lunes, 14 de mayo de 2012

4x10 HELIOS


Priviuslí, en El mundo al revés: Helios fue retirado del caso que investigaba la muerte de Efrén, pero ha estado curioseando datos a través de su compañero, Ferrer, y tiene sospechas. La comisario, Ramos, le advirtió que no se entrometiera.

Ada perdió su puesto de trabajo en el hospital La Caridad cuando dejó morir voluntariamente a Israel, el novio de Noé y terrorista entonces, ya que ella lo recordaba como el que les hizo pasar a Ada y sus amigos un episodio de terror en el cortijo de las madres de David. Una enfermera muy asirista declaró en su contra para asegurarse de que la despedían y ha estado metiéndose con Is y Osi desde entonces por ser hetero/bi. Noé nunca supo que su novio murió por una negligencia, ni mucho menos a manos de Ada, pero no se quedó satisfecho con la explicación del doctor.

Ada se fue a dar ayuda humanitaria a África, pensando que así recuperaría su trabajo en el hospital de fuertes influencias asiristas, pero al volver no tuvo esa suerte. Lo único que consiguió es sentirse un poco mejor consigo misma al confesarse con un cura y obtener su perdón.




Después de una cena romántica, habían aprovechado que estaban solos en el piso un ratito para “acostarse” un rato. En el proceso apasionado de desvestirse, David notó algo duro en los pantalones de Helios.

DAVID: ¿Pero qué es esto que tenemos aquí? —dijo con una sonrisa pícara.

HELIOS: Eso es mi pistola —se la sacó y la dejó sobre el escritorio.

DAVID: ¡Uuuh! ¡Qué susto me has dado! —pararon de manosearse—. ¿Por qué la llevas encima si no estás de servicio?

HELIOS: Esta es la mía propia, no la de policía. Vengo de prácticas de tiro. Lo hago a menudo.

DAVID: Madre mía, las cosas que aprende uno de su novio después de meses saliendo.

HELIOS: Tú vas a tus clases de artes marciales para defenderte. Es parecido.

DAVID: Ya, ya.

HELIOS: No sé, me gustan las armas. Para protegerme a mí y a los míos. Pero me gusta más esta arma que tengo aquí —le bajó la bragueta y empezó a quitarle los pantalones.

Cuando acabaron de intimar, se quedaron tendidos sobre la cama hablando. Helios como siempre se retiraba el flequillo de la cara y se lo intentaba levantar, como lo solía llevar él. David miraba sus abdominales perfectamente marcados, como todo el resto de su fibrado cuerpo. Aunque él no se quedaba lejos. Desde que empezara hace años a ejercitarse en autodefensa había mejorado mucho su forma física.

DAVID: Siempre tienes muchas cosas que hacer por lo que veo, Heli-Heli.

HELIOS: Me gusta estar ocupado —le miró de lado y le acarició la cara.

DAVID: ¿Qué tal el trabajo? ¿Alguna detención interesante?

HELIOS: Sabes que no puedo hablar de ello —se dio media vuelta en la cama—. Y bastante me cuesta aguantarme, che.

DAVID: Venga, ven aquí —le cogió juguetón por el hombro para darle la vuelta.

HELIOS: Déjameee —se empezó a reír.

Y entre tanto tocamiento acabaron con las manos en la masa otra vez.

HELIOS: ¿Subimos a la terraza a ver las estrellas, como el otro día? —propuso una vez rematada la faena.

DAVID: ¡Ay, qué tarde es ya! ¡Ada me estará esperando! —se levantó de la cama y se puso a vestirse.

HELIOS: No te preocupes, yo mañana también me tengo que levantar temprano. ¿Vais a salir por el ambiente hetero?

DAVID: Sí, la voy a acompañar. La pobre necesita animarse un poco. Entre lo de Efrén y que casi pierde a su novio también.

HELIOS: ¿Y él no sale con vosotros?

DAVID: Tiene guardia. Además de mucho miedo desde aquel día.

HELIOS: ¿No ha denunciado tampoco?

DAVID: Se ve que tiene miedo también de quien lo tirara por el barranco. Está muy hermético al respecto.

HELIOS: Yo lo denuncio en su nombre, pues.

DAVID: No te metas en esto, por favor. Deja que haga lo que crea conveniente —le dio un beso y se puso la chaqueta.

HELIOS: Es junio. Hace calor.

DAVID: ¡Calla! —le sacó la lengua—. Yo es que soy muy friolero. Cierra bien cuando salgas.

HELIOS: Yo me iré a correr un rato.

DAVID: Y por lo que veo vas preparado —hizo alusión a su ropa deportiva, que siempre llevaba cuando no estaba de servicio.

HELIOS: ¿Tienes alguna objeción sobre mi forma de vestir? —le cogió y le empezó a hacer cosquillas.




Ada llevaba un rato bebiendo cubatas ella sola dentro del pub y salió a un callejón a mear, ya que los baños de mujeres del pub de heteros estaban abarrotados. Habitualmente los baños eran unisex, pero en el ambiente estaban siempre separados para evitar encuentros sexuales. Miró que no hubiese nadie cerca y se agachó entre dos coches. Pronto sintió el alivio de le evacuación de orina y en cuanto se subió las bragas una mano le tocó por detrás. No alcanzó a ver más que un grupo de personas que estaban encapuchados y con las caras tapadas segundos antes de recibir el primer puñetazo en la cara. Del impulso cayó de espaldas y se apoyó sobre el capó de un coche, es cuando recibió otra patada en las piernas que la derribó. A partir de ahí fue recibiendo una sucesión de patadas a la vez que oía cómo la insultaban por ser heterosexual. Había voces de mujeres y de hombres.

—¡Procreadora coneja! ¿A cuántos hombres te vas a follar para tener sus hijos? ¡Guarra! —oía al tiempo que recibía otro golpe en las costillas.

—Puta desviada —se le acercó una mujer para decírselo a la cara, pero Ada sacó fuerzas de donde no las tenía y le quitó el pañuelo que le tapaba la cara.

ADA: ¿Tú? —y le dieron otro puntapié por detrás.

Pronto notó como se hizo el silencio y los insultos cesaron.

ADA: ¡Socorro! —aprovechó para pedir ayuda, pero le dolieron tanto las costillas al hacer el esfuerzo que se calló al instante.

—¡Eeeeeh! —gritó una voz masculina de fondo.

Ada giró la cabeza desde el suelo y vio como llegaba David corriendo y de una zancadilla redujo a uno. Los demás salieron corriendo, pero David alcanzó a tumbar a otro más, cogiéndolo del brazo y poniéndolo boca abajo en un ágil movimiento. Un montón de gente salió del pub y vieron como se dispersaban los agresores. Salieron varios hombres musculosos y se pusieron a perseguirles, atrapando a un par finalmente. Otros lo único que hicieron, al ver a Ada en el suelo fue gritarles. Aunque algunos les lanzaron hasta vasos de cristal para que se fueran.

Entre todos consiguieron retener a varios y la policía se encargó de ellos. David ya se había ido con Ada al hospital La Caridad, donde Osi los recibió acojonado. Después de atenderla otros médicos en urgencias, la subieron a planta para tenerla en observación.

OSI: ¡Santa Ast! ¡¡Santa Ast!! ¡Tú fíjate las desgracias que nos están pasando últimamente! Asir me está castigando por este estilo de vida. ¿Será este el mal camino del que me hablaba esa mujer?

ADA: Osi, aquello fue una alucinación —le dijo tumbada en la camilla y medio sedada—. Y apenas te acuerdas de nada más de lo que te dijo. No seas como esos locos que aseguran que se les ha aparecido Ast.

OSI: Por lo menos estás bien y solo tienes unas costillas rotas —decía histérico mientras la abrazaba suavemente, para no hacerle daño y haciendo caso omiso de su comentario—. Vamos a tener que tener cuidado a partir de ahora. No podemos hacernos muestras de cariño por la calle.

ADA: ¿Quién ha dicho eso? —replicó despacio, por la medicación y el dolor—. Yo no me pienso achantar por lo que me ha pasado. Ha sido mala suerte y ya está. Le puede pasar a cualquiera y hay miles de motivos de desprecio en el mundo como la heterofobia. No voy a dejar de ser yo misma por lo que ha pasado.

OSI: Qué valiente eres, cariño —le dio un beso en la frente, en la única parte que no tenía un moratón o una herida abierta—. No sé si eres tú o los calmantes los que hablan, pero siempre has sido valiente por los dos. Te quiero.

ADA: Y yo.




Al día siguiente, Helios se tomaba un café con su compañero Ferrer en comisaría. Después de charlar sobre cosas triviales, Helios se quedó mirándolo pensativo.

HELIOS: Perdona que te saque el tema otra vez, pero es que no entiendo cómo cerraron el caso.

—Villalba —saltó sin que dijera nada más—. Hace un mes que el caso de Efrén Martínez está cerrado. Y sabes lo que opina Ramos al respecto.

HELIOS: ¿Pero dónde está el coche?

—Escúchame —se le acercó y cerró la puerta de la sala de descanso—. Llevando este caso me he enterado de cosas que es mejor que no sepas. Se rumorea que Ramos y todos los superiores son de los Discípulos de Asir, y con esa gente mejor no meterse.

HELIOS: No creo que…

—¡Ferrer, Villalba! —llamó la comisario Ramos desde su despacho y ellos abrieron la puerta de la sala y fueron hacia ella con el café en la mano—. Reunid a un equipo y os encargáis de la detención de un grupillo que ayer propinó una paliza chica. Salid ya para allá.

Ambos dejaron el café en la primera mesa que pillaron y salieron corriendo.

—Menos mal que no le dijiste que a esa chica también la conoces. Si no, te retira del caso también.

HELIOS: De esta detención voy a disfrutar mucho —dijo cargando su arma.

Tras una exitosa operación, Helios fue a La Caridad para comunicárselo a Ada en persona.

Primero saludó a Is, que estaba flirteando con el guardia de seguridad de la entrada, el que llevaba el control de las cámaras de seguridad. Luego fue derecho a la habitación donde estaba Ada, ya menos sedada y casi con el alta en sus manos.

HELIOS: Si no llega a ser por la descripción que nos diste y los testimonios de los que retuvieron David y otros, hubiera sido imposible localizar al resto.

ADA: A veces me sorprende lo ágil que es David. Se ve tan delgadito y luego hace unas llaves…

HELIOS: A mí también me sorprende a menudo —sonrió.

ADA: ¿Y se sabe algo sobre si tienen algo que ver con los terroristas heterófobos? ¿Eran ellos?

HELIOS: Pues sí que era una banda heterófoba, pero no se ha demostrado que tengan ningún tipo de conexión con los terroristas.

Ella enfureció de repente, como si reviviera lo que le pasó.

ADA: Esa put…

Toc, toc, toc.

Un médico entró por la puerta y Helios se despidió y se fue para dejarlos que hablaran a solas.

—Me alegra que no haya sido nada grave y de que estés bien —le dijo el que fuera hace unos años su adjunto y tutor—. Evidentemente, como imaginarás, la enfermera que participó en la paliza ha sido despedida —refiriéndose a la que identificó Ada, que era la que siempre se había metido con ella en el hospital—. Independientemente de cómo quede el juicio o lo que sea.

ADA: No esperaba menos.

—Y quiero que sepas, que el hospital ha decidido ofrecerte tu antiguo puesto, si aún lo deseas.

ADA: ¿Mi qué? —se echó a reír y al dolerle las costillas gimió y paró de inmediato.

—Sentimos el malentendido que hubo con lo de aquel paciente que supuestamente no atendiste. Pero viendo que el testimonio de esta enfermera no fue parcial, hemos pensado que quizá eso influyera demasiado a la hora de tomar la decisión de despedirte.

ADA: De acuerdo —dijo incrédula sin saber cómo reaccionar.

—No es que aprobemos tu estilo de vida, pero no queremos más atención sobre este caso. Sabes que este es un hospital de renombre… Así que en cuanto te recuperes, estás autorizada para volver a ejercer la Medicina en este hospital. Yo sigo creyendo que eres una importante promesa —sonrió tibiamente.

Ada por fin se permitió el lujo de sonreír, pero pronto se le torció la sonrisa, para convertirse en una amarga expresión de duda.




Era ya casi de madrugada y Helios se había quedado hasta tarde trabajando en la comisaría. Había un par de compañeros más que se acababan de ir y cuando se quedó solo, entró en el cuarto donde guardaban los archivos de los casos. Encendió la luz y se puso a mirar en los archivadores. Pero al oír acercarse unos tacones no le dio ni tiempo a esconderse. Ramos estaba en la puerta con los brazos cruzados.

—¿Qué haces aquí, Villalba? —se le acercó y le quitó lo que estaba leyendo—. ¿Efrén Martínez? ¿En serio?

HELIOS: Ramos, es que…

—Te lo advertí. Te lo advertí un par de veces… Te vas a tener que tomar unas vacaciones, Villalba.
Al agacharse para depositar el archivo donde estaba, vio que un colgante con una pequeña mano blanca le salió del escote y rápidamente se lo volvió a meter.

HELIOS: ¿Cómo que unas vacaciones? ¡No puedes hacerme esto! ¡Mi trabajo lo es todo para mí!

—Eres muy buen policía, Villalba. No quiero perjudicarte escribiendo nada en tu expediente. Creo que necesitas desconectar un poco. Es todo.

Helios no quiso insistirle por las advertencias que le había dado su compañero, y su comprobación al verle ese collar. Todo cuadraba también con las manos blancas que tenía en la pared de su despacho. No era algo exclusivo de los DA, porque solo era un símbolo del Asirismo, pero mayoritariamente indicaba que pertenecían a ese culto.




Dos semanas después, Ada volvía de su primer día de trabajo en el hospital. Ya recuperada visiblemente de sus lesiones, pero preparada para incorporarse al mundo laboral. Conforme cerró la puerta de casa, David la vio entrar y su cara la delató.

DAVID: ¿No deberías de estar contenta de no tener que trabajar nunca más en los curros esos de la ETT?

ADA: Tengo que contarte una cosa.

Ella se confesó con el que antes solo era un amigo más, pero que últimamente se estaba convirtiendo en su mayor apoyo. Le contó toda la historia que ocurrió hacía ya más de un año y de la que solo se enteraron Is y Osi. Después de escuchar todo lo que tenía que decir y de consolarla un poco, David tenía claro cuál era la solución.

Todo lo que supo ella fue que al día siguiente se encontró conduciendo y llegando a un cementerio, donde averiguó que estaba enterrado Israel. La idea de David de disculparse con la víctima, aunque fuera en la post vida, quizá le daría algo de paz.

ADA: No sé muy bien qué hago aquí —empezó a decir una vez estuvo delante de la lápida—. No sé si mi intervención hubiera ayudado, porque estabas muy grave cuando llegaste a urgencias, pero desde luego no estuvo bien dejarte morir. No sabes CUÁNTO lo siento. No hay día que no me venga a la cabeza. Aunque solo sea una milésima de segundo —cogió aire para seguir—. Todos los días… Si pudiera volver atrás, no dudes que hubiera hecho algo. Me arrepiento muchísimo. Y ahora mismo me siento un poco estúpida hablando con una piedra —soltó una carcajada y luego se puso seria—, pero creo que necesitaba hacer esto. No creo que puedas escucharme, pero si lo haces, espero que allá donde estés me perdones. Adiós —se despidió dejando unas flores.

Presenciando toda la escena se encontraba Noé a la vuelta de la esquina, que no alcanzó a oír lo que decía. Había ido a visitar al que fuera su novio y se encontró con la novia de Osi. No la había visto hasta ahora en persona, pero desde lo de Efrén había recopilado información sobre todo el grupo de amigos y sabía quién era ella. Lo que se preguntaba era cuál sería su relación con Israel.

NOÉ: Ella es médico y trabajaba en La Caridad —razonó—. Seguramente su adjunto estuvo implicado en la muerte de Israel y ahora la manda a ella para no levantar sospechas. Lo que él no sabe es que ahora tengo un arma para averiguar la verdad…




NOÉ: ¡¿Cómo que Ada Valero?!

—Eso ha dicho —le contestó Leocadia.

—¿Me puedo ir ya? —dijo el adjunto muerto de miedo, que lo tenía cogido del cuello Noé.

NOÉ: Pregúntale si está aquí ahora.

—¿Está aquí Ada Valero?

La boca del médico se movió sola, sin que pareciera que pudiera controlarla.

—No.

NOÉ: ¡Maldita reproductora! —soltó al médico, que cayó al suelo—. ¡Vámonos!

Cogió a la niña de la mano y salieron del cuartito del hospital donde habían interrogado al doctor. Noé estaba furioso y andaba de forma exagerada. Al doblar un pasillo se chocó con Helios. Leocadia se soltó de su mano, pero Noé acabó de bruces en el suelo. Helios intentó ayudarlo a levantarse, pero él se soltó con desdén.

HELIOS: Perdona, ¿se ha hecho daño?

NOÉ: Pues claro que me he hecho daño —le espetó junto a una mirada fulminante. Cogió a Leocadia y se fue.

Con una camiseta, unos pantalones cortos de deporte y unas chanclas, Helios se acercó al hospital para hablar con Is. Se veía muy informal sin su traje, con el que había ido a La Caridad la última vez. Pero lo que siempre llevaba peinado era su pelo enlacado.

IS: ¿Todavía no te han dejado volver al trabajo?

HELIOS: Estoy que me subo por las paredes. Todo el día en casa…

IS: ¿Vives solo?

HELIOS: Sí, bueno. Tengo un pequeño estudio alquilado. Pero para mí solo me sobra.

IS: ¿Y no tienes familia a la que visitar o algo? Así te entretienes.

HELIOS: No tengo familia. Mi padre murió hace años y estoy solo en el mundo.

IS: Te entiendo perfectamente. Yo porque tengo a Osi, pero antes estaba igual que tú —le puso una mano sobre el hombro.

HELIOS: Además de que el caso de Efrén me está matando, porque sé que ahí hay gato encerrado —esto último lo pensó, porque sabía que no podía compartir esa información.

IS: Pues nada, aquí me tienes para lo que quieras.

HELIOS: Pues ahora que lo dices… Creo que te llevas muy bien con el guardia de seguridad que lleva lo de las cámaras, ¿no? El caso es que si lo tuvieras entretenido un rato…




HELIOS: ¡Acabo de verlo, Ramos! —entró en su despacho como un torbellino.

—¿De qué hablas? Según me consta sigues de vacaciones.

HELIOS: Lo sé. Pero acabo de ver las grabaciones de seguridad del hospital del día en que Efrén Martínez falleció, y recibió una visita de un hombre y una niña y me los acabo de cruzar otra vez allí mismo.

—Estás interfiriendo en un caso investigado que además está cerrado. Te ordené que no lo hicieras.

HELIOS: ¡Ese hombre anda suelto y puede ser un asesino! —se apoyó sobre su mesa envalentonado—. No sé su nombre, pero era mi deber comunicarte lo que he averiguado. Aunque me cueste mi puesto de trabajo.

—¡Ya está bien! —se levantó de su silla—. Si eso es lo que quieres, ya lo tienes. Quedas suspendido de empleo y sueldo. Devuélveme tu placa y tu arma.

HELIOS: Aquí las tienes —las dejó con rabia sobre la mesa. Había pasado por casa para cogerlas, sabiendo que aquello podía suceder. Pero no podía quedarse callado ante tal injusticia. Sin decir nada más, salió del despacho y se dejó la puerta abierta.

Ramos siguió de pie viendo como se marchaba y cuando lo vio salir por la puerta de la comisaría, cogió el teléfono e hizo una llamada.

—Te han descubierto. Destruye todas las pruebas. No puede haber nada que los lleve hasta nosotros tampoco.




Helios fue a ver a David para contarle lo que había pasado, pero antes de llegar a su piso lo llamó y le dijo que estaba yendo a la casa que era de sus madres y que fuera para allá, dándole la dirección. Él fue, intrigado, pero aproximándose a la zona lo que le llamó la atención fue una columna de humo. Conforme se acercaba a la casa, más cerca la veía. Hasta que llegó y comprobó que era la fuente de donde provenía el humo, al estar en llamas. David la miraba destrozado desde fuera mientras los bomberos trataban de sofocar el fuego, pero las llamas consumían la casa entera y hasta salían a respirar por las ventanas.

DAVID: La casa de mis madres. Mi única fuente de ingresos… Y el hijo de puta de Noé se ha pirado sin más. ¡No sé ni sus apellidos, Helios! ¡No puedo ni denunciarlo! Mi casa…

HELIOS: ¿No tenía contrato de alquiler?

David se lo negó con la cabeza.

DAVID: Me lo pagaba en negro. Y en mano. Culpa mía, lo sé. No sé para qué estudié Derecho si luego soy el primero en infringir todas las leyes.

—Disculpe, señor De La Torre, ¿puede al menos describirnos al sujeto? —le preguntó un policía que había acudido y le sonrió a Helios, que lo había saludado al llegar él.

DAVID: Claro que sí.

El informe con la descripción del tal Noé llegó a la mesa de Ramos, que al leerlo lo hizo trizas y lo tiró a la basura.




Próximo episodio y final de temporada: lunes, 21 de mayo de 2012 a las 23:00.

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