lunes, 21 de noviembre de 2011

3x06 JAIME/LUIS

Priviuslí, en El mundo al revés: Tirso le dijo a Osi la última vez que lo vio que el día del accidente en el que sus padres se llevaron a Benjamín, en realidad querían raptarlo a él. De hecho, hace dos años le pusieron una capucha en la cabeza y casi lo consiguen, pero escapó gracias a una persona que pasaba por allí. Las madres de Osi, que siempre han sido muy protectoras con él, pagaban a Noé, el cura de la secta de los Discípulos de Asir, para que protegiesen a su hijo. Noé dejó de ser el cura de la secta porque se volvió muy intolerante hacia todo lo que iba en contra de la religión y dijo que tomaría cartas en el asunto.

En la Renovación del año pasado, unos hombres intentaron robarles el coche a los protas y luego los siguieron hasta la casa de campo de David porque pensaban que todos eran heteros. Y hace poco, en las noticias se comentó que se había formado un grupo nuevo de terroristas con objetivos heterosexuales.

Por su parte, David tiene alquilada la casa de sus madres desde que las metieron en la cárcel y esa fuente de ingresos es su único sustento. Además, hace algunos meses Ulises le presentó a una conocida suya, Mariana, la cual parece coladita por los huesos de David, aunque le haya dicho que ella no es hetero y que tiene mujer e hijos.

Luis tiene una relación seria con Jaime, un chico al que creía conocer. Pero hace poco averiguó que había estado casado y eso le sentó muy mal.



Jaime acababa de tener sexo con Luis y yaciendo en la cama se repeinaba su pelo negro hacia atrás porque si no, no era él mismo. Eran momentos que ambos disfrutaban mucho y Jaime sabía que era una manera de tenerlo contento, porque en cuanto pasaba el éxtasis de placer, a Luis le venían a la mente todo tipo de desconfianzas, generadas a partir de que se enterara de que había estado casado. Jaime zanjó aquel asunto hace ya un mes con respuestas que satisficieron su curiosidad, pero notaba que ya no era lo mismo de antes.

JAIME: Me tengo que ir, que tengo guardia —dijo levantándose de la cama de Luis y poniéndose sus pantalones de pinzas y su elegante camisa.

LUIS: Ah… ¿Y dónde vas esta noche? —preguntó con una curiosidad escéptica.

JAIME: A una clínica veterinaria. ¿A dónde iba a ir? —respondió sonriente y besándolo para que se quedara tranquilo.

LUIS: ¿Es la misma a la que vas cuando te llaman para ir de día o es otra?

JAIME: Pues ésta es otra, Luis.

LUIS: ¿Me puedes decir el nombre o dónde está? —inquirió inocentemente necesitando datos para creerse su coartada— Es por si acaso te tengo que llevar algo o cualquier cosa…

JAIME: Toma —dijo cogiendo un boli y escribiendo varias direcciones a buena gana. Sabía que si le daba una mala contestación explotaría—. Voy a ir primero a ésta y luego más tarde a la otra. Pero no sé a qué hora.

LUIS: ¿Vas a dos clínicas en la misma noche?

JAIME: No lo sé, depende del trabajo que haya —se evadía Jaime de tener que dar explicaciones precisas—. Son del mismo dueño e igual me necesitan en una u en otra.

LUIS: No lo veo muy normal —apostilló desconfiado.

JAIME: Bueno, pues me voy ya que llego tarde —le dijo cariñosamente mientras le daba otro beso de despedida —. Te quiero.

Se quedó mirándolo esperando a que le contestara con las mismas palabras, pero no lo hizo. Y antes lo hacía siempre.

Jaime estaba preocupado. Veía que su relación se estaba destrozando y él quería mucho a Luis. Si no fuera por las mentiras que le tenía que contar… Pero era necesario tener que mentirle. Aunque él creía que tenía bastante controlado el tema, algunos cabos sueltos que estaba enlazando le estaban dando a Luis mucho que pensar. Confiaba en que su paranoia no le hiciera presentarse esa noche en las clínicas donde se supone que estaría, porque en realidad iba a una reunión. En la puerta de la casa de Noé le esperaba el mismo para recibirle. Era un hombre un poco encorvado debido en parte a su gran altura, pero de cuerpo era más bien delgado. Tenía el pelo negro, o quizás blanco, según el punto de vista o la proporción a la que se atendiese. Lo cierto es que le hacía parecer mucho más mayor, pero en realidad rondaría la cuarentena. Llevaba un bigote canoso, al igual que el pelo, muy bien recortado. Iba repeinado con la raya al lado, muy al estilo clásico, como la ropa que llevaba. Unos ojos grises muy poco comunes llamaban la atención en su pálido rostro, que era anguloso y con un mentón generoso, lo cual le daba un aire muy rudo.

JAIME: Buenas noches, Noé —le dijo no muy convencido.

—Buenas noches, señor. Eres el primero en llegar… ¿Te pasa algo? No te veo buena cara.

JAIME: Ya sabes, las mentiras que hay que decir de tapadera.

—Es lo que tiene la vida del terrorista —afirmó rotundamente—. Para eso te pago tan bien.

JAIME: Ya, pero sabes que no estoy a gusto con esta faceta tan agresiva que estamos teniendo últimamente. Sabes que lo hago por ti y el tiempo que estuvimos casados. Hasta me di por desaparecido hace dos años para poder hacerlo. Pero tengo mis dudas.

—¿Qué dudas tienes?

JAIME: ¿Y si se lo cuento sólo a Luis? No puedo seguir mintiéndole…

—De ninguna manera —no le hizo falta ni decirlo más alto, ya que su ronca y tosca voz y la seriedad con la que lo dijo lo dejó bastante claro—. Lo echarías todo a perder. Nunca habíamos podido llegar tan cerca de Osi como lo estás haciendo tú. Aunque poca información me traes siempre.

Jaime se avergonzó de su fallida misión, pero él hacía lo que podía y ya era difícil preguntar sin levantar sospecha.

—¿La vigilancia a su alrededor es correcta? ¿Todos están posicionados en sus sitios?

JAIME: Sí. Las veces que he estado cerca de él he visto a cada uno en su posición. Está bien vigilado.

—Bien. Si esos cabrones de los Siervos de Suty quieren intentar raptarlo otra vez, al menos no lo van a tener fácil. ¿Y has averiguado algo sobre sus dones?

JAIME: Le he preguntado, pero me rehúye. No tengo confianza con él y no le gusta hablar del tema.

—De acuerdo. Tú sigue haciendo tu labor —le ordenó mientras sacaba un fajo de billetes que le dio en mano—. Hasta que no me digas lo contrario y mientras sus madres nos sigan pagando, le seguiremos protegiendo. Puede ser una pieza importante para nosotros.

Se hizo un pequeño silencio y Jaime aprovechó para redirigir la conversación hacia algo más distendido.

JAIME: Por cierto, ¿todo bien con Israel? Ya lleváis bastantes meses.

—Todo muy bien. Gracias por preguntar. Aunque entiende que no te voy a dar detalles siendo tú mi ex. Es extraño.

JAIME: Lo entiendo.

Al cabo de un rato y conforme fueron apareciendo los demás invitados, comenzaron la reunión que tenían programada para esa noche.

—Camaradas. Todos tenemos claro el objetivo de esta operación. Israel y yo —dijo Noé mirando a su pareja que lo tenía a su lado— llevamos organizando esto desde el verano pasado. Hemos robado coches, materiales para fabricar explosivos y hemos conseguido armas y munición. También disponemos de un amplio capital. Sabéis que hemos realizado otros pequeños atentados recientemente contra fabricaniños, pero éste ataque contra los Siervos de Suty es el importante.

Noé movió las manos dando órdenes a varias personas y enseguida sacaron planos y otros documentos orientativos que empezaron a repartir mientras él seguía hablando de manera muy disciplinaria.

—Los pasos serán los siguientes: llegar a la localización señalada con los vehículos que hemos conseguido y a los cuales les hemos cambiado la matrícula. Colocación de los explosivos en los lugares de sus instalaciones indicados en los mapas que os están repartiendo. Mientras un grupo de personas hace esto, otro grupo liderado por mí e Israel entrará a recuperar lo que es nuestro. Lo que nos arrebataron. Reparte las armas —le mandó a otra persona que estaba vigilando la puerta de la casa.

Jaime sentía remordimientos por todo lo que estaba escuchando. La conciencia le pesaba por lo que iban a hacer y él no tenía una causa tan clara como Noé que le motivara a hacer todo aquello. Sí, era cierto que el estilo de vida de los heterosexuales no le gustaba, pero atacar a personas de una secta que no tenía nada que ver y pudiendo ocasionar muertes, no iba para nada con su manera de ser. Cuando le repartieron el arma, la cogió con ambas manos inseguro y se atrevió a preguntar a Noé, ya que nadie lo hacía porque parecían tenerle un enorme respeto, mezclado con miedo autoritario.

JAIME: ¿No será necesario matar a nadie, verdad?

Noé giró la cabeza bruscamente y lo miró con severidad. Si hubiera sido otra persona le hubiera soltado una buena reprimenda por interrumpirle, pero a Jaime le tenía cierta consideración por el tiempo que estuvieron casados.

—¡Para eso son las armas! Se procederá a utilizarlas si es necesario, por supuesto. Y aunque no los mates tú, ¿qué crees que harán las explosiones con las personas que estén dentro de sus instalaciones en ese momento?

Jaime bajó la mirada y se le hizo un nudo en el estómago. Guardó el arma y no habló más en el resto de la asamblea.

—Todos sabéis —siguió Noé con su discurso— que entre los DA y los SS siempre ha habido rencillas, pero nunca antes se habían tomado cartas en el asunto. Eso va a cambiar. Hoy marcamos el inicio de un nuevo comienzo. ¡Vamos a calentar esta Guerra Fría, camaradas! —vociferó para crear un espíritu de unanimidad.
A los pocos minutos, se oyó el timbre de la puerta, pero Noé ordenó que no fueran a abrir, ya que no esperaban a nadie más. Pero el timbre volvió a sonar insistentemente. Noé mandó a un hombre a deshacerse de quien fuera y enseguida volvió para comunicarle que era su casero y que había venido a cobrarle. Noé se disculpó malhumorado y fue a la puerta. Salió de la casa y la cerró para que no pudiera ver nada de lo que pasaba dentro.

DAVID: Hola, Noé. Vengo a cobrarte el mes —dijo despreocupadamente—. Siento aparecer de improvisto, pero necesito el dinero. Por cierto, ¿quién era ese?

—No vuelvas a aparecer aquí sin avisar. ¿Me has entendido? —lo miró con un conjunto de ira y desprecio en sus ojos que asustó a David.

DAVID: Perdona, hombre. Ya te he dicho que sentía venir sin avisar…

—¿Te ha quedado claro? —le interrumpió fulminándolo con la misma mirada.

DAVID: Sí, sí. Perdona —contestó amedrentado.

A David le empezó a sonar el móvil insistentemente. Era Mariana, que lo llamaba a todas horas para contarle nimiedades. Él le colgó varias veces seguidas y siguió hablando con Noé.

—Toma. Aquí tienes el puto alquiler —le dijo entre dientes sacando un fajo de billetes que llevaba encima, cosa que sorprendió a David.

Él los cogió, pero vio que había material de obra fuera de la casa y sintió la necesidad de preguntar. No estaba seguro de qué estaba haciendo en la casa de sus madres porque nunca le dejaba entrar, pero quería saber si pasaba algo. Siempre le mantenía en la puerta y ya se imaginaba que estaba cambiando la estructura de la casa por lo menos.

—Eso es para un pequeño arreglo que he tenido que hacer en el baño —dijo un poco menos iracundo, aunque sin dejar de aparentar seriedad.

DAVID: ¿Sabes que esas cosas las tengo que pagar yo?

—Sí, pero en mi casa no entra nadie que yo no quiera. Yo llamo a quien quiero que me haga los arreglos y punto.

DAVID: De acuerdo. Mejor para mí.

Noé volvió a entrar en la casa y sin despedirse le cerró la puerta en la cara a David, que se quedó con la boca abierta de ver la mala educación de su inquilino. Los nervios lo estaban carcomiendo y se encendió un cigarrillo. Dirigiéndose hacia su coche e incrementando su malestar por haber sido tratado así y no tener a nadie con quien desahogarse, Mariana volvió a intentar localizarle a su teléfono y David lo cogió. Ella estaba en un local de ambiente hetero y empezó a insistirle para que fuera allí. Le solía llamar constantemente y era una de las cosas que más le agobiaban a David sobre ella. Pero ese día, conforme estaba él, no tenía el cuerpo ni para aguantar ese tipo de llamada, sabiendo que Mariana quería algo más de su persona. Al negarle la invitación, ésta le colgó el teléfono y la crispación se apoderó de David, ya que le quería comentar lo que le había pasado pero nunca había podido contar con ella para eso. Con el mal humor por las nubes, apagó la colilla, abrió la puerta del monovolumen y en vez de dirigirse a su casa, pensó en hacerle una visita a Eva, la mujer de Mariana. Ya era hora de que se enterara de primera mano de lo que estaba pasando. Por el bien de ella y de su hija.

Eva, la mujer de Mariana, le abrió la puerta dudosa, pero ni siquiera sabía quién era David. Mariana nunca le había hablado de él y llevaban meses quedando a menudo.

DAVID: Tú no sabrás quién soy, pero yo sé quién eres tú —no pudo evitar entonarlo de malas maneras—. Tu mujer no te quiere. Ella es heterosexual y no lo quiere admitir. Y encima me está echando siempre la caña. ¡Me tiene frito!

Esperando una reacción de desconcierto por parte de ella, obtuvo todo lo contrario. Muy entera como aparentaba le contestó.

—Sigo sin saber quién eres, pero yo quiero a mi mujer y ella nos quiere a mí y a su hija. Mariana está tratando con sus problemas y tarde o temprano los superará. ¿Quién eres tú para entrometerte si nosotros somos felices así?

DAVID: NADIE puede ser feliz auto engañándose —recalcó—. No te equivoques.

—Ella quiere a su familia. Eso lo sé.

DAVID: ¿Ah, sí? ¿Y si tanto la quiere por qué está en un pub de ambiente en vez de estar aquí con su familia?

La mujer tampoco pareció sorprendida por esta información, pero le cerró la puerta airadamente. David ya llevaba dos portazos en la cara en unas horas y no sabía ni a dónde dirigirse. Pensó que quizás Ulises pudiera aclararle algo a cerca de dónde había salido Mariana y de dónde la conocía. Así que fue a su piso, pero tampoco pudo sacarle información, ya que Uli no había contado a nadie que había pasado por Socol y luego por la clínica psiquiátrica donde conoció a Mariana. Sólo Is sabía de su trastorno bipolar y no pretendía contárselo a nadie más. A pesar de las historias que le contó David acerca de Mariana, Ulises no quiso soltar prenda y David no quiso insistir porque había tenido un día muy largo.

Bajando David para irse definitivamente a su casa a descansar, Ulises lo acompañó y en el ascensor se metió un vecino. El cubículo era estrecho y si había algo en lo que David era experto era en notar tensión sexual. Las tímidas miradas que le lanzaba el vecino a Uli denotaban deseo y él no las correspondía por su naturaleza vergonzosa, pero sabía que lo estaba observando. Una vez se fue, David lo interrogó al respecto. Ya que del otro tema no había conseguido sacar nada en claro, un cotilleo siempre le alegraba el cuerpo.

ULISES: No es nadie. Es un vecino con el que a veces me echo miradas. Nada más —dijo tímidamente—. Bueno, sobre todo él a mí.

DAVID: Ay, así empiezan las historias de amor…

ULISES: Qué va. Tiene pinta de hetero. A lo mejor cree que soy hetero y se quiere hacer amigo mío para salir de ambiente a ligar con unas pivitas —bromeó quitándole hierro al asunto.

DAVID: Bueno, tú sabrás. Pero si te quedas esperando, a lo mejor no lo averiguas nunca.




Ya era tarde y Luis se había ido al Inframundo a trabajar de camarero. No se arreglaba tanto como antes, porque desde que estaba con Jaime se sentía culpable cuando ligaba. Sólo se puso un poco de maquillaje, se depiló un poco las cejas, como de costumbre, y se peinó con su pelo moreno hacia un lado de manera moderna. Bastante discreto para lo rubio y cardado que lo llevaba el año pasado. En el pub había entablado una buena relación con Nacho, el ex de Osi que ahora se ocupaba de llevar el pub cuando Efrén no estaba presente. Aparte de su confidente Ada, ahora tenía largas charlas con Nacho sobre lo preocupado que estaba últimamente por su relación con Jaime.

LUIS: Mari, es que estoy hasta el coño de los portales de internet para buscar trabajo —se quejaba mientras se retocaba el maquillaje en el cuarto reservado con un espejito que llevaba.

—Por lo menos tienes esto para ir tirando.

LUIS: Ya, cari, pero es que es super poco dinero para pagar el piso y todo. Además, que Jaime siempre me lo paga todo y me siento mujer florero. Tú sabes.

—Si a él no le importa pagártelo y gana bastante dinero…

LUIS: Sí, pero es que yo no puedo depender toda la vida de él. ¿Y si ahora resulta que en vez de irse a trabajar cada vez que le sale una urgencia es que tiene un lío con alguna pelandrusca? Cada vez me pone más paranoico el tema.

—A un amigo mío le pasó que estuvo saliendo con un chico más de un año y luego se enteró de que tenía familia e hijos en otra parte.

LUIS: ¡¿Pero qué me cuentas?!

Era lo que le faltaba a él para prender la mecha de la desconfianza, que se propagaba tan rápido como la velocidad a la que se consumen. Dejó de maquillarse, guardó sus cosas y a una hora de salir de trabajar le preguntó a Nacho si no le importaba cerrar a él sólo y él se manifestó comprensivo. Se fue de allí con un objetivo en mente: verificar que Jaime estaba trabajando donde le había dicho que estaría.

Después de unas horas y de recorrerse media Valencia, Luis se pasó por ambas clínicas donde se supone que estaría y no lo encontró. Su cabeza le iba a explotar cuando le llegó un mensaje de Jaime, que le decía que si estaba aún despierto que lo esperase en su casa para acostarse juntos. Que acababa de salir de trabajar. Luis se fue a su casa y se acostó en la cama, pero su estado de nervios lo mantuvo despierto hasta que llegó Jaime.

Cuando le abrió la puerta, Jaime fue a darle un beso pero Luis le apartó la cara y se fue hacia su cuarto. En parte no quería molestar a sus compañeros David y Ada que ya estaban durmiendo. Luis necesitaba hablar con Jaime y lo iba a hacer por muy malhumorado que estuviese y por muy pocas ganas que tuviese. Jaime lo siguió intrigado hacia su cuarto por esa retirada de saludo que no comprendía a qué venía. Pero cuando le hubo explicado que había estado en las clínicas y no lo había encontrado allí, Jaime lo entendió todo. Él no tardó ni unas milésimas de segundo en pensar una explicación. El haber estado mintiendo tanto tiempo le había dado una habilidad increíble para inventarse mentiras de improvisto. Y encima le solían salir muy creíbles.

JAIME: Cariño, no te preocupes. ¿Estás enfadado por eso? Anda, ven aquí —intentó abrazarlo mientras ultimaba los detalles de su engaño, pero Luis se apartó.

LUIS: Contéstame —lo amenazó pareciendo que le estaba dando un ultimátum.

JAIME: Es que resulta que me había equivocado. Te he dado la dirección de otra clínica a la que voy algunas veces, pero luego de camino he recordado que no era esa. No me imaginaba que fueras a ir. Por eso no te había dicho nada.

A Luis se le cayó un poco la barrera defensiva porque quería creerle, pero todavía estaba dudoso y las cuestiones le manaban de la boca.

LUIS: ¿La dirección de dos clínicas que son una cadena de clínicas veterinarias también? ¡¿Mucha coincidencia no?!

JAIME: Sí, es una cadena de clínicas también —intentó decir de manera natural—. De verdad que lo siento. Mira, si quieres, el próximo día te pasas para verme trabajar. Si así te quedas más tranquilo, ¿vale?

LUIS: Bueno —dijo poco convencido.

JAIME: ¿Dónde voy a estar si no, tonto?

Jaime le sonrió y empezó a abrazarlo para que se le pasara el enfado. Aunque Luis no le correspondía demasiado al principio, al final cedió.

JAIME: ¿Sabes que te quiero, verdad?

LUIS: Y yo también te quiero, Jaime —admitió Luis, que no podía evitar los fuertes sentimientos que tenía hacia él.

Ambos se quedaron abrazándose un rato antes de acostarse y cada uno estaba pensando en una cosa. Por su lado, Jaime se percató que sus mentiras no se podían sostener durante más tiempo y que necesitaba demostrarle a Luis que su trabajo era real. Así que pensó en trabajar más en serio haciendo urgencias veterinarias, que hasta ahora había hecho esporádicamente. También se sentía incómodo por su relación con el grupo terrorista liderado por su ex marido y por los violentos derroteros que estaba tomando esa asociación. No obstante, por ahora no encontraba la salida y tampoco le podía comentar nada a su actual novio.

Luis por su parte se sentía desarmado. Tenía un empleo con el que casi ni podía sustentarse y aun a su pesar, dependía demasiado económicamente de Jaime. Y no sólo era por tema monetario. Todo el tiempo que llevaban juntos le había hecho encariñarse muchísimo con esa persona y estaba dispuesto a luchar por ella. Quería creer en él con toda su alma, pero a partir de ahora necesitaría más pruebas, o su confianza se acabaría desmoronando del todo.


Próximo episodio: lunes, 28 de noviembre de 2011 a las 21:00.

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