lunes, 24 de octubre de 2011

3x02 SÉ LO QUE HICISTÉIS ESTE VERANO

Priviuslí, en El mundo al revés: Pascual ha muerto. Osi parece que se tiene que ir a alguna parte y dice que se mantendrá en contacto con Ada, que de momento sólo son amigos. En la casa de campo, Osi consiguió deshacerse de los intransigentes diciéndoles simplemente que se marchasen.

Osi, Ulises, Zac e Is comparten piso por un lado, y Ada, Luis y David viven en otro. Efrén se había independizado para criar a su hijo en condiciones.

David y Luis acabaron sus carreras de Derecho e Historia del Arte respectivamente.

Ulises se salvó del golpe en la cabeza del cual casi muere si no llega a ser porque Is (con David al volante) le llevó corriendo al hospital.




Julio

Is estaba en la cola de la caja del Mercamona y se puso en la que atendía Zac. No lo veía mucho en casa por incompatibilidad de horarios, pero quería llevarse bien con sus compañeros de piso y por su afán de congeniar con todo el mundo. Mientras Zac le pasaba la compra por la caja se puso a hablar con ella.

ZAC: Hola, Is. Desde lo de Pascual no te he visto casi el pelo por casa.

IS: Sí bueno, es que trabajo por las mañanas en el hospital La Caridad y por las tardes en la clínica Socol.

ZAC: Ah, sí. En La Caridad es donde han mandado a Ada, que me lo ha dicho. Y Socol… ¿Eso es un loquero, no? —preguntó inocentemente a la vez que iba pasando los artículos por el lector de código de barras.

Is se sintió un poco incómoda por el término que había empleado para describir su lugar de trabajo, que estando allí había aprendido a apreciar a sus pacientes y a respetarlos, y decidió corregirlo para que no lo volviera a decir.

IS: Llamémoslo institución mental, para no ofender a nadie.

ZAC: Oh, disculpa —puso cara de haber metido la pata.

IS: No, no pasa nada…

ZAC: Oye —siguió él para desviar el tema, puesto que aún le quedaban productos en la cinta transportadora—, ¿y Uli como está? Nos dijiste que no podíamos verle cuando estuvo en el hospital y cuando le dieron el alta no volvió a casa.

IS: Ah, sí… Es que se ha ido a pasar una temporada… a casa de sus tíos. Eso. Quería… despejarse un poco, ¿sabes? Pero volverá al piso, no te preocupes.

Zac quiso creerse lo que le estaba diciendo de manera muy sospechosa, porque además, en ese instante acabó de pasar su compra. Le cobró y se fue.

El que no había dejado de comprar a pesar de no tener un sustento mensual y sólo disponer de una cuenta con algo de dinero que le dejaron sus madres antes de entrar en la cárcel era David. Pero no compraba artículos de primera necesidad, sino ropa. Vaya, como habitualmente hacía. Además de pagarse sus lujosos caprichos o sus clases de artes marciales. Llegando al piso que compartía con Luis y Ada, allí le esperaba Efrén para pasar la tarde con Bruno, algo que habitualmente hacía por su cercana amistad. Efrén ya había cogido su oscuro bronceado de todos los años que le hacía parecer mulato, pero a él le encantaba. Además, que teniendo a Bruno no había perdido ocasión de ir a la playa para jugar en la arena con el pequeño. No había desperdiciado ni un momento de estar con su bebé desde que se lo dejó Ofelia. Luis oyó la puerta y salió a cotillear. Cuando vio la de bolsas que traía David puso los ojos en blanco y se dirigió a él.

LUIS: Cari, sí que traes bolsas ahí. Menos mal que no te queda mucho dinero —le advirtió en forma de sarcasmo.

DAVID: Ahora sí que sí —sonrió pícaramente—. No, en serio, no sabes el esfuerzo que tengo que hacer para comprar menos ropa que antes…

LUIS: Pues menos mal…

EFRÉN: ¿Has visto al tete David? —dijo dirigiéndose a Bruno, que lo tenía en su carrito.

LUIS: Cari, no uses la palabra “tete”, que me recuerda al difunto Pascual —y le dio un escalofrío mientras Efrén seguía haciendo como si hablara con su hijo.

EFRÉN: No tiene dinero y sigue con su nivel de vida de antes.

DAVID: Ay, basta ya. Dejadme en paz. Estoy buscando curro desde que me dijeron que había acabado la carrera por fin. Algo saldrá.

LUIS: Ya, claro. Yo también llevo un par de semanas buscando por todas partes y ya estoy hasta el coño de que me pidan experiencia para trabajar en cualquier parte. ¡Hasta para recoger limones piden experiencia demostrable! ¿Alguien se ha parado a pensar que si nadie nos da una oportunidad para mostrar lo que valemos no cogeremos experiencia nunca? ¡La experiencia no aparece por arte de magia! Y como no encuentre un curro pronto no creo que mis padres me paguen mucho más este piso…

EFRÉN: ¿Habéis probado a buscar curritos que no sean de lo vuestro? No sería el fin del mundo.

David y Luis se miraron por el rabillo del ojo sabiendo que ellos no se iban a rebajar a eso y Luis se fue hacia su cuarto.

LUIS: Yo me voy a seguir apuntándome a ofertas de empleo en las que ya hay un millón de personas inscritas y de las cuales no me van a coger porque siempre habrá alguien que sea mejor que yo —se quejaba mientras cerraba la puerta de su habitación.

EFRÉN: ¿Has ido a ver a tus madres a la cárcel?

DAVID: No. Este mes no. No me apetece verlas. Me decepcionaron mucho por todo aquello. Ya iré el mes que viene. ¡Mira que no pensar en las consecuencias de si les pillaban! Me han dejado solo en el mundo y sin un euro…

EFRÉN: Bueno, venga, vamos al parque —le dijo para sacarlo de su dramatismo—. Que Bruno se impacienta.

DAVID: ¿Y por qué no te das una vuelta con Zac? —sugirió con retintineo— Os vi muy unidos en el funeral de Pascual. Bueno, funeral… Lo que sea.

EFRÉN: No digas tonterías, tío.

DAVID: Anda ya. Se nota que te gusta —dijo insinuante con una media sonrisa maquiavélica.

EFRÉN: David, tú eres mi amigo y me doy una vuelta contigo y con mi hijo porque me apetece.

DAVID: No lo hagas por mí. No me importaría —insistió en el asunto para saber qué pensaba al respecto.

Efrén miró a los grandes y expresivos ojos azul mar de David y prefirió cambiar de tema porque sabía que sí le molestaría.

EFRÉN: Mejor nos vamos ya. A ver si conozco a algún pimpollín en el parque. Que el rollo padre triunfa. Y más con lo bien que me he quedado después del embarazo —bromeó frotándose sus abdominales con la mano, lo que David ignoró como siempre, para que no se le subiera más el ego.

DAVID: Yo creo que tengo un fichaje, pero no lo sé seguro. Ahora no está por aquí, pero es de esas personas que te das cuenta que están bien y nunca te habías percatado de ello.

EFRÉN: Creo que sé a quién te refieres y yo también le había echado el ojo…

DAVID: ¡Serás zorra! ¡Más te vale que no!

Efrén se empezó a reír y entre todo el escándalo salió Ada de su habitación. Iba muy de estar por casa con su moñete mal hecho y su pijama tan cuco como ella de colores pasteles.

ADA: ¿Queréis dejar de hacer ruido? Estoy hablando con Osi y la señal desde allí es muy mala —se quedó mirándolos severamente y luego cambió la cara cuando vio al pequeño que le miraba—. ¡Adiós Bruno! —dijo con amabilidad y cerró la puerta de su habitación con una mueca para el niño mientras ellos se iban del piso.

ADA: Aissss. David-Efrén, Efrén-David. ¿Qué me estabas diciendo?

—Pues nada, eso —hablaba Osi al otro lado de la línea y se oía lejano—. Mucho trabajo aquí todos los días. No sólo de poner vacunas. Y con el sol que pega estoy cogiendo un morenito camionero, que cuando me quito la camiseta parece que aún la llevo puesta…

ADA: Pero tú no evangelizas, ¿no? —lo interrumpió con curiosidad— Porque los Discípulos de Asir van allí para eso.

—No, no. Yo sólo hago de médico y ayudo un poco en algunas tareas, pero nada más. Eso de convertir al Asirismo lo hacen los misioneros, que están con nosotros. Aunque en realidad sólo se dedican a instruir a la población en las enseñanzas de Asir. Tampoco obligan a nada.

ADA: Pero Osi, ¿tú no dijiste que no querías saber nada más de tu secta? Es que no entiendo muy bien el propósito de este viaje…

—Te lo he explicado mil veces, Ada. Lo hago porque así podré trabajar en el hospital La Caridad contigo. Sabes que ellos tienen muchos contactos y me han prometido que cuando vuelva, empezaré allí.

ADA: Bueno, vale. Lo entiendo. Lo que pasa es que no me gusta esta gente. Son una panda de intransigentes heterófobos… Por cierto, hablando de eso. El otro día fui a la comisaría más cercana desde la casa de campo de David para denunciar lo de los tipos estos y la policía pasó de mi cara.

—Uy, ¿y por qué?

ADA: Dicen que no tenemos pruebas. Que tampoco nos pasó nada y que nos lo podíamos haber inventado.

—Santa Ast, vaya sarta de sandeces.

ADA: En realidad el nombrar todo el tema de la heterofobia no ayudó mucho. Ya sabes cómo es la policía a veces para esas cosas, que parece que estén de su lado. Pero yo te digo una cosa, de las caras de los que nos hicieron eso no me olvido. ¡Nos lo hicieron pasar muy mal sólo para entretenerse!

—Bueno, es posible que nos hubieran matado.

ADA: También. Pero si los vuelvo a ver en alguna parte… ¡No sé ni lo que haría!




Agosto

David estaba sentado en una mesa de un restaurante con Ulises esperando a que les sirvieran la comida. El vino ya lo había pedido él con el fin de achisparse un poco y de paso para quitarle la timidez a Ulises. Se había encaprichado con él. Quizá porque era uno de los miembros más nuevos del grupo. Quizá porque estaba aburrido y necesitaba amor en su vida. Quizá porque hacía tiempo que no practicaba sexo… Quién sabe. Ulises pensaba que era una simple cena de bienvenida a casa e iba vestido mucho más informal. Llevaba el pelo rizado y corto secado al viento, pero muy cuidado. Vestía moderno, con una camiseta de tirantes con dibujos psicodélicos, que David había observado que le gustaba últimamente ponerse mucho, y unos pantalones de pitillo pero no ajustados. David sin embargo, iba preparado a conciencia con su peinado inamovible, zapatos y camisa. La conversación entre ellos era escasa, como la de dos personas que apenas se conocen y tampoco tienen mucho en común. David bebió de su copa de vino y prolongó el momento mientras pensaba de qué hablarle, pero finalmente se le ocurrió algo.

DAVID: Entonces todo bien en casa de tus tíos este mes que has pasado allí, ¿no?

ULISES: ¿En casa de mis tíos?

DAVID: Bueno, eso me dijo Is hace poco.

ULISES: Sí, sí… Es que no sabía que te lo había contado.

Se hizo otro silencio incómodo y apareció Efrén vestido para la ocasión ante el asombro de David.

EFRÉN: ¡Muy buenas! Me alegro de verte, Uli. Se te ha echado de menos por aquí —dijo con esa seguridad en sí mismo que le caracterizaba mientras le daba dos besos.

DAVID: ¿Se puede saber qué haces aquí? —le dedicó una mirada llena de odio con un tono acorde a ésta—. ¿Y Bruno?

EFRÉN: Está con la niñera. Como dijiste que había cena con Ulises.

DAVID: ¡Dije que YO iba a cenar con Ulises, zorra! —no se pudo reprimir lo que pensaba.

Ulises se sintió incómodo y se levantó para marcharse ante las curiosas miradas del resto de comensales que había en el restaurante.

EFRÉN: ¿Te vas de fiesta o algo esta noche? —le preguntó a Ulises para que no se fuera tan precipitadamente apoyándose en el respaldo de la silla de manera insinuante.

ULISES: No, yo ya no salgo de fiesta —David y Efrén se miraron sorprendidos porque sabían que antes lo hacía a menudo—. Me voy a casa. C-c-creo que ha habido un malentendido. Yo no venía en plan cita y m-m-me está dando la sensación de que era eso —se trababa un poco al descubrir el plan maestro de David y se dirigió a él—. Lo siento mucho. Hasta luego.

David se levantó en vano para tratar de convencerlo, pero se volvió a sentar viendo cómo se marchaba y miró a Efrén que estaba ya acomodado en otra silla.

EFRÉN: Bueno, qué, ¿cenamos?

DAVID: ¡Serás puta! —le gritó tirándole una servilleta de tela al pecho— ¡Sabías que me gustaba y has venido a joderme la cita y encima tratando de seducirle!

EFRÉN: Pero, David. Si ni él sabía que era una cita. ¿Por qué te gusta jugar con la gente de esa manera?

DAVID: ¡¿Y a ti por qué coño te tiene que gustar todo lo que me gusta a mí?! ¡Pareces un crío celoso! ¡Primero Zacarías y ahora Ulises!

EFRÉN: A mí Zac me gustaba de antes, eh —afirmó serenamente intentando mantener la calma y cogió la copa de vino de Ulises para dar un sorbo.

DAVID: Así que lo admites. ¡Admites que te gusta! —se levantó melodramáticamente y se dirigió hacia la salida, seguido por Efrén— ¿Por qué me haces esto Efrén? ¡Es mi ex! ¡Y tú eras mi mejor amigo!

EFRÉN: ¿Era? ¡Mira, David, he hecho lo humanamente posible para olvidarme de Zac pero nunca he podido! ¡Y lo he hecho todo por ti y por nuestra amistad! Hasta he intentado que me gustara Uli para no pensar en él.

David salió por la puerta del restaurante y se encendió un cigarro.

DAVID: Vaya, hombre. Qué buena persona eres —ironizó gesticulando exageradamente—. ¿Pues sabes qué? ¡Que hagas lo que te dé la gana! Ve a por él si tanto te gusta.

EFRÉN: ¡Pues eso haré! —elevó el tono por primera vez.

DAVID: ¡Pues que os vaya muy bien! —exclamó muy cerca de él y le exhaló el humo en la cara a mala leche antes de marcharse airadamente.


Dos semanas después, Zac y Ada quedaron con Luis para conocer a Jaime en persona y tomarse algo en una terracita de verano nocturna. Según pudo comprobar Ada por primera vez, Jaime era un hombre corpulento, aunque no musculoso. Uno de los tantos prototipos que ella no hubiera rechazado. Según le dijo Luis, tenía 28 años, pero al verlo tan elegante aparentaba más edad. Llevaba su pelo de color negro azabache engominado hacia atrás y lo suficientemente largo para que se le quedara pegado a la cabeza, dándole un toque muy distinguido. Era de piel morena y con unas facciones muy varoniles. Vestía una camisa y unos pantalones de pinzas que le hacían parecer recién salido de una oficina, pero en realidad era su manera de vestir.

Estaban ya todos sentados y charlando un rato, pero Ada no entendía muy bien qué hacía una persona así con alguien tan moderno como Luis. Debe de ser que los extremos se atraen.

ZAC: En fin, que Efrén me tiene hipnotizado. No sé cómo ha pasado todo tan rápido, pero vino al piso un día muy decidido, nos besamos apasionadamente sin decir nada más y en poco tiempo parece que estamos saliendo. Fue tan romántico —parecía que revivía aquel momento cuando lo contaba, mirando al vacío enchochado.

ADA: Pues me alegro que os vaya bien. Siempre habíais querido estar juntos.

ZAC: Es como si hubiera estado esperando su orden para lanzarme a él. Fue todo muy directo. Al igual que hizo Osi con aquellos ladrones en la casa de campo. Les dijo que se fueran… ¡Y se fueron! Nunca entenderé aquello y mira que Osi me ha dado todo tipo de explicaciones.

Jaime estaba algo distraído, pero al escuchar ese comentario se incorporó y mostró interés.

ADA: No hay nada que explicar. Él razonó con ellos y se fueron. No hay más.

JAIME: ¡Caramba con los heteritos! Mira que tienen cosas raras —comentó con desprecio y a la vez sorpresa—. Podría ser brujería…

Ada lo fulminó con la mirada y Jaime, lejos de hacerle caso alguno, se acercó hacia el centro de la mesa apoyando los antebrazos sobre ella, como si fuera a contar alguna intimidad. Pero en realidad, lo único que pretendía era causar expectación.

JAIME: ¿Alguna vez habéis tenido alguna experiencia sobrenatural?

ADA: Veo que te interesa mucho el tema —opinó con indiferencia—. Pero… ¿por qué no nos cuentas algo de tu vida? ¿A qué te dedicas?

La voz de Ada fue interrumpida por el tono de llamada del teléfono de Jaime, que se apartó del grupo para atender la llamada. A los pocos minutos volvió a la mesa y le dio un beso de despedida a Luis.

JAIME: Una urgencia veterinaria, chicos. Ya sabes a qué me dedico, Ada —dijo mientras le guiñaba un ojo con recochineo—. Ah, y no os preocupéis que ya lo dejo yo todo pagado a la salida. Nos vemos.

Ada asintió neutralmente por el detalle que había tenido, pero en cuanto lo perdió de vista le faltó tiempo para criticarlo.

ADA: ¿Qué sabes realmente sobre esta persona, Luis?

LUIS: Nena, pues no sé. Sé que es veterinario.

ADA: ¿Y por qué viste como si fuera un tipo rico o algo? No lo entiendo.

ZAC: A ti no te gusta por el comentario despectivo que ha hecho a los de tu gremio.

ADA: Puede ser. No te lo voy a negar. De todas maneras, no me da buena espina…




Septiembre

Ulises estaba en un baño público lavándose las manos y mirándose al espejo. Había cambiado mucho desde hacía un par de meses: ya no se comía las uñas y había perdido bastante musculatura porque ya no iba tan a menudo al gimnasio. Aunque seguía manteniéndose en forma, eso sí. Ahora se dejaba el pelo más suelto. Ya no lo llevaba tan apelmazado con productos fijadores. Tampoco vestía tan ceñido como antes. Llevaba ya una temporada concentrado en acabar su proyecto fin de carrera, y al ritmo que iba lo acabaría en poco tiempo. Seguía mirando su reflejo inmerso en sus pensamientos y parte de él no se reconocía. Se notaba muy controlado. Pero luego sacó una foto de su cartera de su hermana Alicia y se le derritió el corazón. Sacó una caja de pastillas, la miró dubitativo durante unos eternos segundos y al final se tomó una.

ULISES: Esa puta de Is —murmuró con desprecio y salió del baño.

Estaba en una especie de consultorio médico. Era una habitación bastante simple en la cual destacaba un cuadro con una mano blanca, símbolo del Asirismo. Al visualizar la salida y avanzar hacia ella se chocó con una chica que salía de otra consulta.

—¡Hola, Ulises! ¡No sabía que tenías hoy sesión! Te dije que me avisases para tomarnos ese café. Venga, vamos ahora.

La mujer hablaba muy rápido y parecía algo molesta de oír. A Ulises no le agradó toparse con ella, pero trató que no se le notase demasiado. Más que nada por educación.

ULISES: Hola, Mariana. Lo cierto es que no tengo mucho tiempo porque…

—¡Venga ya! Es un cafetito y ya te dejo en paz. Quiero ver esos bonitos ojos azules tuyos más de cerca.

Ulises accedió y estando sentados en la terraza de una cafetería, dio la casualidad de que pasaba por allí David con bolsas de tiendas de ropa. Ulises no perdió la ocasión de que se uniera a ellos. Hubiera hecho cualquier cosa con tal de soportar un poco mejor a su acompañante. Una vez sentado y ante la lasciva pero discreta mirada de Mariana, David se puso a hablar.

DAVID: Pues al final he tenido que vender mi moto y el Mercedes de mis madres. Total, estaban ahí parados…

ULISES: Y con ese dinero te has comprado ropa —espetó sin importarle la posible respuesta.

DAVID: Amor, también he alquilado la casa de mis madres. Es que si no, no llegaba a fin de mes.

Ulises miró las bolsas que llevaba de ropa y prefirió no sermonear a una persona que no conocía demasiado. Así que se evadió pensando en sus cosas.

DAVID: El hombre que me la ha alquilado es un poco raro. Me ha dicho de pagar en negro, que no es algo tan raro, y a mí me viene muy bien que me lo dé ya.

—¿Y si te hace falta dinero, por qué no te vas a vivir allí y así no gastas? —preguntó Mariana.

DAVID: ¡Calla, porque estaría muy solo! No me gustaría vivir solo.

—Yo puedo ir a hacerte cuantas visitas quieras —insinuó mordiéndose el labio.

David se sintió cohibido por la directa de aquella desconocida y buscó la mirada de Ulises, pero él estaba tomándose su café y mirando hacia otro lado.

DAVID: Pues eso. Si tuviera novio… —recalcó que no era hetero para espantar a Mariana—. Pero me dejó y ahora resulta que está con mi mejor amigo. ¡Bueno, mi ex mejor amigo! ¡Vaya par de pedorras!

Se calló y vio como Mariana le seguía mirando fijamente y Ulises seguía a su rollo, así que tenía que seguir dando conversación para que no se produjera otro tenso silencio.

DAVID: Una prima de una amiga ha desaparecido. Pobrecilla. Era de los DA como Osi. Era una chica joven.

—Bueno, estas cosas pasan a diario. Desaparece mucha gente, es normal. Cualquier día nos puede tocar a nosotros…

ULISES: Bueno, yo me voy —interrumpió viendo que no podía soportar más la situación.

—Pero si casi no te has acabado el café. Anda, siéntate —insistió ella. Pero él, estando sentado todavía, se acercó a David para decirle algo en confidencia.

ULISES: Oye, David, siento haberme marchado así hace unas semanas en aquel restaurante. Lo cierto es que no estaba interesado en ninguno de los dos y fue muy tenso veros discutir. Me sentí muy incómodo…

DAVID: Ay, no pasa nada. Yo solo me meto en esos líos. Siento haberte hecho sentir así —se disculpó él, que al comprobar aquel día que no estaba por la labor, se olvidó de él tan rápido como se encaprichó.

Ulises se levantó y se acercó a David por detrás para susurrarle al oído.

ULISES: Si me hicieras el favor de quedarte un poco con ella…

David fue incapaz de negarse y después de irse Uli, vio como Mariana lo seguía mirando a la vez que esbozaba una sonrisa ambigua. Al ver como él se ruborizaba un poco trató de romper el hielo.

—¡No pienses mal, hombre! Que no soy hetero. Tengo mujer y una hija. Lo que pasa es que no me puedo resistir a unos ojos tan bonitos como los tuyos. Tengo debilidad por los ojos claros.

David quedó más confuso todavía con aquella afirmación que a la vez era un poco contradictoria. Pero como estaba casada, eso significaba que era lesbiana.



Próximo episodio: lunes, 31 de octubre de 2011 a las 21:00.


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