Priviuslí, en El mundo al revés: los DA tienen a Is
después de atraparla en el metro de Madrid.
Era una mañana
soleada aquel 27 de junio. El día previo a la Renovación era siempre un día en
el que se celebraba la muerte de Suty, para después dormir veinticuatro horas
en señal de duelo por la muerte de Ast y Asir. Nada de aquello tenía sentido ya
para Osi después de aquel ajetreado año. Era todo una farsa para manipular a la
población mundial mientras se les inducía un sueño para hacer más sencilla su
conversión homosexual.
Benjamín conducía
en silencio mientras Osi contemplaba el paisaje por la ventana. Reconocía el
olor a pino y las copas de los árboles verde intenso. Sabía que ya estaban
cerca. Solo quería llegar para contarle a Set que su hermana había sido
secuestrada y que salieran de inmediato a rescatarla.
Fue la columna de
humo lo que les hizo sospechar que algo no andaba bien.
BENJAMÍN: A veces
hay incendios en la pinada. Es verano y es fácil que los haya. No tiene por qué
ser nuestra central —trataba de mantener la calma.
Sin embargo,
conforme más se acercaban, más parecía esclarecerse que el humo provenía del
lugar donde se dirigían. Benjamín aceleró sutilmente, pero todo fue inútil al
llegar y encontrarse los edificios en llamas. Un coche salía a toda velocidad y
los ocupantes los miraron extrañados. Osi aún llevaba la gorra y las gafas para
no ser reconocido durante el viaje, así que pasaron de largo. El segundo
vehículo era el Mercedes de David y parecía seguir al primero, pero a este
conductor sí que lo reconocieron. Con sus rastas pelirrojas echadas hacia atrás
con una goma del pelo, Set tenía una expresión de revancha que nunca antes le
había visto. A su lado iba Helios y otros ocupantes en el asiento de atrás.
Cuando los vio a ellos frenó en seco derrapando y quedándose en dirección a su
coche. Set bajó la ventanilla e indicó que los siguiera.
BENJAMÍN: ¡¿Y qué
pasa con Nieve?!
SET: He soltado a
tu yegua en la pinada, Benja. No podía hacer otra cosa.
Osi hizo contacto
visual con Ada, que iba en el asiento trasero junto a David y Ulises. Set
parecía extrañado de no ver a Is, pero no pudo pararse ni a pensar. Otros
motores se oían arrancando desde dentro de las instalaciones incendiadas y Set
salió tan deprisa derrapando las ruedas que Benjamín casi los pierde de vista.
Una vez llegados a
un sitio más tranquilo bajaron del coche para hablar. Los Descendientes de Asir
los habían encontrado y Set pensaba seguirlos para rescatar a los descendientes
que se habían llevado, pero todo cambió al conocer la noticia del rapto de Is.
Su plan comenzaba ese mismo día y tenían que llevarlo a cabo. Habían estado
todo el año planeándolo. Y seguro que la encontraban allí.
SET: Con un poco de
suerte, la llevarán al Consejo, para conectarla a las máquinas —dijo preocupado,
pero sin desvelar el motivo.
BENJAMÍN: No hay
tiempo que perder, pues —recargó su pistola.
Helios repuso
munición también y Ada seguía abrazada a Osi, más recuperada de su virus
estomacal. David se veía dispuesto a dar guerra con sus artes marciales, pero
Ulises estaba destrozado por saber de su amiga Is.
SET: No te
preocupes, la rescataremos —se le acercó y lo rodeó por los hombros, pero él se
soltó despectivamente, lo cual no parecía algo nuevo para Set.
HELIOS: Ada y Uli,
¿estáis seguros de querer venir? Puede ser peligroso para vosotros. Mirad lo
que le ha pasado a Is.
ADA: No tenemos a dónde
ir. Los SS se han desperdigado. Y yo no quiero quedarme sentada esperando
—Helios asintió y Ulises también.
Todos sabían que
había llegado la hora de la verdad y se fueron hacia los coches.
SET: Un momento —se
giraron todos para atenderle—. ¿Entendéis realmente lo que estamos a punto de
hacer?
DAVID: ¿A qué te
refieres?
SET: Vamos a parar
las renovaciones. El mundo va a cambiar. Vosotros podríais cambiar. Os haríais
heterosexuales seguramente...
HELIOS: Algunos de
nosotros, puede —cogió de la mano a David—. Pero otros como vosotros, los
descendientes, o Ada, que ya es hetero y resistente, no vais a cambiar.
ULISES: Y además
—sorprendió al resto al tomar la palabra—, es como debe de ser. Es lo correcto.
La gente vive engañada. Nosotros vivimos engañados... Yo no quiero ser algo que
de verdad no soy ni sentirme atraído por alguien que no debería —miró de reojo
a Set—. Y esta gente ya ha tenido bastante con controlar al mundo entero con
sus mentiras.
El discurso de Uli
no hizo más que avivar los ánimos.
SET: Así es —puso
una sonrisa amarga—. Vamos a devolver al mundo su libre albedrío. Y a rescatar
a Isis —le dio un apretón en el hombro a Benja y él asintió.
El viaje fue largo
y con algunos contratiempos, ya que el camino era dificultoso y Set no había estado
nunca en el Consejo de los DA, pero al atardecer ya se hallaban en la peligrosa
carretera que bajaba la montaña hasta llegar al pequeño poblado donde se
encontraba situado. Un conjunto de casas construidas hacía más de cincuenta
años para la construcción de la presa hidráulica que dominaba el caudal del
río, y que a cada curva que giraban y bajaban la ladera se hacía más grande e
impresionante.
La carretera estaba
en pésimo estado, ya que la localización era secreta y el lugar se creía
abandonado. Se suponía de doble sentido, pero el desgaste del asfalto en los
bordes y el crecimiento de la vegetación en los arcenes la había reducido a un
estrecho carril. A su izquierda siempre tenían la montaña que iban descendiendo
a una velocidad moderada, pero a su derecha solo había pequeños muros
derrumbados y de forma más inconstante que presente. A cada curva que giraban
se podían topar con otro vehículo de frente o incluso con patrullas de los DA.
No sería complicado divisar a dos coches descendiendo la montaña con toda la
seguridad que defendería el sitio.
NOÉ: ¿Estás
diciendo que habéis matado a todos los que no están de nuestro lado?
—Sí —contestó
Eliseo—. No queda prácticamente nadie de seguridad, pero por lo menos los
científicos siguen poniendo en marcha la maquinaria. Todo va como previsto, con
normalidad.
NOÉ: Menos mal. Esa
puta de Epifanía no me coge el teléfono. La mandé a que me trajera a Osi para
conectarlo a la maquinaria y se habrá fugado la muy hija de reproductores.
—Por lo menos
tenemos a la hermana. Ya está en la sala de generación con los demás
descendientes.
NOÉ: No creo que
funcione con ella —interrumpió—. Solo él mostró sus poderes.
—¿Y qué le pasará,
entonces?
NOÉ: Que no lo
aguantará. Si no tiene el poder de manipulación mental, y yo diría al cien por
cien que no lo tiene, el esfuerzo de su cerebro para llevar a cabo una tarea
para el que no está preparado la matará lenta y dolorosamente.
Eliseo tragó saliva
y se retiró al ver que Noé estaba ensimismado. La curiosidad lo llevó a la sala
de generación, donde solo podía contemplar desde parte de las paredes
acristaladas que daban a un pasillo. Una habitación de proporciones
desmesuradas, redonda y tan blanca y aséptica que dolía a la vista. Al subir la
vista, la gran antena potenciadora de la señal ayudaría a emitir las ondas que
los repetidores dispersados por todo el mundo propagarían por el globo. Protegida
de miradas curiosas, sus grandes proporciones no podían ser observadas por
ninguna población cercana, al estar al otro lado de la colina y parcialmente
rodeada de vegetación frondosa.
En la sala había
cables por todas partes y la mayoría ascendía por las paredes. Pero lo que más
llamaba la atención era la cantidad de personas que tenían atadas a las
camillas de hospital y conectadas a un cableado que formaba una especie de
casco en su cabeza. Había descendientes que tenían desde hacía años. Se podía
apreciar por su malnutrición, al tenerlos todo el año en aquella sala
recuperándose año tras año del esfuerzo de la Renovación. Los más antiguos
estaban rapados y llevaban una bata de hospital nada más. Is era la única que
no habían tenido tiempo de darle unas condiciones más asépticas, para disminuir
el riesgo de contraer ninguna enfermedad por parte de los descendientes
conectados, mermados de salud. Is yacía en una de las camas con una bata de
hospital también, pero era fácil divisar a la única persona que aún conservaba
pelo. Los otros descendientes que acababan de traer de las instalaciones de los
Siervos resultaron nulos al conectarlos a la maquinaria y perecieron al
instante. Is era la única que había aguantado. Cuando la conectaron al
principio estaba sedada y no tuvo ningún efecto en ella, pero las horas habían
pasado y el sufrimiento se hacía visible en su rostro.
NOÉ: ¿Qué haces
aquí? —sorprendió a Eliseo con un susto que casi lo mata. Parecía mentira que
un hombre tan imponente, con ese cráneo pelado y esas grandes dimensiones se
empequeñeciera cada vez que le hablaba con esa autoridad.
—Na-a-a-ada.
NOÉ: ¿Habéis tomado
medidas al menos tú y los que se han quedado para protegernos? No quiero que
surja ningún contratiempo.
El túnel que
atravesaba la presa estaba cerrado y necesitaban pasar al otro lado. Una verja
metálica imposible de abrir, por mucho que Osi lo intentara y lo cansara al
mismo tiempo al abusar de sus poderes, les impidió seguir con los coches. Y
aunque la abriesen, una serie de escombros y piedras bloqueaban el camino.
Decidieron dejar los vehículos y buscar una manera de atravesarla a pie.
La presa estaba en
funcionamiento, pero prácticamente era todo automatizado. Siendo fin de semana,
no había ningún trabajador a la vista tampoco. Después de sopesar los riesgos,
el único modo de cruzarla era un bordillo que intermitentemente recorría la
pared exterior de la presa que se proyectaba sobre el río. Al fondo el tremendo
ruido del agua que caía a las turbinas era ensordecedor. Añadiendo que ya
estaba anocheciendo y la visión era parca.
Ninguno se quiso
quedar atrás, ya que era más peligroso separarse y podían ser encontrados por
los DA. Y uno a uno fueron pasando por el bordillo por el que solo cabía un pie
pegado a la inclinada pared. Con el cuerpo pegado y pasito a pasito iban
avanzando lentamente en fila de uno.
SET: No miréis
abajo —fue el comentario que hizo mirar a Uli.
La altura era mayor
de un edificio de cuatro alturas y había que estar muy pendiente de no apoyar
el pie en los huecos donde el bordillo estaba deteriorado.
La primera en pasar
fue Ada, que se hallaba a mitad de camino. La siguió Helios y David. Detrás
estaba Osi y finalmente Set y Ulises. David perdió el equilibrio durante unos
eternos segundos en los que los demás cortaron la respiración, pero se agarró
con fuerza a la pared a la que tenían que ir pegados.
ULISES: Yo me quedo
aquí —declaró, quedándose parado al medio y aterrorizado.
SET: De eso nada.
¡Vamos!
ULISES: ¡No! ¡Me
vuelvo para atrás! Os espero en el túnel.
Los demás se
pararon para escucharlo.
SET: Me niego a
dejarte aquí. ¡Vamos!
ULISES: ¿Por qué
insistes tanto conmigo, Set? —le dijo en voz baja—. Yo no valgo la pena. Mi
cerebro está hecho polvo y no causo más que problemas.
Set se puso serio y
le tendió la mano imperativamente.
SET: Tú sí que vales la pena. La vales para mí.
Vamos —le suplicó.
Uli seguía dudoso,
pero siguió avanzando, y los demás también. Ada ya casi había llegado al otro
extremo, pero Ulises aún seguía por la mitad. Se estaba haciendo muy largo.
Volvió a mirar hacia abajo y al poner el siguiente pie, con la oscuridad no vio
el agujero que había en su lugar. Set hizo el amago de intentar cogerlo, pero
si se separaba de la pared se caería él también, y abajo le esperaba una muerte
asegurada de una corriente mortal de agua. Ulises metió la pierna por el
agujero y cayó, intentándose agarrar del borde por donde estaban pasando, pero
no le dio tiempo. Lo último que vieron de él fue su cuerpo caer y perderse de
vista, pero nada cayó al agua. Osi lo mantenía flotando en el aire. Set, que ni
para una ocasión como aquella se había quitado sus sandalias de velcro, se giró
con cuidado de que su abundante melena no lo desequilibrara, se agachó como
pudo y le tendió la mano. Pero Ulises no llegaba a alcanzarla. Su cuerpo
flotaba, pero tenía libertad de movimiento. Él estiraba el brazo pero no
llegaba a coger su mano.
SET: ¡Intenta
acercarlo un poco a mí, Osi! —gritó para hacerse oír con el ruido de la presa.
Osi apretó los ojos
y el sudor le caía por la frente. Ulises se movía en el aire sin control
alguno, a veces chocando contra la pared.
ADA: ¡Pesa mucho!
—gritó desde la otra orilla—. Es una persona, Set. No es lo mismo lanzar que
mantener en el aire.
OSI: No puedo
controlarlo. ¡No sé qué pasa!
SET: Pasa que hoy
es día 27 y tus poderes se incrementan. Pero tú puedes controlarlos —lo
animaba—. Hemos trabajado duro para que lo hagas. ¡Tú puedes!
Osi se concentró y tensó
los músculos de su cuerpo con todo el esfuerzo como si lo estuviese cogiendo
físicamente, y lentamente el cuerpo de Ulises paró de dar tumbos y ascendió lo
necesario para que Set lo cogiera de la mano. Osi dio el último empujón y
Ulises puso sus dos pies en el bordillo.
SET: Ya te tengo
—respiraron profundamente—. ¿Pensabas que te iba a dejar escapar? —le sonrió
aún en aquellas circunstancias.
Osi se apoyó contra
la pared como si le hubiera dado un vahído. Ada se puso las manos sobre la boca
con miedo de chillar. Ya bastante se habían delatado con todo el ruido que
estaban haciendo. Pero se temía que Osi cayese también por el esfuerzo que
acababa de hacer.
DAVID: No te me
caigas, Osezno —le puso la mano en la espalda para asegurarse que no se
desplomaba.
OSI: Estoy bien
—abrió los ojos, mareado—. Sigue andando.
David le hizo caso,
pero sin perderlo de vista y Osi siguió avanzando por el bordillo, pegado con
todo su cuerpo contra la pared de la presa. Todos llegaron al otro lado y Set
tomó el liderazgo para llevarlos hasta el poblado.
Helios y Set eran
los que mejor manejaban las armas, pero Ada había aprendido lo suficiente para
defenderse y David tenía otra, aunque se defendía mejor con el cuerpo a cuerpo.
Ulises tenía un arma propia también, pero prefería mantenerse al margen. Osi se
valía con sus poderes. Para algo había estado entrenando tantos meses.
Tras atravesar los
parajes fluviales llegaron al camino que llevaba al Consejo y lo siguieron
cautelosamente con sus armas cargadas hasta llegar a la puerta. Osi sacó
orgulloso las dos tarjetas que tanto le había costado conseguir y al ir a
pasarlas se dieron cuenta que el lector estaba destrozado.
OSI: ¿Para esto
tanto trabajo?
SET: Ssssh —le
mandó callar y empujó la puerta. Pero algo la bloqueaba desde el otro lado—. No
entiendo qué ha pasado aquí. No es que me queje, pero ya me parecía de extrañar
que con todo el escándalo que hemos causado en la presa no nos hubieran
encontrado ya.
HELIOS: Esto tiene
pinta de un ataque externo —analizó la ranura de seguridad el expolicía.
SET: No lo sé, la
verdad. Es raro. Hace tiempo que perdí el contacto con mi infiltrado. No sé qué
le habrá pasado.
OSI: Aparta —les
hizo un gesto para que retrocedieran y ellos acataron, con miedo de lo que
pudiera pasar. Uli el que más. Ya había experimentado el descontrol de sus
habilidades.
Osi levantó su
brazo derecho y la puerta salió despedida hacia afuera, en vez de hacia dentro
como esperaban, y todos se tiraron al suelo asustados. Al mismo tiempo, los
trastos que había en la parte de dentro impidiendo el paso, muebles
básicamente, explotaron de una manera inexplicable. Osi se miró la mano sin
saber qué había pasado y Ada se la cogió, transmitiéndole la calma que
necesitaba. Los demás se reincorporaron y entraron por el pasillo. El primer
cuerpo que vieron sobre un charco seco de sangre fue el de una mujer. Lo que sí
seguía funcionando era la megafonía, que los puso en modo defensivo cuando se
puso en marcha.
“Atención, aviso importante, queda una hora para la
Renovación. Prepárense, gracias”.
El anuncio los
pilló desprevenidos. No se habían dado cuenta de que se había hecho tan tarde.
Sin perder más tiempo se apresuraron a encontrar a Is.
SET: Según los
planos que me dio mi contacto, la sala de generación se halla en este lado,
seguidme.
Al abrir una puerta
saltó una alarma que se oía muy alta por todas las instalaciones. Una luz
anaranjada parpadeante teñía cada una de las salas, pero ellos siguieron
avanzando.
Is recuperó el
conocimiento coincidiendo con la voz de alarma que sorprendió a Noé y Eliseo.
Gritó de tal manera que reflejaba el dolor por el que estaba pasando. Estaba
sudorosa y demasiado pálida. Eliseo la miró compadeciéndola.
NOÉ: No pueden ser
ellos. No hoy. No ahora que no tenemos casi defensas —apenas se le oía con todo
el ruido que la alarma estaba causando.
—¡Es culpa tuya! —se
reveló inesperadamente—. ¡Tú te has cargado a todos los de seguridad!
NOÉ: ¡¿Desde cuándo
tienes tú voz o voto en mis decisiones?! —le dio una colleja y el corpulento
hombre se encogió de hombros acobardado—. Quédate aquí con ella y asegúrate de
que no se la llevan.
—Has llegado
demasiado lejos, Noé —volvió a sublevarse—. Podíamos haber conseguido todo esto
sin este baño de sangre. ¡Esto es una locura! ¿Qué necesidad tienes de matar a
esta chica sabiendo que no tiene dones y que no va a servir para la generación
de la señal?
Noé fue a darle
otra colleja, pero Eliseo le cogió de la muñeca, sin soltarlo.
—Las cosas pueden
hacerse de otra manera —le dijo con una valentía que nunca antes se había
atrevido mientras la luz parpadeante los alumbraba durante unos tensos
instantes.
NOÉ: Suéltame —la
ira hablaba a través de sus dientes y Eliseo obedeció—. Y quédate aquí
vigilando. Es una orden.
Noé abandonó la
sala de generación sin quitarle ojo a Eliseo y sin un ápice de la confianza que
puso en él desde el principio, pero no tenía alternativa.
Por una parte del
pasillo desapareció Noé y por la otra aparecieron los amigos, vigilando no ser
vistos. El alboroto de la alarma era suficiente para esconder cualquier ruido
que hicieran al entrar, pero Eliseo los vio venir. Dudó un instante si echarse
la mano a su pistola, pero eran siete contra uno y tenía las de perder.
Corriendo y antes de que entraran en la sala, salió por una puerta trasera sin
ser visto. Antes de cerrar la puerta Is emitió otro ensordecedor grito que
camufló el portazo de salida.
Los pocos operarios
que llevaban bata blanca levantaron las manos y se rindieron al verlos entrar
armados. Osi y Benja se apresuraron a soltarla y quitarle todos los cables,
pero un calambrazo los echó para atrás cuando los tocaron. Ella parecía
semiconsciente, pero el sufrimiento era palpable. Mientras tanto, Ada se había
puesto las manos sobre la boca para no vomitar, pero acabó haciéndolo. David
había soltado su arma al suelo y Helios y Ulises miraban atónitos. La visión de
toda aquella gente atada a camillas, con tan pobre estado de salud y sin pelo,
les causó una amarga impresión. Set parecía más preparado para aquello que los
demás y por si las moscas apuntaba a los científicos con su pistola.
Sin dudarlo un
instante, todos intentaron liberar del cableado a los cientos de personas que yacían
inertes, sin saber ni siquiera si estarían vivos. Sin embargo, una fuerte
corriente sacudió a Helios y los demás se apartaron de nuevo. Era imposible. Todos
miraban a Is preocupados.
SET: Es un sistema
de protección. No los toquéis.
Set se apresuró a
desconectar el funcionamiento del panel de control que mantenía el poder
eléctrico, pero no tuvo suerte al intentarlo.
SET: ¿Cómo se
desconecta? —le ordenó a uno de los rehenes, pero no obtuvo ninguna respuesta.
Set levantó la mano
y una llamarada salió de ella hacia los paneles. Y aunque se chamuscaron, los
descendientes seguían sufriendo. Is volvió a gritar. Osi no podía aguantarlo
más y movió los cables de toda la sala con su mente. Al desprenderse de las
paredes un rayo de electricidad cruzó peligrosamente la circular estancia y con
fortuna no hirió a nadie. La alarma les recordaba que cada segundo era vital y tenían
que interrumpir la señal antes de que comenzara la Renovación.
SET: Vamos afuera.
Tengo una idea.
Benjamín sujetaba a
Is, que palidecía por momentos y se quedó con ella mientras Osi seguía a su
hermano por unos pasillos estrechos. Ada había tomado la delantera junto a Set
y Helios. David y Ulises iban al medio.
Al llegar a una
gran sala la alarma cesó y Ada se vio sorprendida por una mano que le agarró
del brazo.
NOÉ: Vaya, vaya,
vaya. A quién tenemos aquí. La tropa rescate y la asesina de mi novio —le puso
una pistola en la sien, impidiendo que escapara con su brazo izquierdo. A su
alrededor más hombres lo acompañaban.
Set era el que más
cerca estaba de ella y al levantar la mano para atacarlo con fuego por la
espalda, Noé le disparó tratando de alcanzarle en el corazón. Pero al moverse e
intentar esquivarlo le dio en el brazo, derribándolo. Osi y Helios llegaban los
últimos, pero David y Ulises ya habían arrojado sus armas y levantado las
manos.
NOÉ: Ni se te
ocurra abrir la boca o emplear uno de tus truquitos —se dirigió a Osi—.
¿Quieres comprobar si tu movimiento de mano es más rápido que mi dedo apretando
el gatillo? —Osi mantuvo las manos pegadas al cuerpo, después de lo que casi le
pasa a Set.
Noé soltó a Ada y
se alejó, dejando que los miembros supervivientes de los DA que lo habían
apoyado la apuntasen todos a la vez.
NOÉ: Bueno...
Podrías intentar matarlos, pero ¿podríais con todos antes de que ellos le
disparasen a ella?
OSI: Ya está bien,
Noé —tomó la palabra al ver que Set se retorcía en el suelo—. ¿Qué es lo que
quieres de ella? Si me quieres a mí, yo me intercambio por ella.
“Atención, comienzan las 24 horas de sueño, comienza la
Renovación. Que descansen y que sueñen con Asir.”
Todos se quedaron
paralizados al oír el alto y claro mensaje por megafonía y Osi se agachó
cogiéndose la cabeza. Todos los muebles que decoraban la gran estancia
empezaron a levitar y algunos parecían fuera de control. Varios chocaron
brutalmente contra los hombres armados y Noé se apartó antes de que lo
alcanzara. Pero sus defensores yacían en el suelo y él solo ante el peligro.
Osi se apretaba la
cabeza fuerte sin poder controlarlo y los demás miraban alrededor para esquivar
todos los objetos que volaban violentamente por los aires. El suelo tembló
retumbando las paredes y haciendo caer todos los cuadros. Uno de ellos golpeó a
David y Ulises, y una alfombra aplastó a Helios contra la pared. Benjamín llegaba
en esos momentos atraído por todo el jaleo y se agachó cerca de la pared. Is lo
seguía. Parecía que había logrado escapar al desactivarse la alarma. Is iba
derecha hacia Ada, que seguía confusa en el centro de la estancia, esquivando
objetos en el aire. Noé vio venir a Is y apuntó a Ada antes de que perdiera su
oportunidad.
NOÉ: Esto es por mi
novio Israel.
Osi, que estaba
detrás de ellas, levantó su brazo derecho. Todos los objetos cayeron al suelo
bruscamente. Todos menos uno, que quedó suspendido en el aire. Osi seguía con
la mano levantada y paralizando la bala con su don dificultosamente y
temblándole la mano. Las chicas estaban entre él y Noé.
Noé volvió a subir
el arma para disparar, pero una llamarada le hizo soltarla. Set le lanzó otra
desde el suelo y Noé soltó el arma al quemarse con el metal ardiendo. Al
contemplarlos frente a él y al ver que sus hombres estaban inconscientes salió
corriendo y escapó por una de las salidas. Benjamín lo siguió. Helios, Ulises y
David trataban de levantarse bajo los escombros del desastre telequinético.
Mientras tanto, Osi
seguía aguantando a duras penas la bala en el aire. Ya sudoroso, el proyectil apuntaba
hacia él, pero con su hermana y novia de por medio. Ada tomó a Is del brazo y
se apartaron de la trayectoria, pero Osi no pudo aguantar más. Una gota de
sudor le cayó por la frente a la vez que bajó el brazo rendido. La bala siguió
su curso y tan rápida como si acabara de ser disparada, lo alcanzó en el pecho.
La buena forma en
la que se encontraba Benjamín le bastó para dar caza con facilidad a Noé antes
de que alcanzara las escaleras. Lo tiró al suelo al borde de estas y
forcejearon con el arma de Benjamín en su mano. Noé fue rápido y se la arrebató
al ponerlo boca abajo. Pero Benja lo empujó y ambos cayeron por las escaleras
hasta un descansillo. Como si no hubiera pasado nada pero con sangre que le
empezaba a brotar de la frente, ellos seguían luchando cuerpo a cuerpo por el
control del arma de fuego. Noé le propinó un rodillazo en la entrepierna y lo
apartó de encima suyo. Al intentar incorporarse, Benjamín lo agarró por el
tobillo y lo volvió a tirar al suelo, pero el dolor de sus partes era más
intenso. Con otro codazo Noé consiguió librarse y se levantó. Siguió bajando
las escaleras, pero al llegar a una puerta se la encontró cerrada. Benjamín se
levantó más recuperado con su arma en la mano y bajó las escaleras lentamente.
BENJAMÍN: Estás
acorralado. Ríndete —le apuntó—. Las renovaciones se van a acabar a partir de
hoy. Tu cruzada ha acabado. Tendrás que adaptarte a un nuevo mundo —parecía
disfrutar con ello.
NOÉ: Prefiero vivir
mil veces esta edulcorada mentira que afrontar la cruda realidad —se quitaba la
sangre que le caía por los ojos.
BENJAMÍN: ¡Pero
cuando se paren las renovaciones, todo el mundo será hetero y tú no estarás
solo! —bajó el arma para convencerlo.
NOÉ: Nunca
renunciaré a lo que creo que es correcto y a lo que nuestro señor Asir creó con
sus propias manos: un mundo como Dios manda... ¡Nunca me voy a rendir! —subió
corriendo las escaleras hacia él.
El tiro retumbó en
el hueco de las escaleras. Benja subió su arma de nuevo y le disparó a sangre
fría en la frente, creando una nube roja que salió por detrás de su cabeza.
BENJAMÍN: Esto es
por Efrén —se lo quitó de encima y lo dejó caer por las escaleras.
Él no articuló ni
un músculo de su cara hasta que lo vio en el suelo. Una sonrisa fría y un
sentimiento de añoranza afloraba en su rostro.
BENJAMÍN: Te dije
que me vengaría, Zac. Te lo dije —le echó un último vistazo al cadáver
sangriento de Noé y subió las escaleras.
En la gran sala
parecía que había pasado un tornado. Todos los muebles estaban destrozados y
amontonados en el suelo y los DA que acompañaban a Noé habían sido reducidos y
maniatados. Set acababa de asegurarse que los capturados no darían más
problemas. Se había puesto un vendaje en el brazo hecho a girones de ropa de
los muertos y aunque le dolía, no parecía dar más problemas de momento. La bala
había salido por el otro lado. Los amigos rodeaban a Osi en el suelo, que
luchaba por mantener los ojos abiertos. Su polo verde que llevaba ese día se
había empapado de rojo oscuro. Al toser, escupió sangre por la boca también. Sonreía
al verlos a todos a su alrededor. Ada e Is estaban agachadas a su lado, Is
haciendo presión sobre la herida que brotaba sangre aún apretando con trozos de
ropa y sus manos. David, Helios y Ulises miraban de cerca.
ADA: No te puedes
morir ahora. Te necesito —lloraba sin parar.
IS: Ya hemos pasado
por esto antes, Osi. No nos puedes abandonar ahora. Nuestra historia no tiene
por qué acabar como la de Ast y Asir. No hemos muerto. Tienes que aguantar —le
cogía de la mano.
ADA: ¡Tienes que
curarlo, Is! —la zarandeaba—. ¡Osi tiene que conocer a sus hijos!
DAVID: ¿De qué
estás hablando? —dijo boquiabierto y Osi abrió los ojos como si lo hubiera
escuchado.
ADA: ¿Lo has oído, Osiris?
Estoy embarazada. Y por todo lo que estoy comiendo diría que son dos —soltó una
risa entre sollozos.
Osi le cogió la
mano con un último esfuerzo.
ADA: Y no les vamos
a poner nombres egipcios como los vuestros —trataba de mantenerlo despierto—.
Sabes que nosotros somos más de la antigua Grecia.
SET: ¡Cúralo, Is!
¡Tú puedes!
IS: ¡No llegaste a
enseñarme, Set!
SET: Lo sé y lo
siento mucho. Pero tienes que intentarlo.
Is percibió la
última esperanza puesta en ella, pero ni con el mayor de sus esfuerzos logró
activar la curación que en teoría se hallaba dentro de ella. Además, se
encontraba muy débil por haber estado conectada a la maquinaria. La cabeza le
falló a sus fuerzas y se desplomó en el pecho de su hermano.
Osi acabó por ceder
a la fuerza de sus párpados y cerró los ojos también. Los últimos gritos de Ada
se perdieron en el negror infinito de la nada.
Sin embargo, la
oscuridad se tornó en brillante y desconcertante luz blanca. Una versión de su hermano
Set, pero envejecida, lo observaba de frente, con una expresión de orgullo y
felicidad.
—Ahora sí vas por
el buen camino.
OSI: ¿Suty? —preguntó,
incrédulo, al creer presenciar lo que él creyó toda su vida que era el dios
demoníaco.
—No es tu hora para
estar en el Supramundo.
Con un dedo le
empujó la frente y Osi creyó estar cayendo en picado desde un rascacielos. Una
bala salió lentamente de su cuerpo y retrocedió en el aire a cámara lenta. La
luz se alejó y la oscuridad volvió a sus ojos, para pasar a la visión de Ada y
una inconsciente Is cuando recuperó la vista.
Osi respiró profundamente
al volver a la vida y Ada lo abrazó con fuerza. Pero Osi estaba preocupado por
Is. Estaba a su lado tirada en el suelo y tenía las manos completamente
blancas. Lo había curado. Lo había resucitado.
Al incorporarse, la
bala que tenía sobre su pecho y que de alguna manera le había extraído su
hermana cayó al suelo con un sonido metálico. Osi cogió en brazos a Is y la
zarandeó.
OSI: No puedes
morirte tú ahora. ¿Me oyes? Eres mi hermana y te quiero y te necesito.
La zarandeó y la
zarandeó, pero no respondía.
OSI: ¡¿Me oyes?!
Ella abrió los ojos
débilmente.
IS: Yo no voy a
ninguna parte. Te dije que esta historia no tenía que acabar igual —dijo con un
hilo de voz.
OSI: Arrocha.
Osi la abrazó y
Benjamín apareció por la puerta y la abrazó también al verla tan débil.
ADA: ¿Sigues
creyendo en Asir después de todo? —le preguntó a su novio, burlona.
OSI: Creo en Suty —respondió
con una sonrisa, descolocando a los presentes.
Todos se echaron
unas carcajadas hasta que David se desplomó sin previo aviso. Helios fue el
siguiente.
ADA: ¿Qué pasa?
SET: Se han
dormido. Nos estamos olvidando de algo muy importante: la Renovación ha
comenzado y podemos caer en sopor en cualquier momento —miró a su hermano Osi y
asintió—. No podemos dejar pasar otro año. No podemos dejar que paso. Vamos.
Osi se levantó más
recuperado que incluso antes del disparo. Is le habría pasado parte de su
fuerza en la curación. Por eso estaba tan debilitada. Set se puso en marcha y
Osi lo siguió. Antes de salir de la sala Ulises se desplomó también. Set paró
un instante, preocupado, pero siguió andando. No tenían tiempo que perder.
Al llegar fuera y
ver la gran antena, no sabían ni cómo derribarla. Osi improvisó y empezó a
partir los cables que la sostenían moviendo los brazos de un lado a otro. Set
lanzó fuego a la base de metal que era su mayor soporte. Al poco tiempo
lograron desestabilizar el gran artefacto, que emitió un sonido de apagado. A
continuación se oyó un chirriante crujido y la antena se estrelló contra el
suelo, como la enorme estructura de una Falla cuando se quema. Al volver a la
gran estancia, Ulises estaba recuperando el conocimiento y Set se acercó a él y
le dio un abrazo.
SET: Espero que no
cambies después esto —le acariciaba el pelo—. Espero que por algún motivo seas
un descendiente extraviado y sigas siendo homosexual. Yo te voy a cuidar, ya
verás.
Ulises se liberó
rápidamente.
ULISES: Yo espero
que sí que cambie para no tener que sentirme atraído por alguien como tú —se
tapó la boca al darse cuenta de lo que había dicho.
Set le cogió de la
mano y esta vez Ulises no lo soltó.
David acariciaba a
Helios para que se despertase, con la incertidumbre de no saber si seguiría
amándole dentro de unos meses, o viceversa.
Is se sentía
tranquila en los brazos de Benjamín, sabiendo que como descendiente de Asir lo
más seguro sería que no cambiase su atracción hacia los hombres. Hacia su
hombre. Su caballero de caballo blanco que por fin había encontrado. Pero, ¿y
si cambiaba?
OSI: ¿Con que
embarazada, eh?
ADA: No sabía si lo
habrías oído —dijo, tímida—. ¿Saldrán con un lunar en la nariz tan bonito como
el tuyo? —le tocó la punta de la nariz.
OSI: ¿Y encima dos?
—sonrió orgullosamente.
ADA: No me extrañaría que fueran mellizos, lo
llevas en la sangre. Y he engordado mucho en las últimas semanas —puso su
cabeza sobre su pecho, pensativa—. ¿Qué haremos cuando todo cambie? ¿Qué
haremos si por alguna de aquellas tú o yo cambiamos?
Osi la miró confiado como nunca antes había
estado.
OSI: Sea lo que sea, lo afrontaremos juntos —le
dio un tierno beso en los labios.
ADA: Bueno, por lo menos no es el fin del
mundo.
OSI: No. Es el fin del mundo al revés.
FIN