lunes, 14 de noviembre de 2011

3x05 IS

Priviuslí, en El mundo al revés: Is trabaja como enfermera en el centro psiquiátrico Socol y en el hospital La Caridad, un hospital religioso donde Ada y Osi son residentes también y tienen que ocultar su relación por ello.

Is es bisexual, pero nunca ha contado nada sobre relaciones que haya tenido. Después de que su madre adoptiva muriera hace un par de años, su madre biológica Soledad retomó el contacto con ella y hablan y se ven de vez en cuando.

Luis lleva meses saliendo con Jaime, un veterinario algo heterófobo que no ha encajado muy bien con Ada y que parece interesado en asuntos paranormales. O eso pareció cuando preguntó sobre lo que pasó en la casa de campo de David. Aquel día, Ulises, que era también heterófobo, se dio cuenta de lo erróneo de su comportamiento y le prometió a Ada tratar de ser más tolerante.

Efrén sigue investigando sobre los papeles que encontraron él y David cuando investigaron sobre los padres de Tirso y lo que va averiguando lo anota en un diario.




En una sala del hospital La Caridad estaba todo preparado para celebrar una pequeña fiesta sorpresa. Mientras la invitada de honor llegaba, en la televisión se oían las noticias.

—Por lo tanto y con toda esta información, la policía cree que se puede tratar de una nueva y peligrosa organización terrorista, la cual tendría como objetivos algunos segmentos del colectivo heterosexual, como organizaciones simpatizantes o lugares de ambiente o reunión de éstos.

—Y por último, la lista de desaparecidos del mes con las fotos para su identificación es la siguiente: Elena Jiménez Pérez…

Un trabajador del hospital apagó la tele y también las luces porque llegaba el momento de sorprender a su compañera de trabajo. Is llegaba por el pasillo con su uniforme de trabajo. Apenas se la oía andar porque siempre caminaba como si fuera una especie de ser grácil, casi como si flotara. Llevaba una trenza muy casta que se hacía a veces con su melena castaña por los hombros, para trabajar más cómoda. El flequillo se lo dejaba fuera, ladeado por encima de las cejas. Cuando fue a entrar a la habitación donde lo tenían todo preparado vio que estaba la luz apagada, pero en cuanto entró encendieron las luces.

—¡Felicidades! —exclamaron todos al unísono.

IS: ¡Por Asir! ¡Qué susto me habéis dado! ¡No me lo esperaba para nada! —dijo emocionada con su afable voz, abrazando y besando a sus compañeros.

Aunque pronto se dio cuenta de que en la sala había gente que no conocía y se apresuró a preguntar a un amigo suyo.

IS: ¿Y todas estas personas que no había visto en la vida?

—¿Cómo que no? Mira, aquel es amigo de Marta. Ya sabes, ese chico que es hetero —le dijo guiñándole un ojo—. Esa otra no la conoces, pero es una amiga muy guapa de Lidia…

IS: ¿Me habéis preparado una encerrona en mi propia fiesta de cumpleaños para conocer a gente?

—No, mujer. No es eso. Simplemente es para que los conozcas. Con lo preciosa que tú eres y siempre te veo tan sola…

IS: Pero yo sola estoy bien —dijo alegremente—. Que no te dé pena. Para estar con alguien tendría que ser una persona muy especial.

—Que apareciera con su caballo blanco y te rescatase del malvado, ¿no? —acabó la frase por ella, que ya la conocía bien.

IS: Pues sí, mira, más o menos. De todas maneras, no estoy cerrada a conocer a gente.

—Claro. Por lo menos conócelos antes de juzgar.

Is intentó mezclarse entre sus pretendientes, pero no se sentía cómoda conociendo gente de esa manera. Osi, que estaba trabajando en el mismo hospital que ella y que Ada, pasó por allí y al ver a su compañera de piso pasó a cotillear.

OSI: Uy, hola, Is. ¿Qué está ocurriendo aquí?

IS: Anda, hola. Es mi cumpleaños y me han preparado una sorpresilla.

OSI: ¿No me digas? ¡Pues felicidades! ¡Es mi cumpleaños también!

IS: Pues felicidades a ti también —le dijo dándole dos besos y se asombró de la coincidencia.

OSI: ¿Cuántos cumples?

IS: 26.

OSI: ¿Qué me cuentas? ¡Yo también!

IS: ¡Qué casualidad!

Se miraron los dos sonrientes.

IS: ¿Vas a hacer algo especial hoy?

OSI: Pues mis madres van a venir luego desde Madrid para felicitarme y esta noche he quedado con Ada, Luis y Jaime para cenar —se dio cuenta que al nombrar la cena quedaba mal que no la invitara, pero tampoco tenía tanta confianza con ella. Y como la cena era de parejas pensó en dejar así la cosa.

IS: Ah, muy bien…

La conversación quedó interrumpida cuando a Is le sonó el móvil.

OSI: Bueno, me voy que tengo prisa. Nos vemos luego en casa.

IS: Sí, hasta luego.

Is dejó sonar el teléfono porque en ese instante sintió una extraña conexión con Osi que iba más allá de la simple coincidencia. Pero tampoco era una atracción sexual, eso lo tenía claro. Era como si se identificase con él, y eso lo llevaba notando desde que empezaron a compartir piso, ya que sus charlas habían tenido desde que volvió de dar ayuda humanitaria. Sería por esa casualidad de fecha de nacimiento, pensó ella, o algo relacionado con el horóscopo.

El móvil seguía sonando y al final lo cogió. Era su madre biológica Soledad, que la llamaba para felicitarla. Decía que iba a ir a Valencia esa tarde a tratar unos asuntos y le sugirió verse en una cafetería.

IS: ¿Te parece bien que quedemos en la cafetería del hospital como la otra vez?

—Pues… Prefiero que sea otro sitio —sonaba nerviosa—. Sí, mejor otro sitio. Para felicitarte más acordemente, y no en tu lugar de trabajo.

IS: A mí no me importa…

—Mira, querida, mejor nos vemos en esta dirección —le dijo dándole instrucciones de dónde se encontrarían antes de que le volviese a insistir.

En otra parte del hospital, Ada caminaba segura de sí misma por los pasillos después de unos meses trabajando allí. Los recorría como si fuera la pasarela que antaño desfilaba como modelo y se sentía el centro de atención. Iba siempre con la cabeza muy alta y con aspecto serio, con el fin de parecer más profesional. Los comentarios alentadores sobre su trabajo de su adjunto y de otros compañeros la habían hecho crecerse en poco tiempo. Y todo ello era algo que la enorgullecía mucho, ya que por lo general en su vida siempre había tenido que lidiar con el tópico de que una chica rubia, guapa y con buen cuerpo no podía ser inteligente. Algo difícil de obviar cuando casi siempre le gustaba ir con vestidos ajustados o conjuntos sugerentes y con tan sólo la bata abierta por encima. Aunque sus límites de vestuario tenía y los conocía, al estar en ese tipo de hospital. En ese instante se encontró con una enfermera y comenzó uno de sus pequeños debates que siempre tenía con ella sobre la religión. En un hospital como ese, asirista puro y duro y controlado por los Discípulos de Asir era difícil salir ganando, pero Ada no podía dejar de expresar su punto de vista.

—Gracias a Asir que hoy hemos salvado muchas vidas —decía la enfermera satisfecha de su trabajo caminando a la par que ella por el pasillo.

ADA: Será gracias a los médicos, que son los que salvan vidas—contestó soberbia con las manos en los bolsillos de la bata.

—Y la ayuda de las enfermeras, no te equivoques —señaló molesta—. Pero aún así es Asir quien tiene la última decisión sobre las vidas de todos. Él decide cuando llega la hora de subir al Cielo o de descender a los Infiernos con Suty.

ADA: Claaaro que sí. Y esta noche vendrá el Ratoncito Pérez a darle dinero a tu hijo porque se le ha caído un diente —sonreía burlona.

—No blasfemes de esa manera, jovencita —replicó ofendida como si fuera una señora, aunque le sacaría como mucho cinco años—. Sabes en el tipo de hospital que estás. Tener fe ayuda a las personas a superar momentos duros, como cuando están enfermos. No entiendo por qué todos los médicos comentan que eres una futura promesa de la Medicina…

Ada vio a lo lejos a Osi que se metía en el cuarto de descanso y la miró con picardía, y ella fue hacia allí dejando a la enfermera con la palabra en la boca, ante su mueca de espanto.

ADA: ¿Se puede pasar? —dijo cuando ya estaba dentro y al comprobar que no había nadie más cerró la puerta.

OSI: Hola, diablilla.

Ambos se miraron con ojos viciosos y se besaron furtivamente, apoyada ella en la puerta por si entraba alguien, ya que sabían que un romance heterosexual en un hospital como aquel estaba muy mal visto. Aunque no podían negar que algo de morbo les daba la cuestión de que tuvieran una especie de relación prohibida. Pero por precaución, después pusieron el pestillo y lo dieron todo en la cama.




Al terminar su turno en el hospital, Is se soltó el pelo y se cambió de ropa. Se puso su camisa y su rebeca por encima y unos vaqueros ajustados para causar buena impresión. De allí se fue directa a la cafetería en la que había quedado con su madre. Después de intercambiar los formalismos de siempre, lo cierto es que no tenían mucho más de qué hablar porque eran prácticamente unas desconocidas, pero Soledad siempre trataba de sacar conversación y le preguntaba mucho sobre su vida. A veces pensaba que se entrometía tanto como su difunta madre adoptiva.

—Chica, ¿y esa zona está bien para vivir? Me han dicho que no. Ten cuidado cuando salgas a la calle.

IS: Pero qué va. Si es un barrio la mar de tranquilo —se extrañó ante sus afirmaciones—. Además, que me llevo muy bien con mis compañeros de piso y estoy muy a gusto.

—Bueno, yo si fuera tú, me cambiaba de casa.

Is se quedó recelosa por la insistencia pero cambió de tema. Como apenas sabía nada sobre ella, intentó una estrategia que tenía planeada para sonsacarle información, ya que a las buenas nunca quería soltar prenda.

IS: ¿Y qué tal tu hijo?

—¿Cómo sabes que tengo un hijo? —dijo tocándose su colgante que siempre llevaba puesto de una mano blanca asirista.

IS: No lo sabía, pero ahora lo sé —sonrió satisfecha de que su jugada hubiera surtido efecto.

—Prefiero no hablarte de mi vida, ya te lo dije —se la veía cada vez más incomodada—. Tú eres mi hija, pero tengo otra familia que no sabe nada de ti y de momento quiero que siga así. No quiero que te involucres.

IS: Sabes —se puso ya más seria al ver su reacción—, sé que eres mi madre porque cuando me conociste nos hicimos aquella prueba de maternidad, pero una hija adoptada siempre se ha preguntado toda su vida por qué la dieron en adopción y tampoco me has comentado nunca nada al respecto.

—Querida, no estoy preparada para hablar de eso. En otra ocasión quizás —se levantó apresuradamente para despedirse.

IS: De acuerdo —se levantó ella para darle dos besos a la par que confusa.

—Muchas felicidades de nuevo y ya te avisaré cuando vuelva a Valencia. ¿Te vas a casa ahora?

IS: No, tengo que hacer la compra primero.

—Muy bien. Nos vemos, pues.

Is la vio marchar una vez más sin proporcionarle la información que ella quería saber, pero notaba que cuando la forzaba se ponía muy incómoda y era peor. Así que pensó que sería mejor si le dejaba espacio y confiaba en que no tardara mucho en estar preparada para hablar de aquella cuestión.

Al echar mano de su cartera se dio cuenta de que no llevaba la tarjeta de crédito para poder hacer la compra, así que tenía que pasar por casa primero. Llegando a su edificio vio a Soledad metida en un coche y en un instante se alegró y pensó en saludarla, pero luego vio que había otra mujer dentro con ella. ¿Sería su esposa? Imaginó Is. Prefirió no seguir mirando porque se sentía una espía y su madre ya le contaría lo que fuese cuando estuviera lista. No quería arriesgarse a que cortara la relación con ella por completo si la pillaba en una situación como esa. Así que se dirigió hacia su portal procurando no ser vista. Dentro del portal se cruzó con Osi, que bajaba en el ascensor.

OSI: Hola, Is.

IS: ¿Te vas ya a cenar con estos? ¿Es un poco pronto, no?

OSI: A cenar iré luego. Ahora voy a ver a mis madres que han venido a felicitarme.

IS: Ah, muy bien.

OSI: Te dejo que me están esperando en el coche. Hasta luego.

Is se metió en el ascensor y toda la conversación que acababan de tener le retumbaba en la cabeza. ¿Eran demasiadas casualidades o podría ser lo que estaba imaginando? Las puertas se empezaron a cerrar pero ella las paró con la mano y salió del ascensor hacia la calle. No estaba dispuesta a que Soledad eligiese el momento que le diese la gana para hablar del tema, quería saber la verdad ya. Salió sigilosamente del portal y se escondió en la esquina justo antes de girar la calle donde estaba el coche de su madre biológica. Se asomó a mirar y justo en ese momento vio como Soledad y la otra mujer salían del coche y le daban un abrazo a su hijo Osi, felicitándolo por su cumpleaños.

Is contemplaba la escena atónita, pero por otro lado, la gran posibilidad de que Osi fuera su hermano no le resultaba chocante. Lo notaba en la relación de amistad que tenían. Conectaban de alguna manera. Con todo este combo de sentimientos, Is subió a casa y se olvidó de hacer la compra. Se tumbó en la cama y sentía emociones confusas y sensaciones reencontradas. Ella pensaba que no tenía familia y ahora era posible que la tuviera. Y tan cerca como viviendo bajo su mismo techo.




Osi habló un rato con sus madres y ya quedaría más tranquilamente con ellas al día siguiente. Esa noche había quedado con Ada, Luis y Jaime para celebrar su cumpleaños. No era una fiesta, sino una simple cena en un restaurante. Mientras comían la conversación fluía bastante bien. Osi pensaba que Jaime sería más antipático, por la imagen que Ada le había dado de él, pero lo cierto es que era una persona agradable y parecía de fiar. O eso le pareció hasta que, tomando ya el postre, empezó a hablar de algo que le incomodaba.

JAIME: Pero, vamos. Estoy seguro de que mi amigo estaba nervioso y aquello no sería un fantasma. ¿Alguna vez os ha pasado algo raro así como inexplicable? Ya me contaron lo que pasó este verano en la casa de campo de David —se dirigió directamente a Osi ante la atenta mirada del resto—. ¿Te había pasado algo así antes?

OSI: No sé a qué te refieres. No pasó nada —negó la importancia de la pregunta tratando de mantener su integridad, pero Jaime notaba como le molestaba.

JAIME: Sí, hombre, no tienes que tener vergüenza —le intentó calmar con una confianza que no tenía con él—. Debe de ser cosa de los reproductores. Como sois así de raritos…

La frase quedó interrumpida con un gemido que pegó Jaime al darle Luis una patada por debajo de la mesa para que no fuera grosero. Luis sonrió diplomáticamente como disculpándolo y cambió de golpe de tema para que la noche no se fastidiara. Se acordó de la conversación que tuvo con Ada de que no sabía mucho sobre Jaime y era cierto. A veces trataba de sacarle algún tema de conversación, como relaciones pasadas, y siempre se salía por peteneras. Así que pensó que qué mejor momento que ese. Estando delante de más personas no se negaría a contestar y tampoco podía irse a ninguna parte.

LUIS: Caris, yo siempre he creído que una persona se conoce a través de las parejas que ha tenido, y como ya me sé la vida entera de Ada desde que éramos pequeños y también conozco la escasa vida amorosa de Osi porque ella me la cuenta —Osi la miró torciendo la boca decepcionado y Ada sonrió excusándose—, sólo nos quedas tú, mi amor.

JAIME: ¿Yo? Yo no tengo mucho que contar —intentaba escurrir el bulto pero sintió las miradas expectantes de los demás y se decidió a hablar—. Bueno, la más larga fue con mi ex marido… Esto, mi ex novio.

LUIS: ¿Has dicho ex MARIDO?

JAIME: Caramba, ¿no te lo había comentado nunca?

LUIS: ¡¿Cómo se te había olvidado comentarme algo así?! ¡Llevamos casi un año saliendo!

JAIME: No te pongas así tampoco, Luis, te lo estoy contando ahora.

LUIS: ¡¿Qué no me ponga así?! ¡Has estado casado! —empezó a gritar ya montando un número.

JAIME: Mejor me voy y ya hablamos mañana si eso —quiso evadirse de aquel melodrama—. Ah, y no os molestéis que la cena corre a cuenta mía.

Jaime se fue y Luis se quedó sentado y furioso. Ada y Osi se miraban y no sabían qué hacer, así que Osi trató de romper el hielo.

OSI: Sí que ganan dinero los veterinarios para invitarnos a los cuatro a cenar.

LUIS: Los veterinarios son unos pobres desgraciados —dijo todavía cabreado—. Ganan una mierda. Los que ganan mucho son los que tienen la clínica, que tienen a sus trabajadores explotados y se hacen ricos a su costa.

ADA: Entonces, si Jaime trabaja para una clínica y no la tiene, ¿de dónde saca tanto dinero?

LUIS: Pues… no lo sé —se sintió contrariado y sin saber qué contestar—. De las urgencias se cobra más… ¡Mira no me líes que bastante cacao tengo ya en la cabeza! ¡Él me quiere y yo lo quiero a él! Punto.




Al día siguiente, a la hora de comer estaban en el piso Uli e Is solos. Ya habían recuperado esa cordial relación que tenían antes de que Ulises pasara por Socol, pero Is tenía sus dudas de contar a nadie lo que había visto ayer.

ULISES: Pues eso, que he encontrado este trabajillo de becario y por lo menos me puedo pagar el piso. Porque aunque me lleve bien ahora con mi madre no pienso volver a esa casa. Creo que tendría crisis de nuevo y nuestra relación se estropearía.

IS: Sí, seguro que volvíais a la dinámica que teníais antes, aunque ella te haya dicho que no.

ULISES: Oye, una cosa. No te lo había preguntado hasta ahora porque pensaba que fue una alucinación. Mi madre me lo ha negado también y dice que es imposible, pero yo tengo la mosca detrás de la oreja con algo.

IS: Cuéntame —alentó expectante con esa amabilidad que la caracterizaba y que inspiraba confianza.

ULISES: ¿Vino alguien a verme cuando estuve en el hospital ingresado? No digo en Socol. Me refiero cuando aún estaba en La Caridad por lo del traumatismo craneal.

IS: ¿Alguien?

ULISES: Sí. Aparte de mi madre Verónica y mi hermana Alicia.

IS: Pues no. Que yo sepa sólo ellas dos. ¿Por qué lo preguntas?

ULISES: No sé. Me pareció ver a mi madre Julia.

IS: ¡¿La que os abandonó cuando eras pequeño y nunca has vuelto a ver?!

ULISES: Bueno, abandonar… Mi madre tampoco me ha dado los detalles de cómo se fue, pero ella siempre dice eso. Que se fue para estar con hombres.

IS: Me alegra que no hayas hecho ningún comentario heterófobo.

ULISES: No sé —sonrió orgulloso de su logro—. Como ahora estoy tanto contigo y lo de mi madre Julia, que últimamente me raya bastante… Sé que va a sonar cruel, pero qué suerte que no tengas familia.

Is se quedó un poco parada porque pensó que qué mejor ocasión que esa para contarle lo que pasaba por su mente y apenas le había dejado dormir esa noche.

IS: En realidad sí que tengo familia… Y tú lo conoces.

Después de contarle toda la historia y todos los cabos sueltos que Soledad había ido dejando, a Ulises no es que le pareciera factible, es que era una realidad. Osi era su hermano.

IS: ¿Crees que debo decírselo? ¿Y si le sienta mal? Él ya tiene una familia.

ULISES: Tendrás que decírselo. Pero tienes que encontrar el momento adecuado. No le puedes soltar la bomba así sin más. Es un asunto delicado. Incluso a lo mejor cuando él lo sepa es capaz de sacarle más información a su madre… Bueno, a la tuya…  A vuestra madre, coño.

Se miraron y se rieron, porque a lo mejor no tenían una familia con la que tener esas conversaciones, pero su amistad para ellos era como su propia familia. Is se sintió aliviada de confesarle su secreto y se alegró de tenerlo como amigo para lo bueno y para lo malo. Casi como un matrimonio.



Diario de Efrén

He tardado mucho tiempo en leer toda la documentación fotocopiada. Hay una burrada de folios y folios y tengo que esperar a que Zac no esté en casa para poder leerlo. No quiero que se entere hasta que le pueda demostrar algo. Recuerdo como se puso cuando investigábamos David y yo y se pondría igual si se lo dijese ahora. Lo cierto es que es peligroso, pero merece saber dónde está su amigo Benjamín y si está bien.

Por un lado, entre todos los papeles se puede decir que hay una especie de estudio de algunos locales, empresas o incluso comisarías de policía. No entiendo la relación que tienen unos con otros. Por ejemplo, no entiendo qué tiene que ver una consulta psiquiátrica de tipo religioso con una cafetería de barrio. Lo que parece por las anotaciones es que podrían ser blancos de algún tipo para ellos.

Por otro lado, parece que los padres de Tirso no hacían lo que hacían por amor al arte. Esto tiene toda la pinta de que era un trabajo a tiempo completo para ellos. Hay facturas que se nota que son para justificar un gasto ante alguien. ¿Serían mercenarios trabajando para otra persona?


Próximo episodio: lunes, 21 de noviembre de 2011 a las 21:00.

1 comentario:

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