Priviuslí, en El mundo al revés: el grupo de amigos se
refugia en las instalaciones de los Seguidores de Suty mientras trazan un plan
para derrocar a los Discípulos de Asir..
Ulises había salido
a la puerta del complejo para despedirse de su amiga Is. Set lo seguía de
cerca, pero Ulises lo evitaba a toda costa. Is lo vio y cogió de la mano a su
amigo para hablar con él a solas, aunque Osi estaba a su lado y lo oyó todo.
IS: Basta ya de no
quererte a ti mismo y de no pensar que te mereces la felicidad.
ULISES: ¿De qué
estás hablando? —Is dirigió la mirada hacia Set sin que él los viera y Ulises
sabía de lo que hablaba—. No lo pienso.
IS: No te das
cuenta ni de que piensas eso. Y no sé por qué lo haces, la verdad. No es la
primera vez que huyes del amor —Uli intentaba interrumpirla, pero ella seguía
hablando—. Basta ya de excusas. La atracción está ahí. Llevo meses viéndola. Él
se preocupa por ti. Déjale entrar.
Ulises torció el morro
y le dio un abrazo para hacerla callar. Sin duda su hermana siempre dando en el
clavo a la hora de dar consejos. Otro asunto era si Ulises lo seguiría o no. Y
era ahora cuando le tocaba a él tratar de aconsejarle a Is que no fuese con
ellos. Aunque sabía que poco efecto conseguiría.
OSI: Lo mismo que
le dije a Ada cuando se empeñó en venir a por la tarjeta. No deberías de venir.
No tienes manera de protegerte —Benjamín se apartó un poco manteniéndose al
margen de la discusión familiar.
IS: Puedo intentar
sanar si os pasa algo.
OSI: Eso no ha
pasado ni siquiera una vez desde que empezaras a entrenar con Set.
IS: Eso es porque
solo empezamos cuando tú te fuiste a casa de Noé. Ha estado todo este tiempo
contigo, ¿esperas que me enseñe en un par de días? —no le dio la opción de
contestar—. Además, no me pienso separar de Benjamín ahora que lo he conocido
—lo abrazó y juntaron sus frentes cariñosamente.
Osi se alegraba
inmensamente de que su hermana por fin hubiese encontrado el amor ideal, según
sus propias palabras. Nunca antes se había sentido así ni él la recordaba tan
feliz en los tres años que la conocía. Y Benjamín... Parecía mentira verlo con
una mujer y que de verdad le gustase. Siempre que le habían hablado de él
imaginaba que era homosexual, ya que él no tuvo la oportunidad de conocerlo
aquella noche de su rapto en el pub Inframundo. Pero desde que su relación
empezó al poco de llegar a la guarida de los SS, estaban de un empalagoso
inaguantable. Al contrario que Ulises y Set. Desde que se conocieron la
fricción entre ellos era palpable. Aparentemente una tensión sexual, pero Uli
se empeñaba en negarlo. Set siempre le soltaba alguna que otra indirecta, pero
Ulises apagaba el fuego por lo sano antes de que pudiese avivarse. No sabía si
era porque aún le culpaba de haberlo separado de su madre Julia de pequeño o de
haberla reclutado y que por lo tanto acabara muerta a manos de los DA aquel día
que fue a dar comida a los fugitivos del Politécnico.
BENJAMÍN: ¡Venga,
Osi! Ponte las gafas y la gorra y vámonos.
IS: Espera un
momento —se acercó ella a maquillarle el lunar de la nariz, irreconocible con
una peluca rubia y corta. Cuando los declararon fugitivos se hizo un par de
trenzas como parte del disfraz de Caperucita, pero desde que se cortó el pelo
siempre lo llevaba suelto. Su melena castaña ondulada le llegaba a la altura de
los hombros. E incluso a veces se lo planchaba solo por cambiar. Pero la peluca
rubio cenizo trataba de darle un aspecto totalmente diferente, con un corte más
bien de señora de pueblo que va al templo todos los domingos. Unas gafas de
sol, que ahora no llevaba puestas, completaban su camuflaje. Benjamín no
necesitaba disfraz, ya que para empezar lo creían muerto, y además, no tenía a
nadie que lo pudiera reconocer. Aún así, su aspecto corriente y moliente no
llamaba la atención. Con su peinado en seco, su estatura corriente, aunque más
bajo que él, y su más bien delgadez. Aunque según había visto un par de veces,
lo que escondía debajo de la camiseta era fibra pura. No le extrañaba, con el
entrenamiento tan duro que llevaba.
Sin discutir más,
los tres cogieron otro de los coches de la flota de los Seguidores y se
pusieron camino a Madrid. Necesitaban la tarjeta de Epifanía para entrar en las
instalaciones de los Discípulos de Asir y tanto él como sus amigos creían
firmemente en la causa de los SS. Lo suyo le había costado asimilarlo, pero Set
tenía razón. Vivían en un mundo injustamente manipulado, donde la gente no
tenía la verdadera opción de elegir con quién tiene una relación.
ADA: Ten mucho
cuidado —salió a la verja del complejo para despedirlo.
OSI: No deberías de
haber salido de la cama —la abrazó—. Estás malita.
Ada no se había
encontrado muy bien desde que volvieron de casa de Noé. Se levantaba
indispuesta por las mañanas, aunque luego comía como una lima el resto del día.
ADA: Sobreviviré
—le dio un tierno beso en los labios. Siempre haciéndose la dura.
Era mejor que se
quedase allí con Set, David, Helios y Ulises. Sobre todo este último. Habían
pasado meses desde que llegaron a ca Set, pero después de volver a su
medicación necesitaba rutina y nada de estrés para no empeorar su trastorno
bipolar.
IS: Osi —le
sorprendió por detrás—. ¿Puedo hablar un momento contigo a solas?
OSI: Sí, claro —se
alejaron un poco de Benjamín, que ya estaba en el asiento trasero.
IS: Solo quería
decirte que... Que me alegro mucho de haberte encontrado. Desde que murió mi
madre adoptiva no me había sentido tan cómoda con alguien. Eres... mi familia
—se empezó a emocionar.
Osi le acarició el
pelo y la abrazó.
OSI: No quiero que
hables así. Esto no es una despedida ni hoy va a pasar nada. Benja y yo te
protegeremos.
IS: Nunca te lo
había dicho, pero te quiero, Osi.
OSI: Yo también te
quiero, Is —la abrazó fuerte.
El camino se hizo
largo y lleno de carantoñas entre los enamorados.
IS: Completas tanto
mi vida, Benja.
BENJAMÍN: Y tú la
mía, Isis —el sonido de los besos era repugnante ahora que no tenía a su novia
cerca para hacer lo mismo.
Sabían que tenían
que dejar el coche a las afueras y coger el metro. Era menos arriesgado si
cogían un tren con poca gente que correr el riesgo de que la policía les parase
conduciendo. Los disfraces serían suficiente. Y ahora solo iban tres. No era
como cuando huían los seis. El problema sería encontrar la tarjeta en casa de
sus madres. Por lo menos conservaba la llave para entrar. Aunque la relación
con sus madres se hubiera enfriado en los últimos años, nunca había caído en
devolvérsela.
Is parecía
nerviosa. Detrás de los cristales opacos de sus gafas se apreciaba en su cara
la intranquilidad. Osi le dio un apretón en la mano que la hizo sentir más segura.
A su otro lado estaba Benjamín, cogiéndola de la mano también. Por suerte y
como habían planeado, aquella línea de metro era de las menos transitadas. Más
peligroso podría ser cuando hicieran transbordo a la línea que pasaba por el
centro.
BENJAMÍN: Tus
madres tenían que vivir en plena Gran Vía.
IS: Qué esperabas,
son unas señoronas —sonaba todavía resentida con su madre Soledad, con la que
no hablaba desde que la confrontó intentando sonsacarle respuestas sobre su
hermano Osi y su misteriosa separación cuando eran pequeños.
OSI: Sí, les pega
mucho —sonrió. Un comentario así le hubiera sentado mal hace años, pero había
aprendido a reírse con ellos. Son sus madres, pero su hermana y novia tenían
razón en ese tipo de apuntes. No le aportaba nada sentirse ofendido.
La estación donde
tenían que cambiar de tren estaba abarrotada y hasta con presencia policial.
BENJAMÍN: No los
miréis ni pongáis cara de estreñidos —los tenía calados.
Ellos solo miraban
al suelo y seguían avanzando. Osi echaba una ojeada curiosa alrededor de vez en
cuando, pero prefería no hacerlo. Siempre le parecía ver a alguien mirándolos
sospechosamente.
OSI: Ese señor con
su marido nos están mirando raro. Y mira, van hacia la policía —su tono
delataba el pánico.
Benjamín los cogió
a ambos de las manos como a niños pequeños para retenerlos.
BENJAMÍN: No
corráis. No os delatéis —decía en voz baja.
Osi miró al señor,
y aunque le dio pena, un pequeño movimiento de ojos lo hizo tropezar y caer al
suelo antes de que alcanzara al agente. Su marido lo ayudaba a levantarse
mientras ellos se apresuraban hacia los túneles que comunicaban las líneas de
metro. La sangre bombeaba tan fuerte por sus venas que notaba el flujo hasta en
las sienes.
IS: ¿Por qué has
hecho eso?
OSI: No quería
correr el riesgo, ¿vale?
Aquel pasillo
parecía interminable. Caminaban y caminaban y solo desembocaban en otras
escaleras mecánicas. Unas subían y otras bajaban.
IS: Esto parece el
viaje al fondo de la Tierra. ¿Seguro que es por aquí para hacer el transbordo?
Unos pasos
apresurados se oían detrás suya. Se miraron entre ellos y aceleraron la marcha.
Is se ajustaba su peluca. No se la había puesto demasiado bien.
BENJAMÍN: A lo
mejor es solo gente que tiene prisa por coger el metro —susurraba para
calmarlos—. No os pongáis a correr por nada del mundo o levantaremos sospechas.
Osi había empezado
a sudar y las gafas de pasta se le resbalaban por la nariz. No paraba de subírselas
con el dedo índice.
IS: Tres minutos
para que pase el metro y el andén abarrotado —dijo con la boca entrecerrada
cuando por fin llegaron al andén.
OSI: No te quejes,
que en Valencia a veces pasan cada quince minutos.
BENJAMÍN: Haced el
favor de tranquilizaos —ahora parecía él el que se estaba alterando—. Osi tiene
sus propias defensas y yo tengo un arma.
IS: Te la he notado
antes —dijo con una sonrisilla.
Osi los miraba
incrédulo y queriendo pensar que estaban hablando realmente de una pistola.
La espera se hizo
eterna. La abundante pero silenciosa multitud estaba cada uno a lo suyo.
Personas, muchas, pero solas en su camino al trabajo. Unos leyendo un libro,
otros con sus auriculares, otros comprobando el trayecto a seguir en el mapa
del metro. La impersonalidad de la gran ciudad se respiraba en el mutismo de la
estación. Ellos solo miraban al suelo para no ser reconocidos y preferían no
entablar conversación. Ningún policía había aparecido, así que los pasos que
oyeron serían de pasajeros apresurados.
El tren llegó y aún
en el último vagón, menos agolpado de gente, notaban algunas miradas curiosas
de los solitarios ciudadanos. Osi bajaba todavía más la cabeza, pero las gafas
se le caían más. Benja le cogía la mano a Is, que no paraba de tocarse la
peluca.
BENJAMÍN: Quietos,
coño —dijo entre dientes y sonriendo a la vez. Lo estaban poniendo nervioso, se
lo notaba.
Cuando al fin
llegaron a la parada se esperaron los últimos a que pasaran todos los que
llevaban prisa. Pero una mujer se quedó detrás suya. Iba leyendo un periódico,
pero los miraba de reojo. Salieron del vagón con la mujer siguiéndoles y cuando
esta se cruzó con los de seguridad en la puerta, se quedó hablando con ellos. Fue cuando vieron
que el periódico se le caía al suelo y en esa misma página estaban sus fotos como
los fugitivos. Is y Osi empezaron a correr en un parpadear de ojos. Benjamín
trató de cogerlos de la mano, pero no le dio tiempo.
BENJAMÍN: Separaos.
Nos vemos allí —dijo en voz baja antes de que estuvieran demasiado lejos.
Cada uno se desvió
por una salida a la calle diferente y Osi deceleró un poco para no llamar la
atención. Tenía que mirar hacia atrás para ver si lo estaban siguiendo, pero no
lo hacían. ¿Y si habían seguido a Is o a Benja? Ellos no podían mover cosas con
la mente para protegerse.
Al subir las
escaleras y salir a la calle, el bochorno urbano del tráfico junto al efecto
isla de la ciudad le dio un bofetón. Con lo bien que se estaba con el aire
acondicionado del metro. Vio al otro lado de la carretera el acceso por donde
salió Is. Nadie la seguía, de momento, lo cual lo tranquilizó. Asintió al ver
que lo miraba y ella asintió también. Los tres conocían la dirección. Sería
mejor si fuesen por separado. Además, estaba cerca de allí.
Set tenía contactos
en toda partes. Así como tenían una lista detallada de los movimientos de Noé
cuando fueron a su casa, también les había proporcionado datos de cuándo
podrían entra en la casa de sus madres y que ellas probablemente no estuvieran.
Cerca de la dirección se encontró a Benja sentado en un banco. Con esa ropa tan
adolescente le había parecido un niño. Su corazón palpitó al no ver a Is. Pero
la puerta del portal se abrió y ella asomó la cabeza.
IS: Pasad. Una
señora con su abrigo de pieles ha entrado antes y yo he cogido la puerta.
Llevaba tanta laca que pensaba que me iba a asfixiar cuando ha pasado.
OSI: Is, tengo las
llaves —las zarandeó en su cara y ella se avergonzó.
IS: Es igual, vamos
—lo agarró de la camiseta y Benjamín pasó detrás.
La puerta de la
casa tenía tres cerraduras, como las casas antiguas, y Osi abrió cada una de
ellas con cuidado, intentando no hacer ruido.
IS: Osi, si una de
tus madres está dentro te van a oír igual.
Osi le respondió
sacándole la lengua, lo cual rompió un poco la tensión del momento.
OSI: No tiene por
qué haber nadie —la puerta se abrió para dar paso a un lujoso recibidor de
altos techos.
IS: Ahora entiendo
por qué los nombres egipcios que tenemos —miró fascinada la decoración de la
cultura del Nilo.
OSI: A Ada y a mí
nos gusta más la griega.
BENJAMÍN: Ssssh, me
ha parecido oír algo. —le tapó la boca y se quedaron quietos.
Inmóviles y mudos,
al no escuchar nada empezaron a inspeccionar la casa.
BENJAMÍN: Osi, tú
conoces la casa. Seguro que sabes algún sitio donde Epifanía pueda esconder la
tarjeta. Sin ella no podremos destruir las antenas para acabar con las
renovaciones. Is y yo vigilaremos que no venga nadie. Is, tú quédate en la
puerta. Yo bajaré al portal, y si veo que alguna de tus madres llega tocaré el
timbre. Ellas no saben quién soy y por lo tanto no me pueden reconocer.
Benja cerró la
puerta e Is se quedó mirando por la mirilla.
Osi sabía que sus
madres tenían una caja fuerte en su cuarto, pero de esta no sabían la
combinación. Su sorpresa fue llegar y encontrársela abierta. Lo cual le hizo
sospechar también. Rebuscando entre los papeles no le fue difícil encontrar la
tarjeta, y más habiendo visto antes la misma que tenía Noé. ¿Por qué todo tan
sencillo?
Piiiiiii.
El ruido del timbre
le dio un vuelco al corazón. ¿Sería un aviso de Benja de que sus madres habían
llegado o sería solo propaganda? Muchas veces era el cartero también. Is vino
corriendo en su busca con unos ojos tan abiertos que podían alumbrar una cueva.
IS: ¡Salgamos de
aquí!
OSI: Un momento
—empezó a ordenar torpemente todo lo que había sacado de la caja fuerte—. No
puedo dejar esto así o sabrán que hemos estado.
IS: ¡Eso da igual!
¡Lo van a descubrir de todas maneras! —lo agarró del brazo y tiró, pero ya era
tarde. La puerta se estaba abriendo. Is se metió debajo de la cama, pero Osi se
vio sorprendido por los rápidos pasos de Epifanía, que imaginaba que al oír el
alboroto estaba acudiendo al cuarto apresurada.
—¡¿Dónde estás,
mujer?! ¡Te dije que vendrían a por la tarjeta y que me avisases, no que les
abrieras la caja!
Parecía gritar a la
nada. Llevaba pantalones largos y manga larga para cubrir sus quemaduras, a
pesar del insoportable calor madrileño en pleno mes de junio.
Soledad salió del
baño de la habitación, donde había estado todo el rato, a dos pasos de ellos.
Osi se giró a tiempo para ver cómo Epifanía la golpeaba y la tiraba al suelo.
Su primer instinto fue acercarse a ayudarla, pero Epifanía sacó una pistola y
lo apuntó.
—No muevas ni un
dedo. Sé de lo que eres capaz.
OSI: Soy tu hijo
—levantó las manos lentamente en señal de rendición—. ¿No me harías daño,
verdad?
—Te digo lo mismo
que le dije a tu madre en su día, Osi. Tienes una oportunidad. Si no estás con
nosotros, estás contra nosotros —quitó el seguro del arma.
Él no sabía qué
responder para que aquello no acabase en tragedia. Nunca se había sentido unido
a su madre Epifanía, pero no sabía si sería capaz de matarlo por lo que ella
creía el bien supremo. Todo por los Discípulos.
En esos momentos,
Osi divisó movimiento en el suelo. Soledad se estaba incorporando. Epifanía se
giró para ver qué pasaba e Is salió de debajo de la cama, la cogió de los pies
y le hizo perder el equilibrio. Osi se encargó de alejar la pistola con su don,
que fue a parar a los pies de Soledad. Epifanía cayó al suelo cerca de Soledad
y esta, sin pensarlo dos veces, cogió el arma y le dio un golpe con la culata,
dejándola inconsciente.
Soledad se levantó
con un moratón en la cara, dejó caer el arma y se tocó nerviosa el colgante de
la mano blanca. Todos guardaban silencio y se miraban los unos a los otros
intranquilos, Is todavía desde el suelo, con su peluca cayéndosele. Soledad se
tocaba el collar más agresivamente, llevándolo de un lado a otro, como si le
molestara. Ellos la contemplaban mientras ella se lo quitó dándole un tirón y
arrojándolo con desprecio. Aspiró profundamente como si se hubiera quitado un
gran peso de encima y los miró a ambos.
—Marchaos, u os
encontrarán.
Is se levantó dejando
caer su peluca rubia y se quedó frente a su madre con el pelo alborotado. Se la
quedó mirando con un conflicto de emociones. Soledad se le acercó, la contempló
emocionada y le apartó un mechón de pelo de la cara.
—Hay tantas cosas
que me gustaría decirte, mi niña —sollozó.
Is la abrazó y al
mirar a Osi se unió al abrazo también.
—Iros ya —les mandó
secándose las lágrimas antes de derramarlas. Y ellos no perdieron más tiempo.
Is se colocó de
nuevo la peluca rápidamente mirándose en el espejo del lento ascensor de
edificio antiguo. Más tarde fue cuando a Osi se le ocurrió qué pasaría cuando
Epifanía se despertase. Esperaba que su madre Soledad estuviera bien. Pero ya
estaban saliendo del portal y encontrándose con un preocupado Benjamín, al que
le explicaron lo sucedido de camino.
Al volver al metro
y mirar en las paredes, vieron las fotos de ellos que siempre había publicado
en la tele.
IS: Ese cartel no
estaba antes ahí —se volvió a ajustar la peluca, nerviosa.
Rápidamente
entraron en el metro y se dirigieron al andén.
IS: ¿No sería mejor
que volviésemos al coche de otra manera?
BENJAMÍN: No te
preocupes, no nos tienen por qué reconocer de esta guisa —le dio la mano.
Osi vio a los
agentes de seguridad mirándolos y sabía que sospechaban. Ya se habrían puesto
en alerta antes y de ahí los carteles.
OSI: Vámonos de
aquí. Salgamos —cogió de la mano a Is e intentó andar deprisa sin correr.
Pero Benja le
estiraba por el otro lado.
BENJAMÍN: El metro
ya está aquí —decía tratando de hacerse oír con el ruido del tren entrando en
la estación.
Pero dos hombres
vestidos de paisano ya estaban acercándose a ellos.
—Eh, vosotros.
¡Quietos!
Benja se metió al
vagón, que ya estaba cerrando sus puertas, y Osi estiró de la mano de Is para
irse hacia fuera, separándolos. Pero los hombres bloqueaban la salida. Osi
saltó hacia la última puerta que se estaba cerrando y se pilló la mano con la
que cogía a Is. Desde el otro lado del cristal vio a Is tratando de abrir la
puerta y con los esfuerzos se le volvió a caer la peluca. El pitido de cierre
de puertas sonó y Osi apretó sin cesar el botón desde dentro para abrirlas, pero
el tren arrancó e Is se quedó detrás. En la distancia y sintiéndose impotente
vio como aquellos hombres esposaban a su hermana. Aun dejando la estación pudo
oírla gritar.
IS: ¿Eres de la
policía secreta o qué? ¿Por qué no llevas uniforme?
Osi vio como el
hombre reía sin contestarle.
OSI: ¿Por qué no he
usado mis poderes para abrir las puertas? —pensó. A veces se olvidaba que los
tenía.
Por detrás suyo
alguien le tocó la espalda. A punto estuvo de lanzar medio vagón por los aires,
pero Benja le cogió de la mano antes de que pasase.
BENJAMÍN: Yo soy el
primero que lo sufre, Osi. Pero si volviésemos solo conseguirías que nos cogiesen
a nosotros también.
OSI: ¡Yo tengo mis
poderes! ¡Les puedo lanzar contra la pared o convencerles para que la suelten!
Benjamín miró
aterrorizado alrededor, pero por suerte no había nadie más en el vagón.
BENJAMÍN: Tu poder
de convicción no está tan desarrollado como tu telequinesia —le dijo en voz
baja—. Y no eres invencible. Montarías un número y aparecerían más Discípulos o
incluso policías —se interpuso en su camino para que no avanzase—. Vámonos a
casa. Sé adónde la llevan.
Osi se tranquilizó
y se sentaron. Él más intranquilo que el novio de Is, pero en su cara se
reflejaba la evidente preocupación. Solo intentaba mantenerse entero.
BENJAMÍN: La
traeremos de vuelta, no te preocupes.
La
final de la serie será el VIERNES, 28 de junio de 2013 a las 21:00.
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