lunes, 27 de mayo de 2013

5x07 ADA

Priviuslí, en El mundo al revés: los amigos se unieron a Set y los Seguidores de Suty y se esconden en sus instalaciones, ya que son fugitivos de la justicia y los DA también los persiguen.




La tensión en el coche era palpable. Ya no era solo que se sintiese ridícula con la peluca negra y larga, ni que Osi pareciese un niño que se iba de excursión con aquella gorra y las gafas de pega, es que no quería volver y nadie la había escuchado.

OSI: Este Set —trataba de dar conversación—. Cambia las matrículas y pone nuevas para que no nos pillen con este coche que nos ha dejado. Lo tiene todo pensado...

ADA: No deberíamos volver —interrumpió—. Es demasiado peligroso.

OSI: Set dijo que no tenía alternativa. Tenía que ser yo. Si las cosas se ponen feas yo puedo defenderme con mis poderes. Tú eres la que no tendrías que haber venido.

ADA: Tengo mi pistola —la tocó, haciéndole sentir segura—. Y no pensarías que te iba a dejar solo, ¿verdad?

A pesar de que estaba enfadada con él por haber aceptado, le puso la mano sobre la suya, que la tenía en el cambio de marchas. Él cambió de marcha y le devolvió el apretón. Ambos sabían que era arriesgado, pero la causa lo merecía. Lo que al principio parecía un relato de ciencia ficción, acabó convirtiéndose en la lucha en la que ellos también creían y ya formaban parte. ¿Los convertía aquello en miembros de los Seguidores de Suty? Prefería no pensarlo. A Osi le llevó más tiempo que a ella aceptarlo, pero al final le dio la espalda a su religión. Algo que creía que nunca haría. Las pruebas que Set había aportado respaldando su versión eran aplastantes. Ahora era ella la que defendía a una "secta" como hacía Osi al principio de su relación con los DA.

ADA: Tendremos que tener mucho cuidado. Ya no solo nos busca la policía, que en Valencia la hay para parar un carro, sino que nos podemos encontrar también con los DA. O peor, con el propio Noé.

OSI: No te preocupes. Set ha estado planeando esto durante meses. El día que entremos en su casa él no va a estar allí. Conocen sus movimientos. Y además, vamos de incógnito —se tocó la gorra.

ADA: Por mucho incógnito que vayamos tu lunar de la nariz te delata a kilómetros. Luego te pondré maquillaje.

Otro silencio se hizo mientras la respiración intranquila de Ada era lo único que lo rompía.

ADA: Lo único bueno de esta visita es que por lo menos los veremos a ellos un ratito —sonrió, melancólica—. Todavía no me lo creo.

OSI: ¿Lo sigues echando de menos, no?

ADA: Ya no tanto como al principio, pero ya sabes. Juntos desde parvulitos y la separación fue tan brusca...

Esta vez fue Osi quien la confortó tocándole la pierna. Aún con todas las veces que habían discutido, sus mil diferencias y lo insoportable que ella misma reconocía que había sido en ocasiones, él seguía a su lado.

Después de conducir por carreteras lo más apartadas posible de la civilización, llegaron a la pequeña aldea donde habían quedado. Ni un alma por la calle, lo cual jugaba a su favor. Aparcaron el coche y se dirigieron al parque, pero en una esquina a lo lejos un hombre con el pelo largo pareció asustarse al verlos y se dio a la fuga.

ADA: ¿Nos ha reconocido alguien desde tan lejos e incluso con la peluca y todo?

OSI: No lo sé, pero no podemos dejarle ir —se ajustó la gorra y las gafas y se puso a correr. Ella lo siguió.

ADA: ¿Y qué piensas hacerle si lo alcanzamos? ¿Lo vas a matar?

OSI: No lo sé, Ada. De momento tenemos que cogerle o todos nuestros planes se irán al garete.

ADA: Lánzalo con tus poderes —empezaba a fatigarse. Seguirle el ritmo a Osi era difícil. Ya corría bastante rápido antes, pero desde el entrenamiento con Set se había convertido casi en un atleta. Y en su cuerpo también se notaba, para su disfrute.

OSI: No puedo lanzarlo a ninguna parte si no lo veo. Y menos de tan lejos.

ADA: Yo te espero aquí —se paró casi asfixiada. Mientras Osi había estado entrenando ella había estado aposentando su trasero en el sofá y viendo la tele. Poco más había que hacer en las instalaciones de los SS una vez le enseñaron cómo manejar un arma.

En unos segundos que agachó la cabeza para respirar ya lo había perdido de vista. Pero en su lugar notó una presencia detrás suya, para a continuación oír el sonido de cómo quitaba el seguro de un arma. Ada levantó las manos y se dio la vuelta poco a poco, pero no estaba dispuesta a tirar la toalla llegados a este punto. Sin pensárselo dos veces y sin mirar, se tiró a los pies del atacante para desequilibrarlo, cayendo los dos al suelo. Le cogió la muñeca para que soltara el arma y le dio un codazo en la cara, pero ya era demasiado tarde para echarse atrás. Ada se puso las manos sobre la boca.

LUIS: ¡Loca del coño! ¿Qué haces con esa peluca negra? —su cara cambió del dolor a la alegría—. Pensaba que eras de los DA.

Aún revolcados por el suelo se dieron un abrazo.

ADA: No me puedo creer que seas tú —se apartó un poco y lo miró. Estaba cambiado. Más serio. Más adulto. Con un corte de pelo tan formal que no era propio ni del antiguo Luis. Hasta llevaba el pelo de su color moreno natural—. Con esa ropa de pordiosero no te había reconocido.

LUIS: Nena, si te parece me pongo mis mejores galas para venir de incógnito. ¿Te apartas de encima? —Ada se levantó avergonzada—. Gracias.

ADA: No sabía que los DA os seguían a vosotros también.

LUIS: Y en teoría no lo hacen, pero hay que estar preparado por si les da por ahí. Estoy seguro que a Noé no le hizo ni pizca de gracia que aquí su exmarido dejara la organización de aquella manera.

Por detrás aparecieron Osi y Jaime, que era el hombre del pelo largo que había seguido antes. Luis se tocó la cara donde Ada le había golpeado y gesticuló de dolor.

ADA: ¡Hombre! Sin tu pelo engominado hacia atrás no te había reconocido —se había prometido a sí misma que no le reprocharía lo maleducado que fue Jaime cuando se puso a salir con Luis y no respetaba a los heterosexuales, pero a veces le costaba intentar ser agradable con las personas que no lo habían sido con ella.

Jaime le dio un abrazo inesperado y ella se dejó abrazar.

JAIME: Siento mucho que me comportara como un capullo.

Ada abrió los ojos sorprendida y lo rodeó con los brazos. Miró a Luis por encima de su hombro y él la miraba satisfecho con lo que tenía pinta de haber sido todo obra suya.

JAIME: Me siento tan culpable de casi decirle a Noé lo de los poderes de Osi...

ADA: No te preocupes, Luis me lo ha ido contando todo por teléfono. Lo importante es que al final tomaste la elección adecuada.

Después de las salutaciones, se apartaron a un lugar más recóndito, aunque el pueblo lo era de por sí.

OSI: Imagino que ya habrás visto a tus padres, Luis.

LUIS: Sí. Venimos de vez en cuando a hacerles una visita. Pero no mucho. No quiero que Noé se entere de que Jaime anda por aquí otra vez —entrelazaron las manos.

JAIME: Es muy protector conmigo desde que nos fuimos de España —puso su mano sobre la suya.

Se les veía no solo enamorados, sino compenetrados como si fueran un solo ente.

LUIS: ¿Y vosotros cómo estáis? Desde que os vi por la tele como los terroristas supe que os habríais involucrado de alguna manera. El pobre Efrén tuvo que pagar el pato.

A Ada se le retorció el estómago. Hacía tiempo que no se acordaba de él.

OSI: Por lo menos Bruno se quedó con Zac y ahora están los dos a salvo. Pero no se saldrá con la suya. Nos vengaremos de Noé en nombre de Efrén y de todas sus víctimas inocentes.

Todos sonrieron tratando de ahogar la amargura de aquel triste recuerdo.

JAIME: Bueno, basta de cháchara y vayamos al grano. No podemos quedarnos aquí mucho tiempo —sacó un papel escrito de su bolsillo—. Esta es la combinación de la caja fuerte de Noé.

OSI: ¿Estás seguro de que no la habrá cambiado?

Jaime resopló, gesticulando.

JAIME: ¡Caramba! Con lo de ideas inamovibles que es él, estoy seguro que no. No creo que sepa ni que yo sabía la clave. Simplemente la abría delante mío y yo me di cuenta que era muy fácil.

Ada cogió el papel y se lo guardó.

ADA: ¿Seguro que no queréis volver con nosotros cuando acabemos con esto? Allí estaríais seguros y no tendríais que estar mirando quien os vigila y quien no.

LUIS: No —miró a su novio de manera cómplice—. A pesar de esa seguridad, no queremos involucrarnos en vuestra lucha. Y aunque sea egoísta, nos gusta el mundo como está.

OSI: Pero puede que el mundo no siga así durante mucho tiempo.

Jaime volvió a mirar a Luis con esa compenetración y ese lenguaje corporal que emanaban.

JAIME: Si lo cambiáis, ya veremos lo que pasa —sonrió de nuevo.

ADA: Bueno, chicos. Nos vemos cuando todo este jaleo pase.

LUIS: ¿Eso crees de verdad? —se despidió con otro abrazo.

ADA: Estoy segura.

LUIS: Con esos codazos que pegas como para que alguien se enfrente a ti.

ADA: Tonto —le frotó la cabeza con pena de tener que separarse de nuevo.

Después de la despedida, Ada y Osi se dirigieron a lo que Set les había indicado que era la nueva casa de Noé. Por suerte para ellos, en una pedanía a las afueras de la ciudad. Suponía que no querría llamar la atención. Después de que lo delatara Efrén habría tenido más cuidado. Después de todo, la jugada de incendiar la casa que le había alquilado a David le podría haber salido mal si algunos de los papeles hubieran sobrevivido a las llamas.

Jaime y Luis se fueron por su lado y Jaime se percató de lo preocupado que parecía Luis.

JAIME: Estás preocupado por ellos, ¿no?

Luis lo miró confuso de que él hubiera leído tan claramente lo que pasaba por su cabeza, pero asintió en silencio.

JAIME: Yo tampoco estoy convencido de que vaya a ser tan fácil entrar en casa de Noé... Pero se me ocurre...

LUIS: No —le prohibió sin dejarle terminar.

JAIME: Sabes lo culpable que me siento de lo imbécil que fui con ellos al principio...

LUIS: He dicho que no. Dijimos que no nos involucraríamos en su lucha. Y esto puede ser el motivo por el que Noé se entere de que aún sigues por aquí.

Ahora fue el turno de Jaime de permanecer callado, con ojos de cordero degollado.

LUIS: No te pongas así.

Jaime lo volvió a mirar con esos ojos y Luis suspiró.

LUIS: Ya veo. Hasta que no hagas algo por ellos no te vas a sentir bien. Pues vale —se cruzó de brazos—, haz lo que quieras. Pero que no implique el que te pongas en peligro.

Él le sonrió satisfecho y empezó a hablar como si ya lo tuviera todo planeado.

JAIME: Solo voy a crear una maniobra de distracción para despejar la zona de personal de seguridad y que entren de una forma más sencilla.

LUIS: Te esperaré en el coche. No pienses que te voy a dejar hacer ninguna locura.

Jaime le besó en la mejilla y luego le cogió la cara con ambas manos y le dio otro beso en los labios. Luis le hizo lo mismo y se tocaron frente con frente de manera cariñosa.




Ada y Osi no daban crédito a lo que estaban viendo. Como si tuvieran la peste, allá donde se acercaran dentro del perímetro de la casa de Noé, los seguratas parecían irse hacia otra parte. Según oyeron por los walkie talkies había ocurrido algo que tenían que acudir a ver.

Sin moros en la costa, seguir las instrucciones que Set les había dado para entrar en la casa sin activar las alarmas fue coser y cantar. La duda aún rondaba sobre la contraseña de la caja fuerte.

Como si de ladrones de guante blanco se tratase, Ada y Osi seguían fieles a sus disfraces, pero además se habían vestido de negro y puesto guantes, para no dejar huellas que los pudieran incriminar en más crímenes todavía.

Allí estaba exactamente donde su cuñado les había dicho que estaría. La caja fuerte estaba escondida detrás de un cuadro, como en las mansiones de los ricos.

ADA: Es que es clásico hasta para eso.

Introducir la contraseña fue tan meticulosamente calculado como desactivar una bomba. Parecía que si lo hacían despacio la incertidumbre de si funcionaría o no se disiparía a un ritmo que pudieran asimilar.

Clac. La caja se abrió para sorpresa de ambos. Sonrieron de alivio y volvieron a respirar en lo que pareció un minuto bajo el agua.

Pip, pip, pip. Ese otro sonido no les gustó tanto. Una cuenta atrás de un minuto se puso en marcha y un mensaje apareció en una pantalla en el fondo de la caja fuerte: "Introduzca huella dactilar".

Ada se tapó la boca con las manos.

OSI: Estamos perdidos —a pesar de todo lo fuerte que se había vuelto esa inseguridad suya nunca se le iría del todo.

ADA: Mírame —le cogió la cara—. No hay nada perdido. Encuentra la tarjeta entre todo este papeleo y nos vamos.

Los dos revolvieron todo el contenido de la caja y como si fuera un milagro de Asir, la tarjeta como se la había descrito su hermano cayó de un sobre. La cogieron y se marcharon por donde habían venido. Aún les quedaban treinta segundos y la casa no era tremendamente grande. Lo que ya no sabían era qué pasaría al acabarse el temporizador. Ellos se apresuraron por si acaso el clásico Noé, pero modernizado según comprobó, se hubiera puesto en el extremo y la casa volase por los aires. No sería la primera vez que recurría al fuego para destruir pruebas.

Saliendo ya de la casa a toda prisa una alarma empezó a sonar. Pero nadie acudió, que ellos pudieran ver. Una suerte que aquella distracción ocurriese justo cuando tenían que entrar.

Cuando llegaron al coche llamaron desde una cabina de teléfono cercana a Jaime para contarles que todo había salido bien y para darle las gracias.

JAIME: Suerte consiguiendo la otra tarjeta.

OSI: ¿Qué otra tarjeta?

JAIME: La otra que necesitáis para entrar en el Consejo. Pensaba que lo sabíais y que tendríais la otra. O al menos un plan para conseguirla.

Ambos enmudecieron de decepción. Se despidieron de Jaime y Luis sin saber la ayuda que les habían proporcionado y se dirigieron hacia el coche en el más absoluto silencio.

ADA: ¿Estás diciendo que después del riesgo de venir hasta aquí no ha servido para nada?

Osi estaba allí pero no parecía estar escuchando.

ADA: ¿Me oyes?

OSI: Creo que sé cómo conseguir la otra tarjeta.

Su mirada perdida se transformó en decisión, penetrando en los ojos de ella y dándole la respuesta que no tuvo que pronunciar. Luis y Jaime no eran los únicos en disfrutar de esa complicidad que solo se construye con los años.

ADA: Tu madre Epifanía.

OSI: Mi madre —hizo una pausa reflexiva—. Ella es del Consejo. Ella tiene que tener otra tarjeta.

Dejando la conversación inacabada, al girar la esquina una mujer de mal aspecto merodeaba por su coche. A Ada no se la iban a dar con queso otra vez y sacó su arma apuntándole directamente. La mujer se dio la vuelta y sacó su pistola también. Pero antes de que pudiera levantarla, Ada ya le había dado una patada en la mano que la había dejado desarmada. Sin embargo, lo que más la distrajo fue reconocer aquel rostro desagradablemente conocido.

ADA: ¡TÚ! —gritó atónita, pero sin bajar la pistola.

—Entre todas las personas con las que me podía encontrar en el mundo y me tengo que encontrar contigo —no parecía acobardada por el arma que le apuntaba a la cabeza—. Ni con esa peluca barata puedes esconder tu cara de pecadora. Asir provee y tú serás castigada por reproductora y por terrorista.

ADA: Cállate la boca, hija de puta.

La forma en que abrió los ojos Osi le confirmó lo resentida que tenía que estar con ella para haber dicho una palabrota que nunca decía. Pero el sentimiento se avivó como la gasolina a las llamas al recordar de golpe todo lo vivido por su culpa.

—Vamos, dispárame. Es tu manera de solucionar las cosas —se le acercó envalentonada—. Matar a la gente que no piensa lo mismo que tú.

ADA: Lo de Israel fue una muy mala decisión y si pudiera volver atrás cambiaría lo que hice. Tú trataste de destruir mi vida y eso es algo que se hace a conciencia, no en un acto reflejo como me pasó a mí. ¿No tuviste bastante con pegarme una paliza con tus amiguitos a la salida del pub de ambiente?

—No, te mereces eso y más —seguía provocándola.

OSI: No la escuches, Ada. Vámonos.

—Eso, eso. Vete. Cobarde. Acaba lo que empezaste y mátame —se puso tan cerca que su pecho ya tocaba la pistola.

Ada se retiró, pero no dejaba de apuntarla.

ADA: Un momento. Qué haces aquí en la calle como una vagabunda —se paró un instante a observar su deplorable apariencia—. Por qué no estás en la cárcel.

—¿La cárcel? —resopló—. Cuatro palabritas y cuatro buenas acciones en el nombre de Asir y una vez finges estar arrepentida te dejan salir enseguida.

Algo seguía sin cuadrarle y se movía inquieta de un pie a otro.

OSI: ¡Baja el arma y vámonos! Pueden estar cerca —miraba desconfiado hacia los lados.

—Remata la faena y vete tranquila. Nadie me iba a echar de menos. Desde que salí de la cárcel me ha sido imposible encontrar trabajo, así que sobrevivo de lo que pesco en la basura. Y esa comida que lleváis dentro del coche me hubiera servido. Pero ahora que estoy muerta me da igual. Dispara —se volvió a acercar a ella como suplicando un acto de caridad, ya sin rabia.

ADA: No —bajó el arma—. Yo no soy así. Aquello fue un error. Un error que estuve pagando con horas de insomnio hasta que lo superé. Un error mortal. Pero de los errores se aprende. Y yo no voy a ser quien termine con la patética vida que tú misma te has buscado.

La exenfermera intentó atacarle, pero Ada le propinó un golpe en la cabeza con la culata de la pistola que le salió del alma. Al menos obtuvo satisfacción. La mujer cayó al suelo y Ada y Osi se metieron finalmente en el coche.

ADA: Al menos esto nos hará ganar unos minutos hasta que nos delate.

OSI: Estoy muy orgulloso de ti —le dio un abrazo antes de arrancar el motor.






Próximo episodio: lunes, 3 de junio de 2013 a las 21:00.

lunes, 20 de mayo de 2013

5x06 SET


Priviuslí, en El mundo al revés: los amigos estaban buscando las instalaciones de los SS para que Is y Osi se reunieran con su hermano Set, cuando Is fue disparada por una cazadora furtiva y Benjamín la salvó a lomos de su caballo.




Set los vio llegar y salió a la puerta del edificio principal para recibirlos. Desde la protección del perímetro de seguridad hasta el primer edificio había un buen tramo. A sus espaldas quedaba la gran antena protectora. Imaginaba que al verla por primera vez les causaría un tremendo impacto, debido a sus espectaculares dimensiones. Por ello, siempre había pensado que restaurar aquel complejo, que cuando lo encontraron era un colegio abandonado camuflado en el bosque, era la mejor idea para esconderse.

El grupo se acercaba a él mientras hablaban entre ellos y por lo que parecía, no se habían percatado de su presencia a lo lejos.

BENJAMÍN: Una suerte que estuviésemos cerca de las instalaciones —comentaba mientras guiaba a Ada, Osi, Helios, David y Ulises hacia los edificios principales, que estaban parcialmente cubiertos por el follaje de los pinos—. Al final su herida no era tan grave como parecía y ya se está recuperando. Ahora podréis verla.

ADA: Aún no me creo que seas tú —lo miraba incrédula—. Lo tuyo es para escribir un libro. Por todo lo que has pasado... Aún recuerdo aquella noche en el Inframundo. Parecías tan inocente...

BENJAMÍN: Afortunadamente he cambiado, y he aprendido de mis errores. No más cocaína desde aquel día.

DAVID: Quién sabe lo que hubiera pasado si no lo hubieras hecho. No te habrías manchado la nariz con la mina del boli, no te hubieran secuestrado... Todo hubiera sido diferente.

OSI: Sí. El secuestrado hubiera sido yo. Qué fuerte que te cogieran a ti pensando que era yo.

BENJAMÍN: Fuere lo que fuese, lo pasado, pasado está. Allí está Set, esperándonos.

En sus rostros, Set pudo ver la esperanza de haber encontrado un lugar en el que permanecer, a la vez que la desconfianza comprensible de no saber dónde se estaban metiendo. Le llamó la atención uno de ellos que iba más atrasado y con una manta sobre los hombros. No despegaba la mirada del suelo.

ADA: No me habías dicho que era un perrifláutico —oyó cómo le susurraba a Osi al oído con disgusto cuando divisó sus rastas pelirrojas, anudadas por un coletero a su espalda, y su barba tan naranja como su pelo, que no era más larga que unos centímetros, pero sabía que para lo pija que parecía la novia de su hermano, le daba un aspecto bohemio.

OSI: Antes no las tenía, ¿vale?

Una vez estuvieron frente a él Benjamín se puso a su lado.

SET: Bienvenidos.

HELIOS: Gracias —tomó la palabra, pero sin añadir nada más.

La situación era algo violenta. Allí estaban y no parecían saber por qué. Quizá era porque no habían tenido más alternativas. Por lo menos habían acudido a él, como esperaba que al final hiciesen.

OSI: Siento mucho las palabras horribles que te dije aquel día —rompió el silencio—. Te llamé demonio...

SET: No pasa nada —interrumpió, despreocupado—. Lo importante ahora es que estáis aquí.

DAVID: Tenemos preguntas. Muchas preguntas —entonó, desafiante.

SET: Y yo os contestaré todas las que pueda.

DAVID: Vale. Pues lo primero de todo: los mercenarios que contrataste para secuestrar a Osi y que por error se llevaron a Benjamín... Ya nos ha contado el resto de la historia. Pero, ¿tú sabes qué tipo de personas eran esas? Tenían un hijo que se llamaba Tirso, que en un principio era mi amigo —parecía afectado emocionalmente—. Pero un día se le fue la pinza y me secuestró y me llevó a su casa. Y luego, cuando todo pasó, lo meten en un psiquiátrico y cuando lo encontramos coge y lo acaban liquidando. ¿Quién fue el responsable de eso?

Is salió de detrás de Set con el brazo vendado.

IS: David, ¿no crees que es muy pronto para ponerse a interrogar a la persona que nos está ofreciendo techo y abrigo? —le sorprendió que saliera en su defensa, habiendo conocido a s hermana apenas unas horas antes.

SET: No, no, no —sonrió apaciblemente—. No es ningún problema. Y tú deberías de estar en la cama —le reprochó de manera amable—. Si te quedas más tranquilo, David, no sabía con el tipo de personas que estaba trabajando. Los contraté para que me trajeran a Osi, pero todo lo demás se les fue de las manos. Ellos me trajeron a Benjamín en su lugar, y tan buen papel me ha hecho que no les puedo estar más que agradecido —se le pasó por la mente atusarle el pelo a Benjamín, pero sabía que ya no le hacía gracia, así que reprimió el reflejo—. Pero cuando me enteré de lo que le hicieron a su propio hijo, porque fueron ellos los que lo mataron, yo mismo me encargué de ellos. Ya no volverán a causar problemas.

Toda la felicidad y tranquilidad con la que lo decía parecía que les chocaba a sus invitados. No estaban tan acostumbrados a las "bajas de guerra" como él.

IS: ¿Y por qué nunca me buscaste a mí? —sonó celosa de su otro hermano, Osi.

SET: A ti, mi querida hermana —se le acercó y le tocó el pelo cariñosamente— te perdimos la pista al morir tu madre adoptiva. Pero eres tan importante o más como Osi —le dio un abrazo y ella lo abrazó dudosa, ya que al fin y al cabo era un desconocido.

Se produjo un silencio evidente, ya que todavía parecían inseguros de estar allí, y Set no quiso dejarles tiempo para que recularan y se fueran de nuevo.

SET: Hacemos una cosa. Ahora os voy a dar habitaciones para cada uno. Descansad, duchaos, os daremos ropa limpia... Y luego, a la hora de cenar, podemos seguir hablando de todo esto. Y tú, Osi, vas a venir conmigo. No podemos perder más tiempo. Tienes que empezar a desarrollar tu telequinesia ya. También sé que tienes la habilidad de control mental, pero lo otro me interesa más.

Osi parecía anonadado de que alguien conociera aquel secreto suyo y de que encima lo nombrara tan abiertamente.

SET: Is, ¿nos acompañas, por favor? A los demás os veo esta noche.

Los tres hermanos caminaron pasillo adelante mientras Benjamín acompañaba a los demás a sus habitaciones. A Set le llamó la atención Ulises. Los conocía a todos por su nombre, pero el rubio del pelo alborotado, con su pijama, descalzo y la manta por encima de los hombros, no dijo una palabra ni parecía tener una pregunta para él. Sabía que sin su medicación su trastorno bipolar le habría pasado la factura, pero no se imaginaba que hasta ese punto.

Mientras tanto, por fin tenía a su lado los hermanos que había estado buscando durante toda su vida. A Set se le escapó una pequeña sonrisa al ver que Is caminaba tan silenciosamente como él. Eran de la misma sangre.

SET: No me puedo creer que por fin estemos los tres juntos —sonreía, entusiasmado—. La Profecía nunca escrita se va a cumplir.

IS: ¿La qué? —reaccionó, confusa.

SET: ¿No se lo has contado a tu hermana?

OSI: No recuerdo mucho de lo que me contaste —se encogió de hombros—. Y tampoco sabía si creerte.

SET: De acuerdo, no pasa nada. Yo os la contaré de nuevo. La Profecía nunca escrita dice que un día llegarían tres hermanos, uno mayor y otros dos mellizos menores, todos descendientes de Asir, que cambiarían el orden de las cosas.

IS: ¡¿Somos descendientes de Asir?!

La desaprobación de Set hacia Osi volvió a recalcar su desacuerdo. Pensaba que le habría informado de todo, pero no le había contado nada.

SET: Sí, lo somos. Pero los Discípulos de Asir no quieren que se sepa que existimos. Es un secreto que solo conocen ellos. No les interesa que nadie sepa que existen personas con poderes sobrenaturales, porque son ellos los que los usan y los necesitan a todos. De hecho, en un principio se llamaban los Descendientes de Asir, pero desde los tiempos remotos cambiaron su nombre a Discípulos de Asir, o simplemente los DA. Al igual que a nosotros nos cambiaron el nombre de Seguidores a Siervos de Suty, para hacernos parecer maléficos.

Is y Osi parecían no dar crédito de lo que estaban escuchando, pero detrás de una pregunta venía otra.

IS: ¿Y si Osi tiene el poder de la telequinesia, y según me contó tú tienes el del fuego, cuál tengo yo? ¿Y por qué nunca lo he utilizado antes?

SET: Según la profecía tú debes de tener el poder de sanar. Pero es algo que tú has estado haciendo toda tu vida. Eres enfermera —le sonrió orgullosamente y ella se sorprendió que supiese de su vida. Pero su expresión mostraba decepción—. Los DA creen que ese poder estaba extinguido. Hace siglos que no lo han encontrado en ningún descendiente. Pero estoy seguro de que tú lo tienes —intentó animarla.

IS: No sé si creerme esta profecía. Es un poco cuento de hadas.

SET: A ver, no es que seamos "los elegidos". Eso es una fantochada. Simplemente en nosotros se juntan las características genéticas que hace que tengamos unos poderes más fuertes que otros descendientes. Sí, tenemos los poderes que se describen y además somos hermanos, lo cual, al estar todos juntos, nos hace más poderosos. Pero no creo que haya que darle más vueltas al asunto. Yo siempre he creído en la profecía, pero si creéis en vosotros mismos o no, eso ya depende de vosotros.

OSI: ¿Y por qué solo he podido utilizar mis poderes el día de la Renovación?

SET: Bueno —levantó una ceja, pensativo, mientras seguían pasillo adelante—, eso es porque el día antes de la Renovación los DA ponen en macha la maquinaria y empiezan a calentar motores gracias a todos los descendientes que tienen y que explotan como si fueran baterías. La facilidad de ese día es que las ondas en el aire que provienen de ellos te ayudan a canalizar tus poderes. Por eso te es más sencillo usarlos. Es como un catalizador.

IS: ¿Pero de qué estás hablando?

Set lo recordaba como si fuera ayer. Siempre había sabido que los DA usaban a los descendientes con poderes para llevar a cabo la Renovación, pero nunca había conocido los detalles hasta que Benjamín se infiltró y se hizo pasar por uno de ellos. No se podría imaginar el sufrimiento de aquellas personas. Según Benja, el esfuerzo que tenían que hacer para renovar a la población mundial los dejaba tan debilitados que tenían que tenerlos el resto del año conectados a una compleja maquinaria para que sobrevivieran hasta el año siguiente, yaciendo en camas de una sala redonda y tan inmóviles como plantas. Ni siquiera las antenas amplificadoras que poseían en las instalaciones de los DA eran suficientes, porque cada año perdían a más descendientes en el proceso y cada vez encontraban a menos con esas habilidades.

Por eso tenía que parar todo esto. Por eso tenía que salvar a esa gente. Por eso tenía que abrir los ojos al resto del mundo, aunque para ellos tuviera que convertirse en la otra minoría.

Sus recién encontrados hermanos seguían esperando a las respuestas que saciaran su curiosidad y sus años viviendo en la inopia de la verdadera realidad.

SET: El mundo como lo conocéis hoy en día es una mentira —hizo una pausa para que se concienciaran de que lo que iba a contarles les iba a cambiar no solo la perspectiva, sino toda su vida por completo.

OSI: ¿A qué te refieres?

Su hermano parecía más escéptico que Is y sabía que al ser tan creyente no se lo iba a tomar bien.

SET: Tú, Is, yo y los demás descendientes no estamos afectados por ello, pero el resto de la población mundial está manipulada.

IS: ¡Quieres decirnos ya qué está pasando! —interrumpió, impaciente.

SET: Está bien, está bien. Preparaos a escuchar la verdadera, aunque inverosímil realidad: los Discípulos de Asir crearon una maquinaria para desarrollar y amplificar el poder de algunos descendientes como tú, Osi, de manipulación mental. Con ello realizan una operación a nivel mundial en la que cambian la sexualidad de la gente, tornándolos homosexuales, y a lo cual bautizaron con el magnífico nombre de Renovación, ya que para que la situación persista, lo tienen que realizar una vez al año.

Evidentemente y como esperaba el shock afectó de manera diferente a sus hermanos. Is parecía creerlo al pie de la letra y lo procesaba en silencio, mientras que Osi seguía incrédulo.

OSI: ¡Pero qué dices! ¿Por qué hacen eso? ¡¿Y cómo lo hacen para que todo el mundo se haga gay?! ¡Es absurdo!

SET: Todo empezó con Asir y Ast —siguió explicando en su tono pacífico—. Ellos empezaron a cambiar la sexualidad de la gente hace más de dos mil años. Empezaron a hacerlo pueblo a pueblo, y luego los descendientes que iban dejando en cada sitio y los discípulos que se quedaban para asegurarse de que la labor proseguía, continuaron con su misión. Hasta convertirse en una monstruosa maquinaria que controla la población mundial hoy en día. Lo único que hacen los DA es continuar con la labor que empezaron sus antepasados. No quieren que el mundo cambie porque se sienten cómodos así y no conocen otra cosa. Lo controlan todo y a todos.

Is y Osi se tomaron unos segundos para lidiar con todo aquello.

OSI: Entonces dices que esas ondas no nos afectan a nosotros, ¿no?

Set asintió.

SET: Tú eres heterosexual por naturaleza. Is es bisexual y yo soy gay. Eso no lo cambia nada ni nadie. Los descendientes somos, en su mayoría, resistentes a estas radiaciones que cambian la sexualidad. Aunque no somos resistentes al sueño que provocan el día de la Renovación. Necesitan tener a la gente durmiendo porque así es más fácil de manipular. La señal se va propagando por todo el mundo y es más fuerte al principio. Luego va pasando de huso en huso horario. Y así hasta volver al punto cero. Pero aquí, en nuestro pequeño complejo de los Seguidores, estamos protegidos por esa gran antena —señaló a través de una ventana del interminable pasillo por el que caminaban.

OSI: ¿Y hay gente que pasó de ser gay a ser hetero cuando empezaron a vivir aquí?

SET: Sí. Los que no son descendientes. Como la madre de Ulises, Julia, o sin ir más lejos, Benjamín.

IS: ¿La madre de Ulises que murió en un tiroteo era de los SS?

Le entristecía pensar en aquella pérdida, como todas y cada una, y sabía que Ulises necesitaba una explicación, además de las medicinas que llevaría mucho tiempo sin tomar, ya que cuando lo vio llegar hacía unos minutos tenía aspecto de ello. Sin duda el entrenamiento de Osi tendría que esperar, por mucho que le pesara. El grupo de amigos había pasado por mucho y merecían una explicación y una ronda de preguntas que seguro que tenían. Además de un buen descanso, después de todo lo que habían pasado en los últimos meses, huyendo de la justicia y de los DA. Acompañó a Osi y a Is a las habitaciones que les habían preparado y a continuación le hizo una visita a Ulises, para darle la medicación que tenía comprada desde el momento que los declararon fugitivos por la tele. Tenía la confianza de que acudirían a él, y eso hicieron. Y con todos sus recursos no le fue difícil acceder a sus archivos médicos.

Tenía la intención de esperar unos días para que se recuperase un poco, pero él lo quiso saber, así que se lo contó. Su madre Julia se incorporó a los SS y se hizo heterosexual desde el momento en el que pasó su primera Renovación bajo la protección de las ondas electromagnéticas de los SS, que los protegían de las radiaciones. Una vez allí tuvo que despedirse de su vida pasada, y sabía lo mucho que le dolió separarse de sus hijos Ulises y Alicia. Pero también le contó que su por aquel entonces mujer, Verónica, cuidaría bien de ellos.

SET: Tu madre fue un miembro muy leal de los Seguidores e hizo mucho por nuestra causa.

ULISES: Pero nos abandonó a mí y a mi hermana de pequeños —decía mirando fijamente a la pared—. No es justo. No es justo —iba perdiendo la frialdad y se derrumbó en los brazos de Set, que secó sus lágrimas.

No sabía por qué, pero tenerlo tan cerca le provocaba una hinchazón en la entrepierna. Había algo especial en él. Era tan recóndito y tan diferente a los demás... Le recordaba a su madre Julia, pero a la vez le hacía sentir una inapropiada atracción para el momento tan tenso que estaba viviendo.

Más tarde, Set le hizo una visita a David y Helios. Tras explicarle lo mismo que ya le había contado a los anteriores, cada uno tenía sus propias preguntas, como era lógico.

HELIOS: Pero eso no explica cómo es posible que puedan propagar esas "ondas" por todo el globo terráqueo —el policía seguía teniendo sus instintos afilados.

SET: Los DA tienen un sistema de repetición de antenas por todo el mundo. Eso potencia y amplifica la señal. Sin ir más lejos, vuestro amigo Efrén Martínez se empotró con una de ellas en el accidente que le provocaron los DA cuando descubrió al líder de los terroristas.

El exagente abrió la boca, encajando piezas en su cabeza.

HELIOS: Por eso la repararon tan rápido. A los pocos días ya estaba como si nada hubiera pasado.

SET: Así es. Necesitan tener esas antenas operativas para la Renovación.

DAVID: Y si aquí estáis protegidos, ¿por qué las personas que conocimos, lideradas por Néstor y que a saber dónde están ahora, no vienen con vosotros? Su líder murió.

Era natural que todavía no confiasen en él. Era un completo desconocido que les estaba contando una serie de historias que parecían sacadas de un relato de ciencia ficción.

SET: Los Siervos de Suty siempre hemos tenido muy mala fama —ironizó—. Los DA ya se encargaron de ello desde los tiempos remotos. Los fugitivos que conocisteis no se fiaban de nosotros. Pero por lo menos les proporcionábamos algo de comida, que aceptaban con recelo.

DAVID: Vaya, al final va a resultar que sois una ONG —todavía parecía reacio.

Set se retiró para dejarles hablar de toda la información que acababan de recibir. En el pasillo de la segunda planta del edificio donde habían alojado a todo el grupo, Ada miraba por la ventana, pensativa, la enorme antena que sobresalía entre los árboles.

SET: Sabes que eres especial, ¿verdad?

La sacó de sus pensamientos de sopetón y se giró arreglándose el pelo y curiosa por lo que acababa de decirle, echándole un repaso de arriba a abajo y parándose en sus pantalones de tela multicolor. Por la mueca que hizo sabía que su estilo bohemio no le hacía mucha gracia.

ADA: ¿A qué te refieres?

SET: Personas como tú, heterosexuales a pesar de las radiaciones que recibes, sois resistentes por naturaleza.

ADA: ¿Cómo los propios descendientes de Asir?

Set sonrió orgulloso. Parecía que ya había estado hablando con Osi y al contrario que David, parecía completamente segura de todo ello.

SET: Así es. De hecho, se cree que las personas resistentes como tú, los heterosexuales o bisexuales a pesar de estar recibiendo las ondas, sois descendientes de Asir extraviados. Personas que descienden de él, como nosotros, pero que se les perdió la pista generaciones atrás. Quién sabe si fruto de algún escarceo fuera de lo programado para los DA.

De repente la puerta del cuarto de David y Helios se abrió y David salió como si hubiera estado escuchando todo lo que decían mientras Helios trataba de retenerlo.

DAVID: ¿Mi amiga Mariana también?

SET: No sé quién es tu amiga Mariana —se giró muy tranquilo—, pero si era heterosexual es el mismo caso que con Ada.

ADA: Ya tenías que venir tú a chafarme mi momento de gloria —le dijo, arisca.

DAVID: Ella tenía unas marcas muy raras como de cirugías en la cabeza e iba a "terapia" a una clínica de los DA para intentar ser lesbiana. Pero estaba coladita por mí.

Ada se marchó airosa al ver que David la había eclipsado.

SET: Es posible que los DA experimentaran con ella para tratar de hacerla homosexual. Ni ellos ni nadie sabe por qué hay personas resistentes, y es algo que les quita el sueño. Lo intentan todo para erradicarlo.

David parecía más satisfecho con la explicación y se metió de nuevo en su habitación seguido de Helios, y Set, creyendo que ya había dado todas las respuestas que necesitaban, también merecía su propio descanso. Solo quería volver a su cuarto y tocar un poco la guitarra para relajarse.

Al empezar a bajar las escaleras para irse, otra puerta se abrió. Eran Osi e Is y se acercaban a él preparados para otra batería de cuestiones.

OSI: Y ahora viene la gran pregunta que no había caído hasta ahora. ¿Cómo tuvieron descendencia Asir y Ast si murieron en el gran acontecimiento de las flechas un 28 de junio?

SET: Oooh, aquella magnífica historia. Muy bonita, sí. Suty, el maléfico hermano —más sarcasmo en su tono era imposible—, amenazó con matar al amante de Asir, Dyehuty, si los hermanos no terminaban con la cruzada de "convertir" a la gente en homosexual. Los aldeanos apuntaron con flechas a Dyehuty.

OSI: De ahí viene la expresión "arrocha" —interrumpió, demostrando que todos sus años de enseñanza religiosa seguían en su memoria—. Porque las mujeres e hijos de los aldeanos empezaron a decir que arrojaran las flechas y los arcos y no los mataran.

SET: Así es. Y como Ast y Asir se negaron a cesar su misión, Suty ordenó disparar las flechas. Ast se interpuso en su camino para evitar que mataran al amante de su hermano y Asir, que tampoco iba a permitir que su hermana muriese, desvió las flechas con su telequinesia, alcanzando a Suty. Otras flechas que no pudo detener le alcanzaron a él mismo, dándoles muerte a ambos. Luego, la buena de Ast intentó revivir a Asir con su poder de sanar, pero murió de agotamiento intentándolo. Y desde ese día —imitó la entonación de un cura— los divinos hermanos custodian las puertas del Cielo para recibir a todos sus seguidores, y el demonio de Suty sigue en el Infierno, donde van los heteros cuando mueren, los pecadores, bla bla bla.
Osi e Is seguían expectantes.

SET: Pero todo eso no es cierto. Eso es lo que escribieron los descendientes, pero no ocurrió así... Ni siquiera todos los DA en la actualidad conocen la verdadera historia que los Seguidores de Suty escribieron desde el otro punto de vista. A la mayoría de los miembros de los Discípulos los tienen en la inopia. Lo saben los miembros del Consejo, de los cuales la adorable Epifanía —dijo con mucho rencor— forma parte. Y poco más.

Osi no parecía sorprendido de que su madre formara parte de todo el embrollo.

IS: Déjate de historias. ¿No nos vas a contar qué pasó de verdad?

SET: Estoy agotado. Ya os lo explicaré. Y ahora descansa, que mañana empezamos sin falta con tu entrenamiento —se dirigió a Osi.

OSI: ¡¿Ya?!

SET: No hay tiempo que perder —estaba emocionado—. Ya hemos perdido el día de hoy y no podemos perder más tiempo.

IS: ¿Y qué pasa conmigo y mi supuesto poder de sanar? Puede sernos útil.

SET: Sí, pero primero tengo que trabajar con Osi. Es lo más importante. En cuanto acabe con él me pondré contigo, te lo prometo —le guiñó un ojo, pero no se la veía satisfecha con la respuesta.




IS: Hey, Set. ¿Cómo estás hoy? —le dio un abrazo cuando salía de su cuarto. No la había reconocido de lejos. Todavía no se había acostumbrado a su nuevo corte de pelo, que apenas le llegaba a los hombros. Solo había hecho falta un comentario de Benjamín sobre lo bien que le quedaría para que ella lo hiciese—. ¿Será hoy el día que te pongas a entrenar conmigo?

SET: Hoy no puede ser, Isis. Estoy muy cerca de conseguir algo muy importante para Osi. Pero te prometo que en cuanto acabe, me pongo contigo —le atusó el pelo, cariñosamente, pero ella se apartó bruscamente.

IS: Llevas diciéndome eso desde hace meses, y la Renovación cada día está más cerca.

Sabía que Is estaba molesta con él por no enseñarle, pero en esos momentos necesitaba perfeccionar la telequinesia de Osi. Sus vidas podían depender de ello.

Después de librarse de ella todo lo amablemente que pudo, se dirigió a la sala donde había pasado tantas horas con su hermano Osiris. Recordaba cómo había preparado esa enorme estancia especialmente para el entrenamiento telequinético de Osi. Y allí estaba él, haciendo lo que le pareció imposible el primer día. Con un movimiento de mano lanzaba objetos en el aire con una facilidad que asombraba, pero que le pasaba factura cuando los usaba demasiado. Un muñeco de las dimensiones y peso de una persona volaba por los aires y acabó estampándose contra la pared. Ulises estaba con él ayudándole, tan guapo y tan diferente desde que se afeitó la barba y se cortó un poco la maraña de pelo indomable con la que apareció el primer día. Al ver que llegaba Set apartó la mirada fingiendo que no lo había visto.

OSI: No puedo más, Uli —decía, sudoroso, como si hubiera corrido la maratón, y respirando profundamente—. Estoy agotado.

ULISES: Si estuvieras agotado de usar tus poderes te saldría sangre por la nariz, como pasa en todas las series.

OSI: Esto no es una serie, Uli. Es la vida real.

Fue entonces cuando Osi lo vio en la entrada.

SET: Te queda la última prueba, como siempre —se dirigió a Osi—. Nos dejas, por favor, Ulises —le sonrió ambiguamente.

ULISES: No creas que con esa sonrisa algún día te voy a perdonar que me arrebatases a mi madre de mi lado —salió de la habitación muy serio y rozándolo mientras pasaba, golpeándolo ligeramente.

Set le sonrió disfrutando de su tira y afloja y luego se acercó a Osi. Juntos se dirigieron al fondo de la sala, donde había una pared enfrente de otra a unos 100 metros de distancia. Osi se dirigió hacia la pared con impactos de bala, pero se detuvo antes de llegar.

SET: Vamos. Hoy te tienes que poner frente a mí.

OSI: No. No me siento preparado —dijo muy seriamente y todavía con fuerte respiración.

SET: Si no te fuerzas como te forzaste al principio nunca vas a progresar. Y esta situación puede salvarte la vida.

OSI: ¡No soy Asir, Set! ¡No puedo detener las balas!

SET: Exacto, no eres Asir, porque él nunca pudo ni controlar las flechas —seguía tan tranquilo como siempre y caminando sin hacer un solo ruido—. Pero tú podrás.

Osi se puso de espaldas a la perforada pared y Set se puso enfrente suyo, apuntándole con una pistola.

SET: Vamos. ¿Preparado?

Osi asintió dudoso, pero Set tenía fe plena en el poder de su hermano y sabía que tenía que forzarlo o nunca aprendería.

Al apretar el gatillo sintió dudas, pero Osi levantó la mano y la bala deceleró hasta el punto de ser captada en su trazado rompiendo el aire, para acabar deteniéndose a unos metros de la mano de Osi. Set siguió disparando y Osi las detuvo todas, pero el esfuerzo parecía demasiado. Las mantuvo un momento quietas, pero luego se apartó y las balas siguieron su trayectoria para acabar impactando contra la pared.

OSI: ¡Me podías haber matado! —le dijo con mucho odio apoyando las manos en el suelo.

SET: Sabía que lo conseguirías. Pero no es suficiente. Tienes que pararlas por completo.

OSI: ¡No puedo! ¡Me exiges demasiado!

SET: ¡Vamos! ¡Eso es! —levantó el tono de voz para motivarlo, aunque solo lo hacía exclusivamente para eso, ya que su forma de hablar era siempre muy comedida—. ¡Canaliza tu rabia! Todo en lo que creías se ha desmoronado. Asir no es el dios que creías. ¡Venga! ¡Enséñame tu rabia!

Osi lo miró, enfadado, y se fue sin decir nada más. Pero antes de salir por la puerta lo volvió a confrontar.

OSI: O a lo mejor todo lo que cuentas tampoco es verdad —salió por la puerta y esta se cerró bruscamente ante un movimiento de ojos de Osi, saltando la escayola y rompiéndose el marco.

Set, lejos de sentarle mal, sonrió. Sabía que esa ira era la que le había ayudado a controlar su telequinesia y sabía que aunque a su hermano le había costado mucho abandonar su fe, debido a toda la información que había destapado todas las mentiras que los DA le habían estado contando durante toda su vida, aún quedaban las brasas del fuego que hacía meses le ayudó tanto. La fe no estaba perdida.




Próximo episodio: lunes, 27 de mayo de 2013 a las 21:00.

lunes, 13 de mayo de 2013

5x05 BENJAMÍN


Priviuslí, en El mundo al revés: sabéis que lleva desaparecido desde el primer capítulo y por fin vais a conocer qué ha estado haciendo durante todo este tiempo. Sin más dilaciones...




Hace cuatro años

Benjamín estaba atado a una silla en una habitación de una casa que desconocía. Los pies los tenía inmovilizados a conciencia, pero de cuando en cuando conseguía liberarse de la cinta aislante que ataba sus manos. Había desistido en su intento de fuga, ya que las dos primeras veces había sido en vano. Fue a partir de entonces cuando empezaron a alternar su libertad de movimiento en el sótano insonorizado, preparado para hacer las veces de zulo, con días enteros en la silla atado. No sabía si como castigo o como manera de tenerlo más controlado. Y desde que llenaran la habitación con unas cajas que trajeron un día, ya no se fiaban de dejarlo a sus anchas en el sótano. Con días de ayuno total aplacaron su curiosidad y de esa manera Benjamín ya no abría nunca las cajas. Tampoco es que viera nada interesante en ellas.

Lo único que podía hacer era tratar de sobrevivir otro día más. Lo primero que siempre hacía al soltarse una mano era sacar la mina negra del bolígrafo que escondía en la silla, con la Pascual usó para esnifar cocaína con él aquel día en el Inframundo. Cuán arrepentido estaba y si salía de aquella sabía que no lo volvería a hacer. Con el boli se pintaba el lunar en la nariz mirándose en el cristal de la ventana. Prefería no mirarse demasiado. Esa barba a parches que le estaba saliendo le hacía parecer un mendigo. Esperaba que pronto vinieran a afeitarle, como ya habían hecho antes. Por no hablar de la lógica pérdida de peso. Si ya era delgado de por sí, el no comer tan bien como solía lo estaba dejando en el chasis. Y tampoco es que en el centro de acogida de huérfanos de Valencia cocinaran estupendos guisos.

Pintarse el lunar era la única manera de mantenerse con vida, fingiendo que era esa persona a la que sus captores pensaban que tenían presa. Pero no. Él no era ese tal Osi del que hablaban y el cual no conocía de nada. Pero cada vez que le preguntaban tenía que inventarse una sarta de mentiras para que lo creyesen y no acabaran deshaciéndose de él. Había escuchado como trataban a su propio hijo, un tal Tirso, y no quería imaginarse lo que harían con él si descubriesen que no era quien creían. Además, que por lo que podía oír cuando hablaban por teléfono con lo que parecía que fuese su superior, esas personas trabajaban única y exclusivamente por dinero.

Hasta ahora la jugada le había salido bien, pero no sabía por cuánto tiempo más podría aguantar la situación. El jefe de sus captores tarde o temprano vendría a recoger a Osi y se encontraría con Benjamín. Rápidamente se pintó con acierto el lunar, mirándose en el espejo que tenía enfrente.

No sabía cuánto tiempo había pasado desde que lo secuestraran, pero por lo menos había contado que cuatro meses. O eso parecía por lo que le había crecido su pelo rubio opaco, liso y que ya le caía por encima de sus diminutos ojos. Al escuchar por sorpresa su nombre en la televisión que tenían sus raptores en otra habitación se metió la mina en el bolsillo rápidamente.

"Para finalizar y como todos los principios de mes, a día 1 de marzo, la lista de desaparecidos con sus respectivas fotografías es la siguiente: Benjamín Ríos Lizarte…"

—No es él. Te lo dije —podía oír cómo decía al otro lado de la puerta.

—Venga, vámonos ya. Tenemos que conseguir al verdadero antes de que venga a por él...

A Benjamín se le erizó la piel al pensar que entrarían en su cuarto para interrogarle, pero en vez de eso, pasaron de largo mientras hablaban por teléfono.

—¿Que no lo matemos? ¿Que por habernos engañado tan bien ahora te interesa? Bueno, eso ya lo veremos... ¡Ah! ¿Y encima no te lo podemos llevar todavía porque aún estáis construyendo las instalaciones? Espero que pagues bien nuestros servicios por tenerlo aquí todos estos meses o tendremos que pensar qué hacemos con él...

BENJAMÍN: ¿Con quién estarán hablando? —se preguntaba silenciosamente—. Por lo menos parece que tengo una ventana de escape y esa persona me quiere vivo.

Pero él no se fiaba de lo que aquellas personas pudieran hacer. Parecían desafiantes. Por lo que había comprobado en este tiempo, actuaban de manera muy impredecible. Probablemente su fin estaba cerca.




Un par de meses más tarde, en el día de la Renovación, parecía que Tirso había secuestrado a alguien más. Benjamín se había dado cuenta de lo que había agudizado su oído desde que estaba allí, con el único fin de hallar información útil. Después de todos esos meses secuestrado creía cada día más en sus probabilidades de mantenerse con vida. Y además, esa misma mañana le habían afeitado y cortado el pelo, algo que al mirarse en el cristal de la ventana le subía la autoestima. Aunque hacía días que no se lo lavaban y parecía una madeja de pelo apelmazado.

Hoy era otro de esos días que le tocaba estar atado en la habitación de la planta baja de la casa. El drama que se intuía al otro lado de la pared era sonoro y en estéreo.

BENJAMÍN: ¿David? —creyó oír, extrañado—. ¿David, el chico que me presentó Zacarías aquel día en el pub? Parece su voz. Y tiene una voz de pito difícil de olvidar. A lo mejor por eso entró el albino a amordazarme antes. Tengo que intentar hacerme de notar. Si es David, tengo una oportunidad de escapar. O de morir los dos...

Ya hacía tiempo que no volcaba la silla en la que estaba maniatado al suelo porque comprobó que además de inservible, era doloroso. Pero en esta ocasión podría servir de ayuda. Agitando su cuerpo de un lado a otro consiguió caer el suelo, causando un estruendo y aparatoso ruido, y de regalo un buen golpe en la cabeza. La conversación entre David y Tirso, el albino, se interrumpió de repente.

BENJAMÍN: ¡Me han oído! —sonrió, satisfecho.

Al notar humedad en su cabeza y el olor metálico de la sangre se arrepintió en parte de su proeza. Todo se tornó negro.

Lo siguiente que recuerda es ser arrastrado y por el camino vio un segundo la cara de David. Era él, no había duda. Se emocionó al pensar que podía estar siendo rescatado. La emoción fue efímera y patalear no le sirvió de nada. Al sacarlo por la puerta trasera notó una venda que le tapaba los ojos y lo metieron en un coche. Pero todo parecía tan borroso que no sabía si estaba soñando o ya había subido al cielo con Asir.



Hace dos años

BENJAMÍN: ¿Me puedes decir por qué no me puedo poner en contacto con él? ¡Seguro que está muy preocupado! Y yo lo echo de menos —protestaba un Benjamín que no solo había recuperado su peso, sino que había ganado en músculo. Nada fuera de lo común, pero ya no era piel y hueso como antes.

SET: ¿Tenemos que tener esta discusión todos los días? Ya te dije cuando llegaste y aceptaste mi oferta que una vez te unías a los Seguidores de Suty tu vida anterior quedaba en el pasado. Nadie puede saber que estás vivo. O la labor que realizas no podría llevarse a cabo.

BENJAMÍN: Vamos, Set. ¡Solo se lo diría a él! Nadie más se enteraría, te lo prometo.

SET: No seas crío, Benja.

BENJAMÍN: Ya no soy ningún crío.

SET: Es cierto. Lo eras cuando llegaste aquí, pero te estás convirtiendo en un hombre. No me demuestres lo contrario.

BENJAMÍN: Pero es que...

SET: Por eso mismo te confisqué el móvil cuando me lo dieron los mercenarios —suspiró, sin dejarle acabar—. Sabes que confío en ti, pero no en este asunto. Sé que te pondrías en contacto con él. Y no puedo permitir que arruines todos mis planes por una tontería como esa.

Benja aceptó la reprimenda como un niño pequeño e hizo pucheros.

SET: Venga, no te pongas así —se ablandó—. Sé que es duro y te comprendo, pero sabes que es así —se acercó y le puso una mano sobre el hombro—. Acompáñame, que tengo una sorpresa para ti.

Movió los pies tan silencioso como él andaba, a pesar de llevar chanclas de velcro casi todo el año. Al salir de las instalaciones lo primero que vio que destacaba sobre la maleza verde oscura de la pinada que los rodeaba fue un estupendo caballo blanco, atado a la valla exterior.

SET: Es para ti. Por todo el buen trabajo que has hecho hasta ahora —le puso ambas manos sobre sus hombros, afectuosamente. Benja se había dado cuenta que era una de esas personas que les gusta mucho el contacto—. Estoy muy orgulloso de ti y te lo mereces.

La expresión de ira se tornó en emoción, para dar paso a una amplia sonrisa. Benjamín salió corriendo hacia el animal, dejando sus manos acariciar el pelaje del equino.

BENJAMÍN: ¡Qué blanco es! Blanco como la nieve...

SET: Blanca. Es una hembra.

Al mirar de nuevo a su mentor lo perdonó dándole un abrazo.

BENJAMÍN: Gracias por ser tan bueno conmigo y haberme dado una ocupación y un sentido a mi vida. De verdad que te lo agradezco.

SET: Gracias a ti por todos los avances que estamos haciendo.

Al separarse Set le alborotó el pelo cariñosamente. Lo llevaba siempre tan secado al viento y voluptuoso, aunque corto, que parecía un imán para las manos de Set. Benja odiaba que le hiciera eso, pero sabía que por esa misma razón él lo seguía haciendo.

SET: Anda, ve a tu cuarto y ya mañana empezarás a montar a tu yegua por el bosque.

BENJAMÍN: ¡¿Fuera del recinto?!

SET: Así es —le demostró una vez más la confianza creciente que ponía en él.

Benjamín estaba muy contento, pero su amigo Zacarías no se le iba de la cabeza. Dispuesto como estaba y como ya había estado pensando desde hacía tiempo, cogió un papel y un bolígrafo y se puso a escribir una carta.

“Querido Zac:
¡Qué antiguo suena eso! ¿Te acuerdas cuando nos escribíamos cartas de pequeños con este encabezado cuando nos mandaban a pasar el verano con familias? Qué recuerdos aquellos. Fueron tiempos felices, aunque no lo creyésemos..."

Unos meses más tarde fue cuando unas tremendas explosiones lo despertaron abruptamente. Se encontraba en su cuarto de las instalaciones de los Seguidores de Suty y el sobresalto lo hizo saltar de la cama. Pero al mirar por la ventana supo lo que estaba pasando. Lo habían entrenado en el supuesto caso de que aquello ocurriese, y estaba pasando en ese momento. El protocolo de rutina que tenía marcado a fuego en la mente, como tantas veces Set le había enseñado, se puso automáticamente en marcha. Cogió una mochila y algo de ropa y se dirigió a la estancia donde se alojaban los protegidos, que estaban recogiendo sus cosas y corriendo hacia fuera. Él entró a contracorriente y se puso a meter sus cosas en la mochila encima de una cama que estaba vacía, como si fuera uno más y no tuviera ninguna prisa.

La puerta se cerró de golpe sin ser tocada por nadie y todos dirigieron la mirada al centro de la habitación. Margarita estaba mirando hacia la puerta y todos sabían que había sido ella la que la había cerrado con su telequinesia.

—Nuestra mejor oportunidad es escondernos —todos la escuchaban atentos ante el jaleo que se escuchaba fuera—. Si corremos y salimos de aquí nos van a coger. ¡Es una trampa! ¿No lo veis?

La puerta se abrió de nuevo y unos hombres que no conocían empezaron a disparar a todos los presentes en la habitación con tal rapidez que ni ellos con sus poderes tuvieron tiempo de reaccionar. La primera en caer al suelo fue Margarita. Parecía un equipo profesional y bien formado exclusivamente para la función que estaba realizando.

Los protegidos iban desplomándose conforme iban siendo alcanzados. Benjamín vio el dardo tranquilizante que impactó en el brazo de la chica que estaba al lado suyo. No eran balas. Los querían vivos y él sabía cuánto necesitaban a esa gente los Descendientes de Asir.

Benjamín saltó por la ventana antes de que lo alcanzaran. No había más que escapar con más ímpetu para que todos fueran detrás de él para atraparlo. Set le había enseñado bien.

Una vez fuera de las instalaciones siguió corriendo y fue cuando presenció una escena tan cruel que lo marcó desde ese momento. Un hombre corpulento como un rinoceronte y completamente calvo, aunque no era viejo, hablaba con otro hombre de pelo canoso y bigote, mientras corrían tras una de las mujeres que vivía en las instalaciones con su hija. Ambos llevaban armas, pero no de las de dardos tranquilizantes. Eran pistolas de verdad.

—¿De verdad vas a raptar a toda esta gente? —le dijo el musculoso al otro enigmático personaje.

—Ellos lo hicieron conmigo cuando era joven. Pero no me los voy a llevar a todos —dijo alcanzando a la mujer, agarrándola por el pelo y estampándola contra el suelo.

Ella permaneció arrodillada y llorando, suplicando clemencia, pero él la apuntaba con el arma.

—¡Por favor, tengo una hija!

—Esta será tu hija, pero yo fui su simiente y ahora la necesito.

Y sin titubear, el hombre del bigote, frío como el hielo, le disparó a la mujer en la cabeza. A Benjamín le dolió como si lo hubiera recibido él. Y no es que conociera demasiado a aquella mujer. Era una de tantas personas que veía a diario en las instalaciones, pero nada más. Aún así, fue muy duro de presenciar.

El shock lo paralizó durante unos instantes, suficiente distracción para que alguien le propinara un golpe en la cabeza por detrás y lo arrastraran hacia los vehículos en los que habían llegado los DA.

Antes de perder el conocimiento oyó como el hombre del bigote le hablaba cariñosamente a una niña.

—Leocadia. Tu mamá ha fallecido en las explosiones. Lo siento mucho. Pero no te preocupes. Puedes venir conmigo que yo te voy a cuidar muy bien —le dio la mano, y la niña empezó a llorar sin saber qué hacer, pero le cogió de la mano y lo siguió.




Benjamín corría por su vida por unos pasillos interminables que no sabía ni donde llevaban. La única seguridad se la daba el arma que le había quitado al guardia de seguridad que había noqueado. Tras la prueba que le hicieron al conectarlo a la maquinaria de la Renovación, los DA se percataron que Benjamín no era descendiente, como pensaban que era cuando lo raptaron de las instalaciones de los SS, junto a los otros descendientes.

Hasta ahora solo había utilizado armas durante el entrenamiento que le proporcionaba Set, pero nunca había disparado a una persona. Esta vez era diferente. Su vida estaba en juego y era el momento de afrontarlo con valor. Todas estas explicaciones trataban de darle calma al caer enfrente suyo un hombre al que había disparado.

BENJAMÍN: Era él o yo —pensaba, recordando que la víctima le había apuntado con una pistola también.

Los pasos de un grupo de personas se acercaban a toda prisa y no había tiempo que perder. Por fin encontró una vía de escape y una moto con la que escapar de allí. Estúpidos sería poco para describir a alguien que se deja las llaves puestas en el contacto. Imaginaba que los DA nunca se habían planteado que alguien pudiera escapar de allí, pero para eso había estado años dedicado a aprender todo lo necesario para hacerlo.

Se dirigió de nuevo a su casa, las instalaciones de los SS, asegurándose de que nadie lo seguía. Lo suyo le costó despistar a los DA, pero lo consiguió. Su escapatoria fue tan improvista que poco pudieron hacer para seguirlo. Contaba con el factor sorpresa.

Toda la información que había recolectado durante su estancia allí se la proporcionó a Set en cuanto llegó. Pero sus demonios salieron a flote una vez más calmado.

SET: Te entiendo perfectamente. Yo pasé por lo mismo cuando maté a la primera persona. Pero todo ello pasará con el tiempo. Te endurecerás. Y me has dicho que ha sido en defensa propia, o sea que si no lo hubieras hecho ni estarías aquí —le alborotó el pelo y le dio un abrazo contento de tenerlo de vuelta—. Anda, ve a tu habitación a descansar que yo me tengo que ir.

Set salió de su despacho y Benjamín se quedó dentro. Cuando se hubo asegurado que se había ido, fue a buscar donde sabía que lo tenía. Su viejo móvil. Lo cogió y al levantar la cabeza vio que Set volvía como si se le hubiera olvidado algo. Era como un fantasma. Si no lo hubiera visto no lo hubiera oído venir.

SET: Tengo una nueva misión para ti. Pero no te preocupes, que no es de alto riesgo como la que acabas de vivir. A partir de ahora cosas más tranquilitas para ti —sonrió el pelirrojo.

Benja sonrió aliviado de saber que no lo había visto coger su móvil.

SET: Pero todo esto puede esperar hasta mañana. Descansa hoy.

Sabía que necesitaba descanso, pero no podía irse a dormir sin ver como estaba su preciosa yegua.

BENJAMÍN: ¿Cómo estás, Nieve? Cuánto te he echado de menos —la acariciaba mientras el equino parecía reconocerlo.

Luego se sacó su móvil del bolsillo y lo miró dudoso. Había esperado tanto tiempo para tenerlo de vuelta que no se creía que por fin lo tenía en sus manos. No se atrevía a llamar a su amigo. No sabía qué le podría decir ni qué le podría explicar sin poner en compromiso todo lo que los Seguidores hacían. Set confiaba plenamente en él, no podía hacerle eso. Ya sobrepasó los límites al escribir la carta. Y acobardándose decidió procrastinar la llamada para otro momento.

Al día siguiente se encontró sumergido en su nueva misión: llevar comida a los fugitivos que huían de los DA. Ciertamente no era de riesgo, como Set le prometió, pero lo que no se esperaba era encontrarse con el que no se atrevió a llamar el día anterior.

BENJAMÍN: ¿Zacarías? —se sorprendió observando a su amigo detrás de unos arbustos  y una lágrima recorrió su mejilla derecha.

No podía salir de golpe de su escondite o los fugitivos le dispararían desde la ventana. Ya le había avisado Set. Recordó que tenía su móvil y todavía se sorprendió más al insertar el código PIN y encenderlo, después de cargarlo toda la noche. El modelo era un buen ladrillo de los antiguos, pero aún funcionaba. Mientras se iniciaba, un disparo casi alcanza a Zacarías, seguido por más impactos que hicieron que este se metiera detrás de un coche.

Benjamín conocía el peligro y la desconfianza de los fugitivos, y no dudarían en liquidarlo si pensaban que era una amenaza. Tenía que avisarlo. Pero si salía del arbusto y conforme estaban de encrespados, le dispararían a él también. Trató de salir de todas maneras en defensa de su amigo, pero se tropezó y cayó de bruces sobre el arbusto. Era una señal para quedarse allí. El móvil seguía iniciándose y Benjamín estaba perdiendo la paciencia. Cuando por fin pudo usarlo, lo más rápido y sin tener que dar explicaciones, que en esos momentos no hubieran ayudado, le escribió un mensaje de texto: "HUYE!". Confiaba en que no hubiera cambiado de número y en que aún tuviera saldo en su móvil de prepago de los antiguos. Al sonar el tono de mensaje de Zacarías y verlo correr alejándose del lugar supo que había surtido efecto. Esperaba que los disparos que rompieron las ventanas del coche donde se escondía no le hubieran alcanzado.

Dejó escapar un suspiro, pero le entristeció el corazón como nada reencontrarse con su amigo, tenerlo tan cerca y no haber podido hablar con él. Mejor sería de esa manera. Set tenía razón, y él lo sabía. Si se encontraran, una pregunta seguiría a otra y sería todo muy complicado.

De vuelta a la guarida de los SS, Benja fue derecho a dejar su móvil donde lo encontró, pero Set le dio un susto de muerte. Lo estaba esperando en su despacho. No fue hasta que estuvo dentro que se percató de su presencia.

SET: Te dije que no quería que te pusieses en contacto con él, pero no esperaba que ocurriese ese encuentro tan fortuito —le dijo después de la confesión de Benjamín—. Esto no puede volver a pasar. Asignaré tu misión a Julia y ya te buscaré algo más apropiado para ti.




Hace unos meses

BENJAMÍN: ¿De verdad que puedo llamar a Zacarías? ¡¿Después de todo este tiempo?!

Set asintió sonriendo y Benjamín le dio un abrazo demostrando todo su agradecimiento.

SET: Ahora que van a declarar terroristas a tus amigos en unos momentos y después del asesinato de Efrén Martínez, ya creo que no pueden correr más peligro. A estas alturas deben de saber a qué se enfrentan.

BENJAMÍN: Pero me has dicho que Zac no estará incluido en la lista. A lo mejor no está con ellos.

SET: Eso ya depende de ti averiguarlo —se apoyó sobre una mesa de brazos cruzados—. Algo me dice que Zac, aunque no esté implicado, sabe más de lo que sospechamos. Después de la confesión de Efrén a la policía sobre los que son los verdaderos terroristas, seguro que tenía documentos que lo corroborasen.

BENJAMÍN: ¿Cómo sabes todo esto? No tenía ni idea de que Efrén fue a la policía antes de morir.

SET: Uno tiene sus fuentes —dijo, misterioso, y le guiñó un ojo. Pero Benja, que ya tenía la suficiente confianza con él, le insinuó con una mueca que necesitaba más información para darse por satisfecho—. Está bien, está bien. Tengo un agente infiltrado en esa comisaría. El que les va a decir a los demás que la policía va a por ellos para que puedan escapar...

BENJAMÍN: ¿Y crees que sabrá dónde estará Zac ahora? ¡Porque pienso ir ahora mismo! —la emoción era cada vez más palpable.

Set esbozó media sonrisa.

SET: Ayyyyy —intentó alborotarle el pelo, pero Zacarías le cogió el brazo a tiempo.

BENJAMÍN: Ya no soy un chiquillo, Set. Soy un hombre.




Aquella era una vista preciosa de toda la ciudad de Granada. Desde lo alto de la montaña se podían ver todas las casas blancas apiladas, como si fuera una colina nevada. En sus calles la gente caminaba como si aquel barrio fuera un pueblo independiente, nada que ver con el ajetreo de la vida moderna de la parte comercial de la pequeña pero modesta urbe. A Benjamín no le extrañaba nada que Zacarías hubiera elegido un sitio como ese para vivir. Era muy típico de él buscar la tranquilidad y la simpleza de la vida rural.

Su casa no destacaba del resto. Era del color de la cal como las demás. Aunque todas eran diferentes a su manera. Al tocar al timbre oyó como Zac hablaba por teléfono y se acercaba a la puerta.

ZAC: ...¡Nadie sabe que vivo aquí! No si… aún tendré que huir con vosotros. Os dejo —y aunque hablaba en voz baja Benjamín pudo escucharlo perfectamente.

Notó como su amigo miraba por la mirilla y sonrió como tratando de disculparse por todo ese tiempo que habría estado preocupado por él. La mirilla se cerró, pero no abrió la puerta. Volvió a tocar el timbre.

BENJAMÍN: Soy yo, Benjamín —intentó darle seguridad, pero al decir estas palabras tan alegremente como si volviera de hacer la compra, se dio cuenta que después de cuatro años creyéndolo desaparecido a lo mejor el reencuentro tan esperado no era tan de película como había imaginado cientos de veces en su cabeza.

Finalmente, el que fuera su amigo y compañero en el centro de acogida de Valencia, donde se crió huérfano, abrió la puerta lentamente y desconfiado. Lo miraba analizando cada palmo de su cuerpo y cada milímetro de su cara. Benja no se había percatado, pero en estos años había cambiado notablemente. Pasó de ser un adolescente a ser un hombre. Su cuerpo, antes enclenque, se había desarrollado para dar paso a un trabajado torso y fuertes brazos. Y su apariencia, había pasado de descuidado a un apurado estilo más adulto incluso que su propia edad.

Le costó todavía unos segundos de incertidumbre para acabar de creérselo, pero al final abrió la puerta del todo y se lanzó a sus brazos, apretándolo tan fuerte que creía que lo iba a asfixiar. No obstante, la alegría era mutua y él sintió la misma sensación al abrazarlo de nuevo.

ZAC: Pensé que este momento nunca llegaría —le decía al oído, sin soltarlo—. Pensé que nunca te volvería a ver.

BENJAMÍN: Tengo tanto que contarte —empezó a emocionarse y ambos derramaron lágrimas por tantos momentos perdidos.

—Papaaa —una voz de un niño provenía de dentro de la casa.

ZAC: Pasa. Tenemos mucho de qué hablar —le dio la mano y lo metió dentro de la casa, mirando a ambos lados de la poco transitada calle antes de cerrar la puerta.

Tenían tantas cosas que decirse que no sabía por dónde empezar. Después de que Zacarías le presentara a Bruno, hijo biológico de Efrén y ahora hijo adoptivo suyo, se sentaron en el sofá y Benjamín empezó con su historia, interrumpida en múltiples ocasiones por emotivos abrazos.

BENJAMÍN: Y no te tienes que preocupar nunca más por tu seguridad o la de Bruno. Ambos estáis bajo la protección de los SS y no tenéis nada de lo que temer. Ni tenéis que huir a ninguna parte. Aquí estáis a salvo —le cogió de las manos fuertemente, transmitiéndole seguridad.

A continuación Zacarías le contó el calvario que pasó al estar buscándolo durante estos años. Sus noches de insomnio y pesadillas acabaron desembocando en un estado de intranquilidad que nunca pudo superar por la pérdida tan drástica e inexplicable de su amigo. Benja se sentía culpable por el sufrimiento que había pasado y se reafirmó en su opinión de que debería de haberse puesto en contacto con él. Pero tan buena persona como era Zacarías, al darle los motivos de su imposibilidad de contactar con él, lo comprendió y le perdonó.

ZAC: Entonces, ¿me estás diciendo que ahora eres heterosexual?¡ Pero si a ti te gustaban más los hombres que a un tonto un lápiz!

BENJAMÍN: Parece ciencia ficción, pero es real —y una sonrisa se convirtió en un gesto serio por lo que le quería decir—. Siento muchísimo lo de tu marido Efrén.

Su expresión delataba que todavía no lo había superado.

BENJAMÍN: Nos encargaremos del responsable. Te lo prometo. Nos vamos a vengar. Por él. Por Efrén.




Actualidad

Benjamín se apresuró para coger a la chica en brazos y fue lo suficiente rápido de reflejos para evitar que cayera desde el árbol al suelo. Cuando la vio entre sus brazos su corazón latió con fuerza, resonando  en toda su caja torácica. Había visto a Isis en fotos, pero en persona era más atractiva todavía.

BENJAMÍN: ¡Nieve! —llamó a su yegua, no había tiempo que perder. Subió a la chica al caballo y luego subió él.

Oyó cómo la chica le decía algo, pero no estaba prestando atención. Lo único que le importaba era su seguridad, y la mujer que se acercaba con un rifle en la mano era su objetivo. Sacó la pistola que llevaba en la espalda y disparó sin reparos. Era su vida o la de ellos. Era una lección que ya había aprendido.

El tiro fue limpio y directo a la cabeza, haciendo caer a la furtiva al suelo. Sin tiempo que perder, la yegua echó al trote e Is, aunque con pocas fuerzas porque sangraba, se agarró fuertemente a su espalda. El contacto con ella le hacía sentir una cálida sensación.

IS: Gracias por salvarme —balbuceó, desconcertada—. Pero, ¿quién eres?

Él se giró y le sonrió al ver lo hermosa que parecía, aún sin intentarlo.

BENJAMÍN: Me llamo Benjamín. No te preocupes. Os voy a llevar con los SS. Os estábamos esperando desde hace mucho tiempo.

Al volverse a girar se dio cuenta de que había perdido el sentido y casi se cae del caballo. Paró un momento y trató de despertarla.

BENJAMÍN: No te mueras, por favor —se preocupó al ver que el sangrado del brazo era abundante—. Ya estás a salvo. Yo te voy a cuidar.




Próximo episodio: lunes, 20 de mayo de 2013 a las 21:00.