lunes, 26 de diciembre de 2011

3x11 CRUCERO (Primera parte)

Priviuslí, en El mundo al revés: David se ha cruzado ya varias veces con el agente de policía Villalba: primero cada vez que iba a ver a sus madres cuando las detuvieron y hace poco cuando fue a tratar todo el asunto del casi suicidio de Mariana. David se hizo muy amigo de Efrén, pero luego éste se puso a salir con su ex Zac y ahora se van a casar. David no le perdona por esta traición y no le dirige la palabra desde entonces.

Efrén entró en la casa de las madres de David, que la tenía alquilada Noé, y lo descubrió como líder de los terroristas. Lo que no sabe es si ellos le reconocieron a él, porque salió corriendo cuando le pillaron.

Jaime lleva saliendo con Luis más de un año, pero lleva una doble vida trabajando para los terroristas e informando a Noé sobre las habilidades de Osi. Hasta hace poco, que se cansó de mentir a su novio y Noé le dio permiso para desentenderse de los terroristas, con la condición de que si se enterara de algo sobre los dones de Osi, que lo informara de inmediato. De todo esto Luis no sabe nada. Él acabó la carrera de Historia del Arte y ha estado buscando trabajo sin éxito desde hace un año.

Ulises no ha tenido nunca una relación duradera y apenas varios escarceos. Le seguía el juego a un vecino, pero cuando se le puso a tiro se desentendió de él. Además, Ulises es bipolar y sólo lo sabe Is. Antes solía ser heterófobo y misógino, pero con su trastorno controlado y con su relación más próxima con Is, que es bi, parece que ha cambiado.

Is y Osi son hermanos y sólo lo saben ellos y Ada/Ulises. Osi ha usado sus poderes en días previos a la Renovación: el primer año para salvar a David quitándole un cuchillo a Tirso y el año pasado para obligar a marcharse a los intransigentes del cortijo.



Era una tarde soleada de un 26 de junio en Valencia y todos los amigos se embarcaban en un crucero en donde tendría lugar la boda de Efrén y Zac al día siguiente. Justo el día que todo el mundo celebraba la muerte de Suty permaneciendo despiertos hasta las doce de la noche, momento en el que empezaba la Renovación. Aunque sólo la pareja nupcial continuaría el crucero a modo de luna de miel, porque los demás se bajarían en el primer puerto, Marsella, después de la ceremonia. Con esta crisis y algunos de ellos en paro, no todos se podían permitir ese lujo, por ello Efrén les pagó los billetes de vuelta para que no faltara ninguno.

David también fue invitado y decidió ir para no hacer un feo, ya que el hecho de que su ex mejor amigo se casara con su ex novio no le hacía mucha gracia. Además necesitaba distraerse un poco. Llevaba demasiados días en casa sin salir y se estaba aficionando a la bebida cuando caía el sol.

Subiendo por la escalinata al barco, con su traje recién recogido de la tintorería y con una maleta enorme aunque sólo fuese a estar fuera dos días, se acercó por detrás el agente de policía Villalba y le cogió la maleta al ver que necesitaba ayuda. Al girarse él, se quedó gratamente sorprendido de volver a verlo.

David le hablaba de usted aunque era un chico muy joven, pero quería mostrarle respeto por su trabajo y además, que nunca lo había visto fuera de él. Ni siquiera lo había visto sin el uniforme, que a pesar de que le favorecía tremendamente, aquel hombre le parecía igual de atractivo o más sin él. Por lo que dejaba ver su amplia camiseta se veía en muy buena forma. Con todos sus músculos de los brazos y piernas marcados, pero lo justo. Era muy atlético, como ese tipo de personas que siempre están practicando algún tipo de deporte. Llevaba su pelo rubio natural aclarado por el sol, peinado con el tupé a lo noventas, lo que contrastaba con su piel morena. De cara se podía decir que era un chico muy guapo: con ojos marrones, mentón prominente y nariz definida, podría pasar por modelo seguro. Aunque su forma de vestir era menos moderna y más deportiva, acorde con su personalidad.

DAVID: ¡Vaya, qué sorpresa! ¿Qué hace usted aquí? —dijo parándose en medio de la pasarela, aunque no venía nadie por detrás.

—Me regalaron unos amigos el crucero por mi cumpleaños y no podía decir que no —sonrió amablemente.

DAVID: ¿Y cuántos años ha cumplido, si se puede saber?

—26.

DAVID: Madre mía. Es usted un agente de policía muy joven.

—Puedes hablarme de tú. ¿David, era?

Él se quedó alelado al ver que se acordaba de su nombre, ya que pensaba que ignoraba su existencia. Pero parecía que no.

DAVID: Sí, me llamo David. ¿Y tú…?

LUIS: ¡Neeeena! —le gritó escandalosamente desde cubierta—. ¡Sube ya pa acá que tenemos que repartirnos los camarotes!

David sintió cómo la vergüenza coloreaba sus mejillas y se despidió tímidamente, cogiéndole la maleta que le estaba aguantando.

—Nos vemos por el barco, pues —le dijo el policía mientras David aceleró el paso sin mirar atrás para llegar rápidamente a donde estaba Luis. Antes de que le volviera a poner en evidencia.

Al lado de donde acababa la pasarela se habían concentrado los amigos para hablar de cómo se repartían las habitaciones. Sin embargo, poco quedaba ya por repartir. Zac iba evidentemente con Efrén, Ada con Osi, Luis con Jaime y Ulises se quiso poner con su amiga Is. Por lo tanto, a David le tocó estar solo en un compartimento, lo cual aceptó con resignación.

DAVID: Así tengo más espacio para mí mismo —dijo yéndose airado y notándose que no le había sentado bien, aunque tratara de ocultarlo.

A la vez que se iba David, subieron por la escalinata los novios, que eran los últimos en llegar. Efrén no tenía muy buen aspecto, pero nadie quiso comentárselo.

LUIS: Mirad, chicos. Éste es Jaime —le presentó a Efrén y Zac.

JAIME: Muy buenas. Encantado —dijo dándoles un fuerte apretón de manos—. Si nos descuidamos, nos conocemos después de la boda —bromeó.

EFRÉN: ¿Verdad? Ya era hora de que por fin un novio le durase más de dos semanas a la rubia.

Luis le metió un codazo a Efrén, que no quería que lo humillara delante de Jaime, y después sonrió diplomáticamente.

LUIS: Que ya no soy rubio, imbécil —le dijo entre dientes.

JAIME: De momento todo va estupendamente. Y esperemos que así siga —afirmó con seguridad, echándose su melena negra engominada hacia atrás cada vez que se le movía un pelo. Después cogió a Luis por el hombro.

Efrén se quedó algo extrañado al oír la varonil voz de Jaime, como si lo conociera de algún sitio. Pero no dijo nada porque pensó que ya le vendría a la mente.

LUIS: ¿Y tú qué? —le preguntó a Efrén— ¿Con jet lag todavía? Porque vaya ojeras que llevas —le devolvió la puñalada por el comentario anterior.

EFRÉN: Bueno, hace tiempo que no duermo muy bien y acabo de llegar de Reino Unido. He dejado a Bruno allí para la boda y la luna de miel.

Zac se puso triste porque se había encariñado mucho con Bruno, pero sabía que era lo mejor y que en cuanto volviesen lo recogerían. Después de estar un rato hablando todos, cada uno se fue a su camarote y luego se volvieron a juntar en la misma mesa a la hora de comer. Osi se rodeó de sus dos chicas: su hermana Is y su novia Ada. Aunque con esta última llevaba una temporada algo distanciado. Desde que a ella la despidieran del hospital ya no se veían tanto. Además, Ada estaba siendo arrastrada por una espiral de depresión debido a que no encontraba trabajo. Y aunque ahora respetase a Osi por sus creencias, seguía sin compartir su punta de vista religioso.

ADA: Voy a acabar siendo Laqueli —suspiró hablando sólo con Osi.

OSI: ¿Cómo que Laqueli?

ADA: ¡La que limpia! Tanto estudiar en la facultad para ser un buen médico y ahora no lo puedo demostrar en ninguna parte. ¡Era mi sueño desde pequeña! Ya no sé ni siquiera si podría ser un buen médico.

OSI: Tampoco se te caerían los anillos por probar a trabajar de otro cosa. Ya te lo comenté.

Ada lo miró con prepotencia y Osi prefirió cambiar de tema para no enzarzarse en otra pelea. Sabía que si seguían hablando de aquello acabarían discutiendo. Y siempre tenía que ser él el amortiguador de sus riñas.

OSI: ¿Sigues tomando pastillas para dormir? —le preguntó acercándose a su oído.

ADA: Ssssh —le mandó callar enseguida y siguió hablando en voz baja—. No saques ese tema aquí en la mesa. Pero sí. Últimamente me cuesta mucho quedarme dormida.

OSI: Ten cuidado, que crean dependencia.

ADA: No te preocupes. No soy una drogadicta —le contestó hosca.

Osi prefirió no seguir hablando con ella y miró a Is, que la tenía a su otro lado. Ella le devolvió una sonrisa cómplice. Sabía que había llegado el momento que habían comentado anteriormente y anunció a toda la mesa.

OSI: Atención, chicos y chicas. Is y yo queremos comentaros una cosa. Es algo que sabemos desde hace tiempo —Is sonreía de emoción y Ada parecía tranquila porque ya sabía lo que iba a decir—, pero queremos compartirlo con vosotros.

LUIS: ¡Maris! ¡¿No estará embarazada de ti y tú estando con Ada, no?! ¡Me da un soponcio!

IS: ¡No, hombre! ¡No es eso! Tú escucha —le cedió la palabra a Osi.

OSI: Is y yo somos hermanos. Hermanos mellizos.

La mesa enmudeció. Nadie sabía qué decir. Se miraban unos a otros con curiosidad pero no se atrevían a preguntar, hasta que Zac se arrancó.

ZAC: Pues… ¿enhorabuena? Qué fuerte, ¿no? ¿Cómo lo sabéis? ¿Es seguro?

IS: Pues descubrimos que mi madre biológica es la madre de Osi y además, nos hemos hecho una prueba de ADN para comprobarlo.

ADA: ¿Y qué dicen tus madres al respecto? —espetó cuando sabía a priori cuál era la respuesta al haberlo hablado con él. Pero quería que se enterasen sus amigos.

OSI: No se lo han tomado muy bien, pero mejor cambiemos de tema —miró a Ada con enfado.

LUIS: ¿Y por qué dieron a Is en adopción? —quería saber el curioso de Luis.

IS: Bueno, tampoco nos meteremos en detalles con eso. Son cosas privadas de la familia y mejor que queden en familia.

LUIS: Ejem, puta, ejem —dijo entre tosidos al no obtener la respuesta que quería e Is lo fulminó con la mirada.

ULISES: Ya que estamos de confesiones —interrumpió la conversación sabiendo que Is no quería contar más— yo también quiero decir algo. Ya que hace poco hubo un malentendido con David y por mi culpa se las vio y deseó con una conocida un tanto desequilibrada. Si hubiera sido sincero, a lo mejor no hubiera pasado.

Mientras hablaba miraba a Is, que le daba seguridad y le había estado apoyando todo ese tiempo. Ella le dio la mano para darle fuerzas.

ULISES: No es algo tan bonito como lo de Osi e Is. Es un problema que tengo y que voy a tener el resto de mi vida. Quería compartirlo con vosotros porque os considero amigos. Y mira que hace un par de años pensaba que eráis lo peor y os veía sólo como compañeros de piso.

LUIS: ¡Válgame, Asir! ¡Cuenta ya! ¡Me muero de la curiosidad! Hoy hay sobredosis de cotilleos —dijo dándose aire con la mano.

ULISES: Padezco un trastorno bipolar. Tomo una medicación que es de por vida, pero tomándola estoy bien. Es por si a veces me veis raro o por si sufro algún episodio de depresión o manía, que es todo lo contrario. Pero tomando eso, todo debería de ir bien.

Ahora sí que estaban todos callados sin saber qué decir, pero David, que junto a Is era el único que lo sabía, se levantó y le dio un abrazo. Luego se levantó Is y se unió al abrazo de los dos. Y así se fueron levantando todos hasta unirse en un abrazo colectivo que enterneció a Ulises y se alegró de tener tan buenos amigos.

Después se sentaron de nuevo a seguir comiendo y Efrén se dio cuenta de que una persona le miraba desde la otra parte de la sala. Intentó resistir la tentación de mirar, porque lo veía como una infidelidad hacia Zac, que estaba a su lado, pero por el rabillo del ojo notaba cómo alguien le clavaba la mirada y finalmente levantó la cabeza. Pero cuando lo hizo, el chico que estaba mirando giró la cabeza. Efrén se puso un poco nervioso pensando que podría ser algún miembro de los Discípulos de Asir que lo hubiera localizado, pero al comprobar que era un camarero supuso que estaría mirando algo de la mesa. Además, que ya había pasado casi un mes desde aquello. Si lo hubieran visto ya lo hubieran localizado. Mientras su atención volvía a la conversación que tenían en la mesa, Jaime acababa de hablar y como cada vez que lo hacía le sonaba conocido, pero no sabía de qué. Luego siguió comiendo y Efrén observó que Jaime parecía distraído también.

Cuando acabaron de comer, los primeros en levantarse de la mesa fueron Jaime y Luis, que se fueron primero a la terraza a contemplar el mar. Jaime se alegraba de estar con Luis, pero nunca se olvidaba de todo lo que había hecho con los terroristas y de todo lo que le había estado ocultando. Sabía que si le confiase el secreto, él se lo guardaría. Pero quizá sería un peso muy grande de llevar.

LUIS: Qué bonito es el mar. ¿No sería genial poder viajar por mar o vivir en otro sitio que no fuera España? Sería muy liberador.

Jaime lo abrazó mientras contemplaban el paisaje marítimo y lo apretó fuerte para aguantarse las ganas que tenía de compartir su secreto. Pero esa ansia se hacía más y más grande a cada minuto que no se lo contaba.

Unas horas más tarde, Ulises e Is salieron a cubierta a tomar el sol en unas hamacas que tenían pinta de ser muy confortables. Al acomodarse allí se acercó un chico muy simpático que decía ser el médico del barco. Is, que vio de qué iba la cosa, les quiso dejar solos y puso la excusa de ir al bar a pedir un cóctel, pero Uli no parecía querer que se fuese.

ULISES: No te vayas, coño —le dijo en voz baja, pero Is le hizo caso omiso y se levantó para dejarlos solos.

—Vaya, vaya. Qué chica más guapa tenemos aquí —le dijo mientras le besaba la mano—. Qué pena que no me gusten las mujeres—dijo amablemente.

IS: Tú te lo pierdes —bromeó ella yéndose hacia el bar.

—¿Os lo estáis pasando bien o qué?

ULISES: Sí… Muy bien —se puso muy vergonzoso y el hecho de que fuera atractivo lo intimidaba más.

—¿Cómo te llamas? —le dijo a Ulises acercándose para darle dos besos—. Yo soy Marc.

ULISES: Yo Ulises. Encantado.

—Tienes unos ojos azules preciosos, Ulises.

ULISES: Vaya, pues gracias —dijo tímidamente. Ese día se había puesto las lentillas para tomar un poco el sol y se le veían más aún.

—Pues nada, encantado de conocerte a ti también. Esta noche estaré por aquí, en la discoteca del barco supongo. Nos vemos y nos tomamos unas copas, ¿vale?

ULISES: Vale. Hasta luego —se despidió colorado como un tomate.

Por la noche David se arregló para ir un rato a la discoteca con la esperanza de ver al agente Villalba. No lo había visto desde que subieron al barco y era lo único que le animaba a salir de su estancia. Habían quedado todos los amigos después de cenar, pero él no estaba de humor. Se sentía muy solo en su camarote… Y en la vida también. Desde que Zac lo dejó no había estado con nadie más y ya quedaba patente que Zacarías había rehecho su vida. Tanto que se iba a casar. No tenía ni siquiera amigos, llegó a esa conclusión al verse allí solo. En ese instante alguien tocó a la puerta y fue a abrir.

DAVID: ¿Efrén? ¿Qué coño haces aquí? Vete, anda —le dijo sin dejarle pasar.

EFRÉN: Sólo quería decirte que te agradezco mucho que hayas venido a la boda. Sé que no me hablas, pero significa mucho para mí que estés aquí. Y yo te sigo apreciando un montón.

DAVID: Mira, Efrén, si he venido ha sido porque tenía que venir. Y todo esto que me cuentas es muy bonito, pero no quita que tú, el que era mi mejor amigo, te vayas a casar con mi ex novio. Ya no que estéis juntos, que yo os pronostiqué que duraríais un telediario como todo lo que te dura a ti, sino que encima os vayáis a casar. ¡Es que es el colmo!

EFRÉN: Sólo te puedo decir que lo siento. Pero sabes que me gustaba Zac desde antes de que él estuviera contigo y sabes que yo le gustaba a él.

DAVID: Me parece genial, Efrén. Pero por encima de todo eso estaba nuestra amistad—dijo conteniendo las lágrimas—. Aunque ya vi que no. Si me disculpas.

David apartó a Efrén que le bloqueaba la puerta y salió de allí hacia cubierta, antes de que empezara a llorar delante de él y viera que aún le importaba.

DAVID: Idiota —pensó con rabia de su ex amigo.

Cuando subía por las escaleras llegó a tiempo justo para ver cómo Ulises hablaba con un desconocido y a continuación se iba.

DAVID: ¿Quién era ese? —se entrometió porque necesitaba dejar de pensar en la pareja nupcial.

ULISES: Nada. Es el médico del barco.

DAVID: Mmmm. Médico —se animó enseguida.

ULISES: Pues si lo quieres, todo tuyo. Me acaba de decir de ir a su habitación, pero paso. No me gusta cuando van tan directos.

DAVID: Ahá. ¿Pero te gustaba?

ULISES: Sí. Era muy guapo.

DAVID: ¿Como el vecino aquel de tu finca que también le dijiste que no?

ULISES: ¿A qué viene eso? No tiene nada que ver. Aquel chico no me gustaba.

DAVID: Ya, claro. No es por nada, pero me da la sensación de que te gusta algo mientras no lo puedes tener, pero cuando sabes que es posible te echas para atrás. Así que, tú sabrás lo que haces…

Mientras tanto en el camarote del médico, éste se dispuso a realizar una llamada.

—No. No ha podido ser… —Hablaba por el móvil—. Pero está a punto. Yo creo que caerá. Mañana probaré otra vez. Y si no éste, cualquier otro… Sí, lo tengo todo preparado. Si lo consigo mañana puedo desembarcar en Marsella…

Mientras hablaba cogió la alcachofa de la ducha y empezó a tirar agua caliente por encima de todo el hielo que había preparado dentro de la bañera para derretirlo. Sobre la mesa había una nevera portátil que no parecía precisamente que fuera a transportar alimentos.

A la mañana siguiente, todos desayunaron y después se tomaron la mañana de relax mientras el personal del barco preparaba la popa para la boda, que era a mediodía en cuanto llegasen a Marsella. Tenían que aprovechar para disfrutar del baile después del convite, ya que esa misma noche también se celebraba la Renovación a partir de las 12 y tenían que dormir las 24 horas. Al día siguiente volverían a casa todos menos los novios, que continuaban con el crucero.

Una vez amarrados en puerto, la ceremonia dio comienzo con normalidad. Ambos novios llevaban un precioso traje blanco de chaqueta, pero sobre la piel morena de Efrén destacaba mucho más que sobre la blanquecina tez de Zac. Ni siquiera ese día se había peinado demasiado su indomable pelo de pollito. Por contraste, Efrén lo llevaba tan engominado que parecía de cartón.

David se había bebido un par de copas, pero por el momento no parecía peligroso. Para eso Ada se había sentado a su lado, para evitar que hiciera alguna locura. No andaba lejos de equivocarse, ya que al pronunciarse las palabras de si alguien tenía que decir algo en contra de esa unión, que hablase o callase para siempre, David inspiró fuerte, cogió impulso y empezó a levantarse de la silla.


Próximo episodio: lunes, 2 de enero de 2011 a las 21:00.

lunes, 19 de diciembre de 2011

3x10 EFRÉN

Priviuslí, en El mundo al revés: Efrén lleva tiempo investigando los papeles que encontró en la casa de Tirso y todo lo que averigua lo escribe en un diario. A uno de los puntos que llegó fue Noé, el que era cura de los DA de Valencia y ahora inquilino de David. Efrén se quedó a propósito con las llaves de su casa la última vez que fue junto a David a cobrarle el alquiler.

Zac lleva meses estudiando para sacarse el graduado en bachiller. Meses atrás recibió una carta de Benjamín diciéndole que estaba bien, y hace poco le escribió un SMS al móvil diciéndole que huyera de un lugar en el que estaba habiendo un tiroteo. Ambos hechos no dejan de darle vueltas en la cabeza a Zac, que no dormirá tranquilo hasta saber si Benja está sano y salvo. De momento, entre eso, sus estudios y cuidar al hijo de Efrén, es lo único que conoce.

Jaime forma parte de los terroristas, encabezados por Noé, pero a Jaime no le gusta lo que hacen, por lo que lleva tiempo desentendiéndose de sus actos. Además, siente remordimientos de tener que mentirle a Luis todo el tiempo cuando se va con ellos y quiere sincerarse con él.



Efrén había perdido la noción del tiempo, pero debería de llevar una hora inspeccionando la casa silenciosamente. Todavía no podía dejar de sorprenderse por la cantidad de materiales explosivos acumulados en el mismo pasillo. Sólo vio el interior de una habitación porque estaba abierta la puerta, y allí había un buen arsenal. Se acercó sigilosamente al sitio de donde provenían las voces y se resguardó detrás de una esquina del pasillo. No se atrevía a asomar la cabeza por si había alguien vigilando en la puerta y le veía, pero hizo el intento. Se le confirmó su sospecha: nadie estaba custodiando la habitación. Parecían tener la comodidad de saber que nadie entraba en esa casa, y eso se notaba por la tranquilidad con la que estaban las armas y explosivos por doquier, sin tratar de esconderlos. El caso es que aparte del anfitrión, ninguna voz le resultaba familiar y no se podía ir de allí sin averiguar alguna cosa aunque fuera. Por lo menos un dato importante tenía claro: la persona a la que había seguido la pista era el líder, o como tal lo trataban los demás. Por otra parte, el rato que estuvo escuchando le ayudó a familiarizarse con esas voces.

—¡Caramba! Pues es un buen balance hasta ahora, ¿no? —escuchó Efrén de pasada.

EFRÉN: ¿Caramba? —pensó él—. ¿Quién coño utiliza esa palabra hoy en día?

Se acercó de puntillas hacia el comedor, que parecía que era donde estaban teniendo esa reunión. Con la confianza de que aún estaba lejos de ellos, dio un paso en falso y el suelo del parquet crujió. Se quedó inmóvil con la esperanza de que no lo hubieran oído, pero la conversación paró en seco. Efrén estaba aterrorizado y lo único que se le ocurrió fue salir corriendo antes de que salieran de donde estaban y lo pillasen invadiendo una propiedad privada. Pero en el momento que se puso a correr para salir de la casa, oyó cómo se abría la puerta del fondo y unos pasos de una persona, que se paró primero, empezó a perseguirle a toda prisa.

8 horas antes

ZAC: ¡Por fin tengo el graduado en bachillerato! —exclamó de alegría cuando llegó a casa y vio a Efrén.

EFRÉN: Sabía que lo conseguirías, cariño —le dio un beso en los labios.

ZAC: ¡Habrá que celebrarlo esta noche! Podíamos salir a cenar a un restaurante…

EFRÉN: No, no, no —le cortó el rollo a Zac—. Esta noche no puedo… Tengo que ir al pub —improvisó una mentira—. Sí. Eso es. Tengo que ir al pub, que había quedado con Nacho para repasar unas cuentas.

ZAC: No, ni de coña. ¡Ya las repasarás otro día! —dijo intentando salvar la noche.

EFRÉN: No. No puedo, de verdad. Ya he quedado con él. Lo siento.

Zac se sentó en el sofá y puso pucheritos, pero ni con esas pudo hacerle cambiar de opinión. Para desviar la conversación, le preguntó sobre Benjamín y ese mensaje que recibió desde su móvil, para saber si podría relacionarlo con algo sobre su investigación. Pero lo único que consiguió fue hacerle recordar lo que no quería.

ZAC: No sé nada más, Efrén —respondió cabizbajo—. He intentado llamarle al móvil cien veces pero siempre lo tiene apagado o fuera de cobertura. No sé qué más hacer…

EFRÉN: No tienes que hacer nada —le ordenó viendo que podría inmiscuirse en lo que había averiguado—. Si te dijo en la carta que estaba bien, es que está bien.

Zac se calló, pero se puso melancólico por haberse acordado de Benjamín. Efrén, sin embargo, se sintió mal de prohibirle que investigara. Cuando lo disuadía para que no pensase en ello le recordaba siempre a cuando hacía un año Zac le amenazó a David con dejarlo si seguía investigando el mismo tema. Estaba siendo igual de controlador que lo fue él, pero pensaba que sería lo más oportuno para todos. Por lo menos hasta que averiguase algo sobre su amigo. Porque hasta ahora, todo eran datos sobre los Discípulos de Asir y nada sobre el secuestro de Benja.

ZAC: ¿Sabes? El otro día el chiquitín dio sus primeros pasitos.

EFRÉN: ¡¿Qué dices?! ¿Cómo no me lo habías dicho antes?

ZAC: Bueno, quería que tú le vieses dar sus primeros pasos antes que yo, pero como veo que a lo mejor no pasa porque ni siquiera pruebas...

EFRÉN: Hombre, con 13 meses ya era hora de que andara. Me hubiera gustado verlo.

ZAC: Yo lo pongo siempre contra la pared, me alejo un poco y le digo que venga. Al principio se caía, pero el otro día se soltó y vino hacia mí dando pasitos torpes y al final se cayó. Deberías probar.

Efrén se dio cuenta de que entre el pub y toda su investigación se estaba perdiendo momentos importantes de la infancia de su hijo. Pero es que muchas de las pistas que seguía lo llevaban a un callejón sin salida y perdía mucho tiempo.

Zac se fue al que fuera antes su piso de alquiler para contarles a sus ex compañeros las buenas noticias y Efrén se quedó cuidando de Bruno. No sólo tenía que ocuparse de su hijo, sino que tenía que preparar la fiesta sorpresa que tenían planeada para cuando Zacarías aprobase sus exámenes. Ideada por Efrén pero respaldada por todos sus amigos, tenían que tenerlo todo listo para esa noche. Por eso Efrén le tuvo que decir a Zac que no podía salir a celebrarlo.

Mientras preparaba algunas cosas, pero sin ponerlas a la vista porque aún tenía que volver el sorprendido luego, no dejaba de pensar en lo sospechoso de todo lo que concernía a Noé. ¿Qué estaría tramando en la casa de las madres de David que ni siquiera le dejaba entrar? ¿Qué tendría allí dentro? Otra cosa que le hacía sospechar era la de billetes que manejaba. De la cartera misma se sacó el dinero del alquiler y David le dijo que incluso una vez le dio 100€ de más para que se callase. ¿No era un cura? No sabía que los curas tuviesen tanto dinero.

Por otro lado, ¿qué más podría hacer él para paliar el sufrimiento de su novio? Había llegado a un punto muerto con toda la información recopilada y no sabía por dónde seguir. Lo único que le faltaba por hacer era algo que había estado evitando desde hacía semanas y que cada vez se vislumbraba más como única opción posible. Pensó en su momento que podría ser un último recurso, porque era arriesgado, pero había llegado la hora de usarlo porque no le quedaba otra alternativa.

Todos estos pensamientos se vieron interrumpidos por el llanto de Bruno, que estaba jugando con sus juguetes en su cuarto. Efrén lo estaba vigilando continuamente mientras preparaba la fiesta, pero no podía estar allí todo el rato porque si no, no le daría tiempo. Cuando fue a ver qué le pasaba, lo vio tendido en el suelo y no sabía qué le habría pasado. Lo cogió en brazos y cada día se asombraba más de lo mucho que crecía en tan poco tiempo. Lo calmó cantándole un poco.

EFRÉN: Vamos, hijo —lo dejó de pie apoyado en la pared y se alejó un poco para hacerle andar—. Tú puedes. Ven aquí. Soy tu papá.

Bruno lo miraba con curiosidad pero no se atrevía a soltarse.

EFRÉN: Venga, Brunito, yo sé que puedes. Ven con papá.

Al final se tiró al suelo y gateando se puso a jugar de nuevo con sus juguetes. Efrén se sintió un extraño en la vida de su propio hijo. Parecía que no confiara en él. Es más, parecía que ni lo reconociera como su padre. Y con mucha razón, pensó. Pasaba más tiempo con Zac que con él. Se sintió decepcionado y a la vez celoso de la relación tan estrecha que tenía Zac con el niño, pero a la vez sabía que se lo había ganado a pulso.

En cuanto llegó Zac a casa, le dijo que se llevara a Bruno al centro comercial a hacer unos recados, para tenerlo entretenido toda la tarde mientras los amigos le preparaban la fiesta. Yendo hacia la puerta de salida, le seguía comentando.

EFRÉN: Acabo de hablar con Ofelia por teléfono.

ZAC: ¿Ah, sí? ¿Y cómo está?

EFRÉN: Pues dice que les va muy bien a ella y a Sandra. Que se han montado una tienda de Todo a un euro.

ZAC: Bien por ellas —se alegró.

EFRÉN: Bueno, yo me voy ya a hablar con Nacho. A ver si puedo llegar pronto y lo celebramos de alguna manera —le insinuó.

ZAC: Vale —le contestó sin mirarlo, porque estaba pendiente de Bruno—. Mira qué grande está ya nuestro pequeño —dijo sentándolo en el carro.

EFRÉN: ¡¿Has dicho “nuestro”?! —interrumpió molesto.

ZAC: Perdona, no pretendía…

EFRÉN: Te voy a decir una cosa, te agradezco enormemente todo lo que lo cuidas, pero ten una cosa clara: Bruno es hijo mío y sólo mío. No es lo mismo que una pareja decida tener hijos, elija una matriz y los tenga, a que una persona soltera como era yo el año pasado lo tenga por su cuenta y luego se junte con alguien.

ZAC: Que sí, que tienes toda la razón. Perdona.

EFRÉN: Que lo tengas claro. Que si algún día no estamos juntos, el niño es mío y me lo llevaré yo.

ZAC: ¡Vale, vale! ¡Tampoco hace falta que te pongas tan desagradable! Ya me voy con TU hijo al puto centro comercial a hacer TUS putos recados.

Zac se fue y cerró la puerta de golpe. Efrén se arrepintió de haberle dicho aquello tan fríamente, pero fue el calor del momento. Él sabía todo lo que Zac cuidaba a Bruno y todo lo que apreciaba al niño. Pero por otro lado, le parecía como si se lo estuviera arrebatando. Lo suyo le costó a Ofelia ceder a ser su matriz y luego casi se queda con el bebé porque lo creyó incapaz de criarlo. Efrén no quería que nadie se adueñara de su hijo.

Al poco rato, Luis, Ada y Ulises llegaron con la compra para preparar la cena sorpresa y se pusieron a cocinar. Entretanto, Efrén ponía la mesa y reflexionaba sobre la discusión que acababa de tener con su novio. Una hora más tarde ya lo tenían todo listo y los amigos se fueron a sus respectivas casas a arreglarse para la fiesta. Efrén también se cambió de ropa, se sentó en el sofá y todavía le seguía dando vueltas al asunto. Al meterse las manos en los bolsillos dio con las llaves de casa de las madres de David, que se las había quedado desde la última vez que fueron y no le había dicho nada a David. En parte porque no se hablaban y le daba reparo.

Efrén tenía un par de horas hasta que llegaran los demás y pensó que tendría tiempo de sobra para pasarse por casa de Noé para ver si había alguien. Y si no lo había, entrar con las llaves y avanzar de una vez por todas en aquella investigación que parecía no acabar nunca. ¿Podría Noé tener a Benja y quizá más personas secuestradas en esa casa? Como no dejaba entrar a nadie, era una opción factible. Aunque pensándolo mejor, si los padres de Tirso fueron quienes raptaron a Benjamín y éstos tenían a Noé y otros establecimientos de los DA como objetivos, quizá los DA fueran enemigos de quien se llevó a Benja… Fuera lo que fuese, sus indagaciones le habían llevado hasta ahí y no se iba a quedar a medio camino.

Cuando llegó a casa de Noé y vio que las luces estaban apagadas y no se oía ningún ruido desde fuera, utilizó las llaves para abrir la puerta sigilosamente. Pero en cuanto entró se percató de su error: sí había alguien en la casa. Se oían voces en una habitación cerrada al fondo. Una de ellas era Noé seguro, y el resto de personas asentían o apenas participaban en lo que parecía una reunión importante. Como no oía bien lo que decían y parecía que aquello fuera para largo, echó un vistazo por el resto de la casa y apagó el móvil para no delatarse.

En el interior de la estancia, Noé comentaba los logros conseguidos hasta ahora por la banda terrorista. Jaime también estaba allí, pero no se sentía nada cómodo con su participación en lo que fuera que tuviera que ver con ellos. Pero llevaba tiempo evitando a Noé y ya no pudo escaquearse más.

—Entonces, como sabéis ya, camaradas míos, esto es sólo el principio. Que hayamos destruido su guarida no significa que no la vuelvan a reconstruir en otro lugar —afirmaba mientras se paseaba lentamente por la habitación para hacer llegar bien su mensaje a todos los presentes—. El Consejo no está de acuerdo con nuestros métodos, pero agradecen la recuperación lograda aunque los SS se hayan llevado a muchos más. Tenemos a El Consejo divido en opiniones y no tardarán en ceder para respaldarnos económicamente cuando vean los resultados de nuestras acciones. Mientras tanto tenemos que ceñirnos a nuestros planes para conseguir recursos. Y lo bueno es que ahora tendremos una herramienta que nos será de gran ayuda para averiguar toda la verdad una vez esté preparada —empezó a bajar el volumen hasta empezar a hablar para el cuello de su camisa—. Una vez la entrene, sabré quién fue el inútil que no pudo curar a mi Israel. Pagará por ello.

JAIME: ¡Caramba! Pues es un buen balance hasta ahora, ¿no? —quiso sacarlo de su ensimismamiento.

Pero todos se quedaron callados esperando a que su líder retomara la palabra. En ese mismo instante de silencio un crujido se oyó fuera de la habitación. Noé alzó la cabeza en señal de alerta, fue hacia la puerta y oyó como alguien corría por el pasillo. Abrió la puerta, localizó al intruso y fue corriendo hacia él. Sin embargo, Efrén ya había salido por la puerta y huía muy veloz, sacándole mucha ventaja. Noé se quedó en el marco de la puerta pensativo, pero luego puso una sonrisa muy siniestra.

En la otra parte de la ciudad, Ada, Osi, Is, Ulises, David y Luis llevaban un buen rato esperando en la puerta a que Efrén llegase, pero no paraban de llamarlo al móvil y no pudieron localizarlo a tiempo. David estaba resoplando porque no estaba muy convencido de estar allí. Aunque no se hablara con Efrén, le prometió a Zac el día del cortijo que le pondría voluntad para que fuesen amigos, y así lo estaba demostrando. Y mientras hablaban todos preocupados por no estar a tiempo para sorprender a Zac, éste se presentó allí con Bruno cuando se supone que todos deberían de estar dentro de la casa escondidos. Él no comprendía qué hacía tanta gente en el rellano, pero se alegró de ver a sus amigos.

ZAC: ¿Pero qué hacéis aquí?

Ada lo miró sin saber dónde meterse por la vergüenza de cómo había resultado todo y le dijo con una sonrisa que sonaba a disculpa.

ADA: ¿Sorpresa?

Entraron todos a la casa y Zac se alegró mucho al ver cómo lo habían preparado todo. Y más al enterarse que había sido idea de Efrén. Pero el agridulce momento era que lo había fastidiado al no estar allí. No le compensaba por la pelea que habían tenido antes.

Efrén llegó a la fiesta con el corazón en un puño. No sabía si le habían reconocido o por qué ni siquiera le habían seguido. No había hecho más que pensar por el camino cómo podría salir de aquello, pero su instinto de supervivencia sólo le decía que se fuese de allí. Que se fuese lejos, al menos durante una temporada. Pero él no estaba solo. Ahora tenía un hijo y un maravilloso novio al que a veces no trataba como se merecía. Lo quería tanto… Lo quería tanto que…

EFRÉN: Zac —lo encontró en la fiesta pero le apartó la mirada, así que él se acercó e hincó una rodilla en el suelo, mientras todo el mundo alrededor enmudeció y le abrieron un corro—. ¿Te quieres casar conmigo?

Zacarías se giró sorprendido y luego le propinó un buen tortazo en toda la cara.

ZAC: ¡Eres gilipollas! —le gritó muy enfadado por todos los feos que le había hecho a lo largo de ese día.

Efrén ni apartó la mirada esperando una respuesta, pero Zac seguía muy serio y mirando hacia otro lado. Todo el mundo los estaba mirando y nadie quiso interrumpir el momento. Poco a poco, Zac empezó a ablandar la expresión, mientras veía por el rabillo del ojo a Efrén, todavía arrodillado en el suelo, y no pudo evitar dejarse llevar por sus verdaderos sentimientos. Aunque ese día hubieran discutido, sabía que lo quería con locura.

ZAC: Sí —dijo en voz baja y luego repitió más alto a la vez que sonreía de la emoción—. Sí, Efrén. ¡Pues claro que me casaré contigo!

Efrén se levantó por fin del suelo, le besó en la boca tiernamente y después se abrazaron emotivamente. Todo el mundo se puso a aplaudir excepto David, que estaba en una esquina bebiendo alcohol y desaprobando con la mirada lo que acababa de pasar.

DAVID: Lo que me faltaba —dijo con desgana y le dio un trago al cubata.

Efrén estaba contento, pero a la vez seguía ansioso por desconocer qué iba a hacer con su vida.

EFRÉN: Perdona por lo de antes, cariño. Por lo de Bruno.

ZAC: No pasa nada. Te entiendo. Pero haz el favor de no hablarme más así.

EFRÉN: Sí, sí, tío. Te lo prometo. Quiero que nos casemos en cuanto antes y que nos vayamos por ahí de viaje. ¡Un crucero!

ZAC: ¿Pero para qué tanta prisa? Ya lo prepararemos con tiempo.

EFRÉN: No, no. Tiene que ser pronto. Quiero ser tu marido en cuanto antes.

Zac no comprendía la premura del asunto, pero pensó que quizás había cambiado de opinión sobre Bruno y a lo mejor quería formalizar la relación para que ambos fuesen los padres legalmente. Efrén, por su parte, tenía muy claros sus planes de desaparecer un tiempo, por lo menos hasta que se calmasen un poco las aguas, y hasta el momento parecía que todo se estaba cumpliendo. No sólo obtendría una luna de miel para escapar de allí, sino que además se casaría con la persona de la que siempre había estado enamorado.

Sin dejarles acabar de hablar, todos los amigos se acercaron a darles la enhorabuena, menos David, que seguía apartado del grupo.

LUIS: ¡Enhorabuena, caris! ¡Qué ganas de ir a un bodorrio y ponerme un traje!

EFRÉN: Gracias, rubia —le llamó recordando viejos tiempos—. Oye, ¿y tu novio Jaime? A este paso lo voy a conocer el día de la boda.

LUIS: Tenía hoy noche de urgencias. Tú sabes.

Mientras tanto, en casa de Noé seguía la asamblea, que se había visto abruptamente interrumpida. Noé se llevó a una esquina a Jaime para hablar con él a solas, que no había tenido la oportunidad desde hacía meses.

—Ya era hora de que te viese el pelo —le reprochó arisco—. A ver si me coges el teléfono cuando te llame.

JAIME: Yo no puedo más, Noé. No puedo más con todo este rollo de atentados y de tener que vivir una vida de mentiras.

—¿Qué estás diciendo? Son unas mentiras piadosas para no hacerle daño a tus seres queridos. Que en tu caso es sólo uno, aunque en un principio sólo fuera una misión —le reprochó.

JAIME: Estoy seguro de que Luis lo entendería si se lo contase. Él nos apoyaría, lo conozco.

—Jaime, éste no es un buen momento para discutir esto, pero NO. Si le cuentas lo que hacemos y reacciona mal, tendrías que liquidarlo. Y bastante tengo ya con aguantar ciertos asuntos…

JAIME: ¿Ciertos asuntos como qué?

—Estoy harto de muchas imposiciones. Como por ejemplo, proteger al desviado de Osi. Si no fuera porque con el dinero que donan sus madres a los DA estoy financiando nuestras actividades sin que nadie lo sepa... Y tú, ¿en todo este tiempo no has averiguado nada sobre él?

JAIME: No. Y mira que lo he intentado.

—Pues ya está. Seguiremos como estábamos. Y cambiando de tema, lo que vamos a hacer ahora con esta persona que se ha colado en mi casa es…

JAIME: No quiero saberlo, Noé. No quiero ser más partícipe de esto —dijo yéndose y dejándole con la palabra en la boca.

—¿Dónde te crees que vas? —inquirió agarrándole por el brazo— Nadie deja los DA.

JAIME: No he dicho que vaya a dejar la congregación. Pero no quiero participar más en estos actos.

Noé seguía sin soltarle el brazo y mirándolo de manera amenazante.

—Muy bien. Porque eres mi ex marido y por todo lo que has ayudado hasta ahora —se le acercó para decirle de cerca a la cara—. Pero me tienes que prometer una cosa: si averiguas algo sobre Osi, me lo harás saber.

JAIME: De acuerdo —le dijo algo dudoso, pero sabía que era su única salida—. Te lo haré saber. Me voy —se soltó de él sacudiéndose y remarcando su nueva independencia.

Jaime se fue y se quitó un peso de encima al saber que ya no tendría que volver a mentirle a Luis sobre sus salidas nocturnas. Noé se volvió a dirigir a los demás para retomar la reunión.

—Camaradas, este hombre —dijo enseñando una fotografía de Efrén en un proyector— es el que nos ha descubierto. No sabemos lo que habrá averiguado, pero con sólo el hecho de haber entrado en la casa, ya ha presenciado suficiente. Sabéis que tenemos nuestras espaldas cubiertas, por lo que trataremos de tenerlo vigilado de momento para que no desbarate nuestros planes.



Diario de Efrén

Estoy desesperado. No entiendo por qué no me han seguido. Seguro que Noé me reconoció de cuando fui el mes pasado con David y Osi a cobrarle el alquiler. Y ahora vendrán a por mí en cualquier momento. Menos mal que lo de la boda va para delante. Nos casaremos en unas semanas en un barco y lo empalmaremos con un crucero por el Mediterráneo. No puedo permanecer mucho tiempo en el mismo sitio.

Por otro lado, me queda la esperanza de pensar que a lo mejor he sido más rápido y no me han podido seguir por cualquier motivo. De todas maneras, no es seguro quedarse aquí. Lo del crucero ha sido una muy buena idea para empezar. Y menos mal que Zac no le pone pegas a nada.

Mañana mismo me iré a Reino Unido a contarles lo de la boda a mis padres, ya que no podrán venir. Lo que sé seguro es que Bruno se va a quedar allí con ellos una temporada. No me pienso volver con él y que le pase cualquier cosa. Aprovechando que mis padres ni lo conocen, les haré chantaje emocional y que se lo queden al menos durante la boda y la luna de miel.

A mi hermano Romeo prefiero no contarle lo de la boda hasta que acabe sus exámenes finales. Ahora que volvió a estudiar gracias a Zac, no quiero que pierda clases ni tiempo de estudio.

No voy a escribir más en este diario. Ya hay suficiente información para aportar pruebas si algún día me pasara algo.

Espero que Asir esté conmigo en estos tiempos tan difíciles que se avecinan…


Próximo episodio: lunes, 26 de diciembre de 2011 a las 21:00.

lunes, 12 de diciembre de 2011

3x09 OSI

Priviuslí, en El mundo al revés: a Ada la despidieron del hospital por no tratar a un paciente, que resultó ser el terrorista que casi les mata en el cortijo de David. Este hecho se encubrió para no ganar mala reputación el propio hospital. El puesto de Osi, que también fue partícipe de esta negligencia, fue salvado gracias a la influencia de sus madres, que son de los Discípulos de Asir, como el hospital La Caridad. Osi pertenecía a este rito e iba con sus madres a misa a esa congregación, pero después de un percance con el cura de entonces, Noé, ahora terrorista, se desentendió de ellos.

Is descubrió que su madre biológica, que apenas conoce y que la visita de uvas a peras, resulta ser la madre de Osi también. Por lo que son hermanos, pero no se ha atrevido a decírselo a él. Soledad se pone a la defensiva cuando Is le pregunta sobre su vida, así que por su parte no ha podido obtener información de por qué fue dada en adopción.

David, que es el arrendatario de Noé, siempre discute con éste cuando va a cobrarle el alquiler y la última vez traspasó la línea al arrojarle un botellín de cerveza, por lo que pensó en llevar refuerzos la próxima vez que fuera a verle.

Luis sigue su relación con Jaime, que es un topo enviado por Noé para espiar y controlar a Osi. Aunque parece que, a pesar de esto, de verdad ama a Luis.




Habían pasado un par de meses desde que Ada fue despedida del hospital y lo había probado todo para encontrar trabajo. Pero los rumores de que no atendió a un paciente de urgencias se extendieron como la pólvora, gracias a su querida archienemiga la enfermera asirista que la delató. En las últimas semanas se estaba volviendo un tanto ermitaña y no sabía qué hacer con su vida. Estaba bastante desanimada al contemplar el panorama y su relación con Osi andaba un poco tirante por el tema religioso. Sobre todo a raíz de su despido. Ella quería comprender a Osi y sus creencias, ya que se había percatado de lo intransigente que había sido con su pareja, pero por más que lo intentaba, no lo conseguía. Al final reunió fuerzas, se tragó su orgullo, que muchas veces le impedía actuar correctamente, y le pidió disculpas por exigirle que para estar con ella tenía que dejar de creer en Asir.

OSI: Vaya, no me esperaba esto de ti, Ada. Me has dejado anonadado. No sé qué decir —declaró con media sonrisa.

ADA: No hace falta que digas nada. Sé que por mi culpa ha habido algunos rifi-rafes últimamente y no es justo. Tú puedes creer en lo que quieras y eso no significa que yo tenga que creer lo mismo o que tú tengas que pensar como yo —le dijo feliz y dándole un beso en los labios.

OSI: ¿Esto significa que vendrás al templo conmigo los domingos? —bromeó.

ADA: ¡No te flipes! —le respondió chistosa y dándole un empujón, pero luego se puso más seria—. No, en serio, que te respete no significa que entienda cómo han podido cometer las atrocidades que han cometido a lo largo de la Historia…

OSI: Bueno, ¿y cómo vas con la búsqueda de trabajo? —se salió por la tangente al ver que un momento feliz podía tornarse de nuevo en otra discusión.

ADA: Pues mal, Osi. Ya he probado en todos los sitios habidos y por haber.

OSI: ¿Y has probado a buscar trabajo en algo que no sea en el campo de la Medicina?

ADA: Por favor, no digas tonterías —se puso muy altiva ella—. Que somos médicos, Osi. No me voy a rebajar a eso.

OSI: ¿Sabes? A veces te haría falta una buena dosis de humildad —le contestó decepcionado mientras cogía su chaqueta para salir a la calle.

ADA: Dale recuerdos a tus madres y diles que gracias por salvarme el puesto a mí también —ironizó con todo el veneno que pudo.

OSI: Mis madres no quieren saber ni que existes —le sacó la lengua a modo de broma y le dio un beso de despedida.

ADA: ¡Te quiero!

OSI: ¡Y yo!

Osi fue a reunirse con sus progenitoras y se preguntaba si les molestaría que hubiera cambiado un poco. Ya no se peinaba con la raya al lado como solían peinarlo ellas, aunque sí le gustaba vestir con polos siempre que podía. Era su estilo. Eso sí, su lunar en la nariz era lo único que nunca podría cambiar y en realidad le gustaba. Le daba personalidad. Cuando llegó a la cafetería donde esperaban sus madres y vio sus poses y la manera en la que estaban hablando, se percató que allí había gato encerrado. Ya con la llamada de teléfono avisándolo de que iban a Valencia sin motivo aparente se intuía algo, pero él no tenía ni la menor idea de qué sería.

—Serás consciente de nuestra intervención para que te quedaras en el hospital. ¿No es cierto? —reprochó Epifanía, siempre la más autoritaria, sin haber explicado siquiera qué querían.

OSI: Lo sé perfectamente. Mamá Soledad me lo contó y os estoy muy agradecido. Pero vamos, ¿a qué viene todo esto?

—Bueno, hijo. —Continuó Soledad, que solía permanecer callada a la hora de las reprimendas y de los momentos duros. Esta vez daba la sensación de que se había animado a hablar para que la figura recia de Epifanía no significase una negativa por parte de Osi a la primera de cambio—. Sabes que cuando una persona de nuestra congregación sobrepasa los 25 años ya puede participar en el programa de procreación. Es algo que sólo hacemos los Discípulos de Asir dentro de nuestra comunidad y tú ya tienes 26 años. Y como no te vas a casar con un hombre… Nosotras te hicimos un favor y ahora esperamos que puedas devolvérnoslo.

OSI: ¡De ninguna manera! ¡Ya os dije que yo ya no pertenecía a esa secta!

—¡Niño! Cuidado con lo que dices —le llamó la atención Epi y él se achantó porque le tenía mucho respeto—. No lo llames secta, porque no lo es. Nos han comentado que ya tienes edad para hacerlo y nosotras te lo estamos comunicando.

OSI: Me da igual —dijo menos crecido—. No voy a ser la simiente de nadie que yo no quiera y además, ya no quiero saber nada de los DA. Yo no pertenezco a ese lugar.

—¿Estás seguro, hijo? —insistió en tono amenazante Epifanía mientras Soledad se cogía su collar de la mano blanca, preocupada—. NADIE deja los Discípulos de Asir. Y si tú crees que lo has hecho, vas listo.

—Vamos, cariño —trató de apaciguar Soledad a su mujer—. No hace falta ser tan drásticos. Al fin y al cabo es decisión suya. Seguro que se lo piensa mejor y acaba haciéndolo.

Osi la miró negándolo con la mirada, pero Soledad no quiso verlo y siguió hablando.

—Si te arrepientes, puedes venir a vernos. Estaremos aquí hasta mañana.

Osi tenía muy claro que no iba a acceder, pero les hizo creer que se lo pensaría para no cargar de nuevo con las represalias de su madre Epifanía. Al llegar al piso se desahogó un poco con Is, que era la única que estaba allí. Pero justamente ella tenía la cabeza como un bombo, ya que necesitaba contarle también que era su hermano y no sabía cómo. Así que decidió soltar la bomba. Porque si no lo hacía ahora ya no lo haría nunca.

IS: Osi… Llevo queriendo decirte algo desde hace tiempo y no puedo esperar más. Verás… Creo que… Bueno, creo no, estoy segura de que tu madre Soledad es mi madre biológica.

Osi se sentó en el sofá y no pareció recibir las noticias de muy buena gana, ya que en ese momento estaba lidiando con otros problemas de sus madres, pero no se esperaba eso. ¿O sí? Desde hacía ya un año que la conocía, siempre había notado cierta conexión especial con ella que no podía explicar. Pero no podía ser cierto. Is le explicó todos los detalles de cómo había llegado a esa conclusión y todo parecía cuadrar.

OSI: ¿Y por qué me lo iban a ocultar mis madres? ¿Por qué te dieron en adopción?

IS: Yo sólo he hablado con Soledad, que se hizo una prueba de maternidad y es mi madre biológica. Lo que pasa es que la he visto pocas veces y no tengo mucha confianza con ella. Cuando le saqué el tema la última vez se enfadó y no quiso contestarme.

OSI: Pues ya es hora de que nos dé unas cuantas respuestas. Perdona, Is, sé que las pruebas son abrumadoras, pero hasta que no lo escuche de sus bocas no me lo voy a creer —dijo mientras se dirigía hacia la puerta para salir a la calle de nuevo—. Ahora mismo voy y se lo pregunto.




Ada llegó a su casa después de echar currículos en las últimas clínicas que se le ocurrieron y se encontró con Luis, que también estaba mucho en el piso buscando trabajo por internet de lo suyo, Historia del Arte. Aunque trabajaba para Efrén en el pub Inframundo, tenía la esperanza de trabajar de lo que de verdad le gustaba, pero después de meses buscando, ya casi se daba por vencido.

LUIS: Cari, yo como siga así me voy al extranjero. Estoy hasta el coño.

ADA: ¿Y qué harías con Jaime?

LUIS: Me lo llevo en la maleta —rió histriónicamente.

ADA: Entonces las cosas ya van bien, bien, ¿no?

LUIS: Perfectamente, mari. Tú sabes. Ya he comprobado que trabaja donde dice, porque no me iba a quedar tranquilo hasta que lo hiciese. Y nada. Ya tiene un horario más normal y hace menos urgencias.

ADA: Pues me alegro. Aunque sabes que esos desaires que me hace por mi condición sexual no me gustan nada.

LUIS: Mari… ¿y tú qué tal?

ADA: ¿Por qué lo preguntas? —se extrañó ella.

LUIS: Por nada. Es que te oigo muchas veces levantarte por las noches.

ADA: Bueno, sí. Me levanto a beber agua de vez en cuando. Es que hace tiempo que no duermo de tirón. No sé qué me pasa.

LUIS: Será que estás depre por no encontrar curro.

ADA: Será eso —pensó ella con tal de no tener que rebuscar en su mente qué era lo que no le dejaba dormir por las noches.

LUIS: Voy a seguir buscando empleo. ¡Harto estoy ya de no encontrar nada!

ADA: Aiss, nena, si yo te contara…




Osi ya había vuelto de hablar con sus madres y se puso a contárselo todo a Is sin perder ni un minuto.

OSI: Les ha costado ceder, pero al final me han contado una historia…

IS: A qué te refieres. ¡Cuéntamelo ya!

OSI: Dicen que sabían que llegaría este momento. Ellas no querían que volviese a Valencia cuando vine de Séneca por si nos encontrábamos, pero al final ha sucedido.

IS: Ahá. ¡¿Entonces somos hermanos o no?!

OSI: No sólo somos hermanos. ¡Somos mellizos!

Is lo daba por hecho desde hacía tiempo. Cumplían los años el mismo día del mismo año. Pero por fin alguien se lo confirmaba de manera oficial. Estaba intentando asimilar lo que su hermano parece que ya había hecho.

OSI: Dicen que nos tuvieron que separar de pequeños porque ellas tomaban drogas —dijo con expresión incrédula— y que por una imprudencia estando drogadas hubo un incendio en su casa antes de que naciéramos. Se ve que la dejó hecha cenizas y le hizo quemaduras a mi madre Epifanía por todo el cuerpo. Entonces, los de los Discípulos de Asir, que no sé si sabías que mi familia son miembros…

IS: Lo sé —interrumpió brevemente—. Mi madre fue miembro también, pero no lo decía abiertamente.

OSI: Vaya, cada vez más casualidades… El caso es que, los de los DA les dijeron que no sería un buen hogar para dos niños y que nos iban a dar en adopción, pero que al final consiguieron convencerlos para quedarse con un hijo. ¿Te lo estás creyendo? —preguntó escéptico.

IS: ¿Y por qué se quedaron contigo y no conmigo?

OSI: Eso ya no lo sé… Pero, ¿no te parece toda esta historia un poco rara?

IS: ¿Te han contado todo esto sin más?

OSI: No… En realidad hemos tenido que negociar y al final he tenido que darles algo que ellas querían y que habían venido a buscar.

IS: ¿Qué es?

OSI: Mejor déjalo, porque tiene que ver con frascos estériles y muestras de semen…

Is se quedó asqueada pero prefirió que no le diese detalles. Ambos quedaron unos segundos procesando toda esa nueva información y fue Is la primera en saltar.

IS: Tienes razón. Hay algo que no cuadra aquí. ¿Por qué les dejaron quedarse con un hijo si eran drogadictas y quemaron su casa?

OSI: Eso es otra cosa que no me creo. No veo a mis madres tomando drogas.

IS: Bueno, imaginemos que no siempre han sido como tú las conoces. Ellas también fueron jóvenes. La cuestión es, que les habrían quitado a los dos hijos.

OSI: Sí. No tiene lógica que les dejaran quedarse conmigo.

Se hizo otro silencio porque cada uno estaba inmerso en sus pensamientos.

IS: Bueno… Hermanos, ¿eh?

OSI: Sí. Supongo que sí —dijo él devolviéndole la sonrisa que ella le estaba dedicando.

IS: ¿Y ahora qué hacemos?

OSI: Pues… nada. Ya lo iremos viendo por el camino —sonrió y se fue a hacer cosas a su cuarto e Is hizo lo mismo.

Esa misma tarde, Efrén había ido a hacer una visita a casa de Osi. Había dejado a Bruno con Zac un rato porque le apetecía despejarse. Y desde que no se veía con David, no le quedaban muchos más amigos que Osi y sus colegas con los que echaba algunos partidos de fútbol. Pero he ahí la coincidencia que David había ido también a casa de Osi a pedirle un favor y se encontraron todos bajo el mismo techo. David y Efrén no se hablaban desde que este último se pusiera a salir con Zac, el ex novio de David, y la tensión era palpable.

DAVID: Hola, Osezno —se dirigió a Osi intentando hacerle el vacío a Efrén, que ni lo saludó—. Quería pedirte un favorcillo. ¿Me acompañas a cobrarle el alquiler a mi inquilino?

A Efrén, que estaba sentado en el sofá fingiendo indiferencia ante la presencia de David, se le abrieron los ojos y las orejas, ya que sabía que su inquilino era la persona relacionada con los papeles que estaba investigando. Era el cura, o no sabía si todavía lo era, de la secta de Osi.

OSI: Vale —se lo pensó un poco antes de contestar—. ¿Hay gato encerrado? ¿Por qué yo?

DAVID: Pues porque no tengo muchos más amigos —dijo con retintineo para referirse a su ex amigo Efrén— y porque eres la persona más fuerte que conozco.

OSI: ¿Perdona, que yo soy fuerte? ¿Vamos a pegarnos con tu inquilino o algo?

DAVID: No, qué va —dijo con una risa falsa que lo delataba—. Sólo es para que no se crezca tanto. Es que siempre que voy tenemos movidas, y si vienes tú a lo mejor se corta.

OSI: Ulises es más fuerte que yo.

DAVID: Ya, pero deja a Uli que no está para pasar por situaciones así…

Osi frunció el ceño extrañado y Efrén, que seguía escuchando desde el sofá, tampoco entendió el comentario, pero no podía desaprovechar una oportunidad así de conocer a Noé en primera persona.

EFRÉN: Yo iría, si no te importa.

David lo miró de arriba a abajo rápidamente, como si lo estuviera juzgando.

DAVID: Bueno, vale —dijo indignado sabiendo que cuanta más ayuda mejor—. Pero sigo sin hablarte.

Efrén desvió la mirada por el comentario quisquilloso, pero tenía que ir de todas maneras.

DAVID: Anda, coge las llaves, que no me fío de si me va a registrar o algo —le dijo a Osi, pero las cogió Efrén avispado.

OSI: ¿Para qué quieres las llaves?

DAVID: Por si no está. Quiero ver la casa por dentro y comprobar que está bien. No me deja entrar nunca.

A Efrén cada vez le llamaba más la atención lo misterioso de esta persona.

OSI: Santa Ast, en qué lío me estás metiendo…

Cuando llegaron a la antigua casa de las madres de David, se pusieron los dos amigos cada uno a un lado de David para que se sintiera respaldado y tocaron a la puerta con la esperanza de que no hubiera nadie. Pero Noé estaba en casa y fue a abrir la puerta, cerrándola detrás suya al ver a tanta gente. Ya no estaba tan dejado como la última vez. Había vuelto a su normalidad. Cuál fue la sorpresa de Noé al encontrarse con Osi, que hacía cosa de un año que no veía.

—Vaya, vaya, vaya. Qué tenemos aquí… No, espera, no me lo digas. Un fabricaniños. ¿Por qué no me extraña que sea amigo tuyo, David?

David se quedó boquiabierto de que se conocieran y miró a Osi sorprendido.

OSI: Era el cura de mi congregación —le dijo en voz baja a David para que cerrara la boca.

—Sé todo lo tuyo y vas a ir al infierno por tus pecados, donde Suty te torturará durante toda la eternidad —espetó cargado de desprecio.

Efrén estaba atento a todo lo que decía y corroboró que era la persona que tenía en sus papeles y que era el mismo que había seguido el rastro hasta allí.

DAVID: He venido a cobrarte el alquiler —quiso interrumpir para que no se jartase más con Osi.

—Qué rápido pasa el tiempo, ¿eh? —esbozó una fingida sonrisa.

DAVID: Sí, ¿verdad? —intentó mantener la buena armonía—. ¿Las chapucillas que has hecho van bien, no?

—Sí, ya te lo dije —volvió al mal humor—. No he alterado la estructura de la casa y no me importa pagarlas a mí. Tengo dinero —dijo sacándose su cartera del bolsillo.

Efrén seguía intrigado por todo lo que estaba diciendo, pero no dijo una palabra porque la conversación ya era bastante tensa y no quería involucrarse. Sin embargo, le llamaba mucho la atención todo ese hermetismo de Noé. No quería que nadie entrara en la casa hasta el punto de pagarse él lo que debería de ocuparse el arrendatario.

—Aquí tienes —dijo mientras le daba la suma de ese mes.

DAVID: Muy bien. Pues hasta el mes que viene.

David se sentía satisfecho porque parecía que la maniobra de llevar a dos personas consigo le había librado de otra discusión, pero sin darse cuenta y tan egoísta como es él, la balanza se había inclinado en contra de Osi, que había recibido todas las puñaladas. Osi apenas levantó la mirada para no enfrentarse con Noé, pero éste no le quitaba ojo, y cuando se giraron para irse se dirigió a Osi.

—¿Sabes? No eres tan especial como pensaba. Ni mucho menos. Al final has resultado ser todo lo contrario…

OSI: ¿A qué te refieres? —habló por primera vez y no dejó que lo amedrentara.

—Nada. Era sólo un comentario —respondió con inocencia fingida y entró en su casa dando un portazo.

David fue hacia Osi para consolarlo y de camino miró a Efrén y con una sola mirada sabía que le estaba transmitiendo su no conformidad de que hubiera ido con ellos y de que encima no hubiera abierto la boca en ningún momento, ni siquiera en defensa de su amigo. Efrén se quedó retrasado mientras David consolaba a Osi, se metió las manos en los bolsillos y notó las llaves de la casa. Iba a dirigirse a David para dárselas, pero después pensó que podrían serle útiles si llegase el caso.




Las madres de Osi estaban subiendo a su coche para volverse a Madrid y estando dentro las dos, Soledad mostraba un rostro consternado. Antes de arrancar, Epifanía se percató de ello y quiso dejar el tema solucionado para todo el viaje. La miró para que empezara a hablar, porque sabía que quería, y ella sola comenzó.

—¿Crees que se lo habrán creído? —preguntó Soledad a su mujer mientras deslizaba entre los dedos su collar de la mano blanca.

—Claro que sí. No te preocupes —la reconfortó Epifanía, siempre más segura de sí misma—. Teníamos la historia planeada y pensada desde hace tiempo. Ha quedado muy natural…

—¡No deberíamos de haber separado a los tres! —exclamó con arrepentimiento—. No habrá servido de nada si al final se van a juntar otra vez.

—Si no lo hubiéramos hecho, ahora estarían muertos. Y sabes que dar a Is en adopción es parte del plan de reproducción de los DA. Ahí no podíamos elegir. Por lo menos la tienes controlada.

—Eso es cierto.

— Y bastante es que nos quedamos con Osi.

—Sí, pero… Qué hay de…

—¡Al demonio ni lo nombres! —zanjó el tema rotundamente sin dejarla ni acabar la frase y ella no insistió porque le tenía cierto respeto, aunque fuese su mujer. Arrancó el coche y se volvieron a su casa.



Próximo episodio: lunes, 19 de diciembre de 2011 a las 21:00.