lunes, 25 de abril de 2011

2x02 DAVID

Priviuslí, en El mundo al revés: David fue secuestrado por Tirso (quien desapareció con sus padres) hace 4 meses, lo cual le ha dejado en un estado mental muy frágil y dependiente de otras personas, sobre todo de Efrén, con el cual nunca se había llevado bien antes por gustarle Zac, el novio de David.

El día que David conoció a Tirso en el hospital se le cayó una pulsera y éste dijo que se la quedara.

Las madres de David son mujeres adineradas y muy formales. Una de ellas trabaja en un laboratorio y la otra es médico.

Osi ayudó a rescatar a David arrebatándole el cuchillo a Tirso de una manera inexplicable. Por otra parte, acabó cediendo a sus impulsos de atracción por Ada antes de la Renovación, pero luego se arrepintió y ya no sabe ni lo que le gusta. Además, ha retomado contacto con sus madres, que lo echaron de casa por decir que era heterosexual, y ahora es camarero del pub de Efrén.




Hace cuatro meses

David se despertó por la mañana apaciblemente en su cama junto a Zac después de la Renovación y éste, que ya estaba despierto, lo miraba sonriente.

ZAC: Buenas días —le susurró con delicadeza—. ¿Qué tal te ha sentado? ¿Te encuentras mejor que ayer?

DAVID: Estoy mejor, gracias.

ZAC: No sé cómo podéis seguir durmiendo después de 24 horas hasta por la mañana. Yo cuando se acaba la Renovación a las 00:00 ya no puedo dormir más.

DAVID: Yo hacía días que no dormía en una cama —dijo desperezándose y quitándose las legañas—. La verdad es que hacía días que no dormía… Ahí atado en una silla —se puso mohíno él.

ZAC: Bueno, no te preocupes. Ya pasó. Yo me alegro de que estés bien —le dijo dándole un abrazo, pero David parecía no corresponderle —. Voy a vestirme que tengo que currar.

DAVID: ¡No te vayas! —le salió un grito desesperado que ni él se esperaba.

ZAC: David, tengo que trabajar.

DAVID: Vale, de acuerdo —dijo recuperando la calma y encogiéndose sentado en la cama, agarrándose las rodillas.

ZAC: Además, no estás solo en casa. Ada está en su habitación con Osi —dijo insinuante levantando las cejas mientras se empezaba a vestir—. ¡Aquí hay temita! Los he estado oyendo toda la noche desde que me desperté… Ojalá viviésemos en otro país donde la Renovación es a otra hora del día…

DAVID: Por cierto, te tengo que contar una cosa.

ZAC: Muy bien. Luego me la cuentas que si no, no llego. Voy a desayunar, ¿vienes?

DAVID: Sí, ahora iré. Necesito un cigarro —dijo encendiendo la radio y cogiendo el tabaco, mientras que Zac dirigía la mirada al techo en señal de desacuerdo por su molesta adicción.

—Y este año, la cifra de muertos en nuestro país debido al cese de actividad en los hospitales durante la Renovación asciende a tan sólo 54 bajas…

ZAC: Buff, apaga eso. Escuchar la radio la mañana después de la Renovación es deprimente.

Zac se fue a la cocina y allí estaban desayunando ya Osi y Ada. Se hablaban con mucha complicidad, como si hubieran “intimado” mucho durante la noche.

ADA: ¿Me pasas el café, Osi? —le dijo picarona.

OSI: Yo te paso lo que quieras —se lo acercó guiñándole un ojo y a continuación le dio un cariñoso beso en los labios.

ADA: ¿Sabes cómo te llamaba antes de saber tu nombre?

OSI: ¿Cómo?

ADA: El chico del lunar. Por ese lunar tan bonito que tienes en la punta de la nariz —le dijo dándole un beso primero en la nariz y luego otro en los labios.

ZAC: Vaya pasteleo, señores —dijo haciéndose un café rápidamente pero sin poder dejar de prestar atención a la escena de amor. Ada y Osi seguían mirándose como si no hubiera nadie más en la habitación.

ADA: Ais, me tengo que ir. Había quedado en ir a casa de mis padres y tengo que coger el tren y todo. Te puedes quedar el tiempo que necesites, Osi.

OSI: ¡Gracias a Asir! Te tomo la palabra, ya que no tengo a donde ir ahora —dijo melancólico.

ADA: No te preocupes. Te puedes quedar conmigo, pero no me menciones a Asir tanto en mi casa, hazme el favor —le tranquilizó dándole otro beso y se fue—. Cúrate esa herida de la mano. Hasta luego.

ZAC: Espera, Ada. Que me voy contigo.
Al rato, salió David a la cocina y se encontró con Osi.

DAVID: Buenos días. ¿Sólo estás tú en la casa? —dijo sobresaltado.

OSI: Uy, hola, buenos días. Sí, se han ido Ada y Zac hace un momento.

DAVID: Bueno, por lo menos hay alguien… Por cierto, amor, muchísimas gracias por venir a rescatarme. No sé lo que hubiera hecho Tirso conmigo. Estaba muy nervioso. Ya he visto que te atacó con el cuchillo.

OSI: No es nada —escondió la mano rápidamente e intentó restarle importancia—. Bueno, yo me voy también que he quedado con Efrén para tomar café.

DAVID: ¿Con Efrén? —dijo sorprendido y con desprecio a la vez.

OSI: Sí, es que igual me ofrece un trabajo. Como me he peleado con mis madres, me han cancelado las tarjetas de crédito y no tengo dinero. Y si me quiero quedar, necesito ganar dinero de alguna forma.

DAVID: ¡Pero no te puedes ir! —dijo exasperado—. No me quiero quedar solo… No me puedo quedar solo —y se le empezaron a poner brillantes los ojos de lágrimas y le temblaba la mano.

OSI: Vale, tranquilízate. Podemos hacer una cosa: te vienes conmigo y así no estás solo.

DAVID: Muchas gracias. Te debo la vida ya dos veces.

OSI: Y además, nos podemos pasar primero por comisaría para declarar todo el tema del secuestro, el rescate y todo eso.

Después de pasar por comisaría, tomarse un café con Efrén los dos y que éste le propusiera ser camarero del Inframundo como esperaba, Osi se deshizo de David alegando que tenía que estudiar para el MIR, dejándolo con Efrén en una situación un poco tensa.

DAVID: ¿No está la camarera simpática ésta que siempre hay aquí?

EFRÉN: No. Ha desaparecido. Salió en la lista de desaparecidos de este mes. Una pena, era muy maja y muy lista la chica.

DAVID: Sí, una pena.

EFRÉN: Bueno… entonces estás bien. De lo que pasó y eso —preguntó con desgana.

DAVID: Sí, gracias. Ha sido el shock más grande de toda mi vida pero estoy bien —respondió con retintineo.

EFRÉN: Eso está bien —soltó sin importarle mucho lo que contestaba, porque sólo había preguntado por cortesía—. Bueno, me voy.

DAVID: ¿Cómo que te vas? ¿A dónde?

EFRÉN: ¿Cómo que a dónde? ¡A donde me dé la gana!

DAVID: Seguro que no tienes nada que hacer hoy.

EFRÉN: ¿Y a ti qué te importa lo que tenga que hacer? Además, que tengo clases de vez en cuando. Que retomé la uni el curso pasado.

DAVID: Ah, ¿Qué tú estudias? Pensaba que eras el típico ex futbolista paleto.
Efrén lo miró con cara de odio y se levantó para irse.

DAVID: Perdona, Efrén. Todo el mundo está ocupado hoy. Y yo me siento muy raro. Me da miedo quedarme solo —dijo encendiéndose un pitillo y él se volvió a sentar despacio.

EFRÉN: Ah, no sabía que te había afectado tanto —cambió de parecer al ver lo afligido que estaba— ¿Quieres hacer algo en concreto?

DAVID: Bueno, ahora que lo dices —exhaló el humo haciéndose el misterioso—. Me gustaría ir a un sitio…




Hace dos meses

David iba en el coche con Efrén y éste conducía muy concentrado porque estaban siguiendo de incógnito a otro automóvil.

DAVID: ¿Crees que éstos serán ellos?

EFRÉN: No lo sé. Nos hemos equivocado ya varias veces…

DAVID: ¿Y si todas las cosas que encontramos en casa de Tirso hace dos meses eran pistas falsas? ¿Y si alguien puso en su cuarto esa pulsera que se me cayó aquel día en el hospital para que pensemos que Tirso está con ellos y nos llevan a alguna parte y nos matan?

EFRÉN: Tío, no me rayes. Fuimos al día siguiente de que pasara todo. No les hubiera dado tiempo a colocar todo eso. Simplemente, salieron huyendo y se dejaron sus cosas. Cuando volvimos la segunda vez parecía como si alguien hubiera quemado la casa…

DAVID: Es verdad. ¿Crees que es posible que encontremos a Benjamín también?

EFRÉN: No lo creo, David. A saber dónde está el pobre también.

DAVID: Sólo te he contado a ti que lo vi. Bueno, y a la policía, pero no lo sabe nadie más.

EFRÉN: ¿Ni siquiera Zac?

DAVID: No. Se lo iba a contar, pero al final no. Quiero que se olvide ya del tema y pase página. No creo que podamos hacer mucho más.

EFRÉN: También.

DAVID: Oye, ¿tú crees que Tirso me apreciaba? —empezó a coger carrerilla en su discurso—. Si guardó esa pulsera yo creo que algo de cariño me tenía. ¿Y todas esas fotos nuestras en el corcho de su habitación? Nuestros buenos momentos pasamos… A lo mejor se volvió loco porque yo lo traté muy mal. Pobre chaval…

EFRÉN: ¿Vas a sentir pena ahora por una persona que te tuvo días secuestrado y atado a una silla y te amenazó con un cuchillo?

DAVID: Estoy empezando a creer que Tirso era una buena persona que simplemente se le cruzaron los cables. Sus padres lo trataban fatal. Imagínate la infancia que tendría… ¿Y si le hacen algo malo ahora? ¡Cuidado, no los pierdas! Tuercen por esa calle.

Efrén torció bruscamente para poder seguir al coche.

DAVID: ¿Te cuento un cotilleo? Ada y Osi ya no están juntos desde hace unas semanas. Parece que él se ha replanteado lo de ser hetero. Tiene el cerebro lavado por sus madres. Se ve que ha vuelto a hablar con ellas…

EFRÉN: ¿Te parece un buen momento para hablar de eso? Además ya lo sabía. Osi ha entrado en mi piso en el lugar de Pascual… Estamos bastante cerca del coche. Mira a ver si son ellos.

DAVID: ¡Coño! ¡No te acerques tanto! Si me ven la hemos liado.

Y conforme decía esto a David se le desencajó la mandíbula al comprobar que eran ellos, se agachó inmediatamente y Efrén paró el coche.

EFRÉN: Tengo que imaginarme por esa cara que son los padres de Tirso, ¿verdad?

David asintió sin cerrar la boca, escondido en el suelo del coche.

EFRÉN: Pues voy a seguirles un poco más de lejos para que no te vean. Apunta la matrícula, por si los perdemos de vista... ¡Mierda! —exclamó mientras miraba a todas partes—. Hablando contigo acabo de perderles la pista.

DAVID: ¡Qué dices!

EFRÉN: Bueno, no pasa nada. Ya sabemos que suelen venir por aquí. Los encontraremos otro día —y arrancó el coche y se puso a conducir—. Deberíamos de volver a casa. Al final Zac se va a pensar que estamos liados.

DAVID: Calla, no lo creo —se rió y se sorprendió de su reacción porque hacía mucho que no reía—. ¿Tú crees que debería de contarle a Zac que los padres de Tirso tenían a Benjamín?

EFRÉN: Eso es cosa tuya, David.

DAVID: No quiero perderlo, ni quiero que me prohíba seguir investigando por ser demasiado peligroso, que lo es. Él es lo único a lo que me puedo aferrar en estos momentos. Sé que te tengo a ti, pero llego a casa y me reconforta saber que estará ahí. ¿Me explico?

EFRÉN: Sí, sí, claro, tío —afirmó con seriedad cuando en el fondo se sentía culpable de la atracción que sentía por Zac.

DAVID: Venga, vamos a alguna parte que me estoy fumando encima. Eso de que no se pueda fumar en tu coche lo llevo fatal…




Hace un mes

Efrén y David iban en el coche dando una vuelta por el barrio donde vieron por última vez el coche de los padres de Tirso. Ellos iban hablando de sus cosas cuando de repente se hizo un silencio. Efrén pensó que David estaría cavilando alguna de sus ideas cuando vio que miraba algo fijamente por la ventanilla y pegó un frenazo en seco.

EFRÉN: ¿Qué pasa? ¡¿Los has visto?!

DAVID: ¡Sí! Mira están arrancando el coche.

EFRÉN: Agáchate que no te vean. Voy a pillar yo la matrícula y ahora les seguimos.

David se quedó agazapado mirando por la ventanilla lateral y algo vio que le llamó tanto la atención que no daba crédito a lo que estaba viendo, pero Efrén arrancó el coche para seguir a los padres de Tirso.

EFRÉN: ¿Pasa algo? ¿Por qué pones esa cara?

DAVID: No… Me ha parecido ver a mi madre Carmen —dijo extrañado—. Pero no puede ser, déjalo. Vamos continúa.

EFRÉN: ¿Y por qué no puede ser? —preguntó mientras conducía.

DAVID: ¿Has visto el barrio en el que estamos? Lleno de yonquis y de gentuza… Mis madres no pisarían este barrio ni muertas. Ellas tienen más clase. Y encima la señora esa llevaba unos harapos como si fuera una pordiosera. Vamos, que no, seguro…

EFRÉN: ¡Mierda, tío! ¡Los he vuelto a perder! Son muy escurridizos…

DAVID: Bueno, por lo menos esta vez tenemos la matrícula. Algo podremos hacer a partir de ahí. Vamos a comer y luego me llevas a casa de mis madres, que tengo que coger ropa. Y luego me traes al piso.

EFRÉN: Hay que ver. Ni que fuera tu taxista… Por cierto, ¿les dijiste todo el tema del secuestro a tus madres?

DAVID: Paso. Son capaces de llevarme a un psicólogo.

EFRÉN: A lo mejor es que necesitas uno.

DAVID: Cállate.

Unas horas después, David llegó a su residencia familiar deseoso de ver a su madre para confirmar que sus ojos le engañaron, mientras que Efrén lo esperaba en el coche. En cuanto llegó fue a ver si Carmen ya estaba en casa y la encontró sentada en el sofá junto a Concha, viendo la televisión plácidamente.

DAVID: Hola, mamás. Qué alegría veros en casa.

—Hola, hijo. ¿Y esa efusividad a que se debe? —comentó Carmen, siempre tan escéptica.

—Anda, ven a darle un beso a tu madre, cariño —dijo Concha con dulzura.

David fue y le dio un beso a cada una y se sentó con ellas.

DAVID: Nada una tontería. Que me ha parecido verte por un barrio de pobres vestida como si fueras una de ellos, ¿te lo puedes creer? —y se empezó a reír al ver la barbaridad que estaba soltando.

—He estado toda la mañana en el laboratorio, hijo. A veces sólo dices tonterías —alegó ella muy seria.

DAVID: Ya, lo que yo decía —se le cortó la risa al ver la actitud tan tajante que habían adoptado las dos y se levantó del sofá—. Bueno, me voy que me está esperando Efrén en el coche.

—Anda, toma un poco de dinero que seguro que te hace falta —rompió un poco su frialdad momentánea dándole bastante dinero.




Actualidad

David se despertó en la cama junto a Zacarías, y como de costumbre últimamente se despertó antes que él, porque desde el día de la Renovación no había conseguido dormir tan bien. Sentía remordimientos por tener tantas cosas en su cabeza y algunos secretos que le estaba guardando a Zac. Así que, en cuanto se despertó éste le confesó que vio a Benjamín secuestrado en casa de los padres de Tirso, lo cual destapó viejos demonios y sacó algunos nuevos.

ZAC: ¿Por qué no me lo habías contado antes?

DAVID: Ay, Zaqui-Zac, no quería que te comieses la cabeza con ese tema otra vez.

ZAC: ¡¿Y sabiendo lo peligrosas que pueden ser esas personas, que se han llevado a Benja y Tirso, seguís metiendo las narices?! Te dije que te dejaría si seguías con esa investigación sabiendo sólo lo de Tirso, pero unas personas que tuvieron secuestrado a una persona durante tanto tiempo, imagínate.

DAVID: Vale, vale, vale. Te prometo que no indagaremos más —le juró miedoso de perderlo mientras se encendía el primer cigarro de la mañana.

ZAC: No, David. Se acabó. Me has mentido durante todo este tiempo, te estás poniendo en peligro y la curiosidad mató al gato. Yo no quiero perder a otra persona en mi vida. Además, esa costumbre tuya de fumar a todas horas sabes que me molesta un puñao.

DAVID: No puedes estar hablando en serio. ¿Me estás dejando porque fumo? —hacía gestos con la mano en la que llevaba el cigarro.

ZAC: No te estoy dejando… Démonos un tiempo. Y no es sólo por el tabaco. Es por todas las cosas que te he comentado antes. Si además, esta relación empezó con una mentira…

DAVID: ¿De qué hablas?

ZAC: Vamos, David. Sé que no estábamos juntos antes del accidente y tú me hiciste creer que ya eras mi novio para que estuviese contigo.

David se quedó callado y con su silencio le confirmó la incómoda verdad. Pero en seguida saltó a otra cosa para cambiar de tema.

DAVID: Me parece mentira que te haya contado lo de Benjamín y ni siquiera te preguntes dónde está, lo que he averiguado o lo que podrías hacer para encontrarlo. ¿Es que no te preocupa nada?

Zacarías se quedó callado y visiblemente afectado, pero no contestó.

DAVID: Está bien. Dejaré de fumar —y apagó el cigarro en el cenicero.

ZAC: Es demasiado tarde. Ya era demasiado tarde antes de que te secuestraran, y lo sabes. Confiemos en que este tiempo nos ayude a ambos a aclarar nuestras ideas.

Zac se levantó serenamente de la cama y se puso a hacer las maletas con todas sus cosas, mientras David lo contemplaba en silencio y desgarrándose por dentro.



Próximo episodio: lunes 2 de mayo de 2011 a las 21:00.

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