lunes, 28 de noviembre de 2011

3x07 ADA

Priviuslí, en El mundo al revés: los terroristas, de cuyo grupo forman parte Jaime (el novio de Luis), Noé (el ex cura de la secta de Osi y ex marido de Jaime) e Israel (el novio actual de Noé), planearon atacar unas instalaciones de los Siervos de Suty.

Is se enteró de que Osi es su hermano, pero no ha encontrado el momento adecuado para comentárselo.

Ada está de residente en el hospital La Caridad. Un centro muy religioso donde mantiene una relación a escondidas con Osi y donde discute a menudo con una enfermera sobre la existencia de Asir.

Ulises tuvo una crisis aceptando la medicación que va a tener que tomar de por vida para su trastorno bipolar, pero ya parece que lo ha vuelto a controlar, después de retomar estos medicamentos. Últimamente se echa miradas con un vecino, pero nada más.



Era una mañana fría de febrero y Osi e Is coincidieron en la cocina del piso para desayunar. Ambos habían madrugado para ir al hospital. Desde que Is supo que era su hermano había tratado de comportarse normal delante suyo, pero era muy complicado. También había intentado contárselo a Osi, pero no sabía ni cómo empezar y ni siquiera sabía si sería cierto. Para que no hubiera un silencio incómodo, siempre ponían la tele de fondo durante las comidas. A esas horas de la mañana veían la primera edición de las noticias.

—Esta noche se han registrado varios incendios focales en ese lugar que se creía deshabitado y para cuando llegaron los bomberos ya era pasto de las llamas. No se lamentan daños personales ya que sólo se han producido pérdidas materiales de lo que se cree que era un lugar de reunión de la secta demoníaca de los Siervos de Suty. Sin embargo, nadie parece reclamar pérdidas sobre este edificio. El fuego calcinó las instalaciones hasta los cimientos y se habría propagado por el bosque limitante si no llega a ser por un vecino que divisó la columna de humo que emanaba de lo que creían desierto en medio del monte. Ningún habitante de la zona conocía la existencia de este lugar y ningún testigo observó la presencia de otras personas en los alrededores la tarde anterior. La policía cree que pudiera ser obra de un pirómano…

—Y por último, la lista de desaparecidos del mes con las fotos para su identificación es la siguiente: Anacleta Barril Juanjo, José Tomás…

OSI: ¿Me pasas los cereales?

IS: Eh… claro, Osi. Oye —le titubeaba la voz—. Te quería decir una cosa…

OSI: Dime —dijo él sin parar de desayunar porque siempre iban justos de tiempo.

IS: ¿Vas muy elegante, no? —improvisó al no atreverse a decírselo de nuevo—. Siempre te veo con algún polo y con zapatos o mocasines. ¿Es cosa de médicos?

OSI: Qué va. A mí siempre me ha gustado ir arreglado. Las camisas ya son otra cosa. Me parece demasiado de doctor mayor —rió silenciosamente.

IS: Entiendo… Oye, ¿has pensado alguna vez…?

OSI: ¡Mira qué hora es! —la interrumpió al ver que era tarde—. Venga, acaba de desayunar o no llegamos. Menos mal que hoy me toca urgencias con Ada y ella ya estará allí.

Una vez llegaron a La Caridad, Is se fue a su planta y Osi se quedó con Ada en la planta baja. En un momento que pudieron escaparse, se fueron al cuarto de descanso donde solían dar rienda suelta a su pasión y empezaron a desnudarse con la mala fortuna de no haber puesto el pestillo.

A los pocos minutos, alguien venía corriendo hacia la puerta y la abrió, descubriéndose todo el pastel.

—¡Doctora Valero! ¡¿Cómo se atreve a mancillar el nombre de este hospital de esa forma?!

Ada y Osi no sabían cómo taparse para que no los viera. Ada tenía todo el pelo enmarañado cubriéndole la cara y no sabía ni cómo la habría reconocido. Sería por el tono rubio claro, porque sus tetas no se las había enseñado a nadie más en el hospital. Lo que era obvio era que toda la furia iba dirigida contra Ada, ya que justamente la que abrió la puerta era la enfermera asirista con la que siempre discutía y a veces menospreciaba.

—¡Vístase ahora mismo que acaba de llegar un paciente de urgencia y está muy grave!

OSI: Estooo yoo.

—Usted quédese donde está, que la urgencia es de cardiología y ya lo están metiendo a quirófano. ¡Dese prisa! —le ordenó a Ada y cerró la puerta de golpe.

Pero Ada ya se había vestido y salió casi detrás de ella. Todo el renombre que se había ganado entre sus compañeros sentía que se desmoronaba a pedazos, en cuanto la enfermera se encargase de expandir el rumor. Cosa que estaba segura que haría.

ADA: No hace falta que te pongas de esa manera ni que me hables de usted —alcanzó a la enfermera que iba hacia quirófano también, mientras se hacía un moño para ponerse el gorro estéril de cirugía.

—Ahora ya sé por qué odia usted a Asir.

ADA: ¡Lo que yo haga en mi vida privada no tiene nada que ver con mi trabajo aquí! —trataba de justificarse.

—Su adjunto no ha llegado todavía —continuó hablando sin querer escucharla— y ahora mismo no hay nadie más disponible, así que tendrá que realizar una cirugía de urgencia.

ADA: ¡¿Yo?! ¡Pero si no tengo ni idea! ¡Tiene que haber algún adjunto, seguro!

—Han salido a desayunar. Fíjese si confían en usted que la han dejado sola —dijo contundentemente mientras entraba a quirófano.

Ada se ponía cada vez más histérica mientras le ponían la indumentaria para entrar a operar, pero sabía que no tenía alternativa. La confianza y la seguridad en sí misma que se había labrado durante todo ese tiempo la abandonaban por segundos. Se imaginaba que ese momento de tener que realizar una cirugía le pasaría tarde o temprano, pero creía que ocurriría de manera más relajada y con alguien que la instruyese. Una vez dentro de quirófano, le informó su amiga la enfermera del paciente.

—Varón de unos 40 años de edad.

—Se llama Israel. Israel Giménez —dijo otra enfermera que estaba mirando su cartera.

—Hemorragias internas profusas y algunas externas de menor gravedad. Ha venido por su propio pie sin querer declarar la causa, pero evidentemente ha sufrido algún tipo de traumatismo grave, por las heridas externas que presenta. Y no es reciente. Yo diría que ocurrió anoche. No sé cómo ha tardado tanto tiempo en venir…

Ada estaba muy nerviosa. Cuando de pronto vio la cara del paciente, aún cubierto en gran parte de sangre, lo supo reconocer al instante. Se quedó paralizada. Los ojos se le salían de las órbitas y se le estaba empezando a abrir la boca del asombro. El resto de personal de quirófano simplemente pensó que serían los nervios. Pero no, Ada dijo que nunca se olvidaría de ese rostro y cumplió con su palabra. El paciente que tenía sobre la mesa de quirófano era uno de los intransigentes que casi acaba con sus vidas en la casa de la montaña de David, hacía ya más medio año.

—¡Lo estamos perdiendo! ¡Haga algo! —la devolvió a la realidad la enfermera asirista, que no dejaba de juzgarla con la mirada.

Pero ella seguía inmersa en sus pensamientos, porque además de no saber qué hacer, no estaba dispuesta a salvarle la vida a un ser tan despreciable, que casi le arrebata la suya. Osi entró al quirófano con la vestimenta estéril y la enfermera le recriminó enseguida que no debería de estar allí, pero él veía que Ada necesitaba su ayuda. Aunque cuando vio al paciente y lo reconoció también, entendió la expresión de su novia.

OSI: Ada, mírame. ¡Mírame!

Ella estaba respirando profundamente para calmarse, pero no estaba dando resultado. Al insistirle Osi, lo miró.

OSI: Te comprendo. Entiendo por lo que debes de estar pasando, pero tienes que hacerlo. Es un paciente y debes de salvarle la vida.

Los demás que estaban en quirófano atendían a lo que decía el doctor, pero no dejaban de estar preocupados porque no se estaban tomando acciones. Ya habían pasado unos cinco minutos y todavía no habían hecho nada, cuando Ada se empezó a echar para atrás. Su cara cambió del asombro a la negación y al resentimiento.

ADA: No pienso hacer nada. No se lo merece.

Estaba convencida de que esa persona merecía morir y su conciencia le impedía salvarlo. No podía sanar a un individuo para que pudiese seguir haciendo el mal a su antojo. Así que salió por la puerta corriendo y se quitó la ropa desechable. Osi se quedó allí tratando de hacer algo por su vida, pero a los minutos de salir Ada del quirófano, el paciente falleció.




Al día siguiente, Ulises acababa de llegar de la firma de arquitectos donde hacía de becario y se metió directo en su cuarto. Él sabía que no tenía un buen sueldo, pero por lo menos estaba aprendiendo. Conforme estaban la situación con respecto al trabajo, se sentía privilegiado de poder, aunque sea, mantenerse por sí mismo. Volver a su casa con su madre era lo que menos le apetecía. Sobre todo después de probar las mieles de la independencia.

Desde que volvió a tomar la medicación había hecho vida normal, tal y como el doctor siempre le había dicho. Ya se estaba acostumbrando a esa sensación de control que le daban sus pastillas. Su rutina diaria consistía en ir a trabajar, ver series en su cuarto e ir al gimnasio de vez en cuando, ya que la retención de líquidos que le provocaba la medicación era complicada para mantenerse en forma. Ni siquiera en su época más loca se había relacionado casi con chicos, ahora que estaba más controlado, muchísimo menos. Es más, en toda su vida apenas había tenido un par de relaciones sexuales y tampoco estaba por la labor de tener más.

Dejando sus cosas sobre la cama, se dio cuenta de que por su ventana, que daba a un patio de luces, podía ver a su vecino el que le miraba en el ascensor. Se estaba cambiando de ropa y no se había dado cuenta de que Uli lo estaba mirando, pero a la distancia a la que estaban se veía todo. Cuando se hubo puesto el pijama, se percató de que Ulises le observaba, sonrió y desapareció de su vista. Ulises siguió mirando expectante y poco después volvió a la ventana con un folio escrito a modo de cartel, que lo pegó en la ventana para que lo viera. En el cartel se podía leer un saludo insinuante y un número de teléfono. A Uli se le cortó el rollo al ver que se había dado cuenta de que lo estaba mirando. El tema cartelitos le parecía algo muy directo y no se atrevió ni a contestar. Bajó la persiana para que no lo pudiera ver más.




Esa misma tarde se reunió la junta médica para tratar el incidente del día anterior y Osi estaba esperando fuera a que Ada saliese. Sin embargo, sabiendo lo que pasó y aun habiendo dado su versión de los hechos de que los nervios no la dejaron actuar, la enfermera asirista se había encargado de declarar que la doctora se había negado a atender al paciente porque “no se lo merecía”.

Osi tuvo suerte, ya que no era de su competencia salvar a ese paciente, aunque lo intentó. Gracias a una llamada de sus influyentes madres, miembros de la misma secta que los del hospital, le bastó para conservar su puesto sin consecuencias, ya que sólo había cometido el fallo de encubrir a su compañera. Ada no fue tan afortunada.

OSI: ¡¿Qué te despiden?! ¡Santa Ast! ¡Cuánto lo siento!

ADA: ¡Ni la nombres en mi presencia! ¡Te lo he dicho muchas veces! —se refirió a sus menciones constantes al Asirismo.

OSI: Perdona, cariño —se disculpó él, que sabía que no toleraba su fe religiosa—. ¿Habrá juicio o algo?

ADA: No. Han dicho que lo van a encubrir porque se armaría demasiado revuelo. No sería bueno para la reputación del hospital —hablaba con prepotencia por el hecho de haber perdido su puesto de trabajo—. Van a decir simplemente que llegó tarde y no se podía hacer nada por él.

OSI: Bueno, así será más fácil para ti encontrar otro curro.

ADA: No lo sé, Osi —seguía dolida por la decisión del hospital—. Estos rumores se esparcen súper deprisa… Ahora mismo no puedo ni pensar en conseguir otro trabajo.

Él la abrazó, pero ella no tenía ganas de que la consolaran y no le devolvió el abrazo.

ADA: Voy a ir a despedirme de los compañeros y de algunas enfermeras y luego me iré a casa.

OSI: De acuerdo. Ve y descansa —le dijo dándole un beso en la frente.

Después de despedirse de sus compañeros, acabó en el cuarto de las enfermeras, donde se despidió de Is también. Aunque la fuera a ver en casa de Osi ya no iba a trabajar más con ella. Allí estaba la enfermera que la había delatado. Ada no sabía si lo había hecho por su negación a tratar a un paciente o por el hecho de que al ser asirista le incomodara el haber descubierto que mantenía una relación heterosexual con Osi. Fuera lo que fuere, la enfermera con la que tanto discutía ni se despidió de ella, porque la rehuyó. Salió de la habitación con una mueca de satisfacción que le llenaba la cara y Ada la fulminó con la mirada llena de odio. Is vio este cruce de miradas y supo que sería ella con la que Ada había tenido esas discusiones, según le contó Osi. Cuando hubo terminado de despedirse se fue de allí al vestuario a cambiarse por última vez e Is que sería conveniente que alguien hablase con ella. La había visto muy soberbia charlando con algunos compañeros y no le parecía la actitud correcta. Lo que sucedía era que los demás no sabían lo que había pasado realmente.

IS: Sé que era uno de los que nos acosó en la casa de David. Me lo ha dicho Osi —reaccionó Ada sorprendida—. No te preocupes que no se lo diré a nadie. Me contó la verdadera versión de los hechos ayer conforme pasó. Estaba muy nervioso, tienes que entenderlo. Y no sabía que luego fueran a dar otra versión oficial…

ADA: No pasa nada. Es lo que pasó —dijo sin remordimientos.

IS: ¿Te arrepientes de lo que ha pasado?

ADA: ¿A qué te refieres?

IS: Ada, has dejado morir a un hombre deliberadamente —la miraba juiciosa con sus profundos ojos verdes—. ¡Has roto tu juramento hipocrático! ¿Eres consciente de eso?

ADA: No me vengas tú también con esas. ¡Sabes quién era ese tipo! ¡Tú estuviste allí! ¡Nos pudo haber matado a todos y Uli casi muere! ¡Esta persona no merecía vivir!

IS: ¡Pero es que eso no te toca decidirlo a ti! ¡Eso lo hubiera decidido un juez si hubiera sobrevivido! A lo mejor hasta hubiera ido a la cárcel…

ADA: Puede ser…

IS: Tu trabajo es salvar vidas, y hoy no lo has hecho. Perdona que sea tan clara contigo y sé que tampoco tengo mucha confianza como para comentártelo, pero por lo que he visto de tu relación con tus amigos, no sé si alguien se atrevería a decírtelo. Yo, personalmente, no he visto correcta tu actuación.

Ada se sintió contrariada por primera vez desde el día anterior. En el momento que ocurrió todo tuvo sus dudas, pero después apechugó con ello y no se sentía arrepentida porque creía que había sido fiel a sus principios. No se había parado a pensar en las consecuencias humanas que habían desatado sus acciones. Pero las sinceras palabras de Is estaban haciendo mella en su muro que separaba lo que creía correcto de lo incorrecto. Ese punto de vista que hasta ahora nadie le había mostrado le había empezado a abrir los ojos, pero era demasiado orgullosa para admitirlo delante de nadie. Ni siquiera para ella misma. Por lo cual, aplastó ese sentimiento de culpa que estaba aflorando y siguió escuchando estoica la regañina de Is.

IS: Con lo que acabas de hacer estás siendo igual de intolerante que lo fue esa persona al venir a por nosotros, sólo por pensar que éramos heteros. No estuvo bien que nos atacara y que tratara de matarnos porque en su mente no hay lugar para nosotros, pero tampoco ha estado bien que perdiese su vida por lo que tú piensas. No puedes imponer tus ideologías a alguien. Tienes que dejar a los demás vivir su vida, porque no todos podemos pensar igual…

A Ada todo este discurso le estaba recordando a todas las veces que había tratado de disuadir a Osi de que expresara su religiosidad. O incluso, el mero hecho de que creyera en la existencia de Asir. ¿Tan equivocada había estado siempre de imponer su forma de pensar? Ella, que creía que poseía la verdad absoluta del universo, pero a la vez era igual de intolerante con las personas que pensaban diferente a ella. Exactamente lo mismo que hacía la gente a la que despreciaba.




Ulises llegaba a casa de hacer prácticas y subió al ascensor, pero al igual que sucede en las películas, el vecino que le había puesto un cartel el otro día entró corriendo al portal, paró la puerta desde fuera y se metió en el ascensor. Uli no se podía sentir más incómodo, ya que después de ponerle su teléfono lo había ignorado. Creía que era hetero y le gustaba evitarle sus miradas curiosas, pensando que no pasaría de eso. Pero el vecino dio un paso más al ponerle su número de teléfono en un folio y pegarlo en su ventana.

—Hola… vecino. Qué casualidad encontrarnos por aquí —le dijo insinuante.

ULISES: No es casualidad. Somos vecinos. Es normal que coincidamos de vez en cuando —rompió él la atmósfera con su brutal sinceridad y al darse cuenta que había sido muy seco, sonrió educadamente.

—Ya, es verdad… Oye… ¿Viste el cartel que te puse el otro día?

ULISES: Sí, sí lo vi.

—Ah, como cerraste enseguida la persiana no creo que te diera tiempo de apuntar el número. Si quieres te lo doy.

ULISES: No, gracias. No estoy interesado —decía mirando hacia otro lado inquieto.

—¿Cómo que no? Si te vi mirándome desde tu casa. Y también se nota la tensión que hay cuando nos vemos por aquí…

ULISES: Lo siento. Creo que has leído mal las señales. Hasta luego.

El ascensor llegó a su piso y Uli se bajó con esa tajante despedida, dejando al otro chico desconcertado. Aunque ya con las cosas claras en cuanto a sus intenciones de volver a acercarse a su vecino.

Ulises entró en casa y se sintió aliviado de haber salido de aquella embarazosa situación. Por un lado sabía que en realidad sí le atraía esa persona, pero por otro era como si se hubiera quitado un peso de encima al sortearlo. No comprendía cómo alguien que le parecía interesante al principio había perdido su atractivo por el simple hecho de mostrar interés en él. 




Ada llegó a su casa al final del día y allí estaba Luis. Ya le había contado por teléfono lo que había pasado, pero aún no la había visto en persona. Lo primero que hizo fue recibirla con un abrazo y ahora ella sí se sentía predispuesta a recibirlo.

ADA: Me acaba de dar una charla Is…

LUIS: ¿Y eso? Qué pedorra la tía esa —se puso farruco sin ni siquiera dejarle acabar—. A ver si tengo que ir y explicarle cuatro cosas.

ADA: Ais, no. Qué va. Tenía razón. Dice que me lo quería decir porque mis amigos no se atreverían a contradecirme. ¿Te lo puedes creer?

LUIS: Vaya, sí que tenía razón, sí…

ADA: ¡Nena! —le gritó dándole un palmada en el hombro y luego se quedó parada—. ¿De verdad soy tan así? Al final va a resultar que la pedorra soy yo…

LUIS: No es eso. Es que tú a veces te pones muy cabezota.

ADA: ¡Puñetera enfermera beata! ¡Todo es por su culpa y la dichosa religión!
Luis la miró incrédulo y ella recapacitó.

ADA: Bueno, ella me delató, pero yo he tenido la culpa… No tenía que haber dicho delante de todo el mundo que no merecía vivir. A la próxima tendré más cuidado. Si es que hay próxima…

LUIS: Bueno, cari, tú ahora a mirar hacia el futuro. Lo primero es encontrar otro trabajo.

ADA: Sí, eso haré… Y hablando de futuro, ¿cómo está la cosa con Jaime?

LUIS: Pues… mejor. Ya parece que no tiene tantas urgencias de esas de salir corriendo. Aunque ayer se fue por la noche y esta mañana ha vuelto muy raro. Estaba un poco triste o como si le estuviera dando vueltas a algo. Me dijo que se le murió un perro en quirófano, así que supongo que sería eso.

ADA: Pobrecito.

LUIS: Sí… Lo que me extrañó un poco era que llevara algunos cortes y moratones en los brazos. Según él fue un gato, pero no parecía un arañazo de gato. Era como si se hubiera dado algún golpe contra algo…

ADA: Tú verás lo que crees de un heterófobo.

Luis parpadeó rápido haciéndole burla y ella se fue hacia su habitación sonriendo.

Ada se acostó en su cama y cerró los ojos, pero pasaban los minutos y las horas y no conciliaba el sueño. Algo no la dejaba dormir. Se excusó a sí misma que sería por el día tan duro que acababa de tener. Pero muy en el fondo de su conciencia, sabía que algo se había despertado y que al final, terminaría por salir. Al igual que un hetero tiene que salir del armario tarde o temprano como lo hizo ella, si no quería explotar dentro de su cabeza. Pero ese día llegaría más tarde que temprano, si ella podía impedirlo.


Próximo episodio: lunes, 5 de diciembre de 2011 a las 21:00.

lunes, 21 de noviembre de 2011

3x06 JAIME/LUIS

Priviuslí, en El mundo al revés: Tirso le dijo a Osi la última vez que lo vio que el día del accidente en el que sus padres se llevaron a Benjamín, en realidad querían raptarlo a él. De hecho, hace dos años le pusieron una capucha en la cabeza y casi lo consiguen, pero escapó gracias a una persona que pasaba por allí. Las madres de Osi, que siempre han sido muy protectoras con él, pagaban a Noé, el cura de la secta de los Discípulos de Asir, para que protegiesen a su hijo. Noé dejó de ser el cura de la secta porque se volvió muy intolerante hacia todo lo que iba en contra de la religión y dijo que tomaría cartas en el asunto.

En la Renovación del año pasado, unos hombres intentaron robarles el coche a los protas y luego los siguieron hasta la casa de campo de David porque pensaban que todos eran heteros. Y hace poco, en las noticias se comentó que se había formado un grupo nuevo de terroristas con objetivos heterosexuales.

Por su parte, David tiene alquilada la casa de sus madres desde que las metieron en la cárcel y esa fuente de ingresos es su único sustento. Además, hace algunos meses Ulises le presentó a una conocida suya, Mariana, la cual parece coladita por los huesos de David, aunque le haya dicho que ella no es hetero y que tiene mujer e hijos.

Luis tiene una relación seria con Jaime, un chico al que creía conocer. Pero hace poco averiguó que había estado casado y eso le sentó muy mal.



Jaime acababa de tener sexo con Luis y yaciendo en la cama se repeinaba su pelo negro hacia atrás porque si no, no era él mismo. Eran momentos que ambos disfrutaban mucho y Jaime sabía que era una manera de tenerlo contento, porque en cuanto pasaba el éxtasis de placer, a Luis le venían a la mente todo tipo de desconfianzas, generadas a partir de que se enterara de que había estado casado. Jaime zanjó aquel asunto hace ya un mes con respuestas que satisficieron su curiosidad, pero notaba que ya no era lo mismo de antes.

JAIME: Me tengo que ir, que tengo guardia —dijo levantándose de la cama de Luis y poniéndose sus pantalones de pinzas y su elegante camisa.

LUIS: Ah… ¿Y dónde vas esta noche? —preguntó con una curiosidad escéptica.

JAIME: A una clínica veterinaria. ¿A dónde iba a ir? —respondió sonriente y besándolo para que se quedara tranquilo.

LUIS: ¿Es la misma a la que vas cuando te llaman para ir de día o es otra?

JAIME: Pues ésta es otra, Luis.

LUIS: ¿Me puedes decir el nombre o dónde está? —inquirió inocentemente necesitando datos para creerse su coartada— Es por si acaso te tengo que llevar algo o cualquier cosa…

JAIME: Toma —dijo cogiendo un boli y escribiendo varias direcciones a buena gana. Sabía que si le daba una mala contestación explotaría—. Voy a ir primero a ésta y luego más tarde a la otra. Pero no sé a qué hora.

LUIS: ¿Vas a dos clínicas en la misma noche?

JAIME: No lo sé, depende del trabajo que haya —se evadía Jaime de tener que dar explicaciones precisas—. Son del mismo dueño e igual me necesitan en una u en otra.

LUIS: No lo veo muy normal —apostilló desconfiado.

JAIME: Bueno, pues me voy ya que llego tarde —le dijo cariñosamente mientras le daba otro beso de despedida —. Te quiero.

Se quedó mirándolo esperando a que le contestara con las mismas palabras, pero no lo hizo. Y antes lo hacía siempre.

Jaime estaba preocupado. Veía que su relación se estaba destrozando y él quería mucho a Luis. Si no fuera por las mentiras que le tenía que contar… Pero era necesario tener que mentirle. Aunque él creía que tenía bastante controlado el tema, algunos cabos sueltos que estaba enlazando le estaban dando a Luis mucho que pensar. Confiaba en que su paranoia no le hiciera presentarse esa noche en las clínicas donde se supone que estaría, porque en realidad iba a una reunión. En la puerta de la casa de Noé le esperaba el mismo para recibirle. Era un hombre un poco encorvado debido en parte a su gran altura, pero de cuerpo era más bien delgado. Tenía el pelo negro, o quizás blanco, según el punto de vista o la proporción a la que se atendiese. Lo cierto es que le hacía parecer mucho más mayor, pero en realidad rondaría la cuarentena. Llevaba un bigote canoso, al igual que el pelo, muy bien recortado. Iba repeinado con la raya al lado, muy al estilo clásico, como la ropa que llevaba. Unos ojos grises muy poco comunes llamaban la atención en su pálido rostro, que era anguloso y con un mentón generoso, lo cual le daba un aire muy rudo.

JAIME: Buenas noches, Noé —le dijo no muy convencido.

—Buenas noches, señor. Eres el primero en llegar… ¿Te pasa algo? No te veo buena cara.

JAIME: Ya sabes, las mentiras que hay que decir de tapadera.

—Es lo que tiene la vida del terrorista —afirmó rotundamente—. Para eso te pago tan bien.

JAIME: Ya, pero sabes que no estoy a gusto con esta faceta tan agresiva que estamos teniendo últimamente. Sabes que lo hago por ti y el tiempo que estuvimos casados. Hasta me di por desaparecido hace dos años para poder hacerlo. Pero tengo mis dudas.

—¿Qué dudas tienes?

JAIME: ¿Y si se lo cuento sólo a Luis? No puedo seguir mintiéndole…

—De ninguna manera —no le hizo falta ni decirlo más alto, ya que su ronca y tosca voz y la seriedad con la que lo dijo lo dejó bastante claro—. Lo echarías todo a perder. Nunca habíamos podido llegar tan cerca de Osi como lo estás haciendo tú. Aunque poca información me traes siempre.

Jaime se avergonzó de su fallida misión, pero él hacía lo que podía y ya era difícil preguntar sin levantar sospecha.

—¿La vigilancia a su alrededor es correcta? ¿Todos están posicionados en sus sitios?

JAIME: Sí. Las veces que he estado cerca de él he visto a cada uno en su posición. Está bien vigilado.

—Bien. Si esos cabrones de los Siervos de Suty quieren intentar raptarlo otra vez, al menos no lo van a tener fácil. ¿Y has averiguado algo sobre sus dones?

JAIME: Le he preguntado, pero me rehúye. No tengo confianza con él y no le gusta hablar del tema.

—De acuerdo. Tú sigue haciendo tu labor —le ordenó mientras sacaba un fajo de billetes que le dio en mano—. Hasta que no me digas lo contrario y mientras sus madres nos sigan pagando, le seguiremos protegiendo. Puede ser una pieza importante para nosotros.

Se hizo un pequeño silencio y Jaime aprovechó para redirigir la conversación hacia algo más distendido.

JAIME: Por cierto, ¿todo bien con Israel? Ya lleváis bastantes meses.

—Todo muy bien. Gracias por preguntar. Aunque entiende que no te voy a dar detalles siendo tú mi ex. Es extraño.

JAIME: Lo entiendo.

Al cabo de un rato y conforme fueron apareciendo los demás invitados, comenzaron la reunión que tenían programada para esa noche.

—Camaradas. Todos tenemos claro el objetivo de esta operación. Israel y yo —dijo Noé mirando a su pareja que lo tenía a su lado— llevamos organizando esto desde el verano pasado. Hemos robado coches, materiales para fabricar explosivos y hemos conseguido armas y munición. También disponemos de un amplio capital. Sabéis que hemos realizado otros pequeños atentados recientemente contra fabricaniños, pero éste ataque contra los Siervos de Suty es el importante.

Noé movió las manos dando órdenes a varias personas y enseguida sacaron planos y otros documentos orientativos que empezaron a repartir mientras él seguía hablando de manera muy disciplinaria.

—Los pasos serán los siguientes: llegar a la localización señalada con los vehículos que hemos conseguido y a los cuales les hemos cambiado la matrícula. Colocación de los explosivos en los lugares de sus instalaciones indicados en los mapas que os están repartiendo. Mientras un grupo de personas hace esto, otro grupo liderado por mí e Israel entrará a recuperar lo que es nuestro. Lo que nos arrebataron. Reparte las armas —le mandó a otra persona que estaba vigilando la puerta de la casa.

Jaime sentía remordimientos por todo lo que estaba escuchando. La conciencia le pesaba por lo que iban a hacer y él no tenía una causa tan clara como Noé que le motivara a hacer todo aquello. Sí, era cierto que el estilo de vida de los heterosexuales no le gustaba, pero atacar a personas de una secta que no tenía nada que ver y pudiendo ocasionar muertes, no iba para nada con su manera de ser. Cuando le repartieron el arma, la cogió con ambas manos inseguro y se atrevió a preguntar a Noé, ya que nadie lo hacía porque parecían tenerle un enorme respeto, mezclado con miedo autoritario.

JAIME: ¿No será necesario matar a nadie, verdad?

Noé giró la cabeza bruscamente y lo miró con severidad. Si hubiera sido otra persona le hubiera soltado una buena reprimenda por interrumpirle, pero a Jaime le tenía cierta consideración por el tiempo que estuvieron casados.

—¡Para eso son las armas! Se procederá a utilizarlas si es necesario, por supuesto. Y aunque no los mates tú, ¿qué crees que harán las explosiones con las personas que estén dentro de sus instalaciones en ese momento?

Jaime bajó la mirada y se le hizo un nudo en el estómago. Guardó el arma y no habló más en el resto de la asamblea.

—Todos sabéis —siguió Noé con su discurso— que entre los DA y los SS siempre ha habido rencillas, pero nunca antes se habían tomado cartas en el asunto. Eso va a cambiar. Hoy marcamos el inicio de un nuevo comienzo. ¡Vamos a calentar esta Guerra Fría, camaradas! —vociferó para crear un espíritu de unanimidad.
A los pocos minutos, se oyó el timbre de la puerta, pero Noé ordenó que no fueran a abrir, ya que no esperaban a nadie más. Pero el timbre volvió a sonar insistentemente. Noé mandó a un hombre a deshacerse de quien fuera y enseguida volvió para comunicarle que era su casero y que había venido a cobrarle. Noé se disculpó malhumorado y fue a la puerta. Salió de la casa y la cerró para que no pudiera ver nada de lo que pasaba dentro.

DAVID: Hola, Noé. Vengo a cobrarte el mes —dijo despreocupadamente—. Siento aparecer de improvisto, pero necesito el dinero. Por cierto, ¿quién era ese?

—No vuelvas a aparecer aquí sin avisar. ¿Me has entendido? —lo miró con un conjunto de ira y desprecio en sus ojos que asustó a David.

DAVID: Perdona, hombre. Ya te he dicho que sentía venir sin avisar…

—¿Te ha quedado claro? —le interrumpió fulminándolo con la misma mirada.

DAVID: Sí, sí. Perdona —contestó amedrentado.

A David le empezó a sonar el móvil insistentemente. Era Mariana, que lo llamaba a todas horas para contarle nimiedades. Él le colgó varias veces seguidas y siguió hablando con Noé.

—Toma. Aquí tienes el puto alquiler —le dijo entre dientes sacando un fajo de billetes que llevaba encima, cosa que sorprendió a David.

Él los cogió, pero vio que había material de obra fuera de la casa y sintió la necesidad de preguntar. No estaba seguro de qué estaba haciendo en la casa de sus madres porque nunca le dejaba entrar, pero quería saber si pasaba algo. Siempre le mantenía en la puerta y ya se imaginaba que estaba cambiando la estructura de la casa por lo menos.

—Eso es para un pequeño arreglo que he tenido que hacer en el baño —dijo un poco menos iracundo, aunque sin dejar de aparentar seriedad.

DAVID: ¿Sabes que esas cosas las tengo que pagar yo?

—Sí, pero en mi casa no entra nadie que yo no quiera. Yo llamo a quien quiero que me haga los arreglos y punto.

DAVID: De acuerdo. Mejor para mí.

Noé volvió a entrar en la casa y sin despedirse le cerró la puerta en la cara a David, que se quedó con la boca abierta de ver la mala educación de su inquilino. Los nervios lo estaban carcomiendo y se encendió un cigarrillo. Dirigiéndose hacia su coche e incrementando su malestar por haber sido tratado así y no tener a nadie con quien desahogarse, Mariana volvió a intentar localizarle a su teléfono y David lo cogió. Ella estaba en un local de ambiente hetero y empezó a insistirle para que fuera allí. Le solía llamar constantemente y era una de las cosas que más le agobiaban a David sobre ella. Pero ese día, conforme estaba él, no tenía el cuerpo ni para aguantar ese tipo de llamada, sabiendo que Mariana quería algo más de su persona. Al negarle la invitación, ésta le colgó el teléfono y la crispación se apoderó de David, ya que le quería comentar lo que le había pasado pero nunca había podido contar con ella para eso. Con el mal humor por las nubes, apagó la colilla, abrió la puerta del monovolumen y en vez de dirigirse a su casa, pensó en hacerle una visita a Eva, la mujer de Mariana. Ya era hora de que se enterara de primera mano de lo que estaba pasando. Por el bien de ella y de su hija.

Eva, la mujer de Mariana, le abrió la puerta dudosa, pero ni siquiera sabía quién era David. Mariana nunca le había hablado de él y llevaban meses quedando a menudo.

DAVID: Tú no sabrás quién soy, pero yo sé quién eres tú —no pudo evitar entonarlo de malas maneras—. Tu mujer no te quiere. Ella es heterosexual y no lo quiere admitir. Y encima me está echando siempre la caña. ¡Me tiene frito!

Esperando una reacción de desconcierto por parte de ella, obtuvo todo lo contrario. Muy entera como aparentaba le contestó.

—Sigo sin saber quién eres, pero yo quiero a mi mujer y ella nos quiere a mí y a su hija. Mariana está tratando con sus problemas y tarde o temprano los superará. ¿Quién eres tú para entrometerte si nosotros somos felices así?

DAVID: NADIE puede ser feliz auto engañándose —recalcó—. No te equivoques.

—Ella quiere a su familia. Eso lo sé.

DAVID: ¿Ah, sí? ¿Y si tanto la quiere por qué está en un pub de ambiente en vez de estar aquí con su familia?

La mujer tampoco pareció sorprendida por esta información, pero le cerró la puerta airadamente. David ya llevaba dos portazos en la cara en unas horas y no sabía ni a dónde dirigirse. Pensó que quizás Ulises pudiera aclararle algo a cerca de dónde había salido Mariana y de dónde la conocía. Así que fue a su piso, pero tampoco pudo sacarle información, ya que Uli no había contado a nadie que había pasado por Socol y luego por la clínica psiquiátrica donde conoció a Mariana. Sólo Is sabía de su trastorno bipolar y no pretendía contárselo a nadie más. A pesar de las historias que le contó David acerca de Mariana, Ulises no quiso soltar prenda y David no quiso insistir porque había tenido un día muy largo.

Bajando David para irse definitivamente a su casa a descansar, Ulises lo acompañó y en el ascensor se metió un vecino. El cubículo era estrecho y si había algo en lo que David era experto era en notar tensión sexual. Las tímidas miradas que le lanzaba el vecino a Uli denotaban deseo y él no las correspondía por su naturaleza vergonzosa, pero sabía que lo estaba observando. Una vez se fue, David lo interrogó al respecto. Ya que del otro tema no había conseguido sacar nada en claro, un cotilleo siempre le alegraba el cuerpo.

ULISES: No es nadie. Es un vecino con el que a veces me echo miradas. Nada más —dijo tímidamente—. Bueno, sobre todo él a mí.

DAVID: Ay, así empiezan las historias de amor…

ULISES: Qué va. Tiene pinta de hetero. A lo mejor cree que soy hetero y se quiere hacer amigo mío para salir de ambiente a ligar con unas pivitas —bromeó quitándole hierro al asunto.

DAVID: Bueno, tú sabrás. Pero si te quedas esperando, a lo mejor no lo averiguas nunca.




Ya era tarde y Luis se había ido al Inframundo a trabajar de camarero. No se arreglaba tanto como antes, porque desde que estaba con Jaime se sentía culpable cuando ligaba. Sólo se puso un poco de maquillaje, se depiló un poco las cejas, como de costumbre, y se peinó con su pelo moreno hacia un lado de manera moderna. Bastante discreto para lo rubio y cardado que lo llevaba el año pasado. En el pub había entablado una buena relación con Nacho, el ex de Osi que ahora se ocupaba de llevar el pub cuando Efrén no estaba presente. Aparte de su confidente Ada, ahora tenía largas charlas con Nacho sobre lo preocupado que estaba últimamente por su relación con Jaime.

LUIS: Mari, es que estoy hasta el coño de los portales de internet para buscar trabajo —se quejaba mientras se retocaba el maquillaje en el cuarto reservado con un espejito que llevaba.

—Por lo menos tienes esto para ir tirando.

LUIS: Ya, cari, pero es que es super poco dinero para pagar el piso y todo. Además, que Jaime siempre me lo paga todo y me siento mujer florero. Tú sabes.

—Si a él no le importa pagártelo y gana bastante dinero…

LUIS: Sí, pero es que yo no puedo depender toda la vida de él. ¿Y si ahora resulta que en vez de irse a trabajar cada vez que le sale una urgencia es que tiene un lío con alguna pelandrusca? Cada vez me pone más paranoico el tema.

—A un amigo mío le pasó que estuvo saliendo con un chico más de un año y luego se enteró de que tenía familia e hijos en otra parte.

LUIS: ¡¿Pero qué me cuentas?!

Era lo que le faltaba a él para prender la mecha de la desconfianza, que se propagaba tan rápido como la velocidad a la que se consumen. Dejó de maquillarse, guardó sus cosas y a una hora de salir de trabajar le preguntó a Nacho si no le importaba cerrar a él sólo y él se manifestó comprensivo. Se fue de allí con un objetivo en mente: verificar que Jaime estaba trabajando donde le había dicho que estaría.

Después de unas horas y de recorrerse media Valencia, Luis se pasó por ambas clínicas donde se supone que estaría y no lo encontró. Su cabeza le iba a explotar cuando le llegó un mensaje de Jaime, que le decía que si estaba aún despierto que lo esperase en su casa para acostarse juntos. Que acababa de salir de trabajar. Luis se fue a su casa y se acostó en la cama, pero su estado de nervios lo mantuvo despierto hasta que llegó Jaime.

Cuando le abrió la puerta, Jaime fue a darle un beso pero Luis le apartó la cara y se fue hacia su cuarto. En parte no quería molestar a sus compañeros David y Ada que ya estaban durmiendo. Luis necesitaba hablar con Jaime y lo iba a hacer por muy malhumorado que estuviese y por muy pocas ganas que tuviese. Jaime lo siguió intrigado hacia su cuarto por esa retirada de saludo que no comprendía a qué venía. Pero cuando le hubo explicado que había estado en las clínicas y no lo había encontrado allí, Jaime lo entendió todo. Él no tardó ni unas milésimas de segundo en pensar una explicación. El haber estado mintiendo tanto tiempo le había dado una habilidad increíble para inventarse mentiras de improvisto. Y encima le solían salir muy creíbles.

JAIME: Cariño, no te preocupes. ¿Estás enfadado por eso? Anda, ven aquí —intentó abrazarlo mientras ultimaba los detalles de su engaño, pero Luis se apartó.

LUIS: Contéstame —lo amenazó pareciendo que le estaba dando un ultimátum.

JAIME: Es que resulta que me había equivocado. Te he dado la dirección de otra clínica a la que voy algunas veces, pero luego de camino he recordado que no era esa. No me imaginaba que fueras a ir. Por eso no te había dicho nada.

A Luis se le cayó un poco la barrera defensiva porque quería creerle, pero todavía estaba dudoso y las cuestiones le manaban de la boca.

LUIS: ¿La dirección de dos clínicas que son una cadena de clínicas veterinarias también? ¡¿Mucha coincidencia no?!

JAIME: Sí, es una cadena de clínicas también —intentó decir de manera natural—. De verdad que lo siento. Mira, si quieres, el próximo día te pasas para verme trabajar. Si así te quedas más tranquilo, ¿vale?

LUIS: Bueno —dijo poco convencido.

JAIME: ¿Dónde voy a estar si no, tonto?

Jaime le sonrió y empezó a abrazarlo para que se le pasara el enfado. Aunque Luis no le correspondía demasiado al principio, al final cedió.

JAIME: ¿Sabes que te quiero, verdad?

LUIS: Y yo también te quiero, Jaime —admitió Luis, que no podía evitar los fuertes sentimientos que tenía hacia él.

Ambos se quedaron abrazándose un rato antes de acostarse y cada uno estaba pensando en una cosa. Por su lado, Jaime se percató que sus mentiras no se podían sostener durante más tiempo y que necesitaba demostrarle a Luis que su trabajo era real. Así que pensó en trabajar más en serio haciendo urgencias veterinarias, que hasta ahora había hecho esporádicamente. También se sentía incómodo por su relación con el grupo terrorista liderado por su ex marido y por los violentos derroteros que estaba tomando esa asociación. No obstante, por ahora no encontraba la salida y tampoco le podía comentar nada a su actual novio.

Luis por su parte se sentía desarmado. Tenía un empleo con el que casi ni podía sustentarse y aun a su pesar, dependía demasiado económicamente de Jaime. Y no sólo era por tema monetario. Todo el tiempo que llevaban juntos le había hecho encariñarse muchísimo con esa persona y estaba dispuesto a luchar por ella. Quería creer en él con toda su alma, pero a partir de ahora necesitaría más pruebas, o su confianza se acabaría desmoronando del todo.


Próximo episodio: lunes, 28 de noviembre de 2011 a las 21:00.

lunes, 14 de noviembre de 2011

3x05 IS

Priviuslí, en El mundo al revés: Is trabaja como enfermera en el centro psiquiátrico Socol y en el hospital La Caridad, un hospital religioso donde Ada y Osi son residentes también y tienen que ocultar su relación por ello.

Is es bisexual, pero nunca ha contado nada sobre relaciones que haya tenido. Después de que su madre adoptiva muriera hace un par de años, su madre biológica Soledad retomó el contacto con ella y hablan y se ven de vez en cuando.

Luis lleva meses saliendo con Jaime, un veterinario algo heterófobo que no ha encajado muy bien con Ada y que parece interesado en asuntos paranormales. O eso pareció cuando preguntó sobre lo que pasó en la casa de campo de David. Aquel día, Ulises, que era también heterófobo, se dio cuenta de lo erróneo de su comportamiento y le prometió a Ada tratar de ser más tolerante.

Efrén sigue investigando sobre los papeles que encontraron él y David cuando investigaron sobre los padres de Tirso y lo que va averiguando lo anota en un diario.




En una sala del hospital La Caridad estaba todo preparado para celebrar una pequeña fiesta sorpresa. Mientras la invitada de honor llegaba, en la televisión se oían las noticias.

—Por lo tanto y con toda esta información, la policía cree que se puede tratar de una nueva y peligrosa organización terrorista, la cual tendría como objetivos algunos segmentos del colectivo heterosexual, como organizaciones simpatizantes o lugares de ambiente o reunión de éstos.

—Y por último, la lista de desaparecidos del mes con las fotos para su identificación es la siguiente: Elena Jiménez Pérez…

Un trabajador del hospital apagó la tele y también las luces porque llegaba el momento de sorprender a su compañera de trabajo. Is llegaba por el pasillo con su uniforme de trabajo. Apenas se la oía andar porque siempre caminaba como si fuera una especie de ser grácil, casi como si flotara. Llevaba una trenza muy casta que se hacía a veces con su melena castaña por los hombros, para trabajar más cómoda. El flequillo se lo dejaba fuera, ladeado por encima de las cejas. Cuando fue a entrar a la habitación donde lo tenían todo preparado vio que estaba la luz apagada, pero en cuanto entró encendieron las luces.

—¡Felicidades! —exclamaron todos al unísono.

IS: ¡Por Asir! ¡Qué susto me habéis dado! ¡No me lo esperaba para nada! —dijo emocionada con su afable voz, abrazando y besando a sus compañeros.

Aunque pronto se dio cuenta de que en la sala había gente que no conocía y se apresuró a preguntar a un amigo suyo.

IS: ¿Y todas estas personas que no había visto en la vida?

—¿Cómo que no? Mira, aquel es amigo de Marta. Ya sabes, ese chico que es hetero —le dijo guiñándole un ojo—. Esa otra no la conoces, pero es una amiga muy guapa de Lidia…

IS: ¿Me habéis preparado una encerrona en mi propia fiesta de cumpleaños para conocer a gente?

—No, mujer. No es eso. Simplemente es para que los conozcas. Con lo preciosa que tú eres y siempre te veo tan sola…

IS: Pero yo sola estoy bien —dijo alegremente—. Que no te dé pena. Para estar con alguien tendría que ser una persona muy especial.

—Que apareciera con su caballo blanco y te rescatase del malvado, ¿no? —acabó la frase por ella, que ya la conocía bien.

IS: Pues sí, mira, más o menos. De todas maneras, no estoy cerrada a conocer a gente.

—Claro. Por lo menos conócelos antes de juzgar.

Is intentó mezclarse entre sus pretendientes, pero no se sentía cómoda conociendo gente de esa manera. Osi, que estaba trabajando en el mismo hospital que ella y que Ada, pasó por allí y al ver a su compañera de piso pasó a cotillear.

OSI: Uy, hola, Is. ¿Qué está ocurriendo aquí?

IS: Anda, hola. Es mi cumpleaños y me han preparado una sorpresilla.

OSI: ¿No me digas? ¡Pues felicidades! ¡Es mi cumpleaños también!

IS: Pues felicidades a ti también —le dijo dándole dos besos y se asombró de la coincidencia.

OSI: ¿Cuántos cumples?

IS: 26.

OSI: ¿Qué me cuentas? ¡Yo también!

IS: ¡Qué casualidad!

Se miraron los dos sonrientes.

IS: ¿Vas a hacer algo especial hoy?

OSI: Pues mis madres van a venir luego desde Madrid para felicitarme y esta noche he quedado con Ada, Luis y Jaime para cenar —se dio cuenta que al nombrar la cena quedaba mal que no la invitara, pero tampoco tenía tanta confianza con ella. Y como la cena era de parejas pensó en dejar así la cosa.

IS: Ah, muy bien…

La conversación quedó interrumpida cuando a Is le sonó el móvil.

OSI: Bueno, me voy que tengo prisa. Nos vemos luego en casa.

IS: Sí, hasta luego.

Is dejó sonar el teléfono porque en ese instante sintió una extraña conexión con Osi que iba más allá de la simple coincidencia. Pero tampoco era una atracción sexual, eso lo tenía claro. Era como si se identificase con él, y eso lo llevaba notando desde que empezaron a compartir piso, ya que sus charlas habían tenido desde que volvió de dar ayuda humanitaria. Sería por esa casualidad de fecha de nacimiento, pensó ella, o algo relacionado con el horóscopo.

El móvil seguía sonando y al final lo cogió. Era su madre biológica Soledad, que la llamaba para felicitarla. Decía que iba a ir a Valencia esa tarde a tratar unos asuntos y le sugirió verse en una cafetería.

IS: ¿Te parece bien que quedemos en la cafetería del hospital como la otra vez?

—Pues… Prefiero que sea otro sitio —sonaba nerviosa—. Sí, mejor otro sitio. Para felicitarte más acordemente, y no en tu lugar de trabajo.

IS: A mí no me importa…

—Mira, querida, mejor nos vemos en esta dirección —le dijo dándole instrucciones de dónde se encontrarían antes de que le volviese a insistir.

En otra parte del hospital, Ada caminaba segura de sí misma por los pasillos después de unos meses trabajando allí. Los recorría como si fuera la pasarela que antaño desfilaba como modelo y se sentía el centro de atención. Iba siempre con la cabeza muy alta y con aspecto serio, con el fin de parecer más profesional. Los comentarios alentadores sobre su trabajo de su adjunto y de otros compañeros la habían hecho crecerse en poco tiempo. Y todo ello era algo que la enorgullecía mucho, ya que por lo general en su vida siempre había tenido que lidiar con el tópico de que una chica rubia, guapa y con buen cuerpo no podía ser inteligente. Algo difícil de obviar cuando casi siempre le gustaba ir con vestidos ajustados o conjuntos sugerentes y con tan sólo la bata abierta por encima. Aunque sus límites de vestuario tenía y los conocía, al estar en ese tipo de hospital. En ese instante se encontró con una enfermera y comenzó uno de sus pequeños debates que siempre tenía con ella sobre la religión. En un hospital como ese, asirista puro y duro y controlado por los Discípulos de Asir era difícil salir ganando, pero Ada no podía dejar de expresar su punto de vista.

—Gracias a Asir que hoy hemos salvado muchas vidas —decía la enfermera satisfecha de su trabajo caminando a la par que ella por el pasillo.

ADA: Será gracias a los médicos, que son los que salvan vidas—contestó soberbia con las manos en los bolsillos de la bata.

—Y la ayuda de las enfermeras, no te equivoques —señaló molesta—. Pero aún así es Asir quien tiene la última decisión sobre las vidas de todos. Él decide cuando llega la hora de subir al Cielo o de descender a los Infiernos con Suty.

ADA: Claaaro que sí. Y esta noche vendrá el Ratoncito Pérez a darle dinero a tu hijo porque se le ha caído un diente —sonreía burlona.

—No blasfemes de esa manera, jovencita —replicó ofendida como si fuera una señora, aunque le sacaría como mucho cinco años—. Sabes en el tipo de hospital que estás. Tener fe ayuda a las personas a superar momentos duros, como cuando están enfermos. No entiendo por qué todos los médicos comentan que eres una futura promesa de la Medicina…

Ada vio a lo lejos a Osi que se metía en el cuarto de descanso y la miró con picardía, y ella fue hacia allí dejando a la enfermera con la palabra en la boca, ante su mueca de espanto.

ADA: ¿Se puede pasar? —dijo cuando ya estaba dentro y al comprobar que no había nadie más cerró la puerta.

OSI: Hola, diablilla.

Ambos se miraron con ojos viciosos y se besaron furtivamente, apoyada ella en la puerta por si entraba alguien, ya que sabían que un romance heterosexual en un hospital como aquel estaba muy mal visto. Aunque no podían negar que algo de morbo les daba la cuestión de que tuvieran una especie de relación prohibida. Pero por precaución, después pusieron el pestillo y lo dieron todo en la cama.




Al terminar su turno en el hospital, Is se soltó el pelo y se cambió de ropa. Se puso su camisa y su rebeca por encima y unos vaqueros ajustados para causar buena impresión. De allí se fue directa a la cafetería en la que había quedado con su madre. Después de intercambiar los formalismos de siempre, lo cierto es que no tenían mucho más de qué hablar porque eran prácticamente unas desconocidas, pero Soledad siempre trataba de sacar conversación y le preguntaba mucho sobre su vida. A veces pensaba que se entrometía tanto como su difunta madre adoptiva.

—Chica, ¿y esa zona está bien para vivir? Me han dicho que no. Ten cuidado cuando salgas a la calle.

IS: Pero qué va. Si es un barrio la mar de tranquilo —se extrañó ante sus afirmaciones—. Además, que me llevo muy bien con mis compañeros de piso y estoy muy a gusto.

—Bueno, yo si fuera tú, me cambiaba de casa.

Is se quedó recelosa por la insistencia pero cambió de tema. Como apenas sabía nada sobre ella, intentó una estrategia que tenía planeada para sonsacarle información, ya que a las buenas nunca quería soltar prenda.

IS: ¿Y qué tal tu hijo?

—¿Cómo sabes que tengo un hijo? —dijo tocándose su colgante que siempre llevaba puesto de una mano blanca asirista.

IS: No lo sabía, pero ahora lo sé —sonrió satisfecha de que su jugada hubiera surtido efecto.

—Prefiero no hablarte de mi vida, ya te lo dije —se la veía cada vez más incomodada—. Tú eres mi hija, pero tengo otra familia que no sabe nada de ti y de momento quiero que siga así. No quiero que te involucres.

IS: Sabes —se puso ya más seria al ver su reacción—, sé que eres mi madre porque cuando me conociste nos hicimos aquella prueba de maternidad, pero una hija adoptada siempre se ha preguntado toda su vida por qué la dieron en adopción y tampoco me has comentado nunca nada al respecto.

—Querida, no estoy preparada para hablar de eso. En otra ocasión quizás —se levantó apresuradamente para despedirse.

IS: De acuerdo —se levantó ella para darle dos besos a la par que confusa.

—Muchas felicidades de nuevo y ya te avisaré cuando vuelva a Valencia. ¿Te vas a casa ahora?

IS: No, tengo que hacer la compra primero.

—Muy bien. Nos vemos, pues.

Is la vio marchar una vez más sin proporcionarle la información que ella quería saber, pero notaba que cuando la forzaba se ponía muy incómoda y era peor. Así que pensó que sería mejor si le dejaba espacio y confiaba en que no tardara mucho en estar preparada para hablar de aquella cuestión.

Al echar mano de su cartera se dio cuenta de que no llevaba la tarjeta de crédito para poder hacer la compra, así que tenía que pasar por casa primero. Llegando a su edificio vio a Soledad metida en un coche y en un instante se alegró y pensó en saludarla, pero luego vio que había otra mujer dentro con ella. ¿Sería su esposa? Imaginó Is. Prefirió no seguir mirando porque se sentía una espía y su madre ya le contaría lo que fuese cuando estuviera lista. No quería arriesgarse a que cortara la relación con ella por completo si la pillaba en una situación como esa. Así que se dirigió hacia su portal procurando no ser vista. Dentro del portal se cruzó con Osi, que bajaba en el ascensor.

OSI: Hola, Is.

IS: ¿Te vas ya a cenar con estos? ¿Es un poco pronto, no?

OSI: A cenar iré luego. Ahora voy a ver a mis madres que han venido a felicitarme.

IS: Ah, muy bien.

OSI: Te dejo que me están esperando en el coche. Hasta luego.

Is se metió en el ascensor y toda la conversación que acababan de tener le retumbaba en la cabeza. ¿Eran demasiadas casualidades o podría ser lo que estaba imaginando? Las puertas se empezaron a cerrar pero ella las paró con la mano y salió del ascensor hacia la calle. No estaba dispuesta a que Soledad eligiese el momento que le diese la gana para hablar del tema, quería saber la verdad ya. Salió sigilosamente del portal y se escondió en la esquina justo antes de girar la calle donde estaba el coche de su madre biológica. Se asomó a mirar y justo en ese momento vio como Soledad y la otra mujer salían del coche y le daban un abrazo a su hijo Osi, felicitándolo por su cumpleaños.

Is contemplaba la escena atónita, pero por otro lado, la gran posibilidad de que Osi fuera su hermano no le resultaba chocante. Lo notaba en la relación de amistad que tenían. Conectaban de alguna manera. Con todo este combo de sentimientos, Is subió a casa y se olvidó de hacer la compra. Se tumbó en la cama y sentía emociones confusas y sensaciones reencontradas. Ella pensaba que no tenía familia y ahora era posible que la tuviera. Y tan cerca como viviendo bajo su mismo techo.




Osi habló un rato con sus madres y ya quedaría más tranquilamente con ellas al día siguiente. Esa noche había quedado con Ada, Luis y Jaime para celebrar su cumpleaños. No era una fiesta, sino una simple cena en un restaurante. Mientras comían la conversación fluía bastante bien. Osi pensaba que Jaime sería más antipático, por la imagen que Ada le había dado de él, pero lo cierto es que era una persona agradable y parecía de fiar. O eso le pareció hasta que, tomando ya el postre, empezó a hablar de algo que le incomodaba.

JAIME: Pero, vamos. Estoy seguro de que mi amigo estaba nervioso y aquello no sería un fantasma. ¿Alguna vez os ha pasado algo raro así como inexplicable? Ya me contaron lo que pasó este verano en la casa de campo de David —se dirigió directamente a Osi ante la atenta mirada del resto—. ¿Te había pasado algo así antes?

OSI: No sé a qué te refieres. No pasó nada —negó la importancia de la pregunta tratando de mantener su integridad, pero Jaime notaba como le molestaba.

JAIME: Sí, hombre, no tienes que tener vergüenza —le intentó calmar con una confianza que no tenía con él—. Debe de ser cosa de los reproductores. Como sois así de raritos…

La frase quedó interrumpida con un gemido que pegó Jaime al darle Luis una patada por debajo de la mesa para que no fuera grosero. Luis sonrió diplomáticamente como disculpándolo y cambió de golpe de tema para que la noche no se fastidiara. Se acordó de la conversación que tuvo con Ada de que no sabía mucho sobre Jaime y era cierto. A veces trataba de sacarle algún tema de conversación, como relaciones pasadas, y siempre se salía por peteneras. Así que pensó que qué mejor momento que ese. Estando delante de más personas no se negaría a contestar y tampoco podía irse a ninguna parte.

LUIS: Caris, yo siempre he creído que una persona se conoce a través de las parejas que ha tenido, y como ya me sé la vida entera de Ada desde que éramos pequeños y también conozco la escasa vida amorosa de Osi porque ella me la cuenta —Osi la miró torciendo la boca decepcionado y Ada sonrió excusándose—, sólo nos quedas tú, mi amor.

JAIME: ¿Yo? Yo no tengo mucho que contar —intentaba escurrir el bulto pero sintió las miradas expectantes de los demás y se decidió a hablar—. Bueno, la más larga fue con mi ex marido… Esto, mi ex novio.

LUIS: ¿Has dicho ex MARIDO?

JAIME: Caramba, ¿no te lo había comentado nunca?

LUIS: ¡¿Cómo se te había olvidado comentarme algo así?! ¡Llevamos casi un año saliendo!

JAIME: No te pongas así tampoco, Luis, te lo estoy contando ahora.

LUIS: ¡¿Qué no me ponga así?! ¡Has estado casado! —empezó a gritar ya montando un número.

JAIME: Mejor me voy y ya hablamos mañana si eso —quiso evadirse de aquel melodrama—. Ah, y no os molestéis que la cena corre a cuenta mía.

Jaime se fue y Luis se quedó sentado y furioso. Ada y Osi se miraban y no sabían qué hacer, así que Osi trató de romper el hielo.

OSI: Sí que ganan dinero los veterinarios para invitarnos a los cuatro a cenar.

LUIS: Los veterinarios son unos pobres desgraciados —dijo todavía cabreado—. Ganan una mierda. Los que ganan mucho son los que tienen la clínica, que tienen a sus trabajadores explotados y se hacen ricos a su costa.

ADA: Entonces, si Jaime trabaja para una clínica y no la tiene, ¿de dónde saca tanto dinero?

LUIS: Pues… no lo sé —se sintió contrariado y sin saber qué contestar—. De las urgencias se cobra más… ¡Mira no me líes que bastante cacao tengo ya en la cabeza! ¡Él me quiere y yo lo quiero a él! Punto.




Al día siguiente, a la hora de comer estaban en el piso Uli e Is solos. Ya habían recuperado esa cordial relación que tenían antes de que Ulises pasara por Socol, pero Is tenía sus dudas de contar a nadie lo que había visto ayer.

ULISES: Pues eso, que he encontrado este trabajillo de becario y por lo menos me puedo pagar el piso. Porque aunque me lleve bien ahora con mi madre no pienso volver a esa casa. Creo que tendría crisis de nuevo y nuestra relación se estropearía.

IS: Sí, seguro que volvíais a la dinámica que teníais antes, aunque ella te haya dicho que no.

ULISES: Oye, una cosa. No te lo había preguntado hasta ahora porque pensaba que fue una alucinación. Mi madre me lo ha negado también y dice que es imposible, pero yo tengo la mosca detrás de la oreja con algo.

IS: Cuéntame —alentó expectante con esa amabilidad que la caracterizaba y que inspiraba confianza.

ULISES: ¿Vino alguien a verme cuando estuve en el hospital ingresado? No digo en Socol. Me refiero cuando aún estaba en La Caridad por lo del traumatismo craneal.

IS: ¿Alguien?

ULISES: Sí. Aparte de mi madre Verónica y mi hermana Alicia.

IS: Pues no. Que yo sepa sólo ellas dos. ¿Por qué lo preguntas?

ULISES: No sé. Me pareció ver a mi madre Julia.

IS: ¡¿La que os abandonó cuando eras pequeño y nunca has vuelto a ver?!

ULISES: Bueno, abandonar… Mi madre tampoco me ha dado los detalles de cómo se fue, pero ella siempre dice eso. Que se fue para estar con hombres.

IS: Me alegra que no hayas hecho ningún comentario heterófobo.

ULISES: No sé —sonrió orgulloso de su logro—. Como ahora estoy tanto contigo y lo de mi madre Julia, que últimamente me raya bastante… Sé que va a sonar cruel, pero qué suerte que no tengas familia.

Is se quedó un poco parada porque pensó que qué mejor ocasión que esa para contarle lo que pasaba por su mente y apenas le había dejado dormir esa noche.

IS: En realidad sí que tengo familia… Y tú lo conoces.

Después de contarle toda la historia y todos los cabos sueltos que Soledad había ido dejando, a Ulises no es que le pareciera factible, es que era una realidad. Osi era su hermano.

IS: ¿Crees que debo decírselo? ¿Y si le sienta mal? Él ya tiene una familia.

ULISES: Tendrás que decírselo. Pero tienes que encontrar el momento adecuado. No le puedes soltar la bomba así sin más. Es un asunto delicado. Incluso a lo mejor cuando él lo sepa es capaz de sacarle más información a su madre… Bueno, a la tuya…  A vuestra madre, coño.

Se miraron y se rieron, porque a lo mejor no tenían una familia con la que tener esas conversaciones, pero su amistad para ellos era como su propia familia. Is se sintió aliviada de confesarle su secreto y se alegró de tenerlo como amigo para lo bueno y para lo malo. Casi como un matrimonio.



Diario de Efrén

He tardado mucho tiempo en leer toda la documentación fotocopiada. Hay una burrada de folios y folios y tengo que esperar a que Zac no esté en casa para poder leerlo. No quiero que se entere hasta que le pueda demostrar algo. Recuerdo como se puso cuando investigábamos David y yo y se pondría igual si se lo dijese ahora. Lo cierto es que es peligroso, pero merece saber dónde está su amigo Benjamín y si está bien.

Por un lado, entre todos los papeles se puede decir que hay una especie de estudio de algunos locales, empresas o incluso comisarías de policía. No entiendo la relación que tienen unos con otros. Por ejemplo, no entiendo qué tiene que ver una consulta psiquiátrica de tipo religioso con una cafetería de barrio. Lo que parece por las anotaciones es que podrían ser blancos de algún tipo para ellos.

Por otro lado, parece que los padres de Tirso no hacían lo que hacían por amor al arte. Esto tiene toda la pinta de que era un trabajo a tiempo completo para ellos. Hay facturas que se nota que son para justificar un gasto ante alguien. ¿Serían mercenarios trabajando para otra persona?


Próximo episodio: lunes, 21 de noviembre de 2011 a las 21:00.