lunes, 16 de mayo de 2011

2x05 ADA

Priviuslí, en El mundo al revés: Osi dejó a Ada después de estar un mes con ella porque estaba confuso acerca de ser sexualidad. Sus madres, que lo echaron de casa al saber que era heterosexual, le llevaban semanalmente a una congregación a rezar cuando aún vivían en Valencia con él.

Ada parece muy centrada en estudiar para el MIR y apenas sale de casa. Ulises nunca le ha tenido demasiado aprecio por su condición sexual.

David vio a su madre en un barrio de pobres vestida como tal, pero al preguntarle al respecto lo negó todo.

Pascual se levantó descalzo en la calle hace unos meses y robó unas zapatillas que colgaban de un cable de la casa de un camello.




Ada decidió darse un descanso de estudiar esa noche y salió de fiesta con su amigo Efrén a su pub Inframundo, a sabiendas de que Osi estaría allí trabajando y tonteando con uno que le habían contado. Después de tomarse unos cubatas y de desinhibirse un poco, no le quitaba el ojo a Osi desde la distancia, que a la vez que ponía copas, el otro chico se le magreaba.

ADA: No puedo más, Ef. Voy a hablar con él —dijo con dificultad acabándose el cubata de golpe.

EFRÉN: No creo que vayas en condiciones de hacer nada. Déjalo y si mañana piensas lo mismo lo hablas con él tranquilamente.

ADA: Que no. Que tengo que hablar con él ahora. ¡Está cometiendo un error! ¿No lo ves?

Cuando se dispuso a cruzar la pista llena de gente para llegar hasta él, por el camino se topó con Ulises, habitual del pub desde hacía meses, que también iba ciego pero no sólo de alcohol.

ULISES: ¡Hombre! Mejor dicho, ¡mujer! —le impedía el paso con su enorme cuerpo que se había labrado en el gimnasio— ¿Qué haces tú fuera del ambiente, comepollas?

ADA: ¡Como si tú no hicieras felaciones, payaso! Esa afirmación es estúpida —dijo ella dignamente, que aunque iba borracha era capaz de recurrir al pensamiento racional con tal de dejar mal a un heterófobo—. ¡Aparta y no me toques!

ULISES: Aparta tú, mejillón andante. Mira que sois tontas las tías. Encima de tontas, creídas. A ti no te tocaba yo ni con un palo.

ADA: ¿Quién ha dicho nada de tocarme? ¡Déjame en paz! —exclamó esquivándolo como pudo.

ULISES: Reproductora de mierda —dijo para sí mismo lleno de desprecio. 

Ada evidentemente lo oyó y dicha frase le hizo eco en la cabeza, enfureciéndola por el camino. Intentó aprovechar el momento que el pretendiente de Osi salió a recoger vasos para llegar en cuanto antes donde estaba él. Siguió abriéndose paso entre la gente y se puso con cuidado su melena rubia hacia delante para que no se la ensuciasen hasta que llegó a la barra donde estaba Osi, que se atusó el pelo un poco para estar mona para que viera lo que había perdido.

ADA: ¡Hola! ¡¿Me pones una de heterosexualidad, por favor?! —gritó para que lo oyera al otro lado de la barra con todo el barullo y de paso todo el mundo.

OSI: Uy, hola, Ada. No sabía que estabas aquí. ¿Qué dices que querías?

ADA: ¡No te hagas el tonto! ¡Me has oído perfectamente!

Osi la cogió y se metieron en un cuartito para que nadie la oyera decir esas cosas y para poder hablar mejor.

ADA: Ya veo que has vuelto a los hombres —dijo en tono de burla—. No creo que los de tu secta aprobaran lo contrario…

OSI: ¿De qué hablas? ¿Qué secta? —disimuló pero se le notaba inquieto.

ADA: Los Discípulos de Asir, querido. El otro día llamaron a mi casa, que no sé por qué les diste ese teléfono, para preguntar por ti porque hacía tiempo que no te veían.

OSI: Eso no es asunto tuyo. Y para tu información, no es una secta —se puso a la defensiva.

ADA: ¡Tienes el cerebro lavado, Osi! Haz lo que te dé la gana sin que otras personas te digan cómo debes actuar.

OSI: Vale, estás muy borracha. Será mejor que te vayas.

ADA: ¡Eres heterosexual! ¿Es que no lo ves? No me creo que tengas dudas. Sé cómo eras cuando estabas conmigo.

Osi se fue del cuartito y siguió trabajando y Ada se fue a casa a dormir, superada por la situación.




A la mañana siguiente, Pascual se había ido a un barrio alejado del suyo, cerca del de la droga, para captar nuevos clientes. Allí se topó con una mujer de edad madura que iba vestida como los vagabundos, pero parecía más un disfraz. Se notaba que esa mujer no pertenecía a la calle. Ella se dirigió hacia donde estaba él directamente. Parecía muy serena y centrada. No era como el tipo de gente que suele pulular por allí. Como por ejemplo él mismo, que iba fumado en esos momentos.

—Perdona, sé lo que estás haciendo —le dijo la señora muy seriamente.

PASCUAL: ¿Qué dices, carroza?

—No te hagas el tonto conmigo. Esta zona no es tuya. No puedes vender aquí —afirmó autoritariamente como si alguien le hubiera otorgado ese poder.

PASCUAL: ¿Que qué? —la miró él a la cara y notó que le resultaba familiar, pero al ir colocado no conseguía recordar de qué.

—Ésta es mi zona, así que lárgate.

Y lo miraba ella también de arriba a abajo, hasta que llegó a sus zapatillas y se las quedó mirando. Él, que notó que estaba mirando a sus pies y recordó que las zapatillas eran robadas de una zona conflictiva pensó que lo mejor sería hacer caso a las amenazas y se fue corriendo dándole vueltas a ese rostro que recordaba haber visto en alguna parte.




En el piso de Ada, Luis se arreglaba para irse a clase mientras charraba con ella.

LUIS: Por cierto, acuérdate que ha dicho el dueño que mañana vienen los albañiles a cambiar las ventanas.

ADA: Vale, yo estaré aquí. Estudiando, como siempre.

LUIS: Es lo que toca —decía desde el baño.

ADA: Cari, ¿cómo vas con Jaime? Necesito recrearme con la vida sentimental de alguien, ya que la mía es un asco.

LUIS: Algo pasó en el Infra anoche, ¿no? Me ha enviado Efrén un SMS de madrugada.

ADA: Mejor hablamos de lo tuyo, cari —quiso desviar la conversación—. Qué, ¿no me digas que no has quedado todavía con él?

LUIS: No, mari. Llevamos hablando ya más de un mes por el chat. Me da palo quedar con él… ¿Y si no le gusto?

ADA: ¿Pero no os habéis enseñado fotos tampoco?

Luis miró hacia otra parte mientras iba de un lado a otro de la casa cogiendo sus cosas.

ADA: ¡Qué fuerte! Pues como no hagas algo ya, lo vas a perder. Si seguís hablando llegaréis al nivel de amigos y ya no hay vuelta atrás. Seguro que aunque sea le has dicho cómo eres y eso. No creo que se asuste cuando te vea.

Luis volvió a callar.

ADA: Le has dicho una sarta de mentiras. Cómo si lo viera.

LUIS: Tú sabes. ¿Qué le iba a decir? ¿Qué soy una reina? A muchos tíos no les gusta eso.

ADA: Tienes que decirle cómo eres y si no le gusta pues es que no vale la pena —y diciendo esto se dio cuenta que Luis no se maquillaba tanto como antes ni se arreglaba tanto el pelo.

LUIS: No sé, nena. A lo mejor necesito un cambio de imagen. Creo que me voy a deshacer de este rubio pollo que llevo y no voy a ir tanto a UVA, que he oído que da cánceres de esos.

ADA: Como que eso te lo he dicho yo un millón de veces y nunca me habías hecho caso.

LUIS: Pues eso, que me voy que llego tarde. Ciao.

Luis abrió la puerta de la casa y allí se encontró a Pascual delante, tan pordiosero como siempre, y con su gato en los brazos.

LUIS: ¿Pero qué haces tú aquí? Lárgate. No creo que Ada quiera verte ni yo tampoco desde lo del otro día.

ADA: Qué pasa, nena —preguntó desde dentro de la casa.

Ada se acercó a la puerta y vio a Pascual, que no lo había vuelto a ver desde el día de la Renovación. Se le quedó la cara descompuesta de comprobar el mal estado en el que estaba, como le había dicho Luis, y más aún de ver el gato que llevaba en brazos. Aunque esta vez parecía increíblemente sobrio y centrado en algo. Luis se los quedó mirando a los dos y se fue.

ADA: ¿Pascual?

PASCUAL: El Tito Pascu, si no te importa —dijo abriéndose paso y entrando en la casa como si estuviera buscando algo.

ADA: ¿Qué haces con ese gato? Me dan miedo los gatos. ¡Sácalo de aquí!

PASCUAL: Di hola, Farli —le cogió la patita e hizo con ella un gesto de saludo.

Pascual hizo caso omiso y siguió buscando por todas partes hasta que llegó a una estantería llena de fotos y se detuvo a mirar.

ADA: Bueno, ¿cómo estás? —dijo con tono de culpabilidad por sentirse causante en parte de su situación—. ¿Necesitas algo? Dinero, una ducha…

PASCUAL: No necesito tu pena —dijo sin inmutarse—. Sin tan sólo hubieras tenido tu bocaza cerrada y no le hubieras dicho a Efrén que le puse GHB, nunca hubiera sospechado nada. Me hubiera ahorrado un puñetazo en la cara.

ADA: Tenía que hacerlo, Pascual.

PASCUAL: Tito Pascu —la corrigió él.

ADA: ¡Es mi amigo! No podía guardarme eso para mí y seguir hablándole como si no supiera nada.

Pascual sonrió al haber encontrado lo que buscaba y se dirigió hacia la puerta tranquilamente.

PASCUAL: Sí, sí que podrías haberlo hecho, teta —le dijo desde el marco de la puerta seriamente y la cerró de golpe al salir.

Ada respiró por fin, ahora que se había ido él y sobre todo el gato.




Pascual se dirigió decidido y con una sonrisa maléfica a donde había visto a aquella señora esa mañana, con la seguridad de saber quién era y con un plan en la cabeza. Llevaba desde esa mañana sin meterse nada porque quería tener la mente despejada para este proyecto.

Después de estar unas horas buscándola por fin la vio a lo lejos. Pascual se sentó tranquilamente en unos cartones y la empezó a observar a lo lejos para comprobar que era ella. Volvió a coger a Farli en los brazos, que le había seguido cual fiel can, como siempre hacía. Empezó a acariciarlo y el gato se puso a ronronear.

PASCUAL: ¿Ves a esa señora de ahí, Farli? ¿La ves? Es una de las ricachonas madres de uno de mis ex amigos, David. Ya sabemos por qué tienen tanto dinero y por qué viven a todo tren: una casa, un piso donde vive David con sus compañeros Ada y Luis, una moto para su hijo, un coche de lujo y un monovolumen para ellas… Quédate aquí, que ahora vuelvo —le habló al gato dejándolo en el suelo—. Esto puede ser peligroso. ¡No te muevas, eh!

Pascual se acercó a ella confiado y le tocó el hombro por detrás.

—Vaya —se giró ella sorprendida—. Pensaba que te había dicho que no volvieras por aquí.

PASCUAL: ¡Cállate, abuela! —le gritó y la cogió del brazo—. Sé que eres la madre de David y estoy seguro de que él no sabe cómo te ganas la vida, ni creo que quieras que se entere.

—Y yo creo que no sabes con quién te estás metiendo —le dijo ella sintiéndose atacada y sorprendida de lo que acababa de descubrir, pero a la vez segura de sí misma.

Se sacudió y se soltó de Pascual y ambos quedaron frente a frente mirándose de manera amenazante.

—¿Qué es lo que quieres? —dijo ella cediendo pero intimidante, a sabiendas de que Pascual tenía la sartén por el mango.

PASCUAL: Quiero pasta.

—Ya claro. Todo el mundo quiere “pasta” —dijo ella riéndose.

PASCUAL: ¡Lo digo en serio, vieja!

—A ver, niñato. No eres el único que ha hecho los deberes. Esas zapatillas que llevas le desaparecieron a un “amigo” mío hace unos meses y no creo que le hiciera mucha gracia enterarse de ello. Ya no por el mero hecho de que sean unas zapatillas, sino que significa que has ido a su casa a robarle algo suyo y encima le diré que has vendido en su zona, cosa que le cabrearía mucho.

PASCUAL: Ya veo. O sea que cada uno tenía un as bajo la manga, ¿no?

La mujer sonrió orgullosa y se fue creciendo.

PASCUAL: De todas maneras, nada de esto me impide que vaya ahora mismo y se lo cuente todo a tu hijo —dijo dándose la vuelta e intentando irse para asustarla.

—¡Espera!

Fue Pascual ahora quien sonrió de espaldas a ella sabiendo que la había puesto entre la espada y la pared y se giró para escucharla.

—Te puedo dejar que vendas por aquí, pero no te pases. Lo que vendas serán clientes que me estarás quitando.

PASCUAL: Me parece un buen trato.




Al día siguiente, Ada se levantó sin ganas de estudiar por lo ocurrido los últimos días y se puso a mirar su álbum de fotos para recordar tiempos mejores. En algunas fotografías de hace años salía ella con Pascual. Las contempló melancólica y le dio pena pensar que una vez fueron amigos. Más pena le dio ver lo que había cambiado físicamente por tantos excesos, a peor, mucho peor.

Siguió pasando las páginas del álbum y llegó a las más nuevas, donde salía en muchas con Osi, de las semanas en las que estuvieron juntos. Inevitablemente le brotaron un par de lágrimas por las mejillas, pero se las secó rápidamente y pensó que ya era hora de seguir adelante con su vida, como Osi había hecho.

En ese momento se oyó el timbre de la puerta y ella fue a abrir, ya que Luis se había ido temprano a clase y David dormía últimamente en casa de sus madres, donde había camas de sobra para él y Efrén, que le había cedido su habitación a Zac en su piso.

ADA: ¿Quién es? —dijo sin abrir la puerta.

—Soy el albañil. Le avisé al dueño de que vendría hoy.

ADA: Ah, sí, sí. Pase.

Le abrió la puerta y no pudo evitar fijarse en que era un chico joven, que tenía un cuerpo de escándalo y además era guapo. Llevaba la típica camiseta blanca ajustada que parecía interior y unos pantalones viejos llenos de pintura seca, que se notaba que había usado ya muchas veces. A Ada normalmente le gustaban los chicos más intelectuales, pero en ese instante notaba como todo su cuerpo se encendía en respuesta a las feromonas, aún sin saber si sería hetero o no.

—Voy dejando estas cosas por aquí y ahora empiezo —dijo sonriente metiendo en la casa sacos de escayola y cerró la puerta—. Mis compañeros tardarán un rato, que primero van a hacer otro trabajo —y empezó a mirarla porque notaba que ella lo estaba mirando obscenamente.

ADA: ¿Te apetece un café o algo antes de ponerte manos a la obra?

—Venga, vale. Muchas gracias.

ADA: Siéntate en el sofá que…

Y cuando lo vio sentado en el sofá notó cómo le miraba las tetas y no pudo resistirse más. Se tiró encima de él y se empezó a quitar la camiseta. Él la empezó a besar y se quitó la camiseta también mostrando sus abdominales perfectamente marcados y ella lo empezó a manosear con recelo como si nunca hubiera tocado antes a un hombre. Él la miraba con lujuria y al quitarle el sujetador le agarró las tetas, la cogió de la cintura y se la puso encima suya, que ya se había quitado hasta los calzoncillos…


Próximo episodio: lunes 23 de mayo a las 21:00.

3 comentarios:

  1. Visita la página de facebook:

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  2. Bien, ya me he puesto al día, y ahora que he terminado los exámenes ya puedo ir leyendo semanalmente :)

    Pues qué fuerte todo. Estoy empezando a cambiar las opiniones que tenía de bastantes personajes: David empieza a gustarme más porque ya no es tan diva como antes, Ada por ser una sufridora (ese tipo de personajes con amores no correspondidos me encantan, y Pascual porque aunque sea un cabrón y esté metido en temas chungos, creo que le he cogido cariño ya.

    Al igual que hay personajes que me gustan más ahora, también los hay que antes me caían bien y ahora están cayéndome peor: Zac por buscar la excusa más tonta para dejar a David, Ulises por tratar así a Ada y Osi por atontado.

    Me está gustando mucho más esta temporada, noto que escribes mejor y se ve que ahora tienes la historia más pensada para que todo cuadre. Ya tengo ganas del siguiente capítulo!

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  3. Cuánto me alegro!! A mí mismo me ha pasado de tener una imagen de un personaje a cambiarla por las cosas que están pasando. Son cosas que naturalmente suceden y me llevan hasta esos sitios.

    David por lo que le ha pasado ha cambiado un poco. Ada la pobre lo está pasando mal en el fondo, aunque no lo quiera admitir. Pascual se está convirtiendo en un villano de los grandes, pero a la vez con algo de carisma/humor.

    Zac... es que es muy así XD Ulises se está poniendo tontito, pero sobre todo por todo lo que lleva a rastras y por influencias de su familia. En el siguiente capítulo lo entenderás mejor. Osi está confundido y a la vez quiere complacer a sus madres.

    Me alegro que notes diferencia porque yo también me la noto! jaja Nadie me ha dicho nada, así que agradecido de que me lo digas. Todo cuadra y todo cuadrará.

    Si te ha gustado lo que has leído hasta ahora, que sepas que era la parte floja. A partir del siguiente empieza ya el ascenso jiji

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