Priviuslí, en El mundo al revés: Helios descubrió un vídeo de seguridad del hospital La Caridad donde se veía a Noé con Leocadia cerca de la habitación de Efrén el día que murió y al contárselo a su superior, lo suspendieron de empleo y sueldo. La comisario, Ramos, avisó a Noé que lo habían descubierto y este quemó la casa de las madres de David, donde vivía, para eliminar pruebas.
Osi fue secuestrado por los SS al quitarle los DA la protección que le estaban dando por creerlo especial. Allí un tal Set dijo ser su hermano y le dijo que junto a él e Is, cumplían la Profecía nunca escrita. Osi no lo creyó al ver su “demoníaco” poder inflamable y al escaparse, Set le dijo que acudiera a él si cambiaba de opinión. Después, Noé lo encontró y lo empujó por un barranco al preguntarle sobre la guarida de los SS y no saber contestarle.
Ada no atendió en urgencias al novio de Noé (Israel) hace un año, y murió. Noé se acaba de enterar que fue ella quien lo dejó morir.
Eliseo iba al volante y Noé de copiloto, conduciendo sin rumbo y sin tener a donde ir desde que le prendió fuego intencionadamente a su casa para destruir las pruebas que lo pudiesen relacionar con la banda de terroristas heterófobos.
NOÉ: Me están empezando a cabrear ese grupo de niñatos. David era mi casero. Y él y el desviado de Osi vinieron a cobrarme un día el alquiler junto a Efrén Martínez.
—Una lástima que se salvara al final de lo del barranco.
NOÉ: Tendría que haber muerto como el tal Efrén. Y otro quebradero de cabeza menos. Y ahora encima, resulta que la putita de Osi es la que dejó morir a mi Israel. Hija de puta.
—Nos tenemos que encargar de ella.
NOÉ: Eso iba a hacer cuando me llamó Ramos para decirme lo de que el novio de David nos había descubierto. Malditos sean todos. Quiero deshacerme del grupo entero.
—Llamaríamos demasiado la atención si los matásemos a todos.
NOÉ: Lo sé.
—Noé —dijo mirándolo de reojo—. Tengo que decirte otra cosa.
NOÉ: ¿Más malas noticias? —entrecerró los ojos y lo miró con odio. Pero él seguía conduciendo.
—Nuestras fuentes internas dicen que el que se encargó del secuestro de Osi para los SS fue un tal Set. Y dice ser hermano de Osi e Is.
NOÉ: ¿Esos dos son hermanos también?
—Creo que no has entendido lo que esto significa también… Is y Osi son hermanos mellizos.
NOÉ: La Profecía nunca escrita —dijo con los ojos como platos—. Pero… ¡No puede ser! ¡Pensábamos que él no había mostrado sus poderes! —se tapó la boca horrorizado—. Ya está. Se acabó. No nos podemos arriesgar más. Los quiero a todos, ¡vivos o muertos!
—Bueno, si son lo que se supone, a Is y Osi se les podría aprovechar, ¿no?
NOÉ: Sí. Bien pensado. Voy a llamar a Ramos y que ella se ocupe de esto.
HELIOS: No, no. Pistola de juguete no necesito, gracias —le dijo al dependiente.
—¿Dónde hay una fiesta de disfraces hoy? No es habitual que el día de la Renovación se hagan estas cosas.
HELIOS: En el barrio de mi novio hacen una macro-fiesta de disfraces todos los años. Todos los vecinos se disfrazan. Bueno, y los que no son vecinos como yo. Hacen verbena en la calle todo el día. ¡Hay que celebrar la muerte de Suty! Luego por la noche ya todo el mundo se va a sus casas a dormir.
—Claro, claro. Son diferentes maneras de celebrarlo. Bueno aquí tienes —le dio las bolsas con todo lo que había comprado.
HELIOS: Que pase un buen día…
El móvil le empezó a sonar. Salió a la calle y tuvo que cambiarse las bolsas para llevarlas en una sola mano.
HELIOS: ¿Ferrer? ¿Qué pasa? ¿Cómo va la cosa sin mí?
—Villalba, van a por ti —dijo en voz baja.
HELIOS: ¿Qué dices? ¿Qué pasa?
—Y a por tus amigos también. ¿Te acuerdas lo que te nombré que los superiores son de los Discípulos? Pues algo habéis hecho para cabrearlos. Tenéis que iros todos. ¡Marchaos!
HELIOS: ¿Pero por qué vienen a por nosotros? ¿Nos van a detener? ¿Con qué orden?
—Os van a detener si no os vais. Saldrán de aquí en una hora más o menos. Voy a filtrarlo a la prensa. Te tengo que dejar. Ramos me llama —y colgó sin despedirse.
Helios, con el móvil en la mano llamó enseguida a David pero no se lo cogió. Probó con Ada y tuvo más suerte. Sin detenerse se puso a andar deprisa hacia su estudio.
HELIOS: Escúchame atentamente: tenéis que hacer todos un equipaje, rápido. No hay tiempo de tonterías. Tenemos que irnos, vienen a por nosotros. ¡Ah! ¡Y coged comida también!
—¿Estás de broma?
HELIOS: ¡NO! ¡Hazme caso! ¡¡Ya!! ¡Haced un equipaje con lo necesario que voy para allá!
Le colgó el teléfono porque ya se estaba poniendo taquicárdico pensando en todo lo que tenía que coger.
David estaba mientras en el banco, cobrando el cheque por la indemnización del incendio de su casa. Por lo menos tenía seguro del hogar.
—Aquí tiene.
DAVID: Muchas gracias. Cuánto me alegro que por lo menos los trámites hayan sido tan rápidos. Ya que lo que ha quedado de la casa es irrecuperable.
—Para eso estamos —se levantó y le dio la mano—. Que pase una buena Renovación.
DAVID: Igualmente —le devolvió el apretón.
Cuando salió a la calle, un par de señoras lo miraron raro. David se pasó la mano por la cara para ver si tenía algo, pero no se vio nada. Se puso las gafas de sol y volvió al piso. En el barrio ya había empezado la fiesta de disfraces y estaba lleno de gente disfrazada. Se escuchaba música muy alta, había alcohol por todas partes y barras de bares en los exteriores.
DAVID: ¡Chica, qué bella! Oye, ¿tengo pistachos? —le preguntó a Ada nada más llegar al piso y puso la cabeza para atrás.
Ella ya iba con una peluca negra y lisa con flequillo y su atuendo de reina egipcia. Además, se había perfilado la línea de los ojos bien larga.
ADA: ¿Qué?
DAVID: Que si tengo mocos o qué. La gente me mira raro por la calle.
ADA: No, no tienes nada.
DAVID: Voy a cambiarme, que veo que ya lleváis todos el disfraz —dijo al ver a Osi, que iba de Clark Kent. Llevaba unas gafas grandes de pasta, con cristales pero sin graduar, el pelo repeinado hacia un lado y un traje gris con corbata—. Parece que te haya lamido el pelo una vaca —le dijo antes de cerrar la puerta de su cuarto.
ADA: A mí me recuerda a cuando lo peinaban sus madres, con la rayita al lado.
OSI: Qué chispa y qué gracia —le hizo una mueca burlona.
ULISES: Huelo a problemas —dijo con voz ronca y aspirando con la nariz como un animal. Con una camiseta blanca y unos vaqueros, se había puesto una peluca negra crespada por los lados y una barba postiza para ir de Lobezno, de los X-Men.
IS: Anda, ven a ayudarme con mi cesta —llamó desde dentro de su habitación.
ULISES: ¡Será si quiero! —sacó tres garras de cada mano de golpe, de unos guantes que llevaba puestos.
ADA: ¡Qué frikada!
OSI: ¿Eso no será peligroso?
ULISES: Si no te araño con ellas no. Son de metal —las volvió a meter y se fue a ayudar a Is.
IS: Ya tengo lo de la cesta. ¿Cómo voy? —Se había hecho dos trenzas a los lados con su pelo castaño y se había puesto una capa con capucha roja.
ULISES: Muy guapa, caperucita. Pero no te me acerques mucho hoy, almeja, que me espantas a los chorbos.
IS: Estúpido —le dio un empujón y lo sacó de la habitación.
En esos momentos David hizo su entrada triunfal, abriendo de par en par la puerta de su habitación. Se había puesto una peluca larga rizada, se había pintado un bigote fino y llevaba un sombrero y atuendo de época. Iba de pirata glamuroso.
ADA: Divino, cari.
DAVID: ¿A que sí?
ADA: Por cierto, no te lo pierdas. Ha llamado tu novio antes diciendo que nos hagamos un equipaje que nos vamos a no sé dónde. Muy gracioso, pero no cuela la broma.
DAVID: ¿Qué dices? Helios no es persona de gastar bromas.
Al mirar su móvil vio que lo tenía en silencio desde que había salido del banco y tenía catorce llamadas perdidas de Helios. Lo llamó al instante.
—Poned la tele —le ordenó por teléfono—. Que no salga nadie de casa hasta que yo llegue. Me queda nada.
Le colgó, y David encendió la televisión. Todos se pusieron delante para verla. Estaban dando las noticias:
«Por fin hemos descubierto la identidad de los miembros que forman la banda terrorista heterófoba, como les llevamos comentando desde el comienzo del informativo. Según una fuente interna estos son los terroristas: Ada Valero Prados —iban poniendo una foto de cada uno conforme los nombraban—, Osiris Saavedra Piñar, David de la Torre Manzanares —todos estaban con la boca abierta pero cuando dijeron su nombre, David pegó un grito—, Ulises Alvea León, Isis Linares Domènech y Helios Villalba Roig. Este último era agente de policía…»
ADA: ¿Osiris? —le reprochó a su novio.
ULISES: ¿Isis? —le dijo a Is.
IS: ¡¿Creéis que es momento para hablar de eso?! ¡Nos buscan por terroristas!
ADA: ¿Pero por qué? No hemos hecho nada…
OSI: ¡Asir mío, Asir mío! ¿Pero qué he hecho yo para merecer todo esto?
Ding ding ding ding ding.
Tocaron insistentemente al timbre y todos se miraron y se pusieron a correr chocándose los unos contra los otros.
HELIOS: ¡Soy yo! Abridme —dijo desde el otro lado de la puerta.
DAVID: ¡Helios! Nos has matado del susto —respiraron tranquilos y le abrió. Iba disfrazado de cowboy, con su sombrero, camisa a cuadros y pantalones vaqueros.
Nada más abrir, Helios soltó la bolsa de deporte que traía y fue derecho a la ventana. Se pegó a la pared para que no lo vieran desde la calle y se sacó la pistola de la pistolera. Se la puso a la altura de la oreja, como protegiéndose. Al sacar el arma las chicas gritaron asustadas, que ya estaban sobresaltadas de antes.
HELIOS: ¿Aún no habéis hecho una maleta? ¡¿A qué esperáis?! —siguió mirando por la ventana de reojo.
Osi salió del cuarto con una pequeña maleta de ruedas y todos lo miraron.
OSI: ¿Qué? Yo la he hecho por si acaso cuando Ada me lo ha dicho —miraba intranquilo a Helios—. ¿Vas a dispararle a la policía si viene?
HELIOS: Si tengo que hacerlo, sí.
ADA: ¿Y qué hago yo ahora? ¿Qué cojo? ¿Qué me llevo? ¡¡No voy a dejar toda mi ropa aquí!! —empezó a dar vueltas de un lado para otro.
IS: ¡Tranquilízate! —la cogió de los brazos, la zarandeó y la abofeteó.
ADA: ¿Pero qué haces? —se revolvió y la cogió del pelo.
David y Osi se acercaron y las separaron, pero Helios no se movía de su sitio.
HELIOS: ¡Nos tenemos que ir ya! ¡Venga!
Cada uno se metió en su cuarto, menos Osi, que estaba preparado con su maleta en el comedor.
ADA: Un momento —decía mientras hacía el equipaje a toda prisa—, ¿me estás diciendo que después de todo lo que he tenido que hacer para recuperar mi trabajo ahora nos tenemos que ir?
OSI: Todos vamos a dejar nuestro trabajo, Ada.
IS: ¿Pero por qué huimos? ¡No tenemos nada de qué huir! ¡No hemos hecho nada! —gritó desde su habitación.
HELIOS: Lo que importa es que la policía ya ha elegido bando, y no está del nuestro. No nos van a creer, digamos lo que digamos. Además, me he dado cuenta hace poco que los altos mandos de la policía, como mi comisario, son de los Discípulos de Asir —miró a Osi, que conocía su historial a través de David.
DAVID: ¡Joder con tu mierda de secta, Osezno! —salió ya con su maleta preparada.
OSI: ¡Que hace años que no es mi secta! ¿Cómo os lo tengo que decir? ¡Dejé de ir después de que me obligaran mis madres!
HELIOS: ¿Y no podemos pedirles ayuda a ellas?
ADA: ¡De esas no me fío yo ni un pelo! —boceó desde su cuarto—. A veces creo que su odio hacia mí es más grande que el amor hacia su hijo. Nos delatarían.
ULISES: ¿Y qué pasa con nuestras familias? —salieron Uli e Is con unas mochilas más sencillas a sus espaldas—. Mi madre, mi hermana… ¿No nos podemos despedir de ellos?
HELIOS: ¡No! Es muy peligroso. ¡Deberíamos de habernos ido ya! Si no fuera porque mi compañero me ha advertido y lo ha filtrado a las noticias, estaríamos aquí tan tranquilos cuando hubiera venido la policía a detenernos.
ULISES: ¿Qué vas a hacer tú con tu novieta esa? —le preguntó a Is mientras esperaban todos a Ada.
IS: Lo dejamos hace nada. Tenías razón, era una pedorra. Pero me gusta experimentar —le sonrió.
ULISES: Me alegro que nuestro acuerdo de transparencia y menos control esté funcionando.
Helios escudriñaba por la ventana, tapándose con la pared.
HELIOS: La calle está llena de gente. Y encima todos disfrazados —se calló y abrió bien los ojos—. Ya están aquí.
—¡Aaaaaah! —gritaron al unísono Is y Ada.
IS: ¡¿No serán disfraces de policía?!
HELIOS: ¡No! ¡Estos son los de verdad! ¡Vamos!
OSI: ¡Ada! ¡Vámonos!
Ella salió a toda prisa de su cuarto y la maleta enorme que llevaba se le abrió y se salió toda la ropa. Se puso a recogerla y Osi la ayudó, mientras los demás se iban hacia la puerta, escoltados por Helios.
ULISES: ¿Pero adónde vamos? —frenó en seco—. Si están en la calle no podemos salir. ¡Estamos atrapados!
HELIOS: Vamos a subir a la terraza. Por allí se puede acceder a los portales contiguos y así bajamos por otra parte que no nos esperan.
Todos salieron silenciosos y disfrazados como iban con sus equipajes y Ada iba con su maletón, que casi no podía con él. Aunque la maleta de David tampoco se quedaba corta. Al subir a la terraza comprobaron como el cielo se estaba tornando ya oscuro por el tardío atardecer estival. Buscaron alguna puerta abierta para meterse en el rellano de los vecinos, pero estaban todas cerradas con llave. En la calle el escándalo de música y vocerío era notable.
IS: ¡No hay ninguna abierta! ¡¿Qué hacemos?!
HELIOS: Cerrad con llave por donde hemos subido. —Se acercó a otra puerta que comunicaba con otro portal y rompió el cristal con la culata de la pistola. Luego siguió destrozando los trozos que quedaron medio rotos hasta dejar el agujero de la parte de arriba de la puerta bien despejado—. Id pasando por ahí, que yo os ayudo a subir. Cuando bajemos vamos a coger el monovolumen de David.
Uno a uno fueron subiendo por el agujero y pasando al interior del rellano de la otra escalera vecina. La maleta de Ada casi no cupo, pero a la fuerza entró. Ningún ruido que hicieran se oyó demasiado, ya que el que provenía de la calle era mucho más estruendoso. Bajaron al portal y salieron a la abarrotada calle. Helios se bajó el sombrero para taparse la cara e Is se puso la capucha de su capa roja. Todo el mundo estaba disfrazado, como ellos, pero además el alcohol hacía que cada uno fuese a lo suyo. David se puso al frente y los guió hasta su coche. Nadie se percató de la escena de huida, ni aún llevando todos equipaje. Tampoco vieron a la policía desde donde salieron a la calle.
ADA: ¡Está ocurriendo todo muy deprisa!
ULISES: Es que esto no es ficción. No tenemos tres capítulos para aclimatarnos a la nueva situación. ¡Está sucediendo ya!
David abrió el seguro y subieron los seis al coche. Lo tenía aparcado un poco más alejado del tumulto de gente, así que no le costó arrancar deprisa y coger carretera.
DAVID: ¿Adónde vamos?
IS: Yo he estado pensando que deberíamos de ir con los Siervos de Suty.
OSI: Según aquel hombre son los Seguidores de Suty —se recolocó las gafas, que se le caían todo el rato.
DAVID: Whatever, ¿dónde vamos?
IS: Si es cierto lo que te contó de que es nuestro hermano y lo de la Profecía nunca escrita…
ADA: No. Me niego en rotundo. Esas personas, por mucho que digan, secuestraron a mi novio y lo drogaron. Y casi le cuesta la vida luego. ¿O no te acuerdas de lo que nos costó reanimarlo en el barranco?
IS: Eso fue porque el tal Noé lo empujó —le contestó con retintineo.
HELIOS: No será un tal Noé Palacios, ¿no?
DAVID: ¿Conoces a mi ex inquilino el que quemó mi casa y desapareció del mapa?
HELIOS: Creo que está implicado en el asesinato de Efrén. Averigüé su nombre…
ADA: ¡¿ASESINATO?! ¿Por qué no nos lo habías dicho antes?
HELIOS: Era solo una sospecha que luego se fue haciendo fuerte conforme descubrí cosas. Pero no podía decir nada porque era confidencial. Ahora que estoy suspendido… Bueno, con lo que nos ha pasado me puedo dar por despedido… Total, que ya no importa que guarde el secreto.
OSI: Cuando el pobre Zac se entere…
ULISES: Oye, ¿y por qué no llamamos a Zac?
ADA: ¿Qué tiene que ver Zac con todo esto? Si no tenemos pruebas no podemos decirle lo de Noé.
ULISES: No, eso no. Pero justamente Zac me puso en contacto con unas personas que según él eran fugitivos. Bueno, yo solo les llevaba comida. Pero nos podrían ayudar. Aunque sea a ocultarnos por un tiempo.
DAVID: ¿Y dónde están esas personas? ¡Tengo que conducir hacia alguna parte!
IS: ¿Y de qué huyen esas personas? No me inspira confianza que sean fugitivos. ¿Y si son criminales?
HELIOS: Nosotros también somos fugitivos ahora. Y creo que no tenemos otra opción. Llamad a Zac.
—Mierda, mierda, mierda —dijo Zac por el altavoz del móvil de David en cuanto descolgó el teléfono—. Lo estoy viendo por la tele. Eso quiere decir que os han pillado también. Sabéis demasiado…
ADA: ¿De qué estás hablando?
Zacarías les confesó toda la información que sabía a través del diario de Efrén y ellos a su vez ataron cabos, dando por confirmado el asesinato del pobre Efrén a manos de Noé, que lo mató al descubrir demasiada información sobre los terroristas. Zac les colgó para tratar de localizar a los fugitivos.
ADA: ¡Ves! Teníamos razón al desconfiar de los Discípulos de Asir y de tus madres. Noé era el cura de tu congregación. Eso significa que los terroristas son de los DA también. ¡Están todos en el ajo!
OSI: No te lo voy a negar —se subió las gafas con el dedo—. Las cosas pintan mal y ya no sé ni de quién fiarme. ¿Estaré andando por el buen camino?
Todos se quedaron un poco extrañados porque no sabían que se refería a lo que Ada calificó como su alucinación. El teléfono de David volvió a sonar y lo puso en manos libres.
—Solo tenía el teléfono de una mujer con la que me llevaba muy bien. Le ha costado decírmelo, pero al final me ha dicho que están ocupando una casa en el Cabañal.
ADA: Ese barrio es muy chungo.
—Ehhh, es lo que hay, chicos. Ahora os paso la dirección.
DAVID: Ven con nosotros, Zac. Ahora todos huimos de lo mismo.
—No puedo, David. Ahora estoy a cargo de Bruno. No puedo andar huyendo por ahí. No podría seguir vuestro ritmo. Además, que a mí no me han declarado terrorista.
ADA: Lo entendemos. Tienes toda la razón. Tú vive tu vida apacible donde quiera que estés.
Ding dong, se oyó a través del teléfono.
—Llaman a mi puerta… No tengo ni idea de quién será. ¡Nadie sabe que vivo aquí! No si… aún tendré que huir con vosotros. Os dejo —colgó de repente.
Ya era de noche cuando llegaron a la casa ocupa de los fugitivos. Aparcaron bastante alejados, por cualquier cosa que pudiera pasar. No sabían cómo reaccionarían y Ulises les había contado el mal humor que tenía Néstor, el líder, y cómo huyeron sin dejarle que les ayudara el día que mataron a su madre Julia.
DAVID: Acordaos de dónde está el coche. Que yo soy muy olvidadizo. Aparcamos enfrente del contenedor con la flor amarilla de grafiti.
ADA: Qué chungo es este barrio —volvió a recordar.
ULISES: Nos podíamos quitar las pelucas al menos. No quiero entrar ahí disfrazado de Lobezno.
Los demás estuvieron de acuerdo. Ada se quitó su peluca negra de Cleopatra, Ulises el crespado que llevaba, pero se dejó los guantes con las garras, y David dejó su peluca larga de pirata. Helios dejó el sombrero de Cowboy también e Is su capa roja de caperucita, pero no se entretuvo en deshacerse las trenzas. Osi se quitó la chaqueta del traje, ya que hacía bastante calor, y las gafas de pasta.
La megafonía de la ciudad se encendió con un chirrido que indicaba que estaba a todo volumen.
«Atención, aviso importante, queda una hora para la Renovación. Prepárense, gracias».
OSI: ¡¿Ya son las 11?! —miró al cielo y comprobó que era noche cerrada—. Santa Ast, ¡y nosotros aquí!
Aproximándose a las inmediaciones de la casa, un disparo se oyó muy cerca de ellos, sonando a advertencia. Ulises se puso delante del grupo para indicar que era él y el hombre que estaba en la ventana les hizo un gesto para que subieran, después de consultarlo con alguien. Néstor les recibió el primero, con semblante serio. Les invitó a pasar y se mostró comprensivo, después de enterarse que los habían declarado terroristas y conociendo la verdadera identidad de estos.
—Ahí tenéis algo de ropa vieja. Cambiaos si lo necesitáis. Así disfrazados llamáis la atención más que nada.
Aunque tenían sus maletas en el coche, Ada se quitó la túnica de egipcia para ponerse una camiseta de propaganda.
ADA: Volvemos al glamour de África —recordó los primeros días en el continente.
David también se quitó su ropa de época para vestir algo más acorde con la era actual.
ULISES: ¿Qué piensan que sabemos, Néstor? ¿Por qué nos han declarado terroristas?
—Lo único que sé es que ahora sois fugitivos como nosotros. Nunca podréis volver a vuestra vida tal cual era.
Ya lo habían pensado antes, pero escucharlo de boca de otro fue como un jarro de agua fría.
—¡Están aquí! —avisó el vigilante de la ventana y se puso a disparar a la calle.
—Localizan por GPS vuestros móviles, idiotas. Deshaceos de ellos —todos arrojaron su móvil a una basura que había.
IS: ¿Es la policía?
HELIOS: No, no lo es —se asomó por la ventana, cubriéndose con la pared.
Helios sacó su arma y toda la gente que estaba en la sala se precipitó por las escaleras sin ningún orden, sin pararse a coger nada y sin prestar atención alguna al grupo de amigos. Al contrario del torrente de personas que abandonaba la habitación superior de la casa, otros individuos entraban abriéndose paso a tiros.
ULISES: ¿Adónde vais? —le preguntó a la madre con la que Zac había contactado.
—¿Después de esto piensas que os lo vamos a decir otra vez? —se fue corriendo con su hija de la mano.
Ulises se agachó detrás de la puerta y sacó sus garras de metal. De pronto se levantó y se las clavó por la espalda a un hombre que había entrado disparando y acertando a varios fugitivos, uno de ellos Néstor, que cayó al suelo y un charco de sangre brotó debajo de su inerte cuerpo. El guante de garras de Uli se quedó ensartado en el cuerpo que se desplomó y las otras garras se las clavó a otro enemigo, perdiendo así su única manera de defenderse. David se ocultó detrás de un mueble viejo y cuando entró otro hombre se agachó y lo derribó con una llave. Helios disparó varias veces, hiriendo a varios en las extremidades.
HELIOS: ¡Vámonos de aquí!
Al girarse vio como un hombre lo apuntaba y, rápido de reflejos, le disparó en el brazo, haciéndole caer su arma. Luego le dio una patada y salió al encuentro de David. Otro hombre entró en la sala y apuntó a Osi, que se había quedado paralizado y aún no había salido todavía. Pero un compañero del hombre armado le apartó el brazo rápidamente.
—A los hermanos los quiere vivos.
Los dos hombres se abalanzaron sobre Osi y él se agachó. Al tirarse ellos encima para cogerlo, y sin tocarlos, los dos individuos salieron despedidos un par de metros cada uno en una dirección. Osi puso cara de satisfacción al notarse poderoso y salió corriendo detrás de sus amigos. Ada lo estaba esperando en la puerta y lo vio todo sin sorprenderse demasiado.
Todos los fugitivos que sobrevivieron al tiroteo habían escapado ya y solo quedaban los amigos, que salían del edificio esquivando tiros. Los últimos en salir fueron Osi y Ada, pero Osi se puso a correr como un loco nada más pisó la calle y Ada se vio sorprendida por un hombre que le apuntó en la cabeza y la hizo detenerse.
NOÉ: Puta procreadora. Tú mataste a mi novio Israel y vas a pagarlo.
ADA: ¿Israel era tu novio? No tenía ni idea —dijo aterrorizada y levantando las manos.
Un disparo sonó y Ada se dio por muerta. Pero se miró el cuerpo y no veía nada. Sin embargo, Noé se había apartado de su lado y se había puesto a cubierto.
HELIOS: ¡Corre, Ada! —le gritó desde una esquina y ella corrió a su encuentro y oyó más disparos detrás de ella. Balas que se cruzaban con las de Helios, que la intentaba cubrir—. Corre, ven aquí —le cogió de la mano y la guió a donde estaban los demás, que siguieron corriendo una vez los alcanzó—. Solo me queda una bala. Será mejor que la reserve por si acaso.
IS: ¿No tienes más? —dijo entre gemidos de cansancio de tanto correr.
HELIOS: La munición la tengo en el coche. ¡Vamos!
Más tiros se oían cada vez más próximos a ellos y también un grupo numeroso de hombres que avanzaban en su dirección a toda prisa. Las calles eran estrechas y estaban completamente desiertas y en silencio. Todo el mundo estaba en sus casas ya preparados para la Renovación. Ellos se metían por unas callejuelas y por otras tratando de despistarlos. Pero llegaron a una encrucijada y el grupo se dividió en tres. Todos se miraron desde la distancia, pero ya era tarde para volver atrás. Los persecutores les pisaban los talones. Helios creyó que la calle central era la más directa hacia el coche y tiró hacia delante pensando que los demás lo seguirían, pero solo lo siguió Osi, que era el que más corría junto a él. David cogió a Uli de la manga al ver que nadie lo seguía por el callejón de la izquierda y él corrió a su lado. Ada se quedó medio muerta cuando vio que su querida amiga Is y ella se desviaron hacia la derecha y nadie más la seguía. Aunque al instante el grupo de individuos apareció y se dividió en tres para seguirlos a todos. Noé se fue hacia el centro y un hombre corpulento y calvo se puso a perseguir a las chicas.
Ya era noche cerrada y la oscuridad era absoluta en algunas zonas donde el alumbrado urbano no era suficiente. Is se miró el reloj y vio que eran casi las doce, hora a la que se supone que deberían de estar durmiendo, ya que daba comienzo la Renovación.
IS: ¡¿Qué vamos a hacer?! —le preguntó a Ada, que corría ya exhausta.
ADA: Yo una vez intenté aguantar la Renovación de pequeña pero me quedé dormida.
IS: ¡Porque serías una niña! Tenemos que seguir corriendo —dijo entre jadeos.
La megafonía, que en aquella zona no era abundante, se volvió a encender para dar el siguiente mensaje: «Atención, comienzan las 24 horas de sueño, comienza la Renovación. Que descansen y que sueñen con Asir». Todas las luces de la ciudad se apagaron y quedaron en plena penumbra. La luna era nueva y no había luz que aclarara aquella visión teñida de azabache. Poco a poco la vista se acomodó y empezaron a ver que el hombre calvo estaba demasiado cerca. Ada echó a correr y una especie de vahído repentino la hizo caer lentamente, dándole tiempo a apoyarse en el suelo. Is vio que se paraba y volvió a por ella. La cogió del brazo y la estiró, pero era como un cuerpo muerto y pesaba mucho. Sus persecutores las estaban alcanzando.
IS: Si ella se duerme, ¿por qué no me duermo yo? —pensaba—. ¿Y ellos? ¿Tampoco caen?
Al ver que no podía hacer nada más, la dejó tirada y siguió avanzando. El hombre las alcanzó, pero en vez de pararse a coger a Ada, que estaba tumbada en la carretera, siguió detrás de Is él solo, dejando que los otros que iban con él se ocupasen de la que yacía en el suelo.
Por otro lado, David y Uli ya habían llegado al coche.
ULISES: ¿Qué hacemos ahora? ¡No nos podemos largar sin los demás!
DAVID: Lo sé. Y mucho menos me pienso ir sin Helios. Escucha. Creo que sé por dónde han ido. Voy a echar un vistazo. Quédate con las llaves del coche por si me ocurriera algo y os tenéis que marchar sin mí —le dio las llaves—. Pero no te quedes aquí parado, que no andaban lejos los tipos que nos seguían.
ULISES: Me voy a meter en este contenedor de la flor amarilla de grafiti.
DAVID: Vale. Ahora nos vemos —se despidió y se puso en marcha.
ULISES: ¿No te sientes pesado? —dijo metiéndose ya, pero las pisadas de David ya se oían lejanas.
Uli se sentó un poco mareado dentro del oscuro contenedor y en silencio cerró la tapa para estar más escondido. Se notaba más y más soporífero, pero trataba de mantenerse despierto. Poco a poco escuchó cómo se acercaban un par de personas. El corazón le iba a cien y tenía la esperanza de que pasaran de largo. Pero al llegar a su lado los pasos pararon. A pesar del nerviosismo el letargo se había apoderado de él y le había ganado la batalla a sus párpados, que ya no podía aguantar abiertos más tiempo. Vio como se abría la tapa del contenedor y perdió el conocimiento.
Osi y Helios le habían dado esquinazo a Noé, pero sabían que no podía andar lejos. El policía llevaba su arma en posición de defensa y miraba por una esquina para ver si venía. Pero algo lo estaba desconcentrando. Se notaba los párpados pesados. Se dio un par de palmadas en la cara para despejarse, pero el mismo agotamiento seguía ahí. La oscuridad era casi total, aunque sus ojos se habían adaptado, pero la visión seguía siendo mínima. Por la otra esquina donde no estaba vigilando Helios llegó una sombra a toda prisa. Los reflejos de Helios reaccionaron antes que su vista y apretó el gatillo en esa dirección antes de darse cuenta que era David.
Is escuchó un disparo y se asustó tanto que no vio un desnivel de la carretera, se tropezó y abrazó el asfalto. Muy cerca de ella estaba el hombre calvo, pero ni con esa amenaza en el horizonte fue capaz de levantarse. Se notaba tan somnolienta de repente que sus músculos no obedecían sus órdenes. Lo único que podía hacer era arrastrarse por el suelo con dificultad. El corpulento persecutor le dio caza, pero al acercarse a ella tambaleándose vio que caía de rodillas también. Estiró la mano y la agarró por el tobillo. Is intentaba librarse de la mano pero sus movimientos eran más y más pequeños hasta que todo lo vio negro.
Osi no se podía creer la escena al contemplar los cuerpos en el suelo. Se cogió la cabeza y todo le empezó a dar vueltas. O más bien, todos los objetos cercanos empezaron a dar vueltas en el aire y a moverse sin control. Primero los más pequeños, como pequeñas piedras y restos de basura. Luego se elevaron los contenedores e incluso los cuerpos se unieron a la órbita también. Osi se apretaba la cabeza y gritaba. No podía controlarlo.
NOÉ: Vaya, vaya, vaya —apareció por detrás—. Me equivoqué contigo, señor.
Osi giró la cabeza en su dirección y Noé salió despedido por los aires a toda velocidad. El arma que llevaba en la mano fue a parar a un solar vallado y el ex cura chocó violentamente contra una pared. Todos los objetos y cuerpos que levitaban cayeron al instante y Osi salió corriendo. Noé se levantó gimoteando del golpe y sin darse tregua se puso a perseguir a Osi, que no avanzaba muy deprisa al notarse cansado. Pronto lo alcanzó y al volverse lo volvió a lanzar con una mirada a varios metros de él.
OSI: Noé, quiero que… —su voz fue interrumpida al verse atacado por unas piedras que le tiraba Noé.
NOÉ: Sé lo que puedes hacer y no te pienso dejar que me des órdenes —seguía tirándole piedras que encontraba por el suelo a la vez que se levantaba y andaba en su dirección.
Osi se creía con el poder de volverlo a despeñar contra una pared, pero la cabeza se le fue y se dio de bruces contra el suelo como si fuera un cuerpo muerto. En su último esfuerzo por tener abiertos los ojos, vio como Noé se acercaba, le cogió de los brazos y lo empezó a arrastrar.
CONTINUARÁ…