metió corriendo en la portería asintiendo y Efrén miró a Ofelia mientras subían en el ascensor.
EFRÉN: ¿Has pensado lo que te dije? Sabes que me haría mucha ilusión que fueses mi matriz.
OFELIA: Mira, chiquitín… Creo que tener hijos es un asunto muy serio. Lo tengo que pensar más todavía, ¿vale?
Y Efrén quedó decepcionado, pero se metieron en casa y se acostaron deprisa cada uno en su cama.
Pascual, que se había quedado traspuesto en un callejón, se miró el reloj y se dio cuenta que eran casi las 12 de la noche. Se levantó como pudo y dio una vuelta sobre sí mismo sin saber a dónde ir. Se encendió lo que le quedaba de un porro y se volvió a sentar en el suelo, conforme estaba antes. Se acurrucó, se cogió las rodillas y se puso a llorar apenado de tener que pasar esa noche solo y en la calle.
A continuación se volvieron a encender los altavoces de megafonía por todas partes, oyéndose el siguiente mensaje bien alto y claro: “Atención, comienzan las 24 horas de sueño, comienza la Renovación. Que descansen y que sueñen con Asir.”
CONTINUARÁ…
¡¡Muchísimas gracias a todos los que habéis llegado hasta aquí!!
ResponderEliminarPronto abriré otro post para ruegos y preguntas (XDXD) y dando información de lo que queda por venir...
¡Santa Ast! ¡Me he quedado con ganas de más! xD
ResponderEliminarSupongo que la verdad de Tirso y sus padres se acabará sabiendo tarde o temprano, no? No puede ser que ahora huyan y adiós...
Y a ver que pasa con David-Zac. Zac tiene que acabar con Efrén, pero igual ahora con el shock duran más tiempo...
No sé, necesito la segunda temporada ya!! D:
Todo a su tiempo!! ^^
ResponderEliminaragggggggggggg cm nos puedes dejar asi!!!!kiero la 2º temporada yaaaaaaaaaaaaaaa!!!jejejeje.
ResponderEliminarbesis
jajajaajajajajajajaja
ResponderEliminarMuy fuerte! Sabía que se iba a armar gorda. Es genial el concepto de renovación, 24 horas de sueño xD. Me ha gustado mucho cómo han terminado Ada y Osi, crees que esa noche cumplirían la renovación? XD Pascual tiene lo que se merece, y lo de Efrén... es algo muy serio, supongo que al final saldrá. Zac debe de dejar ya a David, no lo soporto, E y Z son tal para cual!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, estos últimos capítulos me los he leido del tirón. Me he quedado con la intriga, pobre Benja :(